domingo, 3 de octubre de 2010

El Guionista y el Rodaje

Aunque bien pudiera titularse este post El guionista en el rodaje, porque realmente sacar a un tipo que no sale de una oficina y colocarlo en un rodaje para que corrija diálogos, para que asesore el tono del filme, o para que sencillamente se dé una vuelta y haga el friqui todo lo que quiera y más, es algo marciano y fuera de onda, por desgracia.
           
Y eso que la gran mayoría de los guionistas que conozco matarían por agregar el sustantivo rodaje a su condición mental, física y laboral de guionista. Existe la idea apoyada por todos los que hacen cine, que por el hecho natural de que “te rueden” un guión, no sólo te puedes dar con uno, sino con cien cantos en los dientes. Que se filme algo que uno ha escrito es un acto cultural y carente de frustración para el ego, mas luego vendrán mil dudas y mil malviajes más, pero el orgasmo creativo del guionista al ser filmado es muy superior al del actor o al del fotógrafo, cercano pero más poético que el del director. El director hace, el escritor en el rodaje hace que hace algo, sobre todo para que lo dejen de criticar, se congratula al ser señalado como el señor escritor pero sufre las miradas envidiosas o inquisitorias del equipo.
              Y pese a las pequeñas y breves alegrías por éste o aquel giro o diálogo en el texto que luego será pantalla, las inseguridades se le van acumulando al guionista en la chepa conforme pasan las cinco o seis semanas de media de toda producción cinematográfica.
              Ser filmado para cualquier industria que se precie (la española, mexicana, latinoamericana todavía están en fase de feudo, corte y tercer estamento) debería ser algo normal y no algo excepcional, he ahí el primer error
              Si yo viviera en un contexto laboral industrial y escribiera bien y tuviera unas relaciones con el sector normales, podría escribir una media de cuatro películas al año. En la situación en la que me desenvuelvo laboralmente, escribo un guión de largo pagado y en condiciones, una vez cada dos años, con suerte. El resto del tiempo me como los mocos o asesoro escritos de otros o colaboro en la tele o paso las semanas en otra dimensión preguntándome por qué soy tan vago y no escribo nada para mí.
             Si ser filmado debería ser algo normal, ¿por qué un guionista sigue siendo más raro que un perro verde allá donde vayas, allende los mares? Porque la labor de guionista es rara y punto, sin más filosofías que la de un trabajo indefinido pero necesario, hecho por alguien y compartido por muchos, de mano ausente. 
              Pensar en imágenes y escribir en letras todavía no se sabe muy bien por dónde cogerse, ni para los guionistas mismos, ni para el resto del equipo de una peli. De hecho, la relación que posee el guionista con el mundo, es siempre la que proyecta sobre el equipo, individuo y colectivo. 
              Y mientras tanto ser guionista sigue generando más preguntas que respuestas, desde el famoso ¿qué hace un guionista? hasta el chistoso ¿qué hace ese tipo pidiendo título de crédito? 
               Al guionista se le oculta, es un tipo raro e incómodo, ¿quién quiere a gente así en un rodaje? Nadie, ni siquiera él mismo aunque sí quiera estar presente en todas las fases de la peli y quiera justamente el crédito. También es metiche, chismoso el guionista, aunque en un rodaje ¿quién no lo es?          

               En un rodaje el más odioso para el escritor es el fotógrafo, quien normalmente se enferma de celos y ve al guionista como el ente que se entromete entre él  y el director. Un obstáculo a salvaguardar cuando se trata de ser el preferido “del artista” que dirige. 
               Cuidado guionistas con el fotógrafo (ojalá sea fotógrafa, porque cambia el pedo) avisados estáis. Cuidado también cuando el fotógrafo esté enamorado de la actriz (o el actor si de gays se trata) principal, porque intentará ridiculizaros a cada minuto pues a ella le interesa más tener más líneas (inflar su personaje) que ser mejor iluminada y dizque salir más guapa en el plano; el fotógrafo querrá dejaros como el tonto en turno, porque sabe que ella nos prefiere a nosotros.
               Chiquilladas aparte, los mejores y peores momentos en el cine los he pasado dentro de un rodaje. Cuando era actor porque reescribía el guión para todos, y eso me hacía sentir bien culto (¡ojo con la plaga de incultos que puebla un rodaje!) y siendo guionista, porque por ejemplo, de pronto, como nadie sabe quién soy, algún idiota me trata mal para luego tener que tragarse el orgullo al descubrir que soy “el señor guionista” cuando me ve codearme de igual a igual con el productor o el director. Es una chiquillada, lo sé, pero me gusta que la gente que trata mal a la gente en un rodaje, que muchos los hay, se trague sus propias palabras.
               Estuve las últimas tres semanas alejado de este recién nacido blog de guión, debido a que me encontraba en un rodaje. Viaje-rodaje por el norte y el golfo de México de una serie de documentales.      
               Y lo mejor han sido las aventuras y experiencias fuera del rodaje, todas, las buenas y las malas. Seguido de conocer y analizar como personajes o arquetipos al resto del equipo, del crew: chiquito, pequeño, de apenas tres personas más sumadas a una decena de testimonios y personajes pasajeros y ocasionales, coprotagonistas del film. 
               Mi función era ser el creativo, ir formando el guión conforme a unos hechos ya pasados que intentábamos reconstruir pero que a la hora de la verdad ni mais, me sujeté a la realidad del presente del viaje para enfocar mis ideas y mi creatividad. Por suerte fuimos olvidando lo que teníamos entre manos. Hablo del maravilloso momento de romper la escaleta que uno escribió en la oficina de ciudad, alejado del aquí y ahora de todo documental. 
               Creación frente a recreación, en ese debate siempre hay que elegir la primera. Y entonces según sucedían las cosas yo iba dizque diciendo “esto lo podríamos hacer, podría suceder esto, aprovecha este momento, ¡hagámoslo!” y a veces hasta me hacían caso. 
               Por otro lado, al ser un equipo pequeño me ha tocado cargar y descargar maletas y apoyar con mi mediana fuerza física toda la talacha y el picar piedra que hubo por doquier: mil subidas de maletas, mil bajadas. Espero haberlo hecho más o menos bien y que no me saliera el principito sibarita que llevo dentro y los demás me vieran como el caradura exquisito que soy, y que al ser español en México se multiplica por cien, qué horror. 
               El balance general de este viaje, a nivel guionista en rodaje es: qué buenos los momentos de soledad, qué buenos parajes-lagunas-playas que vi. Qué mal está el norte de México. Qué mal Tampico y su poli. Y que ya veremos en próximos viajes cómo se lo monta la gente del equipo de rodaje porque todo es presente, nada se repite y uno es guionista y lo que quiera dar.


                De lo poco que busqué y encontré sobre el tema de guionistas y rodaje hallé estos tres maravillosos links


                Una tragedia. Una comedia. Una vivencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ir a rodajes mola si te pagan.:)

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