Llevo más de diez años trabajando profesionalmente de guionista y tanto productoras como televisoras articularon sus mañas legales para no pagarme jamás, derechos de autor por mi trabajo. La Sgae y la Sogem son un nido de rateros la una y el rancho de un cacique la otra, la Motion Picture Association of America, el despacho de un Goebbles con acento gringo, y ahora la SOPA/PIPA, una auténtica declaración de guerra cibernética. Y yo como escritor me pregunto: ¿realmente le importo a alguien?