El personaje se levanta de entre el
público y sube al escenario, recoge un galardón, carraspea y habla con cierta
melancolía en la voz, con un tono triste, más propio del vencido que del
galardonado.
Cortinas de
humo, giros y más giros, flashbacks, nuevos personajes que acarrean nuevas
tramas que jamás terminarán… ¿Y todo para qué? Para ocultar que no se sabe
escribir un segundo acto.