jueves, 4 de septiembre de 2014

Guionista, ¿qué ch*ngaos es un productor?

Hugh Hefner, amo y señor de la revista Playboy, es sin duda un hombre al que podríamos tener por insospechable en lo que a temas artísticos se refiere. Si miramos su currículum en IMDB, encontraremos todos los videos que su marca le permite y más. Sin embargo, también fue productor de cine de “autor”...
...“Macbeth” (1971) de Roman Polanski y “Saint Jack” (1979) de Peter Bogdanovich fueron producidas por él. Y también lo hizo con otros directores (menos conocidos hoy), durante los 70, y hasta produjo documentales sobre Rita Hayworth, Louise Brooks o Mary Pickford.
Empiezo este artículo sobre los productores hablando de él, no para establecer un modelo, sino para empezar por descartar una dicotomía que me parece anacrónica entre producir un cine de arte y/o autor, y un cine de entretenimiento. El cine, como actividad comercial, ha pasado de largo --desde hace décadas y en la práctica-- esta discusión, y somos nosotros los “artistas” (escritores y directores)  y unos cuantos críticos, quienes más la mantenemos presente. Pero el cine y los avatares de su producción son mucho más complejos de lo que nosotros normalmente podemos abarcar.
No es lo mismo un productor mecenas que un productor que quiere éxitos de taquilla, que un productor independiente que aspira a recuperar su inversión para no quebrar y seguir produciendo, o que un productor que gestiona ayudas. No es lo mismo producir en EEUU que en Europa. En México que en Brasil o Argentina. Y tampoco es lo mismo producir cine en 1910, 1940, 1970 o desde los 80 hasta aquí. Esto es porque producir cine tiene todo que ver --en un sentido estricto-- con el manejo de dinero y con todas las formas posibles de manejarlo. Y la clave para que el cine se mueva, como actividad comercial, está concentrada en quién puede juntar dinero (propio o ajeno) y administrarlo con capacidad para que una película llegue al público y que su recorrido sea, dentro de ciertos marcos, sustentable. Y esa figura son los productores y su función varía y se recompone a lo largo de los años, dependiendo de la época y del país donde trabaje.
Hay una cierta expectativa de que el productor trabaje como una especie de visionario. Esto es, que confíe en la obra que va a producir con la esperanza de que llegue a ser un éxito. La palabra éxito es muy relativa. Puede significar un boom de taquilla o puede ser una película que marque un debate artístico y social en un momento dado. Pero lo que nos importa de verdad, como guionistas, y hasta para algunos directores, es de dónde sale el dinero y quién lo tiene, porque de eso depende nuestro trabajo.
Esta distinción es muy importanteporque del rol del productor en un proyecto dependerá si seremos contratados, asociados y hasta si seremos capaces de ser nosotros mismos productores de nuestras historias. Ese dinero viene de lugares concretos. Viene de ayudas estatales, de coproducciones internacionales que se favorecen también de ayudas, vienen de la TV nacional o extranjera, y hasta viene de productores capaces tanto de invertir sus patrimonios como de mover el dinero de otra gente que quiere obtener algún tipo de rédito. Incluso con la moderna forma del crowdfunding se renueva la idea del micro-emprendedor que puede tener expectativas de retorno de su inversión o ninguna. Lo que está claro es que un productor será la persona (o un grupo de personas) que sea capaz de administrar el dinero que permita rodar una película, pagar a sus intervinientes y distribuirla con el fin de que sea exhibida y que el público pague una entrada para verla.
En cualquier caso el negocio de la distribución también es mucho más complejo que esto y toma en cuenta los derechos de emisión televisiva o de edición de DVD. También, y dependiendo del país, existen ayudas específicas para la distribución. Esto no significa que todo el capital que circula en relación con la producción audiovisual se otorgue en función de que exista un retorno por parte de quienes reciben ayudas del estado. En muchos casos se presupone que no hay un interés especulativo o comercial a la hora de otorgarlo, pero la administración que se hace de ese capital tiene un todo que ver con las leyes del mercado y pueden determinar que un productor o una empresa productora puedan quebrar si no administran adecuadamente el dinero que obtienen.
En países que no han desarrollado una industria del tipo que existe en los EEUU, se depende en gran parte de formas de producción híbridas, que pueden venir tanto de personas que invierten como de ayudas estatales. Incluso muchos de estos productores se constituyen en tales porque se benefician de montos muy importantes de ayudas otorgadas. Las formas mixtas de producción (“privada” y estatal) son típicas de Europa y de los países latinoamericanos. Estos últimos porque siguieron durante años un modelo apegado al estado, y también porque han recostado gran parte de su producción en coproducciones internacionales.
El panorama de las producciones se puede ver reflejado, literalmente, en el comienzo de los títulos de una película. Gracias a ella podemos saber que algunas películas de Brasil se benefician de aportes que vienen de empresas estatales que no se dedican específicamente al cine, o que algunas películas del Reino Unido reciben financiación de la lotería, o que en España pesa el aporte de las televisiones, o que en Francia los aportes de Canal+ son importantísimos y que casi todas las películas latinoamericanas dependen en gran medida del programa Ibermedia. También hay ayudas que llegan a través de Festivales de Cine o en formas de premios. Quiero decir que la figura del productor, o del conglomerado de sujetos que representan “el lado de la inversión”, son los que deciden por acción u omisión qué película se puede hacer.
Hoy la figura de un productor, independientemente del tipo de película que quiera realizar, es la de una persona que tiene posibilidades y estrategias de acceso a fondos diversos. Esa figura es compleja porque necesita estar en conexión con los lugares donde el dinero se encuentra disponible y no es cualquier persona o cualquier emprendedor quien puede conseguirla. Es una persona que se encuentra insertada en el medio y que maneja criterios comerciales esenciales para poder hacer que una producción audiovisual funcione.
No creo que exista, como tal, la idea previa de “tengo una idea muy buena para una película” y que la mera idea sea la que abra su camino a la realización. Alguien tiene que creer que esa historia tiene un público y hasta tiene –como mínimo-- un posible recorrido dentro de un circuito de festivales. Y casi diría hasta la posibilidad de su recorrido en la venta pirata en las calles. El productor es esa persona (o grupo o empresa) que puede gestionar la vida útil de una película desde su concepción hasta su distribución.
Lo cierto es que también no hay un funcionamiento ideal y teórico ni siquiera de este modelo de gestión. Normalmente los espacios donde está el dinero son espacios de poder y en el mundo entero sucede de manera similar. Muchísimas veces hay ayudas y flujos de capitales a disposición de productores sin que tengan ni ideas ni guiones, y éstos saldrán a cazarlos con tal de justificar la asignación de una ayuda. Otros usarán de la estructura de la que ya disponen para financiar los proyectos en los que confíen más, propios o de amigos, sin que un criterio “visionario” pese –necesariamente- en ello.
Esto no quiere decir que sea imposible que proyectos originales y honestos no puedan abrirse un camino en la industria audiovisual, pero sí que ya existe una estructura y una red jerárquica más o menos estable de personas que acceden al dinero para el cine y que con él pueden hacer y deshacer, muchas veces sin tener que rendir cuentas. Y esto, dependiendo de las circunstancias, puede ser tan positivo como negativo.

