ADVERTENCIA: Esta novela contiene literatura sexual explícita para mayores de 18 años.
Para una introducción sobre León Hurtado, el autor y guionista de la presente novela corta, pincha aquí.
********1. El inicio del fin.
Se te desgarró el sueño
Evadán, ¡de tanto usarlo! Desvencijados en las paredes y a trozos por el suelo,
los distintos biorelojes marcaban horas y fechas contrarias. Lo ocurrido anoche
en el planeta Tierra, se pierde entre lo que es ficción y aquello que se supone
real. Tal vez todo sucedió en tu cabeza, Evadán, a mitad de un sueño o en la
fase REM, Rapid Ei Mufmen; ebrio de
sudor y fluidos corporales. O quizá te encuentres ahora en el filo de dos
dimensiones, en la trinchera que divide la vida y la muerte, o tras el absurdo
de las dos caras de una misma moneda. Ahí estás tú…
La
negrura que empalaga lo embestía todo, incluso la estructura de polietileno
orgánico de la cúpula central del GRACEDETEBIO. Negro, de tan negro espantaba.
Tu rostro es la parte mala de un beso negro, cuando la deyección aparece y te
ciega porque lo mancha todo. Tu cuerpo no está mejor: sabañones, llagas,
rozaduras, quemaduras, ni kilos de Electrocilina podrían ayudarte, doctor.
Desfallecido,
cedes a la voluntad del dolor y –qué más da– que tu cuerpo se erguirá por sí
sólo cuando lo necesite, de forma natural y no obligada. Tras media jornada de
puro arrojo en la oscuridad de las ruinas, te sostienes por tus propios medios,
pareces potrillo recién nacido en el instante de alzar el mentón y mirar al
frente. Gracias al hoyo que se halla en la pared a unos metros delatante tuyo,
recibes el rayo de luz que se filtra entre las cenizas que espesas flotan en el
aire.
Toses,
el chapapote en polvo no te deja respirar bien, matarías por un poco de agua y
ventilación. Te levantas al fin, tomas algo del suelo, con ayuda de un fierro
retorcido, a golpes agrandas el agujero. Un chorro de aire caliente te obliga a
retroceder la mirada mientras inundan la sala. Cuándo entra más luz te
preguntas: ¿es Dios?
La
Tierra es un rancio cadáver reciclado en forma de detritus. La totalidad de su
fisonomía quedó devastada. No más mar, no más cielo, no más nada. Sólo aridez,
desierto y oxígeno apenas respirable. El eco de gemidos y llantos que ahora se
pierde en el pasado, fue canción de cuna de la muerte. Sin embargo a ti, cuando
te asomas y lo ves, no te conmueve mucho aquello que se expande al otro lado
del boquete de la pared: una llanura en la que flota el polvo de millones de
personas que ya son historia. Y es que Evadán, tú no eres persona trágica. Más
bien al contrario, de tan práctico, optimista.
Al
moverte, algo cruje bajo tus pies, pero poco importa, el GRACEDETEBIO nunca se
derrumbará. El Gran Centro por el
Desarrollo Tecnológico y Bioorgánico, con su hermoso ventanal en forma de
estrella oval que con majestad preside la fachada, es cíclope de tragedia
antigua, es ojo de enormes proporciones que todo lo ve, todo lo estudia, todo
lo escruta.
¿Y
qué dices del estuco universal de la entrada? El veneciano, a esas alturas de
la evolución fue imposible conseguirlo. ¡El gran GRACEDETEBIO! Un edificio
inteligente fundado en la década de la posrevolución digital que dio cobijo a
los más ilustres genetistas e inventores del pasado, ahora tu ex presente. Ahora
que se empieza a abrir tu futuro como una flor de temporada.
“¿Y
esto fue el Apocalipsis? ¿El adiós al Ser Humano? ¡Menuda broma de mal gusto!”
–Te jactas porque posees mayor imaginación apocalíptica que Dios–. “¡Eso fue
todo amigos! Dat guos oll mai darlins.”
El fin llegó y pasó. Incluso, los títulos de crédito del neurofilm VIOBABHU, Vida y Obra de la Abyección Humana, ya
fueron proyectados en la pantalla del firmamento.
Y
tú ahí, en la nada. ¿Qué pintas tú ahí, de pié, dentro del GRACEDETEBIO y con
los ojos puestos en lo ancho y largo de la destrucción? ¿Acaso no eres humano,
tú? ¿O estás muerto y condenado a tu infierno personal? No, rian de rian, el trasero te duele
demasiado, por tanto es más que probable que sigas vivo, ¿o qué?
Vamos,
el tiempo exige que lo plazos que concreten. Despabila y toma nota en la pantalla
craneal de tu mente. Muévete en la medida de tus fuerzas y de una vez baja las
escaleras, pasa por encima de los escombros que antes fueran gradería y sal del
inmenso edificio. Con los puños de la camisa frótate los ojos, pero cuidado,
tienes las mangas sucias y los ojos se te irritan, sueltas unas lagrimas y
miras al firmamento un instante: la certeza te eriza los pelillos puntiagudos
del antebrazo, lo presientes hasta en la médula, la Tierra es un pedrusco
inerte que flota en la marea sideral, no es nada más que eso. Un asteroide
cualquiera. Un guijarro en el camino que no esconde ningún destino.
“¿Y
yo qué hago aquí? ¿Por qué yo? ¿Debo llorar? ¿Qué misticismo se esconde tras el
hecho de ser un superviviente de la Catástrofe
Última del Último Tsunami de Arena?” A menos que te inventes las
respuestas, nunca resolverás esos enigmas. Te vuelves de tan patético, cursi dramatis personae.
“¿Habrán
más náufragos del barco de la vida? ¿Seré yo el único en macabra soledad?” Lo
eres. Evadán, varón, primogénito de la unión genética entre Evaristo Capitel,
–privilegiado mercante de la política industrial–, y Adaniella Lunanuova,
prestigiosa artista de obra con perfil intrasensorial. Evadán, doctor en
ingeniería bioquímica por el nuevo IMAD, Instituto
Molecular de Alto Desarrollo. Evadán, becado por la Unión de Cortes Democráticas de Estado de Derecho –la UCODED–, con
el objetivo de demostrar las tesis de clonación masiva en la anti-trans-personalidad
especial, formulada hace setenta soña,
por el reconocido doctor Mc Dueyn, de quien aseguran, fue el primero en
clonarse a sí mismo bilateralmente. en hombre y mujer a la vez. Transgénero del
travestismo más impúdico.
“Menudo
fracaso el tuyo, loco Dueyn” –te quejas a media voz–. Si Dueyn hubiese dado en
el clavo en sus investigaciones, tal vez te hubieras dedicado a otra cosa. Algo
así como dedicarse al arte masturbatorio de no hacer nada, de no pegar morcilla
al agua. Eso también hubiera beneficiado a la UCODED.
Este
pensamiento en estas circunstancias te hace gracia y de pronto, recuerdas tus soña de universitario loco. ¡No hacer
nada! ¡Vivir, beber, fornicar y a cagar! Revolución crisálida se llamó a lo
sucedido en tu época. Efectivamente. De no ser por Mad Max –así llamado Mc
Dueny por a su asombroso parecido físico con un héroe de la cinematografía
primigenia que a golpes acumulaba combustible–, tú, Evadán, el primero de la
clase, el número uno del concurso de Teoría
Clónica Global, el magnífico doctor honoris de muchas causas, el laureado
científico de edad madura sin mujer ni hijos ni trabas que obstaculicen una
brillante carrera como la tuya, tú, EVADÁN con mayúsculas, al llegar el Fin Último, no te hubieses encontrado
en el GRACEDETEBIO a punto de consumar la AUCLO. Auto Clonación.
Y
tu vida bien hubiera podido ser de otro modo, ahora estarías muerto, seguro,
pero qué importa si se hace con amigos, familia y vecinos. ¡A tomar viento! La
idea de poseer una existencia normal en los subsuburbios de Intranópolis
Capital, nunca te tentó lo más mínimo. Sin embargo, ahora que es imposible, lo
ansías. Lo que son las cosas, se te pasó el arroz. Al camarón dormido no se lo
llevó la corriente, sino que al final lo pescaron.
La
culpa de todo la tiene el viejo loco de Dueny. ¿La culpa o la suerte? Porque si
es cierta la leyenda que se cuenta sobre su trabajo, Mad Max consiguió gracias
a la clonación bipartita, practicar el sexo perfecto. Un trío con un clon tuyo
macho, y otro clon hembra. Y eso que sus dos hijos, dicen, duraron a duras penas dos días y al tercero, no
resucitaron.
“Maldito
loco, yo te maldigo Mad Max”, –mascullas callado. Ahora, miserable Evadán, te
sientes solo. Sin mujer, sin hijos, sin perros y sin casa en los subsuburbios
de Intranópolis Capital. Solo y abandonado por el resto de los días de tu
existencia tan poco atractiva.
2. Hambre.
Pasas
largas horas abocado al ostracismo psicológico. El dolor físico te obliga a
recostarte bajo la sombra del edificio que no sirve de mucho, porque el calor
es puro caldo de gallina vieja. Sin embargo, el espinazo se te enfría de
repente, las pequeñas fracturas del cuello chirrían al unísono y un misterio te
cruza por la mente. “¿Qué ocurre? ¿Por qué esta construcción no ha sido pasto
de la muerte? ¿Es seguro continuar aquí?” En el fondo no importa, qué más da.
La civilización pasó, la Nada defecó sobre el Todo y la vida es una gruesa capa de detritus maloliente.
“Y
este mastodonte sigue ahí parado a mis espaldas, bajo mis pies, frente a mí. Con
garbo, de eso no cabe duda, se le ve, se le nota, y tanto que se le nota que si
no fuera por los moratones que tengo en las pantorrillas, creo que me iba a dar
una autocomplacencia por la alegría de seguir vivo.”
A punto
de elogiar al arquitecto del GRACEDETEBIO te hallas, cuando gracias a la señal
nerviosa que el cerebro manda al cerebrito de las vísceras, compruebas que
llevas quién sabe cuántos días sin comer.
“La
ausencia no llena. ¿En la Nada, nada hay de comer? La Nada es nada y ni
siquiera se puede alimentar uno de ella más de lo que dura un pensamiento
humano: de dónde venimos, a dónde vamos,¡no! No nos engañemos, ésta no es la
base de la filosofía humana sino ¿qué vamos a comer mañana? ¿Con qué
hincharemos el buche? Por Dios, qué ganas de paliar esta gana tengo.”
Piensas
y repiensas qué hacer para mitigar el hambre cuando de repente, por instinto,
agarras del suelo una piedra y la emprendes a chupones con ella. Una piedra
salada, reseca, con restos de negrura y señales del FU -del Fuego Universal- por todos sus cantos
rodados. El guijarro tiene un sabor parecido al del pan tostado de antes de
ayer por la mañana.
Chupando
la piedra imaginas a tu estómago harto ya del apetito, que empieza a almorzarse
a los demás órganos vitales, se come el hígado o el páncreas por ejemplo.
Cierras los ojos, y ves cómo la molleja hambrienta se te sale del cuerpo para
buscar comida afuera por su propia cuenta y riesgo. ¡El estómago viviente! ¡El
estómago mutante! Toda una muvi del
cine mudo nacida en el ayer de hace una barrabasada de años.
Pasan
las horas. Resoplas hambriento en un rincón, más como pellejo de cabra que como
ovillo de lana. Evadán, ¿no ves que no puedes más? Suicídate. Ábrete el
estómago con algún fierro oxidado que encuentres por ahí tirado, en la desolada
caverna de tu panza, ya no suenan los ecos del gru-gru aclamando a festín, sino
una ópera de rugidos que arrasan con todo. Todo un motín puramente estomacal
arde en las llamas eternas del hambre que sientes.
Retazos
culinarios se presentan en el escenario de tu deseo: pollo
de seitán a la salsa siamesa de Indochina, suflé de verduras turcas de la
Grecia Septentrional, paella fluorescente de la magnífica Newsilver –la
romántica Argentina antes de la colonización anglolatina-.
Angustiado, te
dices hasta aquí hemos llegado y te levantas decidido a encontrar algo que
echarte a la boca. El elevador molecular suelta chiribitas de diversos colores;
cuidado, si te apoyas ahí te puedes quemar la mano. Imposible. El ascensor se
encuentra por completo estropeado. Penetras a trompicones por una de las
escaleras de emergencia que te lleva directo a la quinta planta. Llegas
exhausto.
Bastan cinco
minutos recostado en alguna grieta fresca de la pared, para recuperar el
resuello. Respiras, acumulas alguna fuerza y te pones manos a la obra: mediante
hologramas realizas todos los tests, análisis, comprobaciones y pruebas de
rigor que necesitas. ¡Qué suerte! Lo encuentras en buen estado. ¡El LAGEPOR
tiene toda la pinta de que echa pa’ lante, como los de Alicante! El Laboratorio de Genética y Porvenir al
tiro, se alza frente a tus ojos de ratón sin queso. Tienes hambre, no lo
piensas dos veces, tienes hambre, te pones manos a la obra, tienes hambre, es
cuestión de vida o muerte.
3. El Primer Milagro.
Tantos biorelojes en
tic-tac de penta-compás y continúan inexactos en hora y día. Para cuando lo
logras ya no eres tú mismo, sino de fino y tan famélico, tu sombra, delgaducho
como un palo del antiguo Brasil, el rebautizado quién sabe porqué –otrora
destruido también–, Lulaland.
El
ímpetu por encontrar la fórmula que te permita generar algo que comer fagocita
a la misma idea de hambre. A veces –y éste es ejemplo de ello–, la hambruna
intelectual es más intensa que la hambruna estomacal. ¿Cuánto tiempo tardaste
en dar en el clavo? ¿Dos días, dos semanas? No, más de dos días no, sino de
seguro ahora serías cadáver.
La
cuestión en sí es bien sencilla. Gracias a unas pinzas de las cejas que seguro
pertenecieron a la jovencita de mantenimiento del laboratorio, pudiste recoger una
diminuta muestra de tierra que llevabas adherida a la suela de uno de tus
zapatos. Dicho quinto de gramito de tierra, –porque no era más–, no se hallaba
allí por obra y milagro de diosito santo rey de reyes, fue más racional la
cosa:
Resulta
que tú, en tu escaso tiempo libre eras aficionado al auto cultivo de drogas
exóticas. Y resulta también que la noche anterior a la formación de la Nada,
-¡qué ciego y del revés te pusiste con el hermanito mescalito!-, anduviste
transplantando del cuarto de baño al invernadero sito en la parte trasera de tu
casa, amanitas muscarias y matojos de coca. Y en uno de los trayectos del
trasplante, en el breic quizá,
merodeaste de aquí para allá sin hacer nada, con el porrito en la boca, y
pisaste un montoncito de turba. Puro azar bajo tus pies. Esa tierrita es la que
con las pincitas, acabas de apartar con sumo cuidado de tu suela.
Tal
muestra de sustrato que pasó dormida en el crepé de tu zapato, la introduces en
un tubo de ensayo junto con un líquido azul, es el carísimo Multiplicador de Moléculas Base, el
MUMOBA. Y como Mr. Parkinson, el barman, meneas el cóctel al ritmo de tus
rugidos viscerales que son electro tecno del más trance por las ganas de
echarte a la boca cualquier cosa. A la hora, cuando la mezcla está bien subida
y bien azul, rápido pero con tiento, la depositas dentro del Cubo Compresor de Combustión Silícica,
el CUCOCOSI. Y procedes meticuloso, no sea que se te caiga el mejunje y te
mueras de jambre, ya que con la tierra que te queda entre las uñas no tienes ni
para empezar de nuevo el proceso.
La cosa tarda un poco. Debes esperar un ratón y careces de drogas que te hagan alzar el vuelo y soñar. Más vale que encomiendes el resultado del proceso científico a la ayuda de unos rezos, porque otra cosa no serás, pero religioso sí lo eres un buen rato. Mas no por convicción o por Fe verdadera, sino por esnobismo puro y duro, y sobre todo, por ego (a veces sueñas con ser el SAVADIMA Evadán, el Santo Varón Divino y Maestro)
La moda de la religión pasó hace lustros, pero tú, o mejor dicho, tu alter ego se considera algo así como un Brumel de buen ver mezclado con un Varón Dandy con cabello. De esos que sienten atracción por lo polvoriento y lo fétido y que sueñan despiertos con un mundo lleno de estetas amanerados de guante amarillo. Y en fin, que todo este rollo religioso tan lejano ya al mundo y a la vida; tan en el jardín de infancia de la Unión de Cortes Democráticas de Estado de Derecho; tan en la prehistoria de la Nueva Revolución Intra Ósea Digital, la famosa NURIODI, todo esto, le queda como anillo al dedo a una personalidad (o alter personalidad) como la tuya, Evadán. A saber, un tipo que si no se quiere ir de la chaveta, se halla necesitado por su condición de científico superdotado, a ser otra persona distinta a quien es durante las horas nocturnas y las fiestas de guardar.
Teatrillo de genio, llamaba la tecnoquiromancia a esta reacción síquica-química-somática. Y sin saber a ciencia cierta si es por los rezos o por la puritita suerte que todo lo puede, el milagro, el PRIMI o Primer Milagro, se revela cierto a pocos milímetros de tu nariz de gancho tirano judas rex.
La cosa tarda un poco. Debes esperar un ratón y careces de drogas que te hagan alzar el vuelo y soñar. Más vale que encomiendes el resultado del proceso científico a la ayuda de unos rezos, porque otra cosa no serás, pero religioso sí lo eres un buen rato. Mas no por convicción o por Fe verdadera, sino por esnobismo puro y duro, y sobre todo, por ego (a veces sueñas con ser el SAVADIMA Evadán, el Santo Varón Divino y Maestro)
La moda de la religión pasó hace lustros, pero tú, o mejor dicho, tu alter ego se considera algo así como un Brumel de buen ver mezclado con un Varón Dandy con cabello. De esos que sienten atracción por lo polvoriento y lo fétido y que sueñan despiertos con un mundo lleno de estetas amanerados de guante amarillo. Y en fin, que todo este rollo religioso tan lejano ya al mundo y a la vida; tan en el jardín de infancia de la Unión de Cortes Democráticas de Estado de Derecho; tan en la prehistoria de la Nueva Revolución Intra Ósea Digital, la famosa NURIODI, todo esto, le queda como anillo al dedo a una personalidad (o alter personalidad) como la tuya, Evadán. A saber, un tipo que si no se quiere ir de la chaveta, se halla necesitado por su condición de científico superdotado, a ser otra persona distinta a quien es durante las horas nocturnas y las fiestas de guardar.
Teatrillo de genio, llamaba la tecnoquiromancia a esta reacción síquica-química-somática. Y sin saber a ciencia cierta si es por los rezos o por la puritita suerte que todo lo puede, el milagro, el PRIMI o Primer Milagro, se revela cierto a pocos milímetros de tu nariz de gancho tirano judas rex.
Aspiras
y lo hueles, qué rico, ¿vero? Inhalas
de nuevo el aroma fresco y se te pone jeta de buena persona, de niño ilusionado
con Quimizefa wiitibox en su sala de
estar la mañana de Dadiván. Tu boca
rompe aguas como un manantial nanotecnoilógico. El estómago se te encharca
aunque todavía no sea el momento. Lograste, mediante plurigenética progresiva,
fabricar nada más y nada menos, que ¡diez gramos de tierra fértil! Igualita a
la utilizada para tus cultivos psicoactivos. Diez gramos que no tardarán en ser
cincuenta y luego cien y al ratón
trescientos. Y así sucesivamente hasta obtener en el lapso de unas horas, un
buen pegote de turba húmeda y cultivable.
–Pero
la tierra no se come, deshace los dientes, -mascullas pensativo entre incisivos
y molares–.
No te
apures pero apúrate, debes encontrar un modo rápido y factible de clonar algo,
lo que sea, mírate la pena que das... Un esqueje sería perfecto. O una semilla
cuanto menos. ¿Lo puedes hacer? En cuando la tengas en tu poder, la introduces
para su desarrollo y junto con la tierra, en la olla exprés, yu nou, en el ENPREMO.
Despabila
hombre, no desesperes pero tampoco te duermas, lo tienes a tu lado, ¿no ves el
aspecto de infante viejo que tiene? Es el Envejecedor
Prematuro Molecular. Pues eso, cuando la tengas introduces la semilla y la
tierra en su tambor temporal, y al ratón,
cuando suene el ship-ship agudo del menaje de cocina, lo abres con cuidado de
no quemarte.
Y
tachán-tachán, obtendrás una mini cosecha de cualquier verdura, planta o
cereal, rica y sana, como recién segada de las huertas de Ecolópolis, la
Holanda Arcaica. No te apures pero apúrate. Piensa si debes rezar otra vez para
encontrar una semilla y llevar a cabo tu plan. Mas, si de nuevo vuelves a rezar,
tendrás pronto que inventarte una oración porque tú, a duras penas te sabes dos
o tres del MAMOCRI, el Manual del
Moderno Cristiano. Un librito muy rancio y anticuado pero sumamente divertido.
Sobre todo para los que son (y están) superdotados como tú, Evadán, no así tu
alter ego.
OH! MARÍA DIGITAL Q M PONS COMO 1 ANIMAL. OH! XTO MPALADO, Q DOMINAS MI SUCIO TCLADO. OH! SPÍRITU KSTO, TRUCULNTO, SPSO Y BLANCO. TRIOLOGÍA DIVINA, INTRCD X MÍ Y MI ALMA N ERECCIÓN ANT L CONSJO D ADMISIÓN D ELCIELO.COM. Y RUEGA FRNT A DIOS PADR TODO MISERIMORBOSO Q ACPT SIN SORNA Y NTR NALGA Y NALGA LOS LABIOS D STA HUMILD ALGA, Q LA TIEN SÚPR LARGA. PS ANDO, COMO BUEN XTIANO NCSITADO D RDNCIÓN, Y D MACHO MALO-MALOT Y FUGAZ RVOLCÓN. N MI PLGARIA DPOSITO MI INSTRUMNTO COLOR ROJITO. AMN, TITO.
