He vuelto a meter la pata, a cagarla, a joderla. He estado durante muchísimo tiempo con la voz del inquilino guionista enmudecida, apagada. Pero he vuelto, o quiero pensar que lo hago y no es una fantasía en la que el ruido de mi cabeza toma protagonismo. Las palabras adquieren forma para dejar el testigo por escrito, en el mismo bar y con la misma gente. Aunque ahora por las circunstancias no tengamos ni unos ni otros.