martes, 8 de marzo de 2011

Ese mediocre guionista


“La mediocridad rifa”, leí en feisbuk. Para los lectores de Aspaña significa: “La mediocridad vale”. Y me acordé cuán cuánto somos los guionistas de mediocres y rastreros. Llenos de malos vicios y no sólo psicotrópicos, sino de carácter y de psique. Ojalá no me salga un artículo lenitivo y autocomplaciente, disfrazado de autocrítica, aunque eso sería fiel reflejo de la mediocridad de guionista que siento correr por mis venas en este momento.
            ¿Qué tan bajo es posible caer? ¿Y qué tan alto subir? Mi amigo AG, poeta cubano que se parece a Obama, una vez me dijo: 
“Hay dos modos de ascender: liberar las alas propias o cortar las ajenas” 
      Los guionistas nos movemos en esa doble tesitura. Aunque también hay una tercera vía. La mayoría diríamos que optamos por liberar las alas ajenas: la tercera opción es pensar humildemente en el espectador. Y estar siempre agradecidos por poder contar una historia, por desempeñar nuestro trabajo. Este “buen empleado” es también un ser un poco bajo y mediocre, y no hay que estar para nada orgulloso.
¿Por qué se predisponen "los jefes" a que todos los guionistas vayamos a ser humildes y obedientes, a que agachemos la cabeza y callemos? Es algo que todavía no me explico. Un guionista ya no es un tipo gris, nervioso y que mira hacia el suelo, y si lo es, no me jodan: eso no significa que sea tonto. Ojalá hubiera más guionistas con mandíbulas de pitbull austriaco. Y que supieran morder. Y no sólo rabiar…y babear, como hacemos todos lo que formamos esta bola de engendros a la que pertenecemos, compañeros.
El miedo al fracaso nos hace tan mediocres. Y tacaños. ¿Cuántos guionistas no son codos y agarrados? Son tan pocos los guionistas generosos con el otro y con ellos mismos que, de lo desaliñados y flacos que estamos muchos, si nos tomaran a todos juntos y por sorpresa, se podría hacer una película ambientada en un campo de concentración. Aunque sea con ironía y la tacañez la mencione uno con cariño, a veces se llega al extremo de lapidar cosas como esta: 
“¿Para qué vamos a poner de moda el guión si hay tan poco trabajo? ¿Para que nos quiten lo poco que tenemos?
Eso es como: no consumas la droga, el éxtasis mata, y además, somos muchos y hay muy poco (en México no) O más exactamente: Éramos pocos y parió la abuela.
Con chiste o sin chiste, apréndalo YA:
“…es mejor que se filmen 400 películas en México, que 40. Una mayor competencia significará una mayor oferta en el mercado, una cosa y otra van de la mano”. 
Si queremos más industria, siempre hay que pedir y hacer, ¿saben qué? ¡Más!
            Recuerdo a un antiguo amigo y excepción a la regla paupérrima del mundillo guionístico, que era multimillonario y no prestaba ni cinco, es más, nunca llevaba dinero en los bolsillos. Ahora, mi mejor amigo y guionista es un lamehuevos. Y él a su vez, posee otra amiga guionista completamente desquiciada, alcohólica, adicta a las pastillas antidepresivas, y que debido a la desgracia de que hace varios años, cuando la conocí, me la follé y a ella le gustó pero a mí no, siempre que me ve me hace la vida imposible. Y no sólo a mí sino también a mis acompañantes (amigos o pareja) con los que llego a las fiestas de este podrido nido de guionistas que es México DF. 
¡México, Ciudad de Guionistas! 
No podía haber oscuridad y muerte sin escritores dispuestos a sembrar con sus historias la luz y el color: qué cursi puedo llegar a ser a veces.
            Y también recuerdo a aquel otro guionista caradura, que aceptara en su día un trabajo y la mañana del comienzo de la chamba presencial  (y era duro trabajo: escribir una telenovela) informa:  
“…es que yo, mañana, me voy una semana a las jornadas de teatro de…” 
      Y los demás pensamos: hombre, paciencia te tengo, pero, ¡quién no fuera un guionista tan mediocre! Y es que mediocres lo somos todos, por eso nos apoyamos, y muchas veces hasta nos consolamos unos a otros. Como aquel amigo que llegó a Madrid becado por su país latinoamericano, a estar dos años, todos los gastos y sueldos pagados, él y su familia, como ayuda estatal (nunca dicen premio) por haber escrito un éxito cinematográfico en su terruño, y va y me dice una tarde desconsolado con la cerveza en la mano:  
“…en mi país nadie me quiere”.
            O yo, que soy tan cutre, tan chafa que se dice en mi barrio defeño, que como único modo de no perder totalmente a mi novia que me acaba de dejar hace tres días, o sea, como modo de seguir viendo a la mujer que quiero aunque sea de vez en cuando (¿lo de ver o lo de querer?), no se me ocurre otra cosa mejor que abrirle las puertas de mi mediocre infierno, y proponerle coescribir un guión con una muy buena idea, eso sí, que hace tiempo a ella le ronda en la cabeza. Lo bueno de todo esto es que la idea sí es chingona, y lo malo, que me veo reflejado sobre el charco de agua sucia que esquina con mi calle y me digo: 
"¿Lo haces por interés o lo haces por amor?" 
      Y encima sigo sin dejar las drogas. 
      Y encima, llego tarde a escribir la serie en la que participo por escribir sobre qué, adivinen: sobre estos mediocres guionistas que son toda mi familia.
Y para finalizar, un mediocre final de la red:
Santiago, un guionista mediocre que se dedica a escribir lo que le manden, acude como cada noche al bar para "ahogar sus penas", aunque en una de ellas encontrará a Penélope, una joven que le recuerda a la protagonista de su último trabajo-.
Éste es el argumento del mediometraje titulado 'Un informe imperfecto', ópera prima del director SPC. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene mucho que ver con la presunción de genialidad... Que no es lo mismo que la genialidad. "En el aire las compongo" dicen en México.

el inquilino dijo...

Sí, en México también conocen muy bien la presunción de culpabilidad, y no de inocencia. "Dime de qué presumes, y te diré de qué careces", dicen en Alamzora.

Anónimo dijo...

...el guión y la mediocridad se lleva por dentro, como la percha y la cruz!

Anónimo dijo...

Mediocridad es una palabra que no me ha gustado nunca, no asì el concepto, quiero decir ser mediocre para el mundo èxitoso puede ser tambièn la oposiciòn a un rol dictado por el frenesì de un cìrculo de personas que giran entorno a ellas mismas sin notar la belleza de la imperfecciòn

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