4.
Apuntes del diario de Evadán
1.
Gracias a mi insistencia
y a mi perseverancia en los rezos, hoy se produjo el SEGMI. El Segundo Milagro. ¡ALELUYA N NOMBR DL
SÑOR!
AI BILIF IN YU, MAI LORD. No
fue fácil, debido al sopor ambiental y al arduo trabajo, tuve que sudarla un
buen, ratón… Mencionaré que desde que
el Fin es el Fin no llovió ni una gota de H2Off y las temperaturas ascienden de
forma indiscriminada. Sospecho que en breve, el medidor injertado bajo mi piel
alcanzará los sesenta y cinco grados centígrados. Cosa mala-mala para un humano
sensitivo como yo. Miento, sé que yo me caracterizo por la capacidad que tengo
de superarme en cualquier circunstancia, soy general, no soldado, dejemos las
falsas modestias para otros que no sean yo. En fin, me centro y voy al grano. Y
nunca mejor dicho porque es gracias a un grano, a un grupo de molecular de
granos de alfalfa, heno y soja para ser exactos, que me hallo a día de hoy
recolectando mi tercera cosecha de alimentos. Toda una fiesta, una orgía para
mi estómago. Para la posteridad, lo narraré desde el principio.
Desesperado
por el hambre como estaba, me vi obligado a comer tierra multiclonada. Y
sucedió lo que es lógico. Por todos es sabido que la tierra entre otras cosas,
se caracteriza por un intenso y fresco poder laxante. ¡Pensado y sucedido! A
los pocos minutos de iniciar la digestión, sentí un estironzote de colon de
esos “de que te cagas por las patas pá bajo” y puse los calzoncillos perdidos.
Por muy escatológico que suene esto, no deja de ser una reacción corporal
sencillamente natural… Continúo. Maniático de la pulcritud como uno es, corrí
en seguida a limpiarme la ropa manchada por tanta caquiagua color marrón.
Añado
que el olor era insoportable aunque había algo en ella que no me desagradaba
del todo. Para el citado quehacer utilicé arenilla procedente del derrumbe de
una pared y no por gusto, porque aseguro que el mayor defecto que tuvo en vida
el Gran Centro por el Desarrollo
Tecnológico y Bioorgánico, fue la falta de papel higiénico en sus
escusados. Continué quitando el excremento con mis dedos hasta que descubrí
–menuda sorpresa– unas formas redondeadas del tamaño de una bolita de cera del
oído, pero mucho más duras. ¡Cielo Santo, por Evadán Bendito! Aquello que
sostenía entre la palma de mi mano, no era una prenda manchada de residuos
orgánicos –o no sólo era eso, claro está–, sino un montón de simientes bien
jugosas dispuestas frente a mí, para el uso y satisfacción personal de quien
suscribe estas letras.
Si la
memoria no me falla, la cena anterior a la Última
Noche o sea, mi última cena, fue pudín vegetariano de legumbres, cereales y
tofú. Qué suerte la mía, gracias al infalible laxante terroso, de las paredes
de mi intestino grueso se había desprendido vigor y proteínas en estado puro.
¡La cabeza se me puso a cien, el estómago a mil y el futuro se me reveló como
una proyección hipotalámica con sonido adyacente!
El
proceso a seguir se desarrolló de forma similar al que realicé con los restos
de sustrato de mi zapato derecho. Limpié con aliento y saliva los granitos para
darles mayor firmeza con mis enzimas y evitar que permaneciesen más tiempo
entre la defecación, pues de lo contrario, corrían el grueso riesgo de
descomposición endógena. Acto seguido, los introduje junto con el líquido
MUMOBA en una probeta. Sin perder tiempo, recién comenzó la multiplicación de
moléculas base, deposité la carga dentro del tambor del CUCOCOSI. ¡Y evualá! Al
momento, poseía unos cuantos granos de materia proteica altamente alimenticia.
Hermosas y sabrosas pepitas pese a los restos de mierdecilla que aún restaban
en ellas y que también se multiplicaron…
A
puñados metí la tierra en un recipiente de cristal de Bombay –poderoso material
que retiene la vida en estado puro– y lo introduje en el humectador, que al
hallarse dañado por Último Tsunami de
Arena, no carburó bien y me vi obligado a humedecer el sustrato con mi
propio orín.
Planté
las semillas a tres centímetros de la superficie, en macetitas improvisadas con
latas de bebida sexadiurética. Notable es mi técnica jardinera, hago constar.
Durante el par de horas que tuve que esperar a que el Acelerador Temporal hiciese su trabajo, los jugos gástricos
produjeron en mí un nuevo ataque de diarrea. Al tratarse de poca cantidad
cáustica, rehusé buscar semillas en ella. Además, la suerte jamás acontece dos
veces en un mismo día, es pura lógica estadística.
Superado
esto, todo concluyó satisfactoriamente. Los tres ramilletes verdes de heno,
alfalfa y de soja, se desarrollaban apetecibles frente a mí. La boca no pudo
por más tiempo apresar mi hambre y las babas me gotearon hasta el suelo,
formando un charco de considerable tamaño. No era ya hombre sino babosa
asquerosa. No obstante, mi mente producía un intercambio neuronal tan intenso y
feliz, que emulé lo más especial de mi vida: cuando a los treinta y ocho soña hice por vez primera el sexo sin
cubrepenes profiláctico.
De la
emoción, incluso solté un par de lagrimitas. Pero bueno, continuemos con el
tema. Lo que siguió es de sobra conocido por la comunidad científica: RAMO, Reproducción Acelerada de Materia Orgánica.
Ahora, como escribí antes, me inclino y me reverencio ante mí mismo. Soy dueño
de tres considerables cosechas de fibra, proteínas y hierro. Eint no mountain jai inof, eint no vali lou
inof, eint no river guaid inof para llegar hasta ti, mi querido manjar.
5. Digestión.
¡Tuc, pac, tol, mic,
guac, pom! Los biorelojes puntean la arritmia de un tiempo desconchado. Evadán
tranquilo, sosegado y menos destrozado por la idea de ser el único
sobreviviente a la Hecatombe Absoluta y
Apocalíptica, se adapta perfectamente al Nuevo Orden Mundial, su propio orden, y se siente lo máximo.
Controla
la tierra, el agua, el fuego y poco le falta para tener todo el aire que desee
bajo su dictamen. Sólo hay que dejar que suceda, que fluya y brote de las plantas,
de las frutas y de los cereales de su huertito. Por cierto, huertito que le da
a su habitáculo una curiosa apariencia de vergel de revista de interiores.
Todo
pasa tan rápido. Evadán logró, con un tanto de imaginación y otro tanto de
tesón, mezclas tan curiosas como la sojacítrica. Injerto molecular de una
planta de soja con un hueso de naranja que encontró en los posos de lo que fue,
seguramente, un combinado de ron con jugo de naranja, bebido o vivido, por
algún compañero suyo en el transcurso de la Noche Última.
O el
bananoheno, que junta el aburrido heno con el cero coma dos por ciento de
plátano natural procedente de un caramelo que al rascarse una nalga, halló el
doctor en uno de los bolsillos traseros de tu pantalón de pana fina. ¿Y si
falta agua? No hay problema. Basta con depositar la orina en el TERRI, el Termo Riñón, y a los quince minutos de
espera se obtiene un buen tonel de agua purificada. No hay lugar para quejas,
segura está la supervivencia en el hostil GRACEDETEBIO.
No es
que sea feliz Evadán, pero mal, lo que se dice mal, mal, tampoco está. Algunas
veces le sorprende de soslayo un frío ataque de melancolía o un achaquecito de
inquietud, no más cree oír ruidos e incluso voces pasajeras. ¿Pesadillas?
¿Locura? ¿Esquizofrenia y paranoias? No importa, él sabe que tiene al alance de
su mano lo necesario para vivir y eso es lo único que ahora le importa.
Además,
Evadán es todo un hombre de ciencia y nunca se amilanó lo más mínimo por lo
oscuro y lo profundo de la mente. Él no es uno de esos chiflados a los que
inflaban a base de lloriquitina día y
noche por no saber soportarse a sí mismos en los sanatorios mentales de la
UCODED. No hay de qué preocuparse. Se trata de un inesperado ataque del virus
del sentimiento, nada más.
Reconfortante.
Ése es el adjetivo del panorama actual de tu vida: fruta, verduras, cereales,
legumbres, agua. Incluso diste vida a unos líquenes asiáticos que gracias a un
deshonren genético-molecular, mutaron la necesidad de humedad y sombra por todo
lo contrario, sol, sequedad y altas temperaturas. Qué hermosa enredadera
oriental crece al calor del desierto, enredándose, trepando por el alfeizar de
la ventana por la que observas el horizonte de la Nada.
Si
todavía existiese la Unión de Cortes
Democráticas de Estado de Derecho, el PREINTASA lo tenías asegurado. ¿Te
imaginas? El Premio Internacional al
Talento y la Sabiduría en tus manos. Mención vitalicia concedida al
descubridor o inventor de algo innovador, recreativo, evolucionado y por encima
de todo, de fácil comercialización a escala mundial. El cambio climático dejó
el patio sin flores, la alberca seca, todo hecho un gran desierto y, con tu
enredadera china hubieras triunfado.
“Qué
bonita enredadera china corona mi fortaleza” –vuelves a pensar mientras ufano
la miras. Lástima que al alzar un poco los ojos por sobre la planta, el único
panorama que vislumbre sea un inmenso desierto capaz de desesperar al más
intrépido beduino. Pensado esto, te figuras caracterizado como jefe de tribu
antes del desastre infeccioso que acabó de hundir al continente africano. Te
hace gracia, a veces eres como un niño. ¿Y cómo llevas el tema del calor?
Fatal, ¿verdad? ¿Aguantarás? Qué bien te vendría un raspadito de hielo con
sipore metastático. ¿Recuerdas a tu gringochacha, la Merry Chain? Ella
preparaba un postre a base de nata montadita recién sacada del refrigerador que
estaba de rechupete bidáctil. Mira cómo se te ruborizan los mofletes al
pensarlo, o mientas, lo recuerdas a la perfección.
–Nata
montada. Umm, fresquita, dulce-dulce. Uff, comerla con los dedos y tragarla a
borbotones, ahhh, ohhh, chof-chof, caen los pegotes sobre mi barba y con la
lengua los acerco a mi boca...
Y
resulta que de tanto piensa, piensa tanto, la sangre te fluye por las venas de
nuevo, levantando el vado a la imaginación mientras la barrera mental deja paso
a un rebaño de microevadanes ansiosos que te suben por la entrepierna. Y en un
tres y norrés, te viene la primera
erección desde quién sabe cuántos días y cuántas lunas.
Entonado,
deslizas tus sentidos por la imagen ondulante de la nata montada y acabas con
el corazón disparado por la eyaculación acumulada de tantos días. ¡Qué
maravilla! ¡Fiesta! Dispones de todo el tiempo del mundo para sumergirte de
lleno en las profundidades de los placeres de San Onán. Sí, tal cual visto el
panorama puedes estar seguro Evadán, que caminas hacia la plena satisfacción
personal. Con todo, las voces siguen ahí ¿verdad? Y ya quedamos que no es
paranoia, o sea, que las voces no son fruto de tu cabeza loca. Aquí la mano
negra debe tener al gato encerrado, porque es inexplicable que a veces falte
algún esqueje, alguna planta, algún fruto de tu huerta.
–¿Me
están robando los pepinos y las lechugas?
6. Compañía.
La
primera vez que oíste la voz de Natas pensaste, “hace tanto tiempo que no me
relaciono con nadie que es lícito escuchar otra voz que no sea la mía”. Más
bien es como para alegrarse. Al fin y al cabo, si realmente escuchas otra voz y
no es esquizofrenia, de seguro entonces provendrá de tu subconsciente múltiple
y no hay por qué alarmarse, es tu mente oscura y cavernosa quien te hablaba. Tu
profunda VOIN. Tu propia Voz Interior personal
e intransferible, antecesor milenario de la MentisNet.
Sabes
de colegas científicos, que tras pasar largo tiempo a la caza de algún descubrimiento,
cayeron víctimas de una bi o tripartición acentuada de su personalidad. Es más,
hubo incluso alguno que adquirió características físico-mentales diametralmente
distintas a las que traía de fábrica.
Sin
ir más lejos, ahí está el extraño caso del doctor chicano, Silverio Bobby. ¡El
grande, el marchoso, el descocado Silverio Bobby! Inventor de la vacuna contra
la enfermedad que devastó a la humanidad los últimos decenios del siglo XX y la
primera mitad del XXI, el sida.
Después
de tres décadas de insufrible trabajo, el tal Bobby, logró dar con la receta
que curaría a un sinnúmero de personas en el planeta. Entre ellos, millones de
toneladas de niños negros de vientres inflados y piernas de palillo. Pues bien,
la misma noche del descubrimiento, cogió el tipo la magistral formula, y la
mezcló con tequila, sal, limón y un par de gotas de salsa habanera. La sirvió
en una copa de margarita y al maravilloso ritmo on de rocs de los hielos en tintineo, exclamó, “soy un cumbia king,
bailo y brindo por mí con este espíritu trasnochado afeterogüers”, y de un trago, como esponja, se la mamó toda
enterita. La pócima, la receta contra el sida, se entiende.
Al
tiempo se descubrió que el genio de la medicina infecciosa, Silverio Bobby,
sufría un trastorno bipersonal agudo, y lo más gracioso es que tras la ingesta
de la vacuna, aseguraba ser un camata dicharachero con dentadura de oro en un
casino de Judeovegas, la tierra del
poderoso Míster Grin.
Y
cuando entró en razón, el pobre hombre no recordaba nada de nocin y mentirosillo de colegio de curas
como en el fondo era, aseguró que la valiosa vacuna había sido robada por la
multinacional de la farmacia Novartis & Thieves TM. “Esos delincuentes
–según decía el chicano Bobby manitas de plata–, vendieron la fórmula a un
precio exorbitante.” Y el comprador de seguro era el último dollarcaerar, ostentoso monigote
presidencial del IMAU, el Imperio
Americano Unido. Un menda expresentador de realitichous a la vez que exmagnate de una franquicia de comida
rápida chiíta. Famoso también, por ser el exmecenas del grupo de artistas los
CIPOTE, Cibervideo Poets Tejanos,
pero sobre todo y desde sus tiempos de universitario en la academia de pádel de
Masachuseps, enfermo predeterminal del sida. Y de esto jamás podía ser ex, a
menos que se tuviese en sus manos la preciada vacuna. Los historiadores se
refieren a este último dictador, procedente de una de las colonias del Imperio
–la isla de Fidelquiub–, como el
responsable del hundimiento económico del continente, sustentado en origen, por
el oro hurtado a un grupo de descerebrados llamados los postneonazis que a su
vez, se lo robaron a un grupo de usureros –abuelos de los últimos ladrones–,
febrilmente religiosos al principio y contramahometanos más tarde, llamados
los...En fin, el cuento de calleja la vieja y antisemita.
Después
de recordar esta relación de guiñol y tras no poder rescatar otra que oyó en
las ascuas de la facultad, Evadán, seguro pensaste que lo de su misteriosa voz
era puro aburrimiento y no merecía mayor atención. Sin embargo, ahí la tienes
de nuevo.
–¡Pajillero
chaquetero! –carraspea enjuta–.
-Los
jueguecitos de manos son un sano ejercicio para matar el tiempo –contestas
tomándote a guasa de pies a cabeza–. ¡Hay que cuidar los canalillos
espermáticos, mi hermano!
Hasta
te parece cómico discutir sobre la masturbación con tu propia Voz Interior. Es como volver a la
adolescencia y enorgullecerse de ser el único conocedor del ascenso y caída del
mágico juego de muñecas. “Machaca vergas, come huevos” –grazna la voz–. Divertido
sueltas lo más chic que te venga a la mente. “¡Tócame la glotis hasta que te
pudra la mortis!” Bueno, sin comentarios.
“¡Evadán
cara de pan! –escuchas sin saber muy bien a qué imagen corresponde dicho
concepto culinario–. Sin embargo, qué curioso, el pan fue la base de la pirámide alimenticia
antes de la invención del Modificador
Instantáneo de Textura. El MOITEX. Un micro aparato que le daba a cualquier
cosa el sabor, la forma y la textura que a uno más le gustaba tragar, sin dejar
por ello de alimentarse con todos los aditivos necesarios para la subsistencia
del cuerpo. Que sólo había piedras en el plato, no problem, las pasabas por el MOITEX y obtenías una tortilla española
o un chile en nogada al instante. Revolucionó la vida de todos hasta que al nosequién de siempre se le ocurrió
piratearlo y ofrecerlo a bajísimo coste a la gente más desfavorecida. ¡Estos
piratas siempre igual, qué malos son! ¿Acaso querían acabar con la pobreza en
el mundo? Aún así, no pudo ser. La miseria más que hambre, es política. Absorto
en estas meditaciones sin fondo te hallas cuando la voz apunta.
–Evadán, ¡patán! ¡Morcillero animal! ¡Casposo anormal! –y de repente se le escapa una
risita–.
¡Me
cago en la puta soledad que me tiene todo enloquecido! –te quejas para sus
adentros-.
Debe ser
que el disco duro de tu mente anda un pelín fragmentado. “Pollum pequeñum, pollum no buena est!” No cabe la menor duda, sea
quién sea acaba de soltar una risotada dativa en un extraño latín de enseñanza
estatal. Es decididamente inadmisible.
–Te
estás pasando, Voz Interior. A mí no
se me habla así. Y, ¿qué lengua románica es ésa? Inculta, atrevida, ignorante–.
Pretendes
así que se ofenda y se calle, pero no. Sólo hay un remedio casero para estas
cosas de la mente. Terapia de choque. Así que retrocedes unos pasitos y cual
héroe olímpico tensas el cuerpo hasta que te pones color rojo tomate. Qué
payaso eres. Respiras profundo y a la de tres zapateas, corres y te lanzas
hacia el frente como alma que lleva el beato.
Alcanzas tal velocidad que se
hubiese jurado que huyes de la llamada del mismísimo Belcebush –antepasado directo del último dollarcaesar mencionado–. Y cuando parece que te vas a lanzar al
vacío por la ventana, frenas de golpe y porrazo y el coraje te sale en forma de
bramido. Tu cuerpo se halla casi fuera de la ventana, a medio camino del
interior y el exterior del GRADECETEBIO, justo bajo el hermoso liquen mandarín.
Tu rugido monjil, tu quejido de niño malcriado, de maricón en jolgorio
depresivo, de grillo aumentado tres mil vatios, irrita al oído de Natas y le
fractura un tímpano. Aún así, sibilino y coqueto, la serpiente te sorprende por
detrás y su gélido aliento, te eriza los pelillos de la nuca.
–¡Di
que sí, di que esa boca es tuya, hombretón! –boca abajo y apoyada en el dintel
de la ventana, añade–. Jadeas, ¿te excita mi latín laico y proletario? Oye,
aquí entre nos, cuando te masturbas, ¿recuerdas a tus amantes carbonizados por
la onda expansiva de la bomba San Juan? A mí ese recuerdo todavía me pone a
cien por hora. Y tú que eres docto en la materia dime, ¿tan podrida tengo la
mente por gozar con esa imagen de muerte y destrucción?
7. Natas.
¿Y
quién es Natas? A priori, se sabe que todavía no se llama Natas porque esta
composición post apocalíptica tiene como principal punto vir, de virus, al
doctor Evadán y todo lo que le sucede, todo lo que te sucede, está contado
desde tu abrupto presente y si tú no sabes quién es Natas, quién sabe si lo
sabe alguien.
No obstante, el principal nombre de la serpiente –y esto se sabe
ahora, en el momento que se escribe– es SUCONA, chupadora en catalufo arcaico, Subcomandante Natas para lo marcial y militar.
Y para entender y
saber de dónde viene dicho reptil y cuál fue su deber castrense, deberás
conocer la historia contradictoria, del Dóctor Guaitesnéic. Científico de
inteligencia y talento tan superdotados como deforme y feo era su cuerpo.
Aunque si tu propósito es enterarte adecuadamente de la importancia de
Guaitesnéic en los últimos años del Mundo como mundo, es de absoluta necesidad,
cuando menos, conocer de oídas algo sobre la ONG conocida como “del Harakiri
Social”, inventores de la bomba San Juan. Llamada así no en honor al santo
escritor de Apocalipsis, sino a un losintransleisson
al occidental del término chinipón Xanwu An: muerte por calcinación.
Pero si tu
deseo es saber por qué surgió un movimiento anti sistema dependiente se
subvenciones públicas y con tales características psicojapónicas, habrás de
imaginar qué supuso la mundialización reglobalizadora de la MentisNet, porque
ahora te parece normal, sin embargo una Internet implantada en el cerebro del
nonato un mes antes de nacer, dio mucho de qué hablar en su tiempo. Ahora bien,
primero tendrás que estudiar la revolución de los maohackers. Un grupo
terrorista armado sólo de ratón infrarojo y gafas de culo de vaso estilo años
del catapún, que lograron poner en jaque, mate, santo y seña o te como, a la
Europa de las Cien Cortes Derechamente Democráticas.
