viernes, 31 de mayo de 2013

La crisis del guionista

La verdadera crisis de cualquier guionista, más allá de los dolores de panza, de la falta de autoestima y de las largas temporadas sin recibir un peso, es no escribir. Y no por falta de ganas, de ideas o proyectos, sino por pura desazón. No por falta de talento y capacidad probada, sino por dejadez, por acumulación sistemática de sueños. Del ya llegará, algún día llegará, me tocará a mí, será mi turno, tendré la oportunidad. Y la oportunidad nunca llega, y los textos quedan sin terminar y aquí no escribe ni Dios.

Actualmente tengo cuatro historias empezadas y no avanzo en ninguna. Si lo intento con alguna me pierdo: la historia se me deforma y me entra el miedo, el querer dejar las cosas como están, sin hacer, ahí, incubándose. Y es entonces cuando aparece la crueldad: cuanto más escribo sobre guión, cuantas más noticias leo sobre de guión, más alejado me siento del guión y por tanto, no escribo. O mejor dicho: escribo para no escribir. Para huir del fantasma de la mediocridad  que asola cuando quiero escribir un guión, por muy probada que crea mi capacidad.
¿Analizar las causas, los motivos, dar consejos de autoayuda guionística? Hoy no, ha llegado el momento de afrontar los hechos. Si no escribo no puedo seguir echándole la culpa al entorno, a que no tengo mi propio espacio, a que soy pobre, a las drogas, al sobrepeso, a mi mal carácter, no escribo porque no tengo nada que decir.
Y entonces mejor callar.
Y esperar.
Un guionista, cuando está en crisis, nada sucede.   


14 comentarios:

Martín dijo...

Estimado Inquilino, le cuento una anécdota por si le puede ser de utilidad.
En 2009 llegué a Madrid y quería ya dar el paso a escribir un largometraje que pudiera dirigir junto a Iñaki Antuñano, algo personal, y no surgía nada, me sentía seco y eso me frustraba. Entonces, un día me puse a ver Zombieland, el arranque frenético prometía hora y media de diversión pero era un promesa falsa. Empecé a aburrirme y me pregunté por qué unas pelis de zombies me gustan tanto y otras tan poco. Agarré una libreta e hice un listado de las cosas que me suelen fallar en ese tipo de películas. Al día siguiente empecé a escribir 'sólo por diversión' una historia de zombies. Cuando llevaba unas cuantas páginas me di cuenta de que, aunque era una película de aventuras, estaba hablando de temas políticos y sociales que me importaban y mucho. Quizá estés atascado como yo en aquél momento en cómo lo quiero contar (cine de autor intimista en aquella época) pero no en qué quiero contar. Quizá puedas probar a hacer un ejercicio por diversión con tus dados story tellers y si te aparece como elemento unos aliens que aterrizan en la discomobil de un pueblo durante la feria del ganado y empiezas a escribir tal vez lo que quieres decir te encuentre a ti.
Un saludo!

El inquilino dijo...

Gran consejo para el señor conejo, por una vez en la vida le haré caso amigo Martín. Olvidé lo lúdico del verbo de escribir. Gracias. :D

Anónimo dijo...

Querido inquilino:

Las crisis siempre son lo que apuntan al crecimiento, qué sería de nosotros sin ellas, no habría drama, menos acción. Las crisis pueden ser el inicio de toda una revolución (cambio), es cosa de decidirse y probar nuevas formas.
Estoy totalmente de acuerdo con Martín, que el inicio de estas historias salgan de algo divertido y no sufrido (al menos por ustedes), eso concédanlo al espectador o lector, que lo viva con los personajes.
¿Y si tienen que dar un giro las cosas? La vida y la escritura son riesgos, los resultados salen por procesos y si realizas lo probado, pues yo creo que te frustras, nos privamos de todo lo que se puede descubrir en esas vueltas. Así las reinvenciones, y si no es un juego la vida, la escritura, qué sentido tiene. Claro, un juego serio ( como alguna vez alguien me dijo, refiriéndose al teatro. Lo tomé por excelente consejo y lo empleo o eso intento, en lo que hago).
Yo no podría llamarme escritora, menos guionista jaja, pero en mis simplezas, lo que a mí me sirven son algunas cosas, las sugeriré esperando que alguna sirva o sólo por compartírselas a usted: La primera es que llevo un diario, ahí anoto de todo, las babosadas que pueda hacer en el día, lo que observo como cotidiano pero lo vuelvo extraordinario, como una mujer en el metro que vende chicles y comenta alguna cosa. Escribo sobre lo que leo, veo o siento y lo reflexiono, lo asocio con la vendedora de chicles, por ejemplo. Me encanta observar y escuchar, porque pienso que el mundo está hablando, incluso en los silencios (a veces hasta supongo que en los silencios hay mucho escrito. Qué sería de la música sin ellos, las pausas, los respiros, esos puntos suspensivos en los que se puede hacer cualquier historia). Otra cosa que hago es caminar (alguien dijo: “¿por qué caminas con prisa? Si vas corriendo, te pierdes de todo lo que hay en el camino”), andar en bicicleta o patines, siento al aire y hablo sola, escucho música y pienso cómo me gustaría que siguiera el día, luego escribo una tontería, porque en sí yo no tengo el don que usted o Martín tienen. La otra cosa que me gusta y me parece muy divertida aunque ñoña (jajaja, todas son ñoñas, unas más que otras) es el trabajo con actores o personas, sale un tema, personaje o persona y de ahí le voy inventando una historia, observo la expresión de los otros y les voy lanzando imágenes, estudio sus reacciones (me divierto cuando se ponen cursis, se estremecen, les da asco, miedo…). Luego, seguro he quedado medio entrada y como soy ociosa y sobre todo CURIOSA, busco más referentes, escribo y se lo mando a los cómplices de aquel día. No lo hago esperando otra cosa, ni ser escritora o guionista, lo hago por el placer de IMAGINAR otros mundos. Así, en las conversaciones casuales, se disfruta ese juego. Antes en mi diario en un sobre guardaba palabras o frases, cada día tenía que escribir algo que llevara eso, ahora ya no lo hago. Se acabaron las palabras recortadas, pero me invento otras formas. Hubiera podido recortar otras, pero el juego (ése) ya era rutina, lo retomaré cuando sienta el impulso, ahora no, me invento otros. Anota tus sueños y si no recuerdas los recientes… ¿qué soñabas cuando eras niño? Ya sé que son consejos ingenuos, pero yo la paso bien haciendo esto. Y sobre todo, VIVO, intento que mis instantes sean sucesos.
(parte I)

Anónimo dijo...

Sentirme niña me ayuda, aunque asuma las responsabilidades de mi edad. Que no es poca ni mucha, es la exacta en este tiempo.
Yo celebro lo que hace el inquilino, su generosidad y el punto de encuentro que ha elaborado entre varios mundos, dejando a otros guionistas que se expresen en este espacio. Celebro que vaya dejando sus vicios, intuyo (y confío mucho en mi intuición), que no necesita de esos distractores, tiene la pasión, creatividad y locura para ser una metamorfosis ambulante en la escritura, aunque tenga su tiempo de crisis. Así pienso este momento: son puntos suspensivos que dejan un infinito que construirse, por usted, sr. escritor (qué hippie y cursi soy jajaja). Qué le digo, yo creo y mucho, no en dios, creo en la acción, en lo que se puede hacer y en lo que escribe, vaya, me ha inspirado desde que le leo (alguna vez alguien me dijo, la misma persona de la que hago mención anteriormente, sí, es la misma aunque es probable que ni lo tenga presente. Bueno, yo sí, lo tengo presente y lo recuerdo: “ -no te preocupes, mejor confía”- . )Por eso no me preocupo de las crisis, confío en el otro, en la escritura y el juego. Estoy segura de leerle, lo anterior y lo que venga …y falta mucho que ver. Que yo insisto, soñé que el inquilino publicaba un libro y lo comentaban dos señores en una charla de café. Aunque no es precisamente fama lo que le deseo (que de todos modos viene como consecuencia de lo que le deseo), le deseo mucha escritura, reinventada y viva. Lo que desee, que nada como la libertad.
Me despido porque ya es demasiado naíf esto como para seguir.
Un abrazo y puntos suspensivos, lo siguiente lo escribe usted…
(parte II)

El inquilino dijo...

Querida anónima. Tus palabras, consejos y sueños nos hacen sonrojar, no sé si somos dignos de tanta bondad, aunque eso no significa que no la tomemos de buen grado. Como iniciaste en tu post, las crisis son cambios, esperemos que ésta nos embarque, nos navegue, y nos siga embriagando creativamente. Abrazos, Anónima, ¿sentencia?

Anónimo dijo...

No, es una certeza... Apuesto a que a este inquilino en crisis le quedan infinitos por escribir...No es condena, no es sentencia, sería un don... Sí, mi certeza tiene que ver con su escritura...

Anónimo dijo...

Nota: Y si he dicho que prefería este tipo de entradas no es porque sean ás brillantes que las otras. Es porque se asume con sensibilidad y talento algo que todos sienten y pocos se atreven a admitir. Por muy ególatra que sea alguien, también duda, pero en este mundo de pose y glamour, hablar, mencionar lo que realmente nos afecta, abruma o bloquea, es ser quién sabe cuánta cosa, claro, menos lo "ideal". Sí, para mí ese es el inquilino, el que ahí está, haciendo coincidir universos, pero con todo y crisis, se reconoce y sueña (aunque luego se olvide).

El inquilino dijo...

Celebro mucho que te guste la entrada, anónima. Está dedicada a tod*s l*s que me leen desde el inicio. :D

Anónimo dijo...

Creo en todo lo comentado anteriormente. Pero también le daría un giro. ¿Por qué esa manera de idolatrar a la escritura? Tiene tanto poder como para hacer sufrir a tantos. Me digo que se merece que la subestimen, porque lo que nos hace valorarla tanto es un proceso demasiado racional, demasiado apegado a los ideales que vemos por allí de escritura, demasiado lleno de vicios ajenos. La escritura merece que la vea como mi esclav@, que se ponga al servicio de mis demonios, de mis deseos, de mi perversidad, de mi falta de estructura. Que no exista por que viene prediseñada, que exista porque se me dio la gana de que existiera, por que se apodera de mi, no porque la trate de dominar (que es allí donde perdemos). Yo le doy el permiso de que tome mi cuerpo y mi mente, eso es sodomizarla. Por eso no creo que un guionista sea sólo un guionista. Es un escritor que según sus crisis encuentra la mejor manera de empezar a expresarse. En eso veo importante el uso del monólogo de asociación libre: escribir y escribir sin pensar en formato, sólo escribir sin estar involucrado a nada, y que vuelen las cabezas, que vuelen las cabezas de la moral, del sistema, de lo politicamente correcto, que vuelen la cabeza de los sueños que no son nuestros sueños, y que vuelen la cabeza de tantos lugares comunes que vemos. Para mi, escribir es mandar a la mierda muchas cosas y al hacerlo no busco sanarme, busco ver más en mí, explorarme y sumergirme en mí. Es un poco esa ebriedad de la que hablaba Hemingway, después ya veré cómo edito. Lo importante es que nadie me venga a decir que no soy escritor porque lo que escribo no anda por los mecanismos tradicionales de difusión. Porque escribir, lo que es escribir, lo defino yo al final de cuentas. Gracias por el post. También soy de los que celebro cuando la sensibilidad de su anfitrión toca nuestras fibras. Un abrazo.

El inquilino dijo...

Anónimo 2: Me dejaste sin palabras. Muchas gracias por lo que dices, ahora fuiste tú quien nos tocó a nosotros la fibra...

Lola Lagata dijo...

También celebro que el Inquilino comparta de su proceso, aunque esté en crisis, lo hace más completo y se agradece el compartirnos a todos los interesados en la escritura. Para Anónimo 2, efectivamente sigues idealizando la escritura (inevitable, me parece) pero es un ideal que me refresca y lo comparto. Saludos

El inquilino dijo...

Gracias Lola, tú también eres una de nuestras lectoras más añejas, y hacía mil años que no comentabas. Ahora veo que sigues siguiéndonos. Abrazos!

Anónimo dijo...

es cierto eso de las crisis...yo tengo 37 años y 37 crisis distintas...próximamete cumpliré 38 años, bienvenida crisis nueva :)

El inquilino dijo...

Como dijo el poeta, que no el guionista, "horror a manos llenas". Claro, él se refería a dar la vida por la poesía... lo de las crisis del guionista por no escribir parece más insignificante, incluso burgués, pero las apariencias engañan.

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