jueves, 23 de junio de 2011

Un guionista con síndrome de Estocolmo


Esta semana, el joven guionista AC, me escribió un par de cosas que me llegaron al corazón y me dieron qué pensar.
            La primera decía así:
“…Suelo mirar mucho blogs escritos por guionistas sobre sus experiencias, y en cierto modo diría que el tuyo es el más humano. Creo que me entiendes y tampoco me quiero explicar. 
Casi me brota la lágrima fácil que poseo cual cocodrilo de ciudad, si no fuera por el coraje que me produjo lo siguiente: 
“…Lo primero que vi en su tablero de horarios (del CCC)  era una especie de grafiti o twiter, o como quieras, que rezaba: Se ofrece curso de humildad para directores y cursos de autoestima para guionistas. Creo que allí me di cuenta de todo lo que me esperaba. Aunque sueño con el día en que los guionistas se apoderen del mundo. 
     Yo también... Estamos enganchados a los sentimientos, no me cabe la menor duda. Es droga natural, es química pura, es sangre que brota y trota y rebota y nos hace enloquecer, deprimir, repetir la misma historia una y otra vez. Somos sensibleros, por tanto, carne de cañón de síndromes psicológicos varios, entre ellos, el auto esposado y ácido para el corazón, Síndrome de Estocolmo.
            En resumen, funciona así:
Tanto el guionista como el director persiguen la meta de salir victoriosos de un trabajo en conjunto: la escritura de un guión. Sin embargo, cuando las cosas se complican, cuando el guión no fluye o no se da en el clavo en lo planeado, cuando la historia no tiene ni pies ni cabeza y el director es puro cabreo y coraje, el guionista opta por meterse en su caparazón y protegerse. Su interlocutor, en ese momento, se muestra como benefactor del guionista, lo tiene en la mano como caracol y le dice: “…no te preocupes, hoy no te aplastaré, es más, toma lechuguita para comer “, y le da, como favor excepcional, unos cuantos billetitos verdes de adelanto.
Y el guionista colabora, se entrega de lleno por algo parecido al amor, y nace en él una relación emocional que llega a límites insospechados de pérdida de la individualidad creativa y humana: cuando el productor grita porque el libreto es demasiado caro o posee incongruencias, el director le contesta: “¿Que no ves que mi guionista escribe y tiene sentimientos?” Y el escritor agacha la cabeza, y cual gato mojado –¡miaugh!-, lame la mano que le aprieta el cuello. Ha nacido entre ellos dos una relación cinematográfica de víctima y victimario.
¿Se trata de poder, de sadomasoquismo escritural? ¿Por qué el guionista no lucha por su libertad creativa, por su punto de vista, por sus ideas, y se entrega a la esclavitud dictada por el ego del director en cine, o el productor en tele? Por sumisión, todo lo contrario a su misión. Nada más.

Ocho preguntas que te puedes hacer para dar una explicación Estocolmótica (de Estocolmo) a tu sintomático hastío guionístico:
-1. ¿Tienes la sensación de que no puedes estar en desacuerdo, que no puedes llevar la contraria sobre un tema, trama, personaje o punto de vista?
-2. ¿Hay rumores que un guionista o guionistas fueron expulsados del proyecto por un comportamiento incómodo?
-3. ¿Crees que sólo siendo amigo de tal productor, director o ejecutivo televisivo puedes desarrollar tu labor creativa con tranquilidad?
-4. ¿Te miran mal después de pasarte la noche sin dormir o haber trabajado 16 horas seguidas en una escaleta, argumento, diálogo o capítulo?
-5. ¿Te repiten que estás en las mejores condiciones laborales, que es la mejor serie, la mejor película, que otros guionistas se mueren de hambre?
-6. ¿Se desmerecen con opinión y juicios de valor asociaciones de guionistas, sindicatos, blogs, tabulaciones de lo que es justo pagar?
-7. ¿Te dan pequeñas bonificaciones, te contratan como asesor en el rodaje, sientes las palmaditas en la espalda?
-8. ¿Cuando hablas con otros guionistas, cuando pides trabajo en otra productora aseveran, “pero si ahí estás muy bien”?

            De diez guionistas consultados, siete contestaron que sí a casi todas las preguntas. No diré que lo hicieron casi llorando porque tener trabajo es importante, y aceptamos con facilidad la esclavitud, pero sus repuestas sí tuvieron un ánimo sombrío y depresivo, tenían toda la finta de un guionista con Síndrome de Estocolmo.
            Una vez me dijeron, y fue consejo de viejo guionista de oficio curtido en decenas de series y películas: “…hay una ley no escrita que dice que en cine manda el director y en televisión el productor” Yo me pregunto: ¿dónde puede uno ir a reclamar por esas leyes invisibles? Una pista: el mismo guionista mencionado también me dijo en otra ocasión: “…en México hay una serie de candados en la constitución, en las leyes, en la burocracia, que impide cualquier asociación de guionistas o sindicato de escritores.” Ahora me queda claro, si te quieres quejar porque no te gustan las leyes de este país, o te vas, o te jodes como dijo Herodes. O te aclimatas o te aclinchigas. Así nos va, ¡banda de acomplejados!
            Para que tod*s entiendan: 
El PAN al paredón.  
Piedras al PRD.  
Y al PRI todo nuestro pipí.
La única forma de ver las estrellas desde el pozo, es levantar alto la cabeza, y gritar ¡basta ya!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

En efecto, todo esto suena parecido al amor, o bueno, a una clase de amor...lo que es seguro es que hay una pérdida en uno mismo, del "individuo", y duele, o quizá vaya más lejos y diga que uno se mata, se asesina sin estar muy convencido porque...sí me suena al amor. Amor-escritura-amor.

Y qué bien que no seas un guionista que sólo es blofero ;) coincido con tu amigo AC; aunque yo te percibo como un blofero consciente que su exceso de seguridad lo vuelve vacilante y vulnerable, sensiblón como bien dices. Lo que sé es que construyes y transmites muy bien tu propio personaje, una voz clara pero con sus incertidumbres y misterios para que nos tenga enganchados y seguirte leyendo. Bien!... supongo.

El inquilino dijo...

Gracias Anónimo, eso de blofear o farolear, como dicen en mi pueblo, es más chilango que el smog, los polis gordos o la suciedad rancia de las calles, y no gracias. Y sí, el amor y la escritura a veces se confunden, como el sádico y el masoquista...

Anónimo dijo...

blofear? no me parece, porque todo eso es cierto lamentablemente estamos en un mundo donde si es "por encargo" todos mandan menos quien escribe... algo huele mal y no es en el reino de Dinamarca... dentro de lo triste es que Estocolmo vive sintomáticamente en nosotros oops Dinamarca y Suecia en el mapa quedan cerca... mmm
RGB78

Anónimo dijo...

Acotación al final de este artículo:

http://www.youtube.com/watch?v=V_yRMLJBqrY

El inquilino dijo...

Qué bueno, jajajaja.. Cómo me gustaría escribir para esa gente, mejor que South Park! Gracias!

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