Y para tener una opinión
racional sobre la Europa mega capitalista, unificada y amurallada a base de
extensas alambradas nucleares, debes poseer nociones –y no las posees–, del
manejo de un juego llamado “de los chinos”, en su versión seis punto nueve. Y
comprender sin faltas ni a lo loco, por qué este entretenimiento cibernético
dejó de existir el mismo día que salió a la venta el sofguar bestseler, “deguste su propia tele basura”.
Pero es
imposible ser categórico o crítico o más bien pragmático en esto, así que es
mejor dejar pasar de largo la oportunidad de aprender Historia Venidera. Dats de fiucher and com bac aguén y amén, porque el detritus televisivo, poco o nada tiene que ver con Natas, la
serpiente albina, que para más información, se dedicó los últimos días a
devorar sigilosamente algunos de los brotes de soja y avena de tu huerta a intramuros.
Mejor retrocedamos al momento en que quedas embobado al descubrir a Natas
colgado de la enredadera taiwanesa.
8. Necesidad
de amor.
Un barco zozobra en tu
marea neuronal. La escena se representa como si de pulmones untados de buena grasa
cannábica se tratara. Te zambulles en un lienzo contra-retroviral, un
torbellino luminoso y surreal, de ésos tan explorados por el catalán de
ingrávidos bigotes. El espacio se abre, hueles a SADI, a Salvia Divinorum, te pones del otro lado de la piel de naranja, y
te encadenas a eslabones radiantes, a la piel del reptil, que parpadea y
sincopa, cuelga y se adosa al cuerpo del delito –el tuyo, el de Evadán–,
coloreado éste, entre nalgas palpitantes por el rubor del deseo que se
despierta desde fondos desconocidos. Ni Mohamed Dalí lo pudo soñar así. De
repente, el retablo pintado entre la ventana y la Nada cobra vida. Bajo la
sombra liquenera, la serpiente habla.
–Doctor,
¿se encuentra usted bien?
Sus
palabras proceden de los húmedos fondos de una caja china adornada con
arabescos, dragones y figuras icónicas. Y bajo un mar de inseguras arenas
movedizas, se imprimen amores a la luz de la sabia intuición de Evadán. Pero
también se velan por la envidia de su rancio corazón que niega. ¿No era él el
único habitante de la nada? ¡Ahora tendrá que compartirlo todo! Y a estas
alturas de la evolución, hasta las pulgas tienen derechos.
Binomio
de futuros amantes, que increpas soluciones a este enigmático misterio del amor
a primera vista. Y tú, Natas, musicalizado por tus escamas, extraño ser, eres
el guante hipnótico de un mago que extrae con finura sus palabras de otras
cajas chinas con otros oscuros fondos, adornados por los mismos arabescos y
dragones y cargadas también sin pena ni gloria, de otras sorpresas imaginativas.
–Este
tipo parece gil...
Evadán
hechizado, construyes en tu bravura la mismísima materialización del infinito.
Matriuskas de relleno en un rollo primaveral, envuelto entre hojas de parra
mentoladas, esparcidas en un laberinto kafkiano, sembrado por caballones y
caballones de alcachofas moteadas de añil.
Y escaleras abajo, casi en el
infierno, el futuro se presenta, Nadie
Advierte Tu Angustiosa Soledad. Estas son las tres pinceladas fru-ru del
primer encuadre entre el reptil y el doctor Evadán, quien del alucine que posee
encima, queda con los pies atornillados al suelo, igual que un muerto, anclado,
memo por completo, atado a su corazón sin ton ni son.
Sigue la acción. Natas, con
delicadeza poco frecuente entre marciales, curva su cola y te cierra la boca
reseca por la falta de salivación. Tus ojos y los suyos se franquean con
instantes de mirada por segunda vez. Cupido el pederasta, revolotea sudoroso
sobre vuestros cráneos, el pobre bicho ya se jubiló y trabaja porque
sueña ser necesitado por alguien en un mundo donde ya no queda nada, sólo Natas y tú, tú y Natas.
Viejo, gordo y con las alas resentidas por los soña acumulados, es Cupido quien dispara dardos por
doquier y deja minada la enredadera de Oriente que crece del ventanuco al
exterior. ¿Te gustó la serpiente al primer golpe de vista? ¿Un enamoramiento,
es eso? Evadán, si el reptil empuja fuerte tu mandíbula inferior con la punta
de su cola, es porque quiere que cierres la boca. Le molesta en demasía tu
hálito de bolo alimenticio. Haz el favor, articula palabra.
–Ca...ca...caaa.
–¿Ca qué?
–Ca...ca...caaa.
–¿Caray,
caramba? ¿Carambola?
–Ca...ca...caaa.
–¿Capitán, cagueta, cantinero? ¿Cago en
la puta? –Natas, te pones chistoso y ¡pum! le arreas un golpe hueco en toda la
jeta, justa venganza por haberte chillado hace apenas unos minutos.
–¡Cacho
capullo, cabrón! –al fin articulas Evadán, y te dejas de tanta “caaa”.
–¿Quién, yo?
–No, tú no.
–¿Pues quién?
–Maribel.
–¿Maribel “el tonel”?
–No.
Maribel Brel.
–¿El Coronel? –El Coronel.
–¿La cara-pastel?
–La culo-pastel.
–Eso.
–Uvas con queso.
–Saben a beso.
Y
brindan los labios, os besáis los dos. El cielo respira en ocho tiempos y las
bocas fusionan pequeños átomos de amor. Por la euforia, Evadán caes de pronto
desmayado, redondo contra el suelo de mármol carcomido del laboratorio. Y
sueñas. Durante miles de vueltas de aguja biorelojera, te expones a la
liviandad cerebral y duermes. Notas cómo el subconsciente se despierta y se
estira, se encoge, se contrae y se tranquiliza. Y por primera vez en tu vida de
naufrago sobre la corteza de la Nada, sosiegas un poquito el duro corazón. Lejana, tu maltrecha MentisNet, transfiere en archivos punto rana, una relajante
nana tatareada por la tataranieta de la tataranieta genética de Edith Piaf. Tu
cuerpo cansado y tu mente en estanbay,
cortan el cordón umbilical que les une a la realidad. Del sueño que te posee,
al despertar sólo recordarás el color blanco nuclear y las siglas NATAS
inscritas, a cal y canto, en un trono de piedra caliza. Y por supuesto a ella,
a tu reina pastelera.
9. Amor a
primera vista.
Legañas que manchan unos
párpados enjutos, abres los ojos Evadán. Respiras el aire de la tarde que es un
poco menos cálido. El corazón te habla de abandono, el alma de aislamiento y
una espina pincha que te pincha –la muy insufrible–, la esperanza. Prefieres
estar muerto a continuar con esta vida de desconsuelos sin objetivos, sin amor,
sin nada. Tras el sueño, te acomodas poco a poco ¿qué pasó? Te tocas la cabeza
con la mano izquierda. ¿Dónde estás? Te zaranderas inseguro. ¿Qué era ése
animal? Con saliva te remojas los ojos para ver mejor. Echas un vistazo de
ciento ochenta grados alrededor de la sala principal del laboratorio, y una voz
que no sabes de dónde viene, te susurra al oído.
–¿No Admiras Todo Aquel Silencio? ¡Nadie Advierte Tu Angustiosa Soledad!
– --Repite eso, joni plis – crees que tu
cerebro se salió de la biosh durante
el desmayo, entrando tras el descanso, en su correcto sistema neuronal.
–¡Repítelo!
–NATAS. NATAS. NATAS... Nadie Admite... No Admiras... ¿Me sigues?
–Natas,
natas… ¿Qué significado tiene?
–Y yo qué sé, lo repetías en tu sueño, que si
natas por aquí, que si natas por allá…
–¿Eres tú acaso Natasha, la reina pastelera del
planeta de las confituras y vas a hacerme feliz como en mi sueño? –ansías
todavía atontado, doctor.
–¿A
quién le llamas reina? ¡A que te parto la boca, mamón!
–Natas, natas blancas,
frescas, naturales, ricas natas, tarareabas elocuente en mi sueño. Y con esos
ojazos verdes marihuana que tienes, te coronaban la reina Natasha, reina del
carnaval de las natas.
–¡Vete a cagar! ¿Sabes con quién te metes? Estás ante un
militar hercúleo almudo, –alza Natas la mirada como gatito llorón.
–¿Almudo?
–De alma, soy un sentimental, lo confieso.
–Ah...
–Yo me parto el pecho por
cualquier causa justa y democrática. Un país a conquistar, allí estoy yo. Una
dictadura injusta para nuestra paz, allí me encontrarás. Por la nación, por la
UCODED, por ti, ¡y por todos mis compañeros primero!
–Me entristece cómo lo
cuentas.
–¿Lloras?
–Yo te gano a sentimental.
–¿Así que te gustan mis ojos
verdes?
De
soslayo, cada uno mira al otro. Inquietos al principio, profundos después.
Natas, seguro de sí mismo, besa a Evadán y con lo gutural de su voz, apunta
irónico, “Natas, natitas, ricas natillas. De vaca, de cabra, de oveja, de
burra, de soja, de almendra. ¡Rica Nata! ¡Nata de leche de mamá preñada, de calostro!
¿Quieres que sea todas y cada una de las natas de tu sueño, doctorcito?”
Evadán, la declaración te toma por sorpresa y no sabes qué contestar. Mejor
será charlar de cualquier nimiedad.
–Cómo
está hoy el bochorno hoy, ¿no? Con razón me desmayé. ¿No crees, culebra? No, tú no
eres culebra, eres algo bien largo, blanco y duro, que no es una culebra.
–¿Una
baguet? ¿Una baguet que te besa?
Evadán
apoya el brazo sobre el marco de la ventana y con cierto desdén sonríe a Natas.
Natas se lanza al cuello de su futuro amante y lo besa, lo babea, lo muerde. La
tensión vigorosa aumenta los sudores y las primeras rozaduras, dejan paso a
escozores de la piel. La noche se adueña de la tarde y temperaturas más
templadas refrescan la estancia y la proveen de una calma zen, tántrica,
orientalista. Los ojos se disfrutan con la mirada fija. Los labios se muerden
por el deseo, aunque no es bueno abusar del cuerpo ajeno en la primera cita,
eso dicen. Ante la duda, la mejor opción es optar por seducir con picardía sin
perder la elegancia y así conocerse mejor.
–Menudo
falo serpentino.
–Menudo agujero humanal.
Entre
pausa y pausa hay que humedecer la boca con algún jugo transgénico y como
dejadas caer sobre el aire, aparecen las aventuras y desventuras de las
correspondientes vidas. Natas precisa, no sin cierta altanería, que sobrevivió
a la Gran Hecatombe porque un día
por pura desazón decidió invernar, usando como madriguera los conductos del
aire acondicionado del laboratorio. ¡Invernar en pleno estío! Natas, haces
bien, no es malo callarse cosas. No le cuentes que invernaste por culpa de un
desengaño amoroso con Nina Java Escrí –la científica travestí–, quien te
abandonó una mañana de julio cuando venías del cuartel. No fue suficiente para
ella tener una berenjena de tu tamaño entre sus nalgas, quería más. Cállalo,
que ahora él quiere hablar:
Evadán, tú por tu parte le cuentas –y esto sí es
toda una revelación–, que todo aquello que se salga de la norma establecida en
materia de biosexo, te produce un fuerte calor entre las piernas que te quema y
te somete a deseos impuros. Te pasa igual que a la doctora Maribel Brel, de
quien dicen, se enamoró de un papagayo uruguayo calvo y fue feliz hasta el fin
de sus días. Del mismo modo tú, Evadán, te mueres por retozar en los brazos de
un amante de otra especie. Natas propone.
–Cierra
los ojos y dime, ¿qué sueñas?
–Que al final de un río dulce de nata me esperas
tú. Que te llamo por tu nombre, Natas, Natas, Natas.
–Nadie Advierte Tu Angustiosa Soledad.
–Lo sé, me siento tan... tan
solito...
–¿No Admiras Todo Aquel
Silencio?
–Sí, no oigo nada, sólo el silencio.
–Mis labios desnudos son sólo
para ti.
Natas,
te deslizas hacia la entrepierna del doctor, y diriges un beso a los gueps del titulado. El cuadro se
convierte en un pastiche de galería que vende, pues transmite una sensación de
profilaxis maravillosa. Un reptil albino de ojos verdiazules resplandece y se
enrosca en el cuerpo filiforme del extraño humano Evadán, hombre de ciencia que
ahora, –¡quién lo diría–, disfruta de las cosquillas que le produce una lengua
viperina en el velo del paladar. Todo un manjar de tortas zoofílicas (con nata
de Natas) por la falta de pan sexual.
10. Apuntes
del diario de Evadán 2.
El día que conocí a
Natasha se me paró el corazón. Li-te-ral-men-te hablando. Y no porque tuviese
compañía y se terminaran mis días de soledad, sino porque su indigna belleza me
embobó por com-ple-to. Su voz cavernosa me atrapó de plano y fui paloma en garras
de halcón milenario. Me dije, soy ternerita sin madre, soy huerfanito de viuda,
voy sucio por las noches porque me arrastro bus-can-do-te.
Natasha, piel color
cocaína de primera calidad y ojos lapislázuli del Niloriver. ¡Fuego! Me
incendias, nena, me quemo porque dejas que libere al sondomita bruto que llevo dentro, como a mí me gusta, sin haber
pensado nunca que me gustaría. ¡Ay de mí! ¿Y si esto es amor? ¡Hasta quiero dejarte preñada! ¡Mira puta lo que has conseguido, mira lo que has hecho de mí!
Me zarandeas con tu deseo de carne fresca. ¿Y si esto es amor? En este tema yo
no pincho ni corto, ni chicha ni llimonà,
lo juro.
Yo pensé que era la costumbre, el hábito, quien vestía al moje del
amor, pensé que era el roce quien construía el amor, aunque bien mirado, ¡es el
roce y reboce quien hace nuestro amor! Apenas soy un pobre neófito que adolece
de esta pena del corazón. ¿Y si le temo al amor? Cuando el mundo era Mundo pude
inyectarme electrodos contra las emociones y no lo hice, no los necesité, todo
iba sobre ruedas sin pareja, sin hijos, sin casa en los suburbios a las afueras
de Intranópolis Capital...
¿Y ahora, qué? Ahora estoy expuesto a esto tan intenso
que me carcome y me deshace la razón tanto como el ácido clorhídrico. ¡Ay de
mí, y va a más! ¿Esto es amor? ¡Qué angustia! Y a la vez me siento tan dichoso
porque soy tan feliz. En fin, aquí va un poemilla que escribí ayer, querida
Natasha. Sé que nunca lo leerás porque tú eres mujerzuela de la armada y lo que
yo sienta y diga, te trae sin cuidado. ¡Ojalá tuvieras tanto corazón como yo! Aquí
va el poema que es fiel reflejo de mi deseo, eso te lo aseguro.
“Si te
enroscas en mi cuerpo..
Si te quedas en mis labios.
Si me susurras lento al
oído
Evadán cara de pan. Evadán súper animal.
Evadán lo tuyo no es normal.
Me
truncas la expresión.
Me palpita la razón.
Me quedo sin tensión
, se me cae el
armazón
y todito tuyo es mi corazón.
Soy todo-todito tuyo, ¿me ves?
Soy todo,
todo tuyo, qué sé
yo, si me expando.
Y me reduzco.
Y me crezco.
Y me
estremezco.
Y…
Y…”
Y
todavía no sé cómo acabarlo. En estos momentos, ojalá tuviera más capacidad
para la lírica que para la ciencia. No soy poeta como muchos, pero creo que
esto no me impide amar. Espero no equivocarme. ¿Sabes? quiero que me ames al
entrar y me ames al salir. Mala, mal nacido amor. ¡Lagarta de Esparta! Y no te
preocupes mi vida, si saberme científico de prestigio me impide a veces tener
la mente al ciento por cien en los placeres de la carne.
Así que, si algún día
no te apetece darme fuerte porque no quieres y ya está, no te preocupes, no
serás diana de mis reproches, corazón. ¿Por qué digo esto? Creo que estoy
incubando una DEPOAG. Una Deformación
Pofessional Aguda. Tengo total necesidad de escrutarlo y analizarlo todo
con lupa. Que si el amor, que si el biosexo, que si la pasión, que si sí, que
si no...No quiero obviar ningún detalle de mi vida, me siento, no, soy feliz.
Volví a nacer nena, tú fuiste mi leche y mi biberón, mi mamila y mi ambición.
Ejemplo de ello, es lo que sigue. Al grano, Evadán.
Apuntes
sobre la práctica de la sicalipsis zoofílica.
Un
hombre y un reptil pueden alcanzar tal placer en sus relaciones sexuales, que
el recuerdo del amor reproductivo –el realizado con pareja de la misma
especie–, se convierte en triste signo de sociedades menos evolucionadas y
superpobladas con mascotas a las que nadie hace el más mínimo caso. Como ejemplo
de lo dicho, mencionaré algunas posturas factibles con una serpiente, la reina
de la contorsión.
El seis. El hombre permanece de pie, con las piernas separadas unos
veinticinco o treinta centímetros. La serpiente, con la boca abierta, realiza
una felatio gargantis de profundis hasta
la base testicular. Mientras, con la cola en semicírculo penetra al hombre
análmente, de forma que sus dos cuerpos en paralelo placer y vistos de perfil,
recuerdan al número seis.
Oscuro estrangulamiento. El hombre erguido, en
compuesta figura erotizante. La cola de su amante, ejecuta amorosamente un
ligero y acompasado estrangulamiento. Conforme al sujeto le falte aire, irá
agachándose poco a poco hasta quedar en cuclillas sobre el parquet del salón.
Cuando esté por completo el hombre acuclillado, la serpiente-corbata le
realizará con su lengua un beso negro. A la vez, con las escamas de su lomo, le
frotará los genitales a su compañero. El hombre hará todo lo posible por no
defecarse encima, distendido como debe estar, debido al placer del momento.
Nada de heces (ésta es una práctica muy japoriental) a menos que por mutuo
consentimiento se decida lo contrario.
Esposas arqueadas. El hombre frente a un
espejo de gran tamaño y con los brazos alzados y lo más juntos que se pueda. La
cola de la serpiente le ata las muñecas a modo de esposas y se deja caer a lo
largo de la espalda de su amante llegando hasta el anete. Acto seguido, se
tensa de modo que le produzca al hombre, un estiramiento punzante y arqueado
hacia atrás. Cuando la espina dorsal de su compañero no dé más de sí, el reptil
se esforzará en atravesar a través de las nalgas del macho, hasta llegar a los
testículos para besarlos con tesón y firmeza. A este placer se le añade el
morbo de mirarse en el espejo y ver cómo una diminuta cabecita aparece por
entre las piernas de uno y hace los menesteres descritos.
La flecha. Más simple de lo que uno se figura. El hombre se encuentra
tumbado boca arriba, preferiblemente sobre una superficie blanda y limpia,
aunque eso es a gusto de cada quien. La serpiente rígida y vertical, como
callado sobre el lingam del amante le regala una felatio. Su pareja, a modo de continua abdominal, intenta juntar los
dedos de las manos con los dedos de los pies. Sudando y sudando por el
ejercicio como debe de estar, forma en conjunto con la serpiente, una gigante
flecha cuya punta redondeada son las caderas del hombre y el rabito de la
flecha, la cabeza y el cuerpo del reptil.
El empalamiento. Penetración anal realizada por todo lo largo
y ancho del cuerpo de la serpiente, a modo de kilométrico vibrador ecológico.
Brutal. Peligroso si no se está bien curtido en las artes amatorias zoofílicas.
Y así
podría seguir poniendo ejemplos, como El
domador de serpientes, penetración del hombre al animal intentando que éste
en su afán por liberarse, se sosiegue. O La
cola de caballo, que consiste en que el hombre (a estas alturas no hace
falta aclarar que el hombre en cuestión soy yo, el mismo Evadán que aquí
suscribe) a cuatro patas es penetrado por la cabeza del reptil y...con placer
empiezo a trotar como caballo y relincho y jadeo y sudo y juego con Natasha a
ser su cola. ¡Ay, que me caliento!
Con estas notas queda demostrado mi carácter
empírico y mi ánimo analítico para aquellos que algún día las pudieran leer y
aprender de ellas, o simplemente gozar y deleitarse sabiendo que todavía queda
mucho por descubrir en el mundo del sexo, y por qué no, también del amor. A
ellos, a vosotros, gentes del futuro, yo, Evadán, algo así como el verdadero
padre de todos ustedes, se las dedico. Sólo me queda agradecerme a mí mismo por
saberme antes y ahora, uno de los científicos más geniales que dio la historia
del Ser Humano. Mil besos y mil flores para mí, perfecto Evadán. Sin personas
como yo, el futuro nunca hubiera llegado, y el presente sería una balsa de
detritus malolientes flotando en la inmensa grasa estelar del Cosmos.
11. Más
milagros.
Maravillas de la ciencia
que devienen en beneficios y resultados más profundos. Nuevos milagros
tataranietos de aquel PM, Primer Milagro
se suceden unos tras otros en el ligero carrusel del tiempo, tiempo que
avanza entre Natas y Evadán, que es tiempo fluido, fluido tras fluido, quedas
totalmente confundido querido doctorcito, y no llevas bien la cuenta de cuántos
inventillos lograste fabricar.
¡Despierta, mañana ya es hoy! O si no, ¿cómo
describir ese enorme huerto que conseguiste con la ayuda de Natas? Él penetró y
aró con su propio cuerpo la tierra dura en infértil, él, al tener la piel
recubierta de escamas soporta mejor las altas temperaturas que tú: la aridez y la sequedad del aire, en su cuerpo no hacen mella, o casi. Y tú frente a él,
armado de plano, buenos modales y palabras tiernas, la diriges. Y él te obedece
como espada samurai al harakiri del pedrusco y la tierra.
–Más a
la izquierda Natasha, no, no... Lo siento mi vida, me confundí, a veces me
atonto cuando te miro. Por ahí, agujerea más fuerte a la derecha, imagina que
subes por mi cuerpo y hasta me comes el cogote, ¿sí? ¿Qué harías entonces con
tu cola? Pues eso mismito haces, pero en la tierra. ¿Que está dura, que te
destroza el cuerpo? No te preocupes, luego te unto con mi crema
ultraespermática y verás qué bien te sienta.
¡Sorprendente!
Míralos porque ahí están, frente a tus morros de aprendiz de ingeniero agrario,
son los ochocientos cincuenta metros cuadrados de vegetación justo enfrente de
la entrada principal del Gran Centro por
el Desarrollo Tecnológico y Bioorgánico. Gritas. “¡Milagro milagroso y
milagrero, Dios existe y se encuentra frente a ti, amada Natasha!” Y Natas
porque te admira, porque te ama, porque eres el humanito de sus ojos verdes, de
su piel albina, asiente complacido y sonríe ante tu soberbia inspiración
divina. Sabe que podría romperte las entrañas con una mala penetración, sabe
también, que tú eres junco al abrazo de sus músculos, pero no te hará daño,
jamás deshojará una flor que es la luz de su vida, o lo que queda de ella tras
el cuento de este amor apocalíptico.
–Debemos
recubrirlo con un tejadillo de mudas de piel de serpiente. ¡Ya sé que será un
gran esfuerzo para ti! Ánimo, la perseverancia y el ímpetu aportan buenos
resultados. Por eso me tienes a mí, que soy la cabeza caliente de esta
maravillosa obra. Vamos mi amor, fabrica tu tejido escamoso. No me mires así,
ya te explico para qué: utilizándolo como tela protectora sobre el huerto,
lograremos una doble función. Por un lado, será lo suficiente traslúcido como
para dejar pasar la luz solar y por otro, gracias a la hermosa blancura que
tienen tus escamas, se repelerán los rayos ultravioletas y las plantas no
sufrirán este endemoniado calor.
Todo
sale a pedir de boca, suave y tranquilo. Todo excepto el sexo, que es duro-duro
como un martillo que golpea el yunque, como una bomba que estalla en la
cantera. De una obscenidad tal, que desagua la boca y curte el cuero de las
nalgas. No cabe duda, la felicidad inunda el hogar de vuestros ensueños. Los
vínculos que se tejen cuando se está enamorado, son los verdaderos hidrocarburos
del Mundo, aunque éste ya no exista por más nunca.
–¿Quieres
tumbarte sobre la fresca hierba del invernadero? –y un rayo de sol ilumina el
rostro de tu amante. –Yo me arrastro a donde haga falta. Siempre que me
busques, a la altura de tus botas me encontrarás suplicando amor de... humano.
Y al
instante, el falo exuberante y blanco, una vez más, se sumerge en tus entrañas
de humano, Evadán. Y parece que te reviente las vísceras pero no, porque no te
quedan vísceras que reventar, eres todo gozo y dicha.
Chupas, muerdes, sangras,
se desgarra el sentido de la realidad, porque el amor todo lo puede. Y frotas
de nuevo, ¡qué refrote con el rebote de tus güeps! Al segundo te llega, siempre
fuiste el tirador más rápido de oeste, vaquero. El acto culmina cuando te
desgañitas la voz a todo lo que da. ¡Ahhhhg! Te partes el alma briaga por el
éxtasis y la onda expansiva de tu griterío llega hasta las puertas del más
allá. Los hay con suerte. Luego sobreviene la calma y el aflojo da paso a las
cosquillas y las risas. Los sudores se disipan, una mueca de satisfacción se
materializa en los labios de tu amante y tú, tú te limpias la sangre que te
brota del esfínter.
Sólo escuece un poco, todo se soporta por el lof, lof, lof, guat yu nit is lof.
Tanto, que los dos en moch, tu moch of
lof os entregáis a la remembranza de una canción de amor que empieza por i nid yu, joni mun. Surgen nuevamente y
os arropan juntos, muy juntos, son los sentimientos que embadurnan de
serotonina las hormonas, los ojos y la boca. Natas te mira profundo y su
aliento es una invitación a la eternidad, esto es amor de verdad. “Te doy mi
alma” –suspiras, Evadán. Y le mandas un guiño y una danza de labios que sube y
baja, pues te apetece reventarte de sexo nuevamente.
Los cuerpos se ondulan cuando
el amor actúa como llave que abre la felicidad de la carne y por ende, del
sentimiento. En cambio si el tedio llega, la llave se oxida, la puerta cae y la
pasión es una losa que constriñe la entrepierna. Al rato vendrá el dolor del
corazón si es que debe venir. No hay que especular con el amor. De momento todo
es dulce y picante como un caramelo sabor tamarindo, que si bien empalaga,
nunca deja satisfecho por completo.
¿Qué sigue después de tanta felicidad? Los
días pasan y con ellos el amor se enturbia. Hay quien dice que se hace más
poderoso, pero sólo envejece y por cobardía se alienta a seguir; le mientes,
Evadán. Los humanos mienten al amar y engañan al amor, pero el amor lo hace
pagar muy caro, tanto que trasforma a los enamorados en títeres que penden de
madera cuarteada atados a hilos chuscos . Se adoran como totems los recuerdos y el
ansia de retroceder en el tiempo se vuelve una obsesión y a veces hasta algo
peor, se convierte en toda una vida.
Ya sabes, tópicos ciertos hasta la médula
porque de lo contrario en ti, el amor no viviría en el aquí y ahora. Casa,
lobby, comedor, hijos, empleo, perro, segunda casa, segundo coche, miles de
letras, hipotecas y facturas por pagar durante décadas. Nadie puede vencer al
amor cuando te quiere asfixiar, nadie en este mundo excepto tú.
Corazón que se
abre en flor y desata otro corazón en medio de la noche, en medio de la nada y
del todo, que son papá y mamá. Alfa y Omega. Si discuten no les hagas caso, la
cosa es que se quieren poco porque no recuerdan cómo era antes aquello de
comerse a besos, o aquello de morirse el uno por el otro, o aquello otro de
apuntalar el alma con risas y ser felices al abrazo de una madrugada juntos. La
vida obliga a olvidar hasta lo que no se puede olvidar. Ai nid yor lof. Ai nid yor lof. Ai nid yor lof. Pequeño amor de
reptil y humano, apocalíptico en suma, aquí te mueres, aquí te olvidan.
12. Se nos
rompió el amor.
–Digas
lo que digas, científicamente es imposible y sanseacabó. Es de locos. Perverso.
¡Va contra natura! ¿Un niño-serpiente? ¿Una niña-escamosa? ¡La sola idea de
mezclarme en esos asuntos tuyos me repugna! ¡Puaj! –y echas un escupitajo
blanco al suelo, mezcla de babas y semen de tu amante–.
–¡Bicho,
no confías en mí! ¿Es eso, verdad? –le gritas molesto–. Si yo te digo que lo
puedo hacer es porque lo puedo hacer. ¿Entiendes? Natasha ignorante, ¿piensas
que no fui nadie en el mundo de la ciencia? ¿No ves nuestro futuro lleno de
infinitas posibilidades? Hazme un favor, mira a tu alrededor. Mira bien: todo
lo que ves es obra mía.
–Nuestra.
–¡Tonterías!
–¿No eres lo bastante feliz junto a mí? Aquí no te falta de nada.
–Egoísta, lo haces para fastidiarme, ¿qué te cuesta hacerme papá?
–¿Tú, papá?
Papá de aire, de quimeras. No me hagas reír. Mira, no te lo quería decir pero
me veo obligado: si ni tan siquiera me haces feliz a mí, que soy el único ser
vivo a tu lado en todo el planeta, ¿cómo vas a satisfacer a un hijo? ¡Estás
loco, loco!
Evadán
muestra templanza al no contestar. En el fondo se siente un perdedor, como
todos los hombres. Así es la paradoja de la grandeza, todos los grandes son
grandes perdedores, y esto lo sabe Natas, conoce esa sensación, sabe que un
perdedor calla qué cosa es en verdad, y que se avergüenza siempre de sí mismo.
Natas también fue uno de los grandes. Vamos Evadán, aclara lo que sientes o
trágate la rabia y lárgate de aquí. Lo haces. Te levantas y te vas.
Durante
los últimos días, la mirada de Evadán cambió, se volvió esquiva, constreñida,
penetrante, y eso, no cabe ninguna duda, era síntoma de locura. Así lo pensaba
lastimado el comandante Natas. ¿Se te partió el corazón, maricón de barracón?
No digas que además te asustaste. Eres muy asustadizo tú para ser de la LEGLO,
la Legión Global de industrias
militares. Por favor, si tan sólo con tu súper metro noventa de longitud ya
impones. ¡Levanta la moral! ¡Vamos, hombre! Así está mejor. ¿Qué puedes hacer
tú si Evadán se decide a llevar a cabo la macabra idea que trae incrustada en
el entrecejo? Nada, nada de nada. ¿Cierto? Es un científico brillante e igualito
que el que no llora no mama, el que la sigue la consigue. Ahí está de nuevo,
vuelve Evadán. Sus cabellos están revueltos, parece que se los estuvo jalando
con fuerza. Merodea cerca de Natas. ¿Barruntas algo, doctor? Observa cómo la
serpiente intenta hacer las paces contigo. Su propósito es que se calmen las
chispas de la fricción y es al completo sincero.
–¡Menuda
nochecita! Y tú y yo bajo las estrellas, así, tan campantes. Qué suerte la
nuestra, ¿no? Que las estrellas existan todavía, quiero decir. Aunque si no
existieran, las crearías tú para mí, ¿cierto? Porque sin ellas, ¿cómo iba a
pintar mi cuerpo de luz astrológica para ti, amante mío?
–¿De
qué mierda cursi me hablas? –ahora eres tú el que escupes al suelo.
–¡Qué
tenso estás! ¿Te viene en gana un relajito? ¿Relajamos la tensión? Mira que si
te hago con la cola así plas-plas, te sentirás como en un espá, –intentas
hacerte el gracioso, Natas.
–¡Tss!
¡Quieta ahí! No te me acerques que necesito pensar –te rascas la coronilla y
expectoras otro gargajo, pero esta vez a las faldas de tu novia.
Es el simple hecho de que
Evadán piense y no el escupitajo de rudo cantinero vestido de cuero tachonado,
el que te eriza las escamas. ¡Para cantinero tú!
–Vamos
pollo, no te enojes. ¡So tonto! No te enfades que se te pone cara de rata y me
entran ganas de morderte todo –pones la boca en forma de besito y sacas la
viperina rosa, se la acercas a la entrepierna.
–No me
digas. –Sí te digo.
Natas,
suspiras porque esperas alguna reacción amable de tu interlocutor. Pero no llega,
date por vencido y tira la toalla porque Evadán es víctima en estos momentos de
un pensamiento larvario, troyano, de ésos que penetran hondo en el cerebro y no
los quita ni el sacacorchos de la psicología. Así que Natas, más vale que
improvises algo.
–Evadán
carita de pan, me niego a criar un niño en esta pocilga que tenemos por hogar.
Sin comodidades, sin seguridad, sin perro ni piscina ni nada de nada, coño que
pareces tonto, ¡so estúpido hijo de tu puta madre! ¡Ya te pasaste tres pueblos
con tantas payasadas, te voy a dar un mamporro que vas a ver tú ni qué niño ni
que ocho cuartos!
¿Qué
dijiste, Natas? Lo pondrás de muy mal humor. ¿No lo ves? ¡Haz algo! Si la sola
idea de ser cobaya de laboratorio hace que te vengas de vareta patas pa’ bajo,
imagínate además la cantidad de soplamocos, golpes y madrazos que recibirás si
no te portas bien con él. ¿Y qué significa portarse bien con él? De sobra lo
sabes. No te andes con rodeos que este tipo es de lo duros, de los que
coleccionan bombonas de butano en el trasero y vibra radioactiva en el corazón.
Aunque, -piensas-, ¿qué coño se ha creído Evadán? Si él es macho, tú más. ¡Y de
los que quedan pocos, de los que ya ni quedan! Militar machote, duro como
piedra; en el enemigo produces una inmediata DIAU, una Diarrea Automática.
–¿De
qué me hablas, Natasha idiota? ¿Quién habla de formar una familia o alguna
gilipollez por el estilo? Yo no, así que si no soy yo, ¡debes ser tú! ¡Mira que
eres torpe! Hablas como enamorado homo sapiens que usa poco su razón. ¡Das asco, mereces la
muerte!
Natas,
dite ésta boca es mía y lánzate al ruedo muchacho, ¡vamos valiente!
–No me
jodas, te lo veo en los ojos, tú nunca me amaste. Hijo de puta, no me mires
así, no me analices ¡no me escrutes! ¡Eres un energúmeno! Y te me vas olvidando
de fabricar niños-culebra o bebes-serpiente. ¿Entiendes?
Se
levanta porque quiere ponerse de inmediato manos a la obra, va "a hacer" un
niño-culebra, una bebé-serpiente. Lo agarras fuerte del pescuezo y no sabes si
necesita aire o quiere defenderse, pero no lo sueltas por mucho que se mueva.
–Nooo,
no abras la boca que todavía no te canté las cuarenta, puede que sea un reptil,
pero no por ello soy más idiota que tú.
Evadán
da manotazos al aire y desprende un horrible olor a vinagre, es el miedo, es la
muerte que la ve cerca.
–Y
dices que yo doy asco, pues mira quién habla, hueles a miedo, a mierda.
Entreabre
la boca, Evadán, ahora puede decir algo, Natas te ama, no te va a matar, lo
sabes.
–Puta...te
vas a enterar.
–¿Qué
dices? Se acabó eso de utilizar el femenino conmigo, nunca más me volverás a
llamar Natasha, soy Natas, ¡Natas! ¿me oyes? El SUCONA, El Subcomandante Natas. ¿me ves bien o tengo que apretarte más
fuerte el pescuezo? ¿Oyes cómo cruje?
–Ahhhh...
Haces
un ademán con las manos, Evadán. ¿Espantas moscas? Quiere que lo sueltes,
Natas, que le dejes respirar, porque ya no aguanta más, porque lo matas.
–Si me
quieres, demuéstramelo. A mí de intereses egoístas, ninguno. Somos los únicos
en este asteroide abrupto, pero si no cambias yo seré el único. ¡Sí mamón, te
hablo a ti y te estoy amenazando! Te pillaré por sorpresa y de un apretón, zas,
desharé tus huesos como un pedazo de mantequilla al tiempo. Así de fácil, ¿me
captas, homo erectus? Tardaré menos en acabar con tu vida de lo que tardas en
correrte –y mira que tardas poco, cabrón–. ¿Quieres oír la música que hacen tus
cervicales al separarse entre mis músculos?
En el
fondo, eres un sensible, te pone un poco triste tanta vulnerabilidad en quien
fue tu amante, además, sabes que no quieres matarlo, y decides bajarlo al suelo
y soltarlo, a la postre casi lo asfixias. No hablas más, Natas, sólo callas.
Esperas a ver y dejas que la distensión se forme en el ambiente, a ver si todo
se calma y las aguas revueltas del odio vuelven apacibles a lago de la
mansedumbre. El doctor mira con fijeza los ojos azul profundo, casi verdes del
reptil. Su mirada se halla acuosa. Luego alza la vista y observa la luna. La
serpiente también alza el rostro, a ver si tenemos reconciliación.
–Bonita,
¿no? –Sí...
Evadán,
respira, se peina un poco con la palma de su mano y lento se acuclilla, parece
querer acariciarte la cola pero veloz toma un pedrusco del suelo y ¡menudo
golpe te asesta! Te revienta la cara además de desmontarte el cuerpo en cuatro
piezas. Rebotas contra la pared, se te desencaja la mandíbula, la sangre brota
de tus labios, te quedas parado sin reaccionar un par de minutos, pareces
muerta, pero no lo estás. No lo puedes creer. ¿Vas a matar a Evadánn? ¿Te lo
vas a comer? Con la frente agrietada como huevo güero y con el alma a punto de
aguacero, le miras. Evadán levanta los brazos con un pedrusco todavía más
grande. Te quieres contener pero no puedes, te duele casi tanto el corazón como
el cráneo, así que te escurres, te esfumas, desapareces, te evaporas. Plis-plas
y ya no estás. Evadán, pasan unos minutos, no sabes cuántos porque pesan como
años y te centras. Respiras. Sientes tus pies que se enraízan de la rabia, del
poder que sientes, a la tierra dura y rocosa. Te concentras, te equilibras.
Eres el centro de ti mismo, del mundo, de todo. De pronto –parece un mal
chiste–, recuerdas cuando en tu diario escribiste ¿y si esto es amor?
–Esto
era... era amor. ¿Lo entiendes, bicho inmundo? Pero ya no lo es. Si te veo por
aquí, te mato, te cocino y te como –gritas a pulmón partido–.
¿A caso
esperas que Natas te oiga? Esta vez te decidiste. Lo harás, con los medios que
sean, lo harás, vas completamente en serio. Lo sueñas con la razón que parece
no tener límites, que engendra monstruos y lo sabes, te hierve el orgullo por
ello. Respiras de nuevo y te sumes en pensamientos papimaternales, agachas la cabeza, observas tus pezuñas a medio
calzar, dibujas con el pie un círculo en la arena caliente, luego trazas un
triángulo, te agachas y dentro, prendido de futuro, dibujas con carboncillo un
ojo enorme que todo lo ve, que todo lo observa. Miras al frente. Sonríes.
Caminas decidido, ¿a dónde te retiras, Evadán?
13. Nede.
Hay temas en la vida, en
los que el empirismo nos lleva a preguntas y éstas a hipótesis y éstas otras a
leyes –siempre personales y sujetas a sus excepciones–, que no sirven para
nada, pero que nunca dejan de ser santo de devoción a tiempo completo, sobre
todo por nosotros, que fuimos quienes las formulamos con suma soberbia. “¿Y si
esto es amor?” es un buen ejemplo de ello, de pregunta que fue hipótesis, que
fue ley y que murió porque no sirvió para nada. El amor es un reflejo del
universo, es de arriba hacia abajo, no al revés: ya hemos formulado una ley.
Evadán,
sudas, tus sienes supuran tensión. El estrés te genera pus en el alma. ¿Te falta
el aire? ¿Te encuentras bien? Miras al cielo, ¿qué tiene de especial? Es tu
cielo. ¿Qué les pasa a tus manos? Son las tuyas, entonces ¿por qué tiemblas?
Las alzas al aire y sublime te llega de los astros la energía creadora. ¡Menuda
eyaculación divina cae sobre el lomo de tu cuerpo! Observas en tu interior la
gnosis que te desata y te libera de los pensamientos y sentimientos, por fin
eres libre y gritas al Universo.
–¡Vivo
en la nede del mundo!
No
engañas a nadie. Quisiste decir “vivo en la nada del mundo” pero como andas
enloquecido –y no te calmas ni a tiros–, una gangosidad se
colgó de tu lengua y te produjo dicción de come mieldas. Vamos, lucha contra la basura mental que obstruye tus
palabras; cálmate y sé tu mismo. Por favor, toma aire, continúa. Se te encendió
la bombilla a lo alto de la cabeza.
Tomas el carboncillo, corres y escribes
enloquecido por las paredes. “¡Vivo en el Nede
del mundo! N, de nada, de
narciso, de negación, de náusea, de naufrago, de nicho, de nocivo, de
neurótico, de nulo. E, de efímero,
de egoísmo, de embate, de encadenado, de embaucado, enajenado y enjaulado. D, de desecho que destrozo y disminuyo,
de dogmático, de díscolo, de dicha –la mía–, de dolor, dureza y discusión. E, de todo lo que apunté en la primera
E más encarrilar, embellecer, endiosar, engrandecer. ¡Encíclica!” Y una brisa
sale de la chistera de la noche, que está fresca, que está buena, que airea tu
testosterona creativa y tarada. Y embriaga tu locura de poeta malo, hijo de los
dioses del Olimpo serie Z. Agarras un pedazo de madera que anda tirado por ahí
cuyo apéndice es un clavo oxidado y con el hierro te cortas adrede sobre la
palma de la mano. Cierra los ojos, no seas bobo, que a ti la sangre siempre te
dio un pavor que no veas.
–Sí
veo.
Y
con la mano ensangrentada pintas sobre el rústico tablón: NEDE, DE AQUÍ A LA
NEDEDAD. Aunque suene a “necedad”, tu impulso fue escribir “eternidad”.
–No,
Nededad.
Un
capote celeste capea la atmósfera, rejonea a la humedad del ambiente y ensarta
en tu nuca, el céfiro ventoso del norte que tanto refresca. Instantes antes del
alba, cuando la humedad aminora, tomas el pesado listón ensangrentado y lo
cuelgas en la puerta de entrada del Gran
Centro por el Desarrollo Tecnológico y Bioorgánico. Emites un alarido agudo
a los cuatro vientos.
–¡Auuuuh!
Mi hogar no es una pocilga. Mi hogar es el Nede, ¿cómo? El Nede, ¡que se oiga
más alto! ¡El Nede! ¡Yo poseo el Nede y tú no posees nada! ¡Seré el origen de
todos los orígenes y tú no serás nada! ¡Yo soy la Unidad Suprema y tú...! ¡Tú
ni me llegas a la altura del betún! ¡Auuuh! –y aúllas como perro en celo.
Recuéstate.
Ya estuvo, ya fue, ya pasó. No delires más. Descansa, estás agotado, fue una
noche larga, ¿no te parece? La fuerte discusión con Natas, tu desmesurada
reacción, el delirium tremens que te descubrió la misión, la SAMI, la Santa Misión que te abrió las puertas a
lo divino. Es tu cielo, vuela, Evadán, vuela. Eres la base, la primera piedra,
el padre de la futura vida en este pringoso lugar, sucio por el mojón de Dios.
Ahora empiezas a vivir, por fin despertaste. Tienes preguntas a tus respuestas.
Te creaste, te reinventaste. Nede. Nede. Nede. ¡Creación Divina! ¡Verdad y
Futuro! ¡Omnipotencia!
¿Qué te pasa, estás bien? De sopetón, caes exhausto
sobre la tierra caliente. ¿Te duermes? Sí. Tú último pensamiento proyecta la
nueva quimera nacida en tus entrañas. Tu boca de piñón reseco en duermevela
susurra, Mad Max, Mad... Y la llave que abre el mundo de los delirios y los
lirios del sopor, rueda en sentido contrario a las agujas del bioreloj.
Recuerdas cuál era tu misión antes de la Noche Última del Último Tsunami de
Arena. La puerta estrecha se entorna y tú, Evadán, entras desnudo en la única
realidad que cura a los hombres del exceso de soberbia, los sueños. El olvido.
El mundo sin medida hecho a medida, imagen y semejanza de cada uno de nosotros.
Y al momento de quedarte jetón, sucede. ¡Qué mal! Porque del milagro más
grande, del milagro de adeveras, éste que se forma al caer una gota tras otra
gota tras otra gota tras otra gota –los demás, los otros milagros sucedieron
porque tu mano y tu empeño los perseguían, pero éste se te escapó y nunca
supiste cómo generarlo con tus propios medios, hasta danzaste como los
metaztecas para ver si caía del cielo–, del milagro más grande, éste que llega
ahora y que no se escribe con mayúsculas ni con negritas, éste que tiene por
paciencia la humildad y por dicha la cautela, del verdadero milagro de Dios, ni
tú ni Natas ni nadie se percata ni se entera en esta noche tan trágica y tan
mágica a la par.
El reptil se halla en los sótanos, enroscado en algún oscuro y
fresco recoveco, allí se topa con el señor sosiego para el alma y lame sus
heridas para curarlas. El otro espíritu inquieto, el del doctor, anda con el
chorrillo de baba que riega y refriega sus sueños y castillos en el aire,
Morfeo es justo con todos menos con los viejos, a los que nunca deja dormir. Lo
que tenga que suceder, que suceda. Un eclipse lunar, el semental y la yegua que
se funden en el masculino y el femenino eternos. Lava mar, mar lava. Es la
magia que llena de oscuridad la luz y a la luz la motea de grano plateado.
¡Eclipse, culmina en el prodigio primigenio del agua! ¡Haz que llueva sobre el
Mundo!
Y
con timidez en la trastienda y sumisión en el mostrador, suave como terciopelo
interestelar, se deja caer desde lo alto de un nubarrón la primera gota de
lluvia en mucho, mucho tiempo. Se produce un cambio de rumbo en el timón áspero
de la Tierra. El cielo brinda con el suelo, chin-chin, bravo, qué placer verte
de nuevo, tanto tiempo sin tu amor y ahora otra vez, somos uno en conjunción
con la vida. Tierra-agua-agua-tierra. El sonido del futuro, es la música del
agua que golpea fuerte contra el suelo reseco.
Los ronquidos de Evadán y el
bufar adolorido y profundo del reptil, se funden con el cielo y la tormenta. Ya
nada será igual. Al despertar, una NUE, una Nueva Era habrá abierto sus puertas. Agua, el Milagro Original.
Gota, lluvia, tormenta. Manar de emociones fluviales. Vida, lluvia, agua. El
Portento Primigenio. Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los
pajarillos cantan, las nubes se levantan. ¡Qué sí, qué no! Que caiga un
chaparrón y que rompa los cristales de la estación.
14. La Causa Divina.
–¡Todos
atentos y no a tontos! Abusados, acusados y al loro, ¿yu anderstan mi? El Savadima Evadán, os habla. Mañana,
quincuagésimo día de la Nueva Era -¡la mía!-, a la hora en que el ocaso haga su
aparición y los albatros anuncien la noche con su vuelo, se procederá a la
revelación en sociedad de mis dos hijos, Eva y Adán. Nacidos los dos bien
juntitos por ser mellizos y bajo el influjo loco del cabrito aries.
¡Guapos,
sanos, fuertes, y sexualmente muy activos pese a su corta edad! Esta misma
noche canalizaré mi poder divino y la creación se mostrará con el esplendor de
toda su omnipotencia. ¡Aleluya! Y nacerán con ojos soñadores él, y porte solemne
ella. Con un peso magnífico, ¡sesenta y seis kilos, seiscientos sesenta y seis
gramos! Cuya masa en su conjunto es, ¡ciento treinta y tres kilos, tres cientos
treinta y dos gramos! Ni más ni menos, se trata de la talla perfecta para los
hijos de Dios.
La alegría me invade el estómago y me hace sentir las clásicas
mariposas cosquilleras de la emoción, porque mereció la pena la dedicación y la
espera, mereció la pena ser mamá. Y que no se menosprecie lo invertido en
investigación y paciencia. Hago honores a los pitones de mi signo zodiacal,
súper taurito bravo, porque todo ha sucedido gracias a mí, el Papimami
Universal.
Y no se
oyen ovaciones en las gradas, ni aplausos en los palcos, ni murmullos entre
bastidores, ni sonido alguno que no sea el susurro del viento al cruzar por el
escenario solitario, o el manar caprichoso del agua que se pierde por la
cascada sur del Nede. Agregas:
–Seres
de poca fe... A dicho efecto –continúas, megáfono en mano y expresión de falsa
emoción en el hocico–, se convoca en el recinto principal de la FUMAMA, la Fundación Mad Max, –para los que no lo
sepan, es el edificio que tengo a mis espaldas–, se convoca a todos los seres
vivos que por una u otra razón estén vinculados, adosados, emparentados o
asociados a la vera causa del Nede. ¡La causa del renacer del Mundo! LA CADI, La Causa Divina.
Tras
una pausa en la que amargo degustas del eco de tus palabras mientras tomas aire,
pues casi te ahogaste, tu discurso sube de intensidad. La garganta y los
mofletes se tensan y enrojeces poco a poco, adquiriendo el tono de maduración
perfecta de un tomate. Los colores de la soberbia germinan en salpullido y tu
mirada cicatera se fija en un árbol lejano –una palmera cocotera–, que se alza
a unos angustiosos ochenta metros de distancia, para ser exactos. Es la chabola
de Natas. Natas viviendo entre cocos y palmas recubiertas de cartones.
–Todos
acudiréis mañana porque todos sois algo así como hijos míos. Yo os di la vida.
Recuperé vuestro código genético de la nada. La nada que un día ahora
histórico, resquebrajó el planeta Tierra como si fuese un...un... –no te sale
la alegoría–...un coco. ¡Sí! ¡Como un coco seco! Uff, qué sudores me costó.
Continúo, a ver, sí, todos debéis venir mañana en la noche a presenciar en vivo
y en directo el milagro de Milagros. El GEHU, el Génesis de la Evolución Humana. El origen de la Nueva Vida, de la
Nueva Era, la mía: Evadán, de genio de la genética a Dios. De veras me conmueve
vuestro ademán de aplauso, es muy campechano y sencillo, no obstante, al
próximo que no aplauda, lo mato. A mis dos hijos pongo por testigos que
cumpliré dicho.
Y nadie aplaude.
¡Desagradecidos! ¡Desgraciados! ¡Miserables todos!, –graznas en
plan ave de rapiña–. A ver por dónde coño iba ahora; sí, aquí lo tengo... Al
igual que mis antepasados cruzaron mares y galaxias, yo cruzo el umbral de la ciencia y me convierto en conquistador.
Como adalid de quimeras, alcancé la cima de la perfección y llegado el punto en
el que mi alma se transmutó en átomos de luz, me reconocí como la justa mezcla
entre Marte, Saturno y Yahvé…pero de qué les hablo a ustedes, si ustedes son,
son... –susúrralo, no sea que alguno de tus bichos sexuales haya alcanzado la
cota mínima de cinismo y civilización y por sorpresa, te comprenda–... Ustedes
son, animales…animales sin pizca de cerebro ni nada que se le parezca.
Lo que
no sabe Evadán es que muchos han comenzado
a pensar, a edificar sus sociedades con distintas clases, a tener sus
clubes, sus medios de comunicación, a organizarse dentro de la decadencia de
bichos que supone la audiencia que el doctor a obligado a congregar.
–¡Qué
asco me dan, monstruos fallidos! –y una sonrisa grosera se te imprime en las
fauces. Cierras los ojos, respiras, te concentras, no los mires, imagina que
hablas ante miles de ángeles–. La Cruzada y la Reconquista –continúas y miras a
ver si encuentras a Natas entre matojos y hojas de palma–, hechas realidad,
aquí y ahora y tiro porque me toca. Lo que un día ansié con todo mi ser, hoy es
luminaria estrella a seguir... Por eso, se les considera a todos hijos míos,
hijos de la SARERE, la Santa Revelación
Religiosa, y les quiero y les acepto tal y como son: subnormales, no me
cansaré de decirlo.
¡Pero ojo! Si la vida en algo aman, sepan que Eva y Adán
serán sus santos hermanos y también, sus señores. ¡Se-ño-res! A los traidores,
les sacaré los ojos, les cortaré las manos, les graparé el sexo y les quemaré
los pies y en bandeja de plata, me los comeré.
¡Ay,
Evadán! Por mucho que enloquezcas en tus crucigramas mentales, no consigues que
se te acerque mucho bicho viviente a oírte. Estás de suerte. ¡Mira, ahí vienen
unos Cacoculeros! ¡Qué pena! Se acercaron por casualidad y no muestran el más
mínimo interés a tus palabras. Todavía tienes mucho que decir, pero ¿cómo vas a
atinarle a la jugada? Más que aburrir, capeas el desinterés de los pobres
amorfos a cuatro patas.
–Todos
–piensas un poco–, todos menos uno, digo, ¡una! Una que un día se apartó de mis
sueños, ¡de nuestros sueños, compañeros! –¿Cambias de canal? ¿Dejas de utilizar
el ustedes?, por algo se empieza, ¡camarada!–. Una que me despojó cruelmente del
leif motif de mi existencia, de mi
ideas de MUJO, de Mundo Mejor. ¡Una!
Que me hizo daño, compañeros míos; y por su culpa me sentí ignorada como rata
de laboratorio. ¡Yo! Que se lo hubiera dado todo por un simple, “confío en ti,
Savadima Evadán, ¡sigue adelante con tus experimentos! ¡Quiero niños, muchos,
millones de niños, mi amor! Si son tuyos, los que quieras. Los criaré y les daré
mamamor, vida mía”... Pero no. Ella era, rectifico, ella es envidiosa, indecente y
odiosa. ¡Arrastrada! ¡Ay, qué descanso para el alma, sacar lo que llevo dentro
de mi corazón, aunque sea con sufrimiento y desgarro, compañeros! Hasta lloro
de la emoción. ¿Me entienden, verdad? También ustedes tienen su corazoncito...
Perdonen, se me aflojó la emoción, continúo. Su ambición, –a de ella, la de la
diabla Natasha–, conferida después de mucho arrastrarse por la muerte causada
por el INA, el Imperio de la Nada,
la llevó a creer que podría derrocar al Hombre entre los Hombres, al Mago de la
Genética, al Ser Divino que ante vuestra atontada mirada os habla: Yo, Vuestro
Padre, el Savadima Evadán. ¡Aplaudan, necios!
Y un
aguacero tropical con truenos, rayos y centellas, cae de pronto sobre el
escenario que se embalsa por completo. El chou llega a su final pasado por
agua. Y tu monólogo, Evadán, fue más comedia vodevilesca del tres al cuarto,
que anuncio de Santo Alumbramiento.
¿Y qué dices del vestuario? Larga túnica de
lino repleta de lamparones negros de salsa de soja. ¿Y el sistema psicosonoro?
Chatarra manufacturada con restos de un equipo de música. ¡Menudos pies roñosos
con uñas mejilloneras que traes! Y esos pelos crespos y canosos, más grasos que
un orificio sexual untado con mantequilla de maní. Te ves un poco ridículo,
ahí, semi tumbado, postrado como diva en la escalinata de un templo griego de
la era techno-post-pop, que ahora no es otra cosa que una choza decorada con
mal gusto y aprisa, desprovista de techumbre y enlatada entre cuatro paredes de
mampostería.
Y abajo, donde finalizan las escaleras se alza amplio y enorme, el
escenario de tablas, de planta triangular decorado con un ojo pintado en el
centro; rodeado por una inmensa pestaña postiza de plumas de zambote. Y tú ahí,
de pié frente a un público de cuatro monos mellados y peleles acompañados por
dos o tres hienas sordas, mudas y bizcas. ¿Pero qué es esto, Evadán? ¿En qué te
convertiste? Deplorable. Y para colmo, tienes que sumar también a la lluvia que
te inunda el mitin, una tristeza profunda que no sabes de dónde carajos viene
pero que áspera y aguda, te jalona la puta autoestima, se llama frustración.
¿Dónde quedó el megalómano, es otro de tus autoconvecimientos de geniecillo
loco? La decepción te acalla la voz. ¡Qué mal! Pensabas acabar con algo digno
de grandes oradores, algo así como “el enemigo que corroe nuestra santa misión
¡es ella!” Y señalar con la punta del dedo a Natas. Y te imaginabas a todos tus
bichos en plan coro, exclamando “oh, oh, no puede ser, nuestra vecina la
serpienta... esto será el infierno, ¡acabemos con ella, anulemos su existencia,
que sufra, que lo pase mal!” Aunque el atajo de mamíferos embobados ignoren a
qué imágenes corresponden tales conceptos como la muerte o la serpienta, ni
siquiera han oído nunca ningún verbo preevolutivo.
Es más, para tu profunda
decepción, tan mala e infame fue tu interpretación, que no conseguiste siquiera
auto convencerte de que el origen, la razón, el motivo de todos tus males
–¿pero qué males, doctorcito?–, fuese Natas, Natas, siempre Natas, tú nunca,
siempre él. El áspid albino, cabeza de turco, farruca y flamenca y que en un
tiempo ahora olvidado, con la precisión y limpieza que sólo los reptiles
poseen, te amó. Sí. ¿Ves qué simple? Pobre Evadán, quien mucho te quiso, ahora
te hace llorar.
15. El ojo
de Natas.
De los biorelojes no
queda ya ni rastro, son un trasto del pasado que todavía
no pasó del todo. Ni por las paredes ni por los suelos, nada hay, no hay
en rededor verdaderos restos del paso del tiempo, cosa obvia porque el tiempo
transcurrió acelerado, rápido, a mil por hora, tanto que los biorelojes se
descompusieron como manijas viejas de caserón decimonónico al frenético girar
del paso del tiempo.
Como un colibrí pintado en una peonza rodó el tiempo, mas
no tanto el tiempo físico o real (los minutos, las horas, los segundos) como
así el Tiempo Evolutivo Figurado. EL
TIEF. Tal idea conceptual –el Tief–, se refiere, se refirió, o quizá se
referirá a la cantidad de días, noches, semanas y años que se necesitan para
lograr algo increíble, sorprendente, apabullante e indescriptible. Exactamente,
lo que Evadán –el primu genius– logró crear en poco tiempo físico o real.
El
término TIEF, lo acuñó, lo acuñará o quizá lo acuñe un científico intemporal
que responde, respondió o quién sabe si responderá algún día, pues anduvo-anda
medio sordo, al nombre de Iluis Taim de Taims Escuer. Mediante una definición
impaciente y de tiempo completo pero en espera, el TIEF es, fue y será “la
parte proporcional de tiempo que se obtiene al dividir metafísicamente el
Tiempo que vulgarmente se denomina común o real –se cuente éste en partículas o
fracciones de tiempo o en metáfora de vida– por la inversa de la raíz derivada
del acuerdo ecuacional y ecuatoriano-payopony pero no potencial, entre lo que
tangible y exitosamente se logró evolucionar –porque no hay que olvidar o dejar
de lado la idea de que el asunto primordial que tratamos en este caso y en
cuestión cuestionando, es la Evolución con todas las de la Ley y no la
evolución a cachos mermada y amordazada por la cultura del vulgo o cultura de
quiosco dominical–, entre eso claro está, y lo que en principio –principio
empírico y científico y revuelto de ajos tiernos– quisimos o deseamos o quizá
soñemos alcanzar con nuestros trabajos de genética evolutiva”.
¡Oh, subjuntivo
que subjuntas y disjuntas lo que no puede ser subjuntado! Y para los que no
tuvimos, tenemos o tengamos la suerte de ser Ilius Taim de Taims Escuer, el
TIEF no es, no fue o no será en esencia otra cosa que, el resultado del
aprovechamiento del trabajo con mucha, muchísima suerte.
Milagros, ¿quién hace
milagros aparte de Evadán o de Ilius Taim? Del señor de Taims Escuer, se cuenta
que hizo el milagro de no nacer, pero vivir, y de no morir pero desaparecer.
O
sea que de uvas a peras, de buenas a primeras y casi sin comerlo ni beberlo, el
Mundo –el rebautizado Nede–, se puede ahora escribir con mayúsculas (éste es el
ejemplo más perfecto de utilización tefiana, ¡el Mundo! ¡la Tierra! ¡el Paraíso!)
y no con la timidez que confieren las minúsculas, esgrimidas normalmente para
designar conceptos susurrantes, vulgares y pocos pecaminosos, según el
diccionario de raciocinio escritorial.
¡Y es que era como para estar orgulloso!
No era para menos, no. Milagros aparte, con tanto cambio por doquier hacía
falta mucho talento, empaque y auto control como para no acabar lamiéndole las
tetas a la señora locura, gemela tética (con tetas) de la antitética (o sea,
sin tetas) miss cordura. Para poder aguantar tanta debida evolución –expresión
típica del que viene con la intención más negra que el alquitrán– había que
tenerlos bien puestos. Los huevarios, las cajoneras, los anales tanales.
“Poco
me importa que te subas a esa palmera. Y menos aún, que no quieras ni mirarme a
la cara. ¡Estúpida! ¿Te crees indispensable? Vil gusano blanco, cochambre
mantecosa, mala leche agria. ¡Natas caza ratas, atrapa ratones! ¡Arrastrada,
desgraciada! ¡Pedazo de longaniza rancia! ¡Huevo güero! Ahí te pudras, ¿acaso
piensas que me importas cara de hueva güera?”, –masculló Evadán entre dientes
mientras se giraba destino a su pediquiur,
con su colon irritable por el mal carácter que se resentía con una ventosidad,
¡prrr!
¿Y cómo
vive el Tiempo Evolutivo Figurado el
brillo casi transparente de tu piel? ¿Qué es de tu vida, Natilla? ¿Cómo
aguantas las horas lerdas como un racimo de instantes que la memoria no
retiene? Tumbada sobre la copa del cocotero más alto del Nede, observas la
belleza crepuscular del día que muere. Tu mente en estado de alteración, tu
mente crispada, se calma con la anestesia coronaria natural de tu corazón, y te
hace sentir en paz.
La mano que te inyecta, es naciente aflicción que brota de
tu alma. Con el ronroneo de un lejano mar que imaginas escuchar, llegas a las
tierras del recuerdo, del auto análisis y del repaso crítico de una vida con
sabor a pérdida. ¿Dónde quedó el ímpetu, cuándo acabó la gallardía, quién te
quitó el orgullo, recuerdas tu necesidad de lucha, de antaño?
Nada de lo que
emprendiste acabó bien. Oficialmente te prejubilaron como general del ejército
de serpientes albinas por una baja gastro-cerebral. Cosas de la digestión
mental, dijeron. Pero, –y aquí radica tu nudo interno no solucionado–, a los
cuatro vientos el vox populi se adueñó de una versión más bien distinta a la
castrense: androfilia aguda. Come-instrumentos venosos y berenjenas masculinas,
homosexualidad para con los compañeros de barracón, maricón.
Y es que ay amigo,
en este mundo tefianamente evolucionado todavía quedan muchas libertades por
conquistar. Una de ellas, es la zoofilia y su consabida reivindicación de
maridaje gay. A lo lejos un relámpago. Y de sopetón, recuerdas la primera vez
que te viste en los ojos de Evadán. ¡Y el lindo poema que te regaló por amor, y
supiste que era amor de adeveras!
Evocas el aroma del sexo y de la carne en
constante desgarro. De las palmadas, de los golpes, del dolor que de qué manera
te gustaba, del masoquismo soterrado. Descomprimes el sonido de unas caricias
inmortalizadas en tu olvido. Invocas la felicidad a trozos e intentas por todos
los medios, que lo malo no cobre vida frente a ti. Pero lo hace y es como si el
famoso pedrusco rompe-corazones y agrieta-molleras volviera a golpear fuerte
contra el sentido, tu sentido.
Ésa fue la última muestra de su afecto, ¡qué
pedazo de hijo puta es el Evadán! Dejas de pensar, te aguantas la tristeza como
puedes, y antes de soltar la merecida –¿patética?– lágrima psicoterapéutica, una
lluvia tropical truena sin avisar en el cielo lastimero que cubre tu palmera.
Se trata de la misma tormenta que a tus espaldas acaba con el bando de Evadán,
míralo por el lado positivo, que se joda el humano.
¡Pero qué estampa más
triste tienes tú, Natas! Tu boca en flacidez alicaída es signo de fracaso. Bajo
la lluvia, fundes con ella todos los lloros de cocodrilo que no pudiste retener
por más tiempo. Como la gran mayoría de los seres antenedéicos, tienes graves
problemas de incontinencia sentimental. Aprovecha, recibe el alivio natural que
te salpica la cara con el rostro hacia al ancho cielo, como el príncipe que
eres, y limpia las asperezas de una vida perra. Oxigena el pasado y reconfigura
poco a poco los recuerdos.
Transcurre un instante y la inclemencia cesa y tras
ella, llega el amanecer añil de un nuevo día. Pasaste la noche entre las
sábanas del pensamiento que ondula sin detenerse. Apesadumbrado por el insomnio
típico del que no espera nada, miras por encima del mar de nubes y ves volando
libre un ave portentosa y magnífica, metáfora del que sueña, del que tiene
esperanza y del que cree en algo más allá del horizonte.
No la ves, pero una
defecación del grosero pajarraco, también magnífica y portentosa y también
metáfora de tu futuro, desciende veloz y no toca tierra porque se estampa
contra tu rostro. Retuércete del dolor, acabas de quedarte tuerto del ojo
derecho. Qué intenso, sientes cómo si el ojo te fuera a salir por la parte
trasera de tu cráneo. Así de tonto, así de absurdo, así de simple te quedas
tuerto. El coraje,la rabia, el sufrimiento que te posee, se voltea cual tortilla
y lo que era dolor, ahora es odio hacia Evadán y por ende defectuoso, hacia ti
mismo. Mal augurio, mal presagio.
Al
sostén de la tierra y la arena caliente caliente del amanecer, pasan los minutos y dejas de
retorcerte como tenia purgada. Natas, abres el ojo izquierdo, miedo da tu
mirada que hiere y que desafía, ¡bucanera Natas! Y tras la nebulosa de lágrimas
y guano, alcanzas a ver nada más y nada menos, que a un mono bobo colgando
palurdo entre matas y lianas una pancarta que versa así.
HOY ES
EL DÍA. ASISTID TODOS A LA REVELACIÓN EN SOCIEDAD DE EVA Y DE ADÁN. ¡FUTUROS
MONARCAS DEL NEDE!
16. La
Matriz de Incubación.
Uno, dos, somos súper
afortunananados. Tres, cuatro, papá Evadán no ama un buen ra-ra-rato. Cinco,
seis, hoy llegan, ya lo veréis. Siete, ocho, y no nacerán de un húmedo chocho.
Nueve, diez, son hijos del que una vez, nos dio la vida –¡larga vida!– nos dio
comida, –¡bien servida, rica papilla!–.
Savadima Evadán, el ingenioso Godman.
Savadima Evadán, el ingenioso Godman. Futuros monarcas del Nede, sus retoños
Eva y Adán serán. A la de tres, ¡uno, dos y tres! ¡Amén, Nede arriba! ¡Amén,
Nede alto! ¡Amén, Nede y gran eyaculativa del Dios de los cuadrúpedos calcos!
–¡No y
requetecontrano! –chirría metálica la voz filtrada a través del megáfono–. Vamos
mis bichos, a la de uno, todos otra vez, ¿entendido?
Y al
uno y al da capo, vuelves a interrumpir.
–Menudos
ineptos, ¡Vergüenza me da ser vuestro padre!
Los
observas a todos desde el interior de la construcción preedénica. El Centro por el Desarrollo Tecnológio y
Bioorgánico. Al primero que te mire con malos ojos lo mandarás derechito al
disecorium. Con tus pluscuanteojos de larga distancia, no se te escapa ni una
mueca, ni un pestañeo. Susurras para ti mismo, “quiero la perfección, sólo la
perfección es digna de Dios. Que pare ese comemierda, que deje de chuparle el
culo de ése otro, que a juzgar por el meneo de brazos, se cree el político de
la manada” “Lo caparé con mis propias manos, por subversivo”, –mascullas entre
dientes. Dejas los pluscuanteojos sobre la banqueta de piedra y agarras de
nuevo el megáfono, pero antes, les echas a los animales unos cacahuetes, para
que los hambrientos se acerquen en pelotón. Se forman. Entre chillidos y
rebuznos, calientan las cuerdas vocales, y dizque afinan entre lengüetazos y
babas. A una señal de tu voz, todos más tiesos que un coro de ángeles bufones.
–Uno,
cuatro, somos un pato.
–¡Así
no, borricos! ¡Pero qué torpes! ¿Tan inútiles son que ni una cancioncita tonta
de cuatro notas me pueden cantar? –carraspeas y añades convencido de tu saber
musical bajado de la MentisNet–, ¡desafínan en todas las cadencias de estrofa!
¿Son sordos o sólo tontos, o las dos cosas? Una cosa es un Do sostenido y otra
muy distinta un Re. Mis niños deformes, si les cuesta tanto ser evolucionados,
al menos no pequen de subnormalizados.
Acto
seguido, ocurre un animalado contratiempo en la orquesta de bestias. Uno tras
otro, los deformes cuadrúpedos sobre las bancas del anfiteatro, bostezan
chuscos a la espera de su ración diaria de galletas multiprotéicas y
maxivitaminadas. La sinfonía animal de suspiros, pedos y eructos al galope se
expande en el aire. Míralos, éste sí es todo el bell canto que saben dar, puros
bombos sin platillos, truenos sin relámpagos, ecos de caverna intestinal, nada
más.
Pasan
las horas y tras el portón del nuevo LAPESABELA, “para verse siempre bella”
como reza el eslogan colgado en la puerta de la quinta planta, se encuentra el
mismísimo Santo Varón Divino y Maestro. El poco sol iluminado
tras el techo de palma, y la sombra que forma, refresca al supra Savadima
doctor Evadán, que disfruta en el Laboratorio,
Peluquería, Salón de Belleza y Masajería, gozando del amase que te amase de
un séquito de koalas castrados, que sin uñas aprietan, estrujan, estiran el
cuerpo fofote que se te hizo en los últimos meses, porque es duro, es muy duro
ser Dios.
¡Vamos zángano! Que las profundas marcas de la dormilona adornan
con arabescos tu espalda. ¡Vamos! De un salto te levantas de la hamaca, apartas
a manotazos a los koalas y como chorizo, te enjutas sobre las mollas una sotana
de lino blanco que te profiere un halo de líder celestial. Agarra el megáfono,
asómate a la ventana y a viva voz refriega a tu ejército de alimañas varias.
–¡Más
alma! ¡Más sentimiento! ¡Más testosterona, cabrones! No los oigo. ¡A ver ese
amor hacia Vuestro Creador! –eso es, marca el compás a ritmo de sístole y
diástole, ¡pum-pum, pum-pum!. Y utiliza de nuevo el tratamiento ustedes, así te
respetarán más aún.
–¿Acaso
carecen de corazoncito como para no sentir la música en su interior? A mí no me
engañan, que sé que tienen vida porque yo y no otro, se las di. ¡Pues a cantar,
carajo!
Observas
un momento a tu prole de necios. De nuevo te das por vencido. La vista se te
pierde hacia el horizonte, buscas con la mirada tu ración diaria de dolor. Tu
mano izquierda –la derecha sostiene la mixtura roja con la que pintas de
repente tu cara–, deja el megáfono en el suelo. No ves a Natas. ¿No habrá
sufrimiento hoy? ¿Dónde se habrá metido este hijo de yema?
Inhalas la preciada
brisa vespertina y templas el ánimo con pequeñas dosis de resignación. Mejor
será que te retires a pensar. Das un paso atrás y tu culote celulítico como
queso gruyere, preocupado se sienta en un pedazo de tronco que hace la función
de silla. Cruje. “Puta silla de mala calidad”.
Piensas otra vez en tus bestias;
es ridículo oírlos cantar de ese modo. En fin, por ti que no quede porque
estarás estupendo esta la noche; además del maquillaje, la ropa y los efectos
especiales que tienes preparados para la gran ocasión, te sientes en la mejor
de las formas físicas y hasta realizas estiramientos faciales como una estar de los masmedia a punto de hablar frente las masas.
–¿Sen-ti-mi-en-to?
El mismo que en una piedra. ¿Al-ma? ¡Qué sabrán esos bugs de alma si son experimentos fallidos en pos de un futuro
mejor! ¿Hi-jos mí-os? Más bien diría yo, flatulencias acuosas de mañana
dominguera y resaca vinatera. Mis hijos verdaderos, la santa sangre de mis
vísceras, el fruto del amor hacia mi mismo y hacia la ciencia de mis
antepasados, serán Ellos.
Y señalas con el dedo
índice del pie izquierdo –puesto que el derecho te lo chupa un koala a modo de
biberón–, hacia la habitación en penumbra que hay al fondo de la estancia en penumbra, no por falta de quinqué energético que ilumine, sino por oscura
necesidad. Ese extraño cuarto al que se llega atravesando una cortina brillante
como las nedestrellas, llamadas así a las estrellas comunes de toda la vida que
se divisan desde el Nede, como desde cualquier otra parte del hemisferio sur.
El prefijo –nede, lo acuñaste –¿no lo recuerdas?–, una noche que tras una
cogorzota de buen pulque –la ambrosia de los dioses metaztecas–, soñaste que tú
eras el creador de los astros, de los planetas, de los cuerpos celestes, de las
galaxias y de todo el firmamento en toda su basta extensión, y te lo creíste.
Por ello también aquello de Nedebóvedacelestial y Nedeuniverso.
–¡Soy
lo máximo! ¡Qué grande soy! ¡Soy el Más! ¡Nadie se compara a mí! ¡Nadie! Quién
lo hubiera imaginado, hace... hace tan sólo cuatro días como aquel que dice.
¡Soy PAU, soy PAU, soy Papá Universo!
Y ríes
y saltas y alegre sientes que el amor hacia ti mismo es una verdad como la copa
de un pino. Du yu lof (Ai can rili muf)
Du yu lof (Aim in de gruf) Ah du yu lof (do yu lof mi) Y por autoafirmarte
más y ser isla flotante en un espeso mar de megalomanía, te diriges a la
mesita. Lo agarras –ya pesa, ya está ancho–, te decides a leer unos pasajes
de tu disciplinado DIC. Tú íntimo Diario
de Creador.
Te sientas, sonríes, te rascas tras la nuca, una lluvia de
caspa cae sobre tus hombros, aclaras la voz con un jugo de piñalfalfa y fijas
las retinas en los pasajes subrayados del texto. "El Mundo renació de la
nada. La nada volvió a su lugar de origen, el estúpido mundo de la ideas. Yo ya
salí de la caverna, ¿y tú? ¿A qué esperas?" Relajas el puño y rueda por el
suelo la barra pintalabios rojo putón con la que te maquillabas el rostro.
Sonríes de nuevo, te inspiraste. Levantas las nalgotas gruyerescas del tronco y
frente al espejo de cuerpo entero e iluminado por los primeros minutos del
mágico ocaso, lees en voz alta:
"Voy a serlo. ¡Por fin, ya me llegó el
día! No hay vuelta atrás, adiós andropausia. Lo seré. ¡Sé que lo seré!"
Adoras el reflejo de tu imagen. Te gustas. Te gustas mucho. Entre pestañeos
giras los magros flácidos de tu cuerpo y te encaminas diligente hacia el fondo
de la alcoba. A paso lento pero seguro, siempre hacia el fondo, atraviesas la
cortina brillante como las nedestrellas y el umbral primero, y hasta que la vista
se te acostumbra a la oscuridad, piensas en la salvedad de tu amor aguardo:
"Fue duro. Pero mi mente posee el don de la genialidad o de lo contrario,
nunca nada hubiese sucedido y ahora mi esqueleto sería piedra caliza bajo la
árida sombra del GRACEDETEBIO. Alabado sea yo. Alabado sea mi camino y alabado
tres veces sea mi intelecto evolucionado. Amén, que así sea alabado."
Sigues adelante, cauto, paso a paso pero con la boca en deshielo. Qué gusto te
dará, las cosquillas de la emoción te suben por los testículos, tu núcleo de
creatividad. ¿Las sientes? ¿Te excitas? Hay que ver cómo te pones con sólo
imaginarlo. La vista ya se te acostumbró a la oscuridad. El sonido que produce
el aire al pasar entre los angostos tubos de ventilación, te recuerda a aquello
que los primitivos llamaron soplo de vida.
Cruzas el penetrante resquicio que
separa la salita de estar de la SAFE –la Sala
Fetal– y como un lince, logras ajustar el campo visual hasta enfocar bien
en la estancia. Se alza frente a ti. Sonríes al verla delante de tus morros, se
halla envuelta en una tela opaca para que no le entre ni gota de luz. Es una
probeta gigante, una mamá inmensa que se alimenta con energía nedegénica.
Aunque esté tan protegida entre cables de diversos colores, la hueles, vida
fresca en estado puro. Se trata de la Matriz
de Incubación. La costosa MAIN, que tanto semen requiere para su correcto
funcionamiento. Tanto, que te salieron callos de masturbar a los bichos
deformes que tienes por ejército de esclavos sexuales. ¡Cuántos quebraderos de
cabeza te dio hallar la forma de alimentar la fuente de gestación! Por suerte,
todo está en su recta final. El pesar diario y las corridas simiescas están a
punto de dar su fruto.
¡Reconocido seas por siempre, doctor Evadán! Yu guifmi fiver. Y dentro de ella, de
la MAIN (KAMPF) flotando como en adobo, se hallan tus Dos Verdaderos Retoños. Güen
yu quismi. Los DOVERE, también llamados los REVEMI, Retoños, Verdaderos y Míos. O sea, EYA. Eva y Adán. Fiver güen yu
joldmi tait. Los dos fetos gemelos súper desarrollados, duermen bufos y
animalizados en el vientre metamórfico de la metafórica mamá. Fiver! In de mornin. Con la voz
engolada, como si estuvieras de nuevo en un mitin –pero esta vez con cincuenta
mil personas de público–, lees de nuevo el DIC, acorde con la entonación de la
corneta que en tu garganta te acompasa.
Fiver ol zru de nait. "Voy a serlo. Lo repito. Voy a serlo. ¡No tendré
uno, sino dos! ¡Dos bebés! ¡Dos fornidos cuerpos que son el orgullo de mamá!
¡Por fin mi sueño se hace realidad! Sí. Voy a ser Papimami. Voy a ser Papá, voy
a ser mamá. Voy a tener dos bebés. La llamaré Eva, le llamaré Adán. Aprenderán
a mamar. Aprenderán a meter. Aprenderán a sacar. Aprenderán las delicias del menuá satruá."
Y sin pensarlo dos
veces, exclamas “¡voy a hacerlo! Papimami que tanto os quiere, os lo va a hacer
porque os quiere comer a pedazos!” La mano que no sostiene el diario, abre la
tapa de vidrio circular de la Matriz de
Incubación. Por ahí, una chispa alarmada crepita en la oscuridad. Acercas
como puercoespín tu nariz al bote y al rebote, aspiras gozoso. ¡Qué dos
hermanitos tan lindos, por Dios santito de mi vida! Los miras. De alguna forma
te recuerdan a ti. Aunque no quieras, se te erizan los pelos por la proximidad
de sus cuerpos. Les hablas con el corazón en un puño y en el otro, tu sexo.
–¡He
sufrido, lo sé. No lo oculto. Me han hecho daño. Tres tristes tigres trigaban
en un trigal y Natasha ya no come la colita de papá Evadán. Lloré. Lloré mucho.
Desgarraron mi esfínter igual que mi corazón, aunque lo peor –mis niños
ditirámbicos–, es cosa de adultos y vuestros oídos no están listos para
escuchar algo de tan hondo calado.
Tu mano
lánguida, suelta callada el DIC sobre la moqueta negra. Coges aire y ávido,
zambulles la cabeza dentro de la probeta gigante. Arremetes con la boca abierta
y los dientes excitados, contra los testículos cuatripelillos de tu hijo Adán.
Los succionas. Los chupas, te los comes con ganas. Esto le produce a Adán la
primera erección de su vida no nata aún. Giras la cabeza, sacas la lengua de
trece centímetros y medio y la introduces en la vagina de tu hija Eva. Al mismo
tiempo, con la mano derecha agarras fuerte el pene de tu nene y lo masturbas de
arriba abajo, con estilo, con sabiduría, pero fuerte ¡bien fuerte, como a él le
gusta! Chapoteas el agua y pareciera que por tu calentura, ésta bullese y
bullese como bulle la sangre que te revienta en la entrepierna. Tu rostro
desfigurado por el maquillaje diluido, posee un deleite casi criminal. Tu
retrato ocupa en la historia del dolor-placer-dolor, un lugar de honor entre el
cruel pastel de Francis Beicon y
sado-amor-sado de Robert Maperltof.
Succionas, arruinas el himen de tu bebita Eva y lo engulles cual gelatina de
fresa. Con los dedos de la otra mano en punta –que se noten bien las uñas que usas pa’ rascarte los picores culeros–,
penetras la estrellita del ano de tu niño. Adán sangra por detrás porque le
metiste el brazo hasta el codo. Eva por delante, tu pierna le perfora el
ovario, el útero y la matriz, la triada femenina.
17. Se
rompen aguas.
Tan real, tan intenso fue
el sueño Papimami Evadán, que al despertar frente al espejo de cuerpo entero,
adormilado todavía y con el rostro reflejado por el malvarrosa de la luz del
anochecer, el doctor no se sorprendió en absoluto notarse húmedo el pantalón.
Por delante
leche, por detrás chocolate.
Mierda y semen al unísono que todavía chorreaban
mientras se incorporaba a ver por la ventana del laboratorio y peluquería y no
sé cuantas cosas más, si los endemoniados bichos-sementales se habían aprendido
la dichosa canción; era duro se director escénico de tu propia evolución.
Después de despegar los ojos y observar en duermevela el rostro bobo de un
koala excitado, Evadán pensó, “qué asco de bicho, por san judas paquidermo” y le
escupió a la cara, porque la visión le recordó dónde estaba, cuál era su
situación actual; le recordó a él y a su decadencia aunque estuviera jugando a
ser Dios, y eso, le puso de mal cuerpo.
Muchas veces el genio doctor no estaba
a gusto con su vida, la mayor parte del tiempo se dejaba llevar por la locura
creadora, pero tan pronto bajaba al mundo de los mortales, güelcom tu de rialiti, Evadán, y vuelta a empezar con las
inseguridades tan humanas, con la lástima que echa fuego a la hoguera de tu
rencor hacia Natas: a los males del corazón hay que alimentarnos para que sean
motor de un nuevo giro o movimiento de nuestra vida.
No bastaba saber quién
era, dónde estaba o qué quería, había que ser Dios, y si no, nada tenía
sentido. Pero del bajón de ser él mismo se recuperaba pronto y pensaba en
positivo porque estaba vivo, supervivencia, practicidad. La ensoñación había
sido tan real, tan placentera, tan digna de alguien como él, tan reveladora.
Sus dos bebés ahí, tiernos e indefensos, gozando en una especie de balsa de
adobo, como dos pedazos de carne antes de ser troceadas y cocinadas.
Desde la
última vez que había hecho el amor con Natas, no se había producido en él un
orgasmo de tal magnitud. Suspiró relajado y apartó con el pie al mismo koala
que ahora le lamía las heces que se deslizan a lo largo de su pantorrilla.
¡Menudo come mielda éste! Se levantó,
se estiró, se desperezó. Se miró al espejo y lo vio todo claro. Muy claro.
–Mis
dos niños, mis dos cloncitos, mis dos reyes coronados de besos. ¡Esto sí que es
de deidad de adeveras, de Santo Varón
Divino y Maestro, de auténtico Savadima! ¡SASETRI! A diestra. ¡SASETRI! A
siniestra. ¡Santo Sexo Tripartito,
por todos lados!
Qué
cosas tiene la mente y el subconsciente y la vanidad y el amor propio, que por
momentos te hace olvidar que ese sueño no te pertenecía a ti, sino al doctor Mc
Dueyn alias Mad Max, cuyo nombre lleva tu propia fundación en ese jardín
grotesco llamado Nede. Tirado en el suelo, olvidado de tus risas y chistes sin
gracia, manchado de excrementos y mantequillas sexuales, se hallaba el Diario de Creador. Un koala comía una
página al azar, cuyo subrayado con tinta de electromamey pedía a voces ser
leído.
"–Cuando
era niño, me subí a un montículo y chillé ¿por qué soy tipo duro con alma de
ruiseñor? ¿por qué? Dejadme ser un sencillo místico sentimental que viva para
la ciencia y la genética animal... Y ahora que lo conseguí, digan lo que
quieran, envidien lo que envidien, a mí me pongo por testigo que jamás volveré
a pasar vergüenzas, pavores o cobardías por ser yo mismo. ¡Lo conseguí! Un
ardor se expande por todo mi cuerpo. ¡Es la SUBÍN! ¡La Sublime Inmortalidad!
-Yo, nacido en la orfandad (era un secreto
pero ya lo superé, mi mamá me abandonó a los nueve años porque se compró ¡un
hijo silícico! y yo, del coraje y la rabia que me dio, le metí una verga punto
vir -de virus- por detrás y el pobrecito androide se colapsó y al tercer día
del estoque, ni la desfragmentación neuronal lo pudo salvar)... De la orfandad,
como decía, a la Inmortalidad...
-Y puestos en el ajo, agregaré que nunca me
entristeció ser el único naufrago del Último
Tsunami. ¿Qué sucede Humanidad, algo que objetar al respecto? Al contrario,
me enorgullece ser el único ser vivo de verdad en este mísero planeta, aunque
quién sabe qué dulces y opuestas opiniones hubieran suscitado mis logros…
-El día
del MIMU –Mi Milagro Último– se
acerca. Lo respiro, lo huelo, lo noto en mis canalillos espermaciales… Nota: logré eyacular en la boca del mono más machín de toda la manada. Con unas
tenazas así de grandes, le arranqué todos los dientes y chimpún del catapún. Se
la metí enterita y como quiso vomitar el muy cerdo, le rajé el estómago con mi
machete costeño…
-Soy feliz. Soy feliz. La psicodelia del amor maternopaternal es
lo máximo. Todo me da vueltas y la risita se me escapa entre la ranura de mis
dientes… Mámala, mámala, mámala, la mama, la mama, la mama. Definitivamente la
poesía no es lo mío…”
Sou glad
güi meid it, y no se sabe si porque están a punto de caramelo o porque el
dolor físico de la ensoñación de Evadán les aceleró el proceso, pero al fondo
de la Sala Fetal y flotando como
aceitunas rellenas dentro de la Matriz
de Incubación, sou glad güi meid it,
los mellizos Eva y Adán rompen las aguas de la fuente, abren los ojos, aunque no expresan nada,
y con la primera mirada que lanzan al mundo, se ilumina toda la estancia. Yu got tu guimi som lovin, guimi som lovin. ¡Qué
lindos besuguitos salieron, mira cómo hacen glup-glup mientras piden amor! Guimi som lovin ebri dei.
18. Declaración
de intenciones.
–El
ENEMIGO que fragua su celo noche y día sólo conoce un lenguaje, ¡el de los
puños! La frase que se traduce en ataque, ¡ésa es la correcta! Si un perro
atado a correa de acero ladra en la oscuridad de la noche, seguro alguien se acerca con malas intenciones. ¡Yo soy el enemigo! ¡Yo soy el perro! ¡Yo soy
la noche! ¡Soy la mala intención! Y vosotros, ¿qué sois vosotros? ¿Basura de un
conflicto bélico que está por comenzar? ¿Milicia de andar por casa? ¿Cuerpos
ahogados entre gases enemigos? ¿Cobardes plañideras de héroes que dieron su sangre
y su vida por la verdadera causa? No. Vosotros, sois ¡El EJEÁN! ¡El Ejército Evolutivo Anti Evadán! ¡Tres
urras al viento por la libertad futura!
Nada,
cero aplausos aplauden, ni siquiera un silbido atraviesa el sopor de las
primeras horas de la noche. Y en absoluto negativo, ninguna aclamación tímida,
o tenue vocifero en el ambiente de grillos, hojas de palma y gotas de rocío que
te rodea, porque solo, completamente solo estás, triste serpiente Natas.
Patético pirata desolado ante una muchedumbre impalpable, pues todita ella es
imaginaria.
El silencio se expande por doquier, igual que se expande el cáncer
de la soledad en un corazón añejo y curtido en los conflictos perdidos. En un
claro de selva baja, lejos de monos excéntricos y hienas pervertidas que se
divierten y disfrutan del chou que casi incia, a un puñado de hectáreas del centro del Nede y lo
suficientemente lejos de Evadán como para que éste ni se percate de tu
presencia, se alza una cabañita apócrifa entre los robustos nudos de un manzano
de aspecto centenario.
Manzano plagado y henchido de ricas y apetitosas
manzanas tipo golden. Aquí es tu nuevo chamizo, de los verdes cocos a las
apetitosas manzanas. ¡Va usted por buen camino, mi comandante! Un lugar
retirado pero sumamente estratégico, de la alta palmera al chaparro manzano,
del espesor de las palmas a la parquedad floral, de los enormes cocos a las
minúsculas manzanas, de la playa a la montaña. Animado por un hervor interno,
clamas desde el agua ardiente y la cazalla de tus vísceras. “¡Uníos, porque
jamás seremos vencidos!” ¿Y ahora qué? ¿Octavillas de corte casposo-intelectual
y memo-revolucionarias?
–Ante
la explotación y la injusticia crecientes, frente al poder abrumador del Estado Evadiano y contra la mordaza
asfixiante de su ideología, el EJEÁN exclama ¡no! ¡Recuperemos el espacio que
por naturaleza nos pertenece! Yo ofrezco sentido a la estúpida vida que aquí se
lleva. ¡Derribemos al Tirano! ¡Así como dos más dos dan cuatro, no permitamos
que Evadán nos llene de espanto! Vamos, todos a una fuente ovejuna. ¡Eah, eah,
eah, el déspota se marea! ¡EJEÁN, EJEÁN, EJEÁN, todos juntos contra Evadán!
Si
estimas en algo tu vida, deja de balancearte como poseso en la copa del árbol,
otro arranque de justicia y te caes, y así, herido y tuerto como estás, la neta
bragueta que no la cuentas porque te partes la madre.
Pasan
la tarde, la noche, la hora mágica, llega la noche.
Sentado en la rama más alta
del manzano y bajo un cielo plagado de raspas de plata que lijan agresivas el
ambiente, no puedes conciliar el sueño. Y carente de amigo, carente de un alma
piadosa y buena que asienta a las locuras e ilusiones que exhalan las escamas
de tu piel, te dan ganas de llorar, te sientes solo, la puta soledad del
destierro aprisiona tu corazón. Menudos párpados aguados pones.
A duras penas,
algún insecto revolotea impasible a tu alrededor y se larga falto de interés,
no le importas un pimiento a nadie ni a la Nada del recuerdo pasado. Pero las
chinches y esas cosas no son compañía, no cuentan porque pecan de un total y
pragmático individualismo, y a la Nada de aquel lejano día, hace mucho
tiempo que el Nede la devoró.
La verdad es que el doctorcito Evadán se lo ha
currado. En cambio tu, ver para creer, qué rotundo fracaso de liderazgo, ¿o
ante quién pensabas que hablabas? ¿A quiénes ibas a convencer si el coeficiente
intelectual del pueblo evadiano llega tan sólo al nivel de “si tengo hambre,
engullo, si me aprieta la barriga, cago”? Y a veces, ni eso. Una de las camadas
más numerosas de simios que puebla la Nedeland, es coprófaga. Comer de lo
comido, beber de lo bebido, sólo muere de hambre el estreñido. Así tu compadre
Evadán gozoso con los pluscuanteojos, mira a todos en fila de uno haciendo
todos el trenecito –¡chuuu, chuuu!– ¡come que te come, caga que te caga! y se asegura la mofa, la chanza y la carcajada cruel para el resto del día. Lo
que hace el aburrimiento en el paraíso.
–¿Alguien
me oye?, –susurras a corta voz y recuerdas a tu madre y los frotes y refrotes
que te daba con su cola cuando andabas en guerra con el corazón.
–¿No
existe en este mundo, alguien con un mínimo de sentido común? ¿Será posible?,
–y el eco contesta con gran posibilidad, posible, ible, ible, ible.
–Parezco
bobo ¿qué hago hablándole a un ejército imaginario? Será mejor admitirlo, los
tiempos de la virilidad castrense no volverán. Se fueron. Pero es que todo me
pesa como losa y extraño contarle mis cositas a alguien, joder, mamá, que me
siento solito... ¡Qué lastimero!
Y
callas porque tu cerebro empieza a segregar la química de la tristeza.
Cabizbajo, percibes algo a lo lejos y cerca de la vez, es tu soledad en el
horizonte y entre las ramas de los distintos árboles. Difícil lo tienes porque
con un solo ojo la capacidad para discernir entre lejos, cerca, superficial o
profundo se ve mermada severamente. ¡Pierdes el foco! Pausa.
Respiras la
frescura del aire, te cansaste de pensar, te diste por vencido, prefieres no
ver y volver a tu lugar de origen, ¿no es así? Pesado, como una bola de
músculos sin vida, te deslizas hacia el espacio que quieras o no, te designó
originalmente la Creación: el yermo nivel cero, el suelo. Abajo del manzano,
donde todo es posible, sobre todo, si todo es someterse a los designios del
Todopoderoso Evadán.
Deslizándote lentamente hacia el suelo estás, cuando a un
metro y medio de tocar tierra, observas el reflejo de tu rostro sobre una
manzana de gran tamaño, brillante por la humedad y el rocío que caen a esas
horas de la noche. “¿Quién es ese tipo desecho? ¿Por qué está al otro lado, tras
la epidermis de la manzana? ¡Que se vaya, mamá dile que se quite de mi vista!”
No te gustas, te compadeces de ti mismo y lloras a moco tendido, ¿a qué viene
tanto teatro, señor lastimero? Mejor acabar con todo de una vez. ¡Como un
hombre!
Y no sabes si te sueltas para ponerle el punto final a tu vida, o si se
trata de un simple tropiezo debido al cansancio, pero lo cierto es que de
repente, caes de bruces contra una de las raíces más sobresalientes del recio
árbol. y un hilillo de sangre brota de la comisura de tus labios dibujando de
nuevo la bandera del Japón sobre tu piel blanca nuclear. Una considerable
astilla te agarró la bocaza como un anzuelo y no te quiso soltar a tiempo.
Al
contacto con tus escamas de lirio, la sangre genera una combinación bicolor de
un blanco pacífico con un fogoso granate. Y lo sientes hasta en la médula, tú
también lo ves claro. Duele. Definitivamente todo está en contra tuyo, te estás
destrozando porque andas pidiendo amor, no guerra, pero tú quieres guerra
–aunque no lo no sepas aún–, y Evadán la tendrá, tendrá guerra, aunque mírate,
la cagada de pájaro hace nada, y ahora él árbol, ¿quién da la guerra a quién?
Pasan
los minutos, con el alma tranquila y un sosegado deseo de venganza, adviertes
de golpe y por el golpe, algo que en los tiempos del amor no hubieses podido ni
imaginar. Ahora lo sabes, desde hoy tu destino es acabar con la vida y
obra de Evadán. Sea como sea, cueste lo que cueste. La mala sangre siempre
acaba en la fosa común, los genocidios se pagan, eso bien te lo enseñaron los soña que pasaste en la hueste.
Es
cierto, no hay sabor más dulce que el de la venganza. Tu vida recobra su
antiguo designio y escrito está que es por encima de tu propia existencia.
Llama a este sentimiento felicidad porque es el paliativo perfecto para el
alma, un oráculo demoledor, la única verdad a la que de ahora en adelante
servirás cual fiel lacayo de pueblo llano.
Poco o nada importa saberse en tremenda soledad como la que vives de un tiempo a esta parte. Te señaló el dedo
certero del destino. En tu mano está alcanzar la meta, la neta, arribar a buen
puerto. Sonríes porque lo imaginas, lo construyes y lo vives, ahora sólo te
falta lanzarte al ruedo. ¿Recuerdas los oltaims
castrenses? Será ahora aún mejor que antes.
¡Alejop! Otra vez aventurero,
romántico, vividor y justiciero. Y por supuesto, pendenciero. Como por arte de
magia (o de mafia), aparece trazado el plan perfecto ante el aturdido y
maltrecho plasma neuronal de tu mente. Una enorme sonrisa de magnate (o
matarife) de la era de la postinformación, se expresa vidriosa en tus fauces.
Uno, dos, tres, ¡ar! ¡El Comandante Natas la va a armar! (De pedo, cabrón.)
19. OPGOES.
Operación Golpe de Estado.
O
más mono estará Evadán castrado.
Amanece. Tras una bruma espesa que se levanta
en los albores del Nede, se oye el piar rítmico de pájaros genéticamente
evadianos. Tal vez anuncien tormenta. Despiertas, el golpetazo de anoche te
dejó con cara de mal chiste, aunque te esfuerzas por sonreír, nada te importa;
¡mentira! Tu misión sí te importa. Sin miedo, sin esperanza, se disipan las
nubes y se alejan los pájaros, ahora la tormenta sólo es un espejismo y ríes al
calor del sol naciente.
Te quedaste sin dientes Señor Magullas, estás hecho un
fiasco de tipejo.
Manos a la obra, que el tiempo vuela. Abrumado por la idea de
un futuro más justo para ti y los que son como tú, te arrastras por los suelos
de una profunda enramada que te llevará derechito al recinto principal de la Fundación Mad Max. ¿Qué vas a hacer?
¿Lo sabes?
Encefalograma de la curva del sentimiento de los pensamientos del
insurgente Natas en la mañana que inicia la OPGOES:
–¿Cuánto
falta para la revelación en sociedad de los clones del Dictador? El sol está
subiendo, y antes de que empiece a bajar he de estar allí, debo darme prisa. El
tiempo es viejo aliado y factor de oro en todas ocasiones. Sobre el terreno
parece no haber complicaciones. La estrategia ilumina mi camino. Está clara,
carece sombras, no puede fallar. A esto se le llama vencer o morir. O tirar a
matar. O de perdidos al río, sin calzones y en trío. ¡Puf! Volver a las
trincheras me aterra, debo admitirlo, ¡qué mierda! ¿Es esto una inseguridad? ¿Un
pensamiento negativo? ¡Fuera la roña ponzoña de mi mente! Orden. Organización.
Obligaciones. ¡Maniobras, acciones y deberes a realizar, arr! Primero, camuflar
lo llamativo de mi blanca piel. ¡Con barro, brea y hojas secas! Un poco del
excremento que vi anoche tampoco vendrá mal. ¿Dónde estaba? Si parecía recién
sacado de un estómago rumiante, me consta porque lo vi, porque lo olí en el aroma
del atardecer. La noche anterior no pude conciliar el sueño y
cuando llegó el amanecer, tuve la suerte de ver en donde empieza la frontera entre
el Nede y lo de más allá, una vaca aflojando el vientre. Golpe a golpe vi caer la
mampostería fecal del orificio vacuno. ¿Dónde estará ahora? ¡Ahí! Gracias
Providencia. De no ser por ti, cómo me camuflo yo a estas horas del ángelus. La
fragancia es lo único que le falla a esta mantequilla de culo. ¡Nada de
escrúpulos! Un verdadero militar carece de miramientos frente a todo lo que
empañe la dicha de luchar. Qué gusto estar rodeado de compañeros fuertes como
ustedes, lo confieso, ustedes, mi querido ejército, son lo máximo.
Y
fuertes pisadas de un ejército de mutantes y deshechos genéticos de última
destilación, retumban en el suelo haciendo que la tierra vibre a cada paso que
dan. Son cientos. Qué cientos, miles.
–¡No!
¡Natas, acepta las cosas como son! ¡A mi lado no hay nadie! Ningún ejército,
nadie se acerca. ¡Fuera fantasmas del pasado! Me veo obligado a hacer lo que
antaño hice en las trincheras. ¡Deberes hipocámpicos! Mi rezo para el camino
será aceptar que estoy solo, pero solo-solo, tanto que asusta sólo de pensarlo.
Arrojado por completo a la soledad puta y al más puto de los olvidos me hallo.
¡Otra vez me entraron ganas de llorar! Sanseacabaron todas esas mamadas de
creerme entre cuatreros, legionarios y machos. ¡Fuera apegos de mi mente! ¡Estop danza neuronal, que acalle la
ópera del recuerdo! Bueno, una vez estés bien empapado de mierda hasta el
cogote, te diriges derechito a la Zona Cero. ¡Un momento! ¿Funcionan los
bíorelojes? En efecto, funcionan, ¿quién los arregló? A ver, sí, me encuentro
en la hora H del día D. ¡Vamos allá!
Sigue
adelante Natas, muy bien. Esfuérzate, ánimo, tu puedes, dejarás de ser un
fracasado, te convertirás en todo lo que una vez soñaste y vencerás, o morirás
en el intento. Saca matrícula de honor en tus trabajos hipocámpicos, mantén la
cabeza fría, convéncete a ti mismo, se tú dueño de ti mismo. Parece que todo
marcha en la dirección correcta, pero el camino cubre de asperezas tu vientre,
lo trenza a base de astillas y virutas de dolor. Los sílex del terreno, te
hieren el único ojo sano y el sol hace justicia sobre tu lomo enmierdado. Es
duro, sigue adelante, gracias a tus auto terapias y las porras, la vida te mudó
el significado de la realidad, y eso te hace sentir más vigoroso, vigoréxico.
Ya eres otro. Tras la noche de los morros rotos, llega la furia que cuajará en
ofensiva, y de la ofensiva al ataque, te alzarás vencedor.
–¡Segundo!
Debo ser consciente de que puedo morir. Sin miedo y sin esperanza. ¡Fuera
cobardía de mi mente! ¡Nací para vencer! ¡Adelante, héroe de batalla! Debí
escribir mis memorias. Ni planté un árbol ni tuve un hijo ni escribí un libro.
Si tan sólo hubiese tenido el hijo con Evadán, pero qué digo. ¿Será ésta, una
muestra más del miedo que empapa mi esfínter? Al menos, si pierdo el camuflaje
lo repondré con facilidad con sólo dejar de apretar el vientre. ¡Pooof, y de
nuevo camuflado! Y es que el hijo de verga de Evadán posee una chulería y un
empaque que ni pá qué te cuento. ¡No aguanto más! ¡Fuera esta siniestra imagen
de fracaso de mi mente!
Y
frenas de golpe la marcha.
–¡Pensemos
en otra cosa, en lo primero que me venga a la cabeza! –los pavores hay que
enfrentarlos cara a cara o evadirlos–. Recordemos amantes, las guelfrens y sus misivas son una clásica
obsesión de la trincheras, del cuartel en la contienda. A ver... deja que
piense...
De
lo lejos llega el eco de los changos cantores. Parece que berrean el jit pareit de moda. El SABIETO, el Salmo de Bienvenida y Eterna Obediencia.
Mientras, el SACRE, el Savadima Creador ¡luce
de luces todo el cuerpo! Como una estrella, como un comenta a seguir. No Natas,
no lo hagas...¡no te preguntes...!
–¿Y
si hago esto por amor? ¿Es mi gallardía, una rabieta de puta niña malcriada? "¡¡Nataaas, no pienses maaás!! Lo haces muy bien, no te sientas inseguro, mi
niño, mi bebito, mi colita blanca, mi resplandor nocturno sobre la arena..." Ayayayayay, cabrón, ¿qué haces en mi cabeza, ¡Mamá!?
¡Comandante
Natas, cómo es que piensa ahora en la hueva que le parió! ¿No siente el hedor
del Enemigo al final del camino?
–¡Sí!¡Empalemos
al zar del Nedeland! ¡Muerte al regio! ¡Que su cuerpo sufra nuestra furia e impiedad!... ¡Ay!
mamá qué diarrea, creo que no me puedo aguantar por más tiempo, tengo miedo,
hace tantos años que me relevaron de la hueste. No, no pudeo. ¡Ay no, me lo hice en el
camuflaje trasero!
¡Pooof!
Y como un geiser del trasero, te sale a chorro el agua fecal que no has podido
aguantar por los nervios.
–¡Esto
no se va a quedar así! Evadán escúchame bien porque sé que aún en la distancia
me tienes presente. Tengo tres formas de matarte. Estrangularte, reventarte
mientras te sodomizo o utilizar ¡el poder de mi mente en conjunción mística con
el Universo! ¿Y eso cómo se hace?... Ay madre mía, mamita linda cómo te echo de
menos. ¿Qué hago mami si a tu culebrín le agarra tremenda tembladera? ¡Y eso,
sin hablar de esta apestosa cagalera que me ha dado!
Andas
tan aterrado, tan muerto de miedo que ya ni andas, ni te deslizas sobre el
sílex ni nada de nada. Enfrentarte sólo contra el mundo te da un pavor que no
veas y paraliza la sucesión lógica de tus escamas en movimiento. Tu cuerpo
parece un palo terco a mitad camino del todo por el todo.
Respiras.
El
viento roza tu rostro enjuto y frente a la arboleda de matas, lianas y
palmeras, tu aspecto se perfila mejor. Pareces una escultura desajustada. Así
parado, recuerdas al olvidado Godzilla a punto de tragarse una megalópolis como
desayuno, puro nervio de bicho. Pero al igual que él, en el fondo eres falla
valenciana o simple monigote de plastilina color marrón-popó. Y si apuras la
comparación, bien se diría que eres una mala imitación en escayola del padrote
Evadán.
Das lástima, con tanto miedo encima sólo vas a provocar risa. Si grande
es la piedra que te hizo caer, ¿por qué no apoyarse en ella y levantarse?
Cierras los ojos. Lloras de nuevo. Saliste enmadrado. ¿No eras tú todo un
guerrero? ¡Embustes! ¡Eso, enfádate! Que se encienda el calor en la parte más
baja de tu cuerpo, que se prenda la mecha, que te despierte el coraje y déjalo
salir, es la prehisteria bélica que
ahora necesitas. Si las dejas crecer, si arrojas a ella los troncos del valor y
la madera del sosiego, la llama se prenderá y todo podrá acontecer. Todo.
Todo
lo digno de narrar estimado Natas, es aquello que se considera previsible de lo
imprevisible. Lo absurdo de un dios impío que mezcla falto de criterio, la
fortuna y el desatino de todos sus personajes. Natas, querido Natas, pobre
Natas. En realidad, aquello que frena tu llegada al frente, por lo que realmente no avanzas, no es otra cosa
que un tronco a mitad de camino, pero no lo puedes ver. El miedo te aturde la
evidencia.
A pocas decenas de metros se anuncia en nedesorround, la pronta revelación en sociedad de los hijos del
Jefe, Eva y Adán. ¡Vamos, despabila tu di función cognitiva! ¿No ves que no es
real? Sólo es un tronco. Sigue hombre, sigue, que todo lo que ante tus ojos
aparece, es producto del mamporro macetero en la calzada tu entendimiento.
Además, el excremento que te pusiste como camuflaje parece que suelta gases
tóxicos. ¿Qué pasa? ¿Te pusiste a tope, bien jaicolocado pedazo de yonky? ¿Qué
pasa? ¿Eh? ¿Qué es eso? ¿Un fantasma, una alucinación, es el tronco?
Calma. Tal
vez, si se pudiera aplicar un análisis científico a la escena que en este
preciso instante acontece frente a ti, el resultado indicara que la aparición
que sufres no es tal aparición, ni mucho menos una alucinación, sino una conexión
real con tu pasado. Un Cacaflasback
o un Agujero Hechicero del Tiempo. El
milagro sanador que todos tenemos en nuestra alma. Es el AGUHETI, que afecta
directo al estado sensitivo de la masa encefálica de los huevotti. Esto explicaría la veracidad, fidelidad y fidedignidad –o
sea, el realismo del hecho real y
tangible en sí–, que subyace y suscita la siguiente secuencia, ocurrida ésta,
en el camino agreste de tu sanchipanza venganza.
Debido
a una disfunción del seso agudo o por falta de seguridad en ti mismo o porque
llevas coraza de estiércol bajo sol justiciero, frente a tu rostro de rey
pasmado y en medio de la nada obstruyendo tu irrevocable destino, o más bien
para ayudarte a salvaguardarlo, se halla tu madre. Sí, tu mamá, la mismita que
te trajo al mundo, hijo de huevo. Tanto la necesitas que acudió a echarte un
coletazo. Tu mamá, tu querida mami. La Señora Pitón.
–¡No
aguanto más al anacondo de tu padre! Menudo humor, óyeme no hay quién lo
soporte. ¿Qué reptada he hecho yo para merecer esto?
–¡Fuera de mi mente! ¡Eres una
alucinación! ¡Un fantasma del pasado!
–¡No digas tonterías, niño! ¡Pórtate bien
o te daré fuerte con la cola!
–¡Que no! ¡Que no existes, eres un producto de mi
inseguridad que me provoco yo mismo, lo sé, es parte del proceso hipotalámico.
–¿Qué hipopótamo ni que ocho cuartos? ¿¡Te quieres tranquilizar!?
–¿Eres tú, mamá?
–Me haces llorar, negándome la posibilidad que vuelva a verte
aunque sea por unos minutos. ¡Mal hijo!
–Sí, no hay duda, eres tú. Vamos mamá,
no llores. Yo no quise...
–“Yo no quise, yo no quise” pero lo hiciste.
–¡Basta
de melodrama! ¿A qué te apareces ahora? ¿No ves que el destino me espera?
¡Voy a matar al padre!
–A tu padre déjalo tranquilo que no te hizo nada.
–A ese
padre no, a otro, al padre de sus clones, al doctor Evadán.
–¡Un humano! Por mí
como si te lo zampas con arroz, tomate frito y huevo.
–Me lo comí, me indigesté
y lo cagué.
–¿Que eres maricón, tú, hijo mío?
–¿Yo, por qué?
Ligera
pausa. La señora Pitón observa atenta a su hijo. Natas, avergonzado, le rehuye
la mirada. Un ligero pestañeo de los dos, delata la alegría de verse de nuevo.
–¡A
mis labios, culebrita!
–¡Cómo te extrañé, Mamá Pitón!
Y
Natas se lanza a los labios de su madre. Y la madre mete la pérfida lengua
viperina en la boca de su hijo. Y Natas, con el regusto ácido del beso materno,
recuerda sus años mozos. Cuántos recuerdos junto a sus tres hermanos y su
hermana, jugando desnudos y e inmorales a ojos ajenos, al pasatiempo de la
toalla mojada. Uno se enrollaba la toalla y el resto de los hermanos debían
adivinar si se poseía o no, ropa interior. Y a veces, de tanto taparse, enseñar
y volver a taparse, del roce desnudo con la toalla, el miembro de alguno de los
hermanos, o el suyo propio, se ponía erecto. Natas, en el regazo edípico de la
Pitón, te relames con remembranzas del pasado.
–Tantos
y tanto años luchando contra los enemigos de la UCODED y mírame ahora mamá,
viejo, acobardado y para más datos, enmierdado.
La
madre desea decir algo pero el hijo, un tanto tosco, la interrumpe.
–No
digas nada, mamá, lo sé todo. Te avergüenzas de mí.
La
madre, de un golpetazo aparta de su boca, la maloliente cola de su hijo en
congoja.
–¡No
seas bobo! Una madre serpiente sólo desprecia a su serpentín cuando éste se lo
merece.
–¿Y cuándo se lo merece?
–Ahora te lo mereces… Hijo mío, era broma.
–Sabes que mi amor por ti es masoquista, mamá, si me lo merezco, adelante,
pégame.
–Lo sé.
–¿Recuerdas? Por las noches te arrastrabas sigilosa hasta mi
cama y retirabas la sábana y la colcha. Me tocabas ahí abajo. Me apretabas, me
estrujabas y se me hinchaba el miembro.
–¿Te hacías el dormido, niño?
Natas
no sabe qué contestar. Quisiera decir “ansiaba la hora de irme a la cama, desde
mi madriguera oía tu cuerpo deslizarse hacia mí, tu boca fue la maestra de mi
florecer sexual, lo echo de menos, lo echo tanto de menos”. ¡Qué lástima es el
no atreverse a decir las cosas que uno siente! La cobardía te anuda las cuerdas
vocales, te impide confesar, hijo galán Natas.
–Mamá,
ando nervioso y sin valor. Si no lo mato ahora, no lo mataré nunca. Perdona
que llore, sufro de incontinencia sentimental.
–Hijo mío, ¿quieres que te meta
una palmera por el culo y verás el valor que te da?
Ruborizado
–¡¿ruborizado tú?!–, suspiras con la cabeza ladeada hacia la izquierda, sueltas
una lágrima que te desmierda un poco el perfil de la cara, contoneas suave el
cuerpo y con cierto pudor, contestas.
–Sí,
mamá... Por favor... ¿Podrías tú... por favor, hacerme una lavativa y darme valor?
Y
lo que sigue entra en el ámbito colateral de la familia “Anacondo-Pitón” y está
vetado a los no imaginativos.
Fin
de culebrón.
20. Calentando motores.
–¡Bienvenidos
a Radio Paraíso –¡tu radio nedénica!–.
Para todos ustedes, Pejelagarto Pérez retransmitiendo con señal evadánica para
todos los rincones del Nede.
-Buenas noches, radioescuchas. ¡Buenas noches
Nedeoyentes! La fecha de hoy es un hito en nuestras minúsculas vidas. Hoy, el
cielo se abrirá y las nedestrellas se conjugarán en danza chótica interestelar.
Hoy, el astro Sol sacará de paseo a su amante la Luna, uniéndose en un intenso
eclipse de amor. Hoy, bienaventurado auditorio, aflorará la virtud, reinará la
dicha y la paz sembrará hectáreas de felicidad en nuestros corazones. Porque
hoy nacen. Sí hermanos, hoy estarán entre nosotros. ¿Que de quiénes hablo? ¡Lo
saben, lo tienen grabado en el alma y en su carga genética! Efectivamente,
hablamos de los príncipes Eva y Adán. ¡Futuros monarcas del Nede! Y desde tu
radio favorita, Radio Paraíso, te ofrecemos en directo la CROALANU, la Crónica de un Alumbramiento Anunciado.
Demos paso ahora a nuestro reportero corresponsal poco convencional y también
por desgracia, algo subnormal, con ustedes, ¡Mono Machín!
–Buenas
noches, noches buenas queridos nedeoyentes. Frente al recinto principal de la Fundación Mad Max para todos ustedes
Mono Machín, sí, el chango negro de las nalgas color chocolate “Clarín”... Y es
que el ambiente no puede ser más agradable, ya que el oxígeno que se respira
es, “Ciel ¡Oh Dios!, para vos”... Y el fuero variopinto de animales, no puede
ser mayor. Toda la crem du la crem, la
jai sosieti, la yet set, todo el alto estandin
del Reino del Nede se halla en primera fila del evento. Todos ellos, no falta
nadie, se hallan emperifollados hasta la coronilla y sentados en las
“maravillosas butacas Pepe, que ayudan a ir al retrete”. Vemos por ejemplo a
Mamahiena y su nuevo marido Doki-dog, enlazados bucalmente de los genitales
cual dos tortolitos en celo. Y tres metros más adelante, a ver si... sí, tres
metros enfrente de Doki-dog, efectivamente, se encuentran con los cuerpos
torcidos y convulsos en acto animoso, creo que... Sí, ahora, gracias a las
lentes “Sida, para toda la vida” que me acabo de pegar con “Cola Loca para tu
boca” a mis patillas esponjadas con “Burbujas Capilares, rizos a mares”,
distingo entre el público y se trata de –¡anótenlo porque esto es primicia del
corazón!–, ¡Gusano Petetín y Babosa Bondadosa, que pletóricos de amor, se
huelen mutuamente las pompas... Y... ¡Salva SABE, Savadima Bendito! ¡Qué asco, qué hedor tan insoportable! Hasta aquí
llega la bufa que Gusano Petetín, asín-asín, expulsó por detrás, prrrr. (¿No
hay ninguna máscara antigas que se anuncie?) Y delante de todos, ¡Babosa
Bondadosa se retuerce de amor y deseo con el aroma “Cul Oh Fuera, para mi abuela” de su amado cuco Petetín! ADVERTENCIA:
Si tienen niños en casa, mándelos a dormir con “Pajitas Nocturnas, las
manualidades relajantes del Doctor Morbeu”. Mándenlos a la cama, hagan caso,
piensen en la moral evadiana porque esto está que arde.
–¡Qué
emoción, Mono Machín, qué emoción, devuélvenos la conexión!
Una
a una y emotivas, se apagan todas las luces del patio de butacas. Una a una,
como estrellas, se encienden todas las luces del escenario. Y al fondo de la
cávea, crepitan una a una varias nubes de luciérnagas. Su luz verdiamarilla le
plasma el lado místico al asunto éste de la presentación en sociedad de Eva y
Adán.
–Religión,
éxtasis, alumbramiento. Son palabras mayores las que murmura el público
embobado. ¿Cierto, Mono Machín?
–Sí,
sí...pos por su pollo, jefecito.
–Queridos
radioyentes, suenan los primeros acordes de la orquesta conducida por Mat
Zucho-Cho, oso parranda de última creación. El verdadero mérito de este animal
fue haber aprendido dirección musical a base de electrochocs con música de Manuel de Falla de fondo. Evadán, aunque
a veces carece de gusto por la canción (luego dirá Natas y los terroristas del
manzano, que lo que Evadán impuso con la creación del Nede no es una verdadera
democracia espiritual porque “se supone” que la censura empaña todos nuestros
actos, ¡mentira cochina!, porque vean ustedes, escuchen lo que acabo de decir a
micrófono abierto, el Savadima Evadán “no tiene gusto por la canción” y todavía
nadie ha venido ni vendrá a pedirme cuentas por mi opinión. ¡Para que luego
inventen chismes esos brutos que siguen a la serpiente blanca!) Eso, que aunque
Evadán no tenga gusto por... ¿eh? ¿qué iba a decir yo? No recuerdo, ya no lo
recuerdo... ¿Qué le pasa a mi cabeza? ¡Orujo, orujo, por el culo te la estrujo!
¿Eso iba a decir yo? ¿Sí?
Evadán,
eres un crack. Conseguiste lo que nadie consiguió en toda la historia: arrancar
la facultad de recordar, mejor dicho, que sea la propia mente del energúmeno en
cuestión, la que extirpe el recuerdo inmediato automáticamente. En el mismo
instante en que el locutor de Radio Paraíso fue consciente de que podía tener
un juicio de valor hacia ti, se le olvidó que lo había tenido sin olvidar que
lo puede tener y así sentirse libre pensador y no ligado a las normas
espirituales impuestas por ti. Autocensura inconsciente. ¡Es perfecto! Y así te
aseguras que siga todo igual, sin que nada cambie y con total sentimiento de
libertad para con tus creaciones. ¡Ay, no! No digas que también a Eva y a Adán les extirpaste la facultad de... ¿De qué? ¿De qué, Evadán? ¡no lo recuerdo! Ya
no lo recuerdo... Te gustó la broma, ¿a que sí? Llegarás lejos en este negocio
de lo divino.
La
racha de aire nocturno mece la escena. Una pausa en la música y todo se
oscurece lentamente. El decorado de tela, al compás de la manivela y del oxido,
desciende por cables de acero amarrados a la parrilla de los focos, el decorado
se desprende y se amontona en el suelo. Aunque lento, cae con sonido hueco y la
polvareda que suelta al hacerlo, es bella porque parece una alma divina en
advenimiento celestial.
–En
susurro digo que el encanto flota como eterna aureola entre el público
asistente, generando expectación como cuando fumamos cigarritos de la “Risa,
para tomárselos sin prisa”... Ya saben, el que les murmura la Santa Ceremonia
es Mono Machín, armado siempre de condones el “Calcetín, para un buen fin”.
Retransmitiendo en vivo y en directo desde el recinto principal de la Fundación Mad Max, para todos ustedes,
gracias a la gentileza de Radio Paraíso, tu radio edénica. Demos paso ahora a
un mensaje en diferido de parte de nuestro Monarca Evadán.
–“¿Con
qué frecuencia eres feliz? La felicidad no se alcanza ni se encuentra, se
recibe. Es un regalo de NUSAPE, Nuestro
Santo Padre Evadán, quien la crea con su alma iluminada para ti; para
premiarte por una vida recta, de servicio y poco vicio para con Dios Santo el
que está en el LAPESABELA, Laboratorio
Peluquería, Salón de Belleza y no sé que más, o sea, para conmigo. ¡Gran
Nede arriba, gran Nede alto, viva el Dios de los cuadrúpedos calcos!”
21. Algo sucede.
–Mono
Machín, ¿sigues ahí?... Mono Machín, perdimos la señal. Mono Machín, ¿me
oyes?... Nada. ¿Alguien me puede explicar qué sucede? Disculpen todos ustedes
las molestias ocasionadas, les prometo que en breve reanudaremos la
retransmisión en vivo y en directo del SANALUM, el Santo Alumbramiento. Todo nuestro equipo técnico se halla en estos
momentos resolviendo los problemas que pudieran...
Quisiera aprovechar y
contarles que en Radio Paraíso, poseemos un magnífico equipo de técnicos y
profesionales al servicio de la VECANE, la Vera
Causa del Nede. Nuestros compañeros del estudio detectaron el error y en
estos momentos se hallan subsanándolo... Sí, parece que sí. Es un hecho, en
breves instantes gozarán ustedes de nuevo de la GANA, la Gala Natalicia. Gracias, repito, a nuestro equipo técnico que
hacemos posible lo imposible. En instantes ustedes van a... A ver, ¿sí? ¿Se me
oye? ¿Mono Machín nos escuchas? ¿Algún corresponsal o técnico que nos escuche?
Sí, parece que sí... Bueno, ¿todo listo? ¡Vamos allá! Desde los estudios
centrales de Radio Paraíso, retransmitiendo –ahora sí y perdonen de nuevo las
molestias ocasionadas– para todos ustedes el AMINUEVI, el Acto Más Importante de Nuestras Vidas... ¿Qué es ese ruido? ¿Otra
vez se volvió a estropear la cosa? ¿Alguien me puede decir qué sucede, por
favor?
–¡Aquí
Mono Machín, Pejelagarto, ¿me escuchas?
–¡Por
fin! ¡Te oímos, te escuchados! ¡Por Savadima Bendito! ¿Puedes decirnos que
ocurre, Mono Machín? ¿Qué sucede? En el estudio estamos con el corazón en un puño.
¡Los nedeoyentes quieren saber! ¿Son lágrimas, eso que oímos, Maní Machín?
–Snif-snif.
Sí, efectivamente, son mis... snif-snif... mis lloros de monito pelado. Son mis
lamentos, Pejitolagartija mía. ¡Ay, por Savadima Distinguido como el queso
“Blanquito, que es más supino y exquisito”. ¡Todo pasó tan rápido, Pepito!...
Snif-snif.
–¿El
qué, Monomachín?
–¿El qué de qué, Pejelagartín Perecín?
–¿De qué, qué?
–No hay
quién te entienda querido.
–¿Se puede saber qué sucedió, Mono Machín?
–¡Gravísimo, PePe!
–¡Explícate, por Dios!
–Era una hermosa crónica de
alumbramiento real ¡y se convirtió en una CIGE! ¡Una Cige, Pejelagarto!
–¿Una
qué?
–¿Qué de qué?
–¡No empieces!
–¿Empecé yo?
–¡Estás esquizofrénico!
–¡Una Crónica de una Intentona de Golpe de Estado,
Peje!
–¡No puede ser!
–¡Es,
Pejelagarto, es! ¿Quién está aquí, tú o yo?
–¡Por el Todopoderoso, Altísimo y Supremo Evadán! (TASE)
–Es horrible, lo
sé. ¿Quién está aquí, tú o yo?
–¡Habla, Mono Machín, tú que eres el que estás
ahí presente, habla!
–Nadie sabe con precisión qué pasó. Las animales chillan,
desesperan, se agolpan y amontonan sobre cuerpos desechos y órganos que por la
presión revientan.
–¡Tememos perderte de nuevo! ¡Al grano, Mono Machín!
–Nos
hallábamos a punto de admirar a Evadán accediendo a la apertura de las CAPHER, Cápsulas de Herencia, estuches que
contienen a sus altezas Eva y Adán, cuando algo blanco, alargado y con hedor a
caca de vaca, cayó del cielo. ¡A velocidad de vértigo chocó contra una de las
cápsulas! Creo que contra la de Adán... Sí, efectivamente, ahora que el humo
amaina a mi alrededor... El objeto fecal volante no identificado chocó contra la
Cápsula de Herencia número dos, la de Adán. ¡Oh, Dios mío!
–¿Y
el TASE, dónde está el nuestro SASATA, nuestro querido Santo Savadima Tase?
–¡Papimami Evadán yace tendido en el suelo!
¡Que alguien haga algo!
–¡Oh, Dios!
¿Está muerto?
–¡Se levanta! Parece que fue un mareo. Un nutrido grupo de
POPORRES...
–¿Pollicerdos Policía Real?
–Así es.
–¿Y qué?
–¿Y qué de qué?
–Que ¡qué
le hacen los POPORRES!
–Intentan reanimarlo con gases intestinales.
–¡Por
Savadima Bendito, qué alivio!
–¡Oh, mai lord! ¿Pero
qué es eso?
–¿Qué sucede Maní Machín?
–¡Qué
horror! El objeto volador se alzó de tierra, manchado de sangre y caca de vaca
se elevó, se enroscó en la parrilla de focos y con fuerza acaba de colisionar
contra la Cápsula número uno, la que contiene a Eva... ¡Oh, no, Dios,
no!... ¡Las dos CAPHER, las dos Cápsulas
de Herencia, las Cápsulas Gemelas se derrumban!.. Pip-pip-piiiiiiiiiiiiip.
–...¿Mono
Machín? ¿Estás ahí? ¡Mierda! ¡Güi losjim
aguein! Aquí Pejelagarto Pérez, PePe, retransmitiendo para todos ustedes
los trágicos hechos acaecidos en la GAD, la Gala de Alumbramiento Divino... No tengo palabras. Sé que debo
atenerme a mi Santa Profesión, a mi cuarto poder a cuatro patas, e informar de
lo tristes eventos acontecidos hoy en la Fundación
Mad Max, pero soy algo así como animal y me cuesta; tengo mi
corazoncito... ¡Valor, con un par de BB, de Buenas Bolas, PePe! Última noticia, primicia, extra-extra. Lean la
Neta, lean la Neta, la Neta, neta es la mejor. Un objeto blanco no identificado
se estrelló contra las dos Cápsulas de
Herencia causando el derrumbe inmediato de los estuches de gestación.
Cornetas de venganza vuelan al cielo y los chichones que producen al contacto con
cabezas inocentes, son muerte segura. ¿Qué será de nuestras vidas? Se habla de
la autonomía de la capacidad de pensar y juzgar si te unes a la milicia
natilla. ¡Se habla, se habla, se habla!
22. CROPDE.
Crónica del Principio de la Decadencia.
–Ejem,
ejem... ¿Sí? ¿Se me oye, me escuchan? Uno, dos, tres... Sí, sí... Hola...
Buenas noches a todos. Somos el EJEÁN. El Ejército
Evolutivo Anti Evadán. Estén atentos y no a tontos, que el EJEÁN informa.
En vista de los hechos desencadenados a primeras horas de la pasada noche, yo
os digo, ¡sonreíd, somos un PULI, un Pueblo Libre! ¡Un
Pueblo sin yugos es un PUVIS, un Pueblo
Vivo y Sublevado!
Ante nosotros vio la luz un hecho que cambiará nuestra
vida para siempre al fragor de un nuevo horizonte de esperanza. Un hecho
histórico. ¡El principio de la decadencia evadiana ha llegado! Y desde aquí,
desde las ondas revolucionarias de Radio Acinatas –tu Radio Golpista–, te damos
la bienvenida, esfera proletaria de la República del Edén. Un nuevo nombre para
las tierras liberadas que ansiosas ven calmadas su sed de justicia.
¡Últimas
noticias! ¡Aplaudamos la venidera muerte del Tirano! NATIN, Natilla Inteligente, nuestro centro
nacional de espionaje, se encuentra en estos momentos investigando el paradero
del opresor y déspota Evadán. Aseguran haberlo visto subir a prisa y corriendo
hacia la azotea del GRACEDETEBIO, cargando como ataúdes, las dos botellas ésas
que contienen a sus dos engendros en adobo. No sufran, les mantendremos
informados en todo momento.
¡Demos paso ahora a la nueva sintonía radiofónica!
Aquellos que la conozcan sólo de oídas no se preocupen, no teman represión
alguna por parte del nuevo orden revolucionario. En cuanto se instaure de
nuevo el tendido eléctrico, el himno sonará en todos los rincones del Edén por
la frecuencia 24/