      El origen de este debate está, y siempre lo estuvo, en cómo encontrar soluciones y alternativas para que los guionistas puedan tener un mayor control de su trabajo creativo. Y la solución, en parte, se encuentra en la capacidad que tengan los propios guionistas de convertirse en productores ejecutivos. Billy Wilder lo hizo. Y es un modelo que siguieron también muchos directores para asegurarse el control creativo:  Alfred Hitchcock, Clint Eastwood, Steven Spielberg, George Lucas, Roger Corman, Stanley Kubrick. Muchísimos, en realidad. Y también hoy, hay quien sigue este modelo de manera más modesta. Pero lo que está claro es que para el guionista es clave estar más informado y manejar los mecanismos que le permitan lograr un control efectivo de su material, y eso siempre sucede cuando se controla el dinero, o una parte importante de él.

Un guionista contratado, puede ser un invitado de honor a una producción, pero no decide si no posee acciones en ella. Y como guionistas tenemos que ser capaces de generar situaciones en las que nuestra decisión importe. Si somos meramente contratados, nos guste o no el resultado del trabajo de productores y directores, tendremos pocos recursos para cambiarlo. Y eso pasará si somos productores --asociados o ejecutivos-- de nuestros productos. Como productores, guionistas y/o directores de proyectos propios podremos determinar los resultados, y tenemos que empezar a ver dónde está el dinero, cómo se accede a él, y aún cuando lo consigamos, tendremos que ver y aprender cómo gestionarlo. 
Tendremos que aprender cómo se mueven y se insertan los productores en la gestión del dinero actualmente y en el país en el que vivamos y ver qué podríamos hacer para conseguir ser nosotros, también, gestores. Porque ser productores ejecutivos no está reñido ni con nuestras preferencias narrativas ni con el cine que queramos hacer. Simplemente es entender la manera en la que podremos convertir en efectivo que nuestros puntos de vista se transformen en decisiones. Y que lo que muchas veces tenemos que padecer como espectadores en el trabajo de otros que gestionan nuestros textos, lo podamos resolver nosotros mismos, como protagonistas.

Escrito por Gustavo Palacios
Este arículo fue inspirado por el siguiente video

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pregunta: ha cursos para prender a ser productor? O es una carrera larga?

El inquilino dijo...

Sí, claro que hay. Hay talleres de producción y cursos de dos años en las escuelas de cine. Son un buen lugar para empezar. Aunque como todo, lo mejor es empezar en la práctica, ser autodidacta te da otras cosas que no se aprenden en las escuelas. Aunque pasar por una escuela es una gran experiencia para la vida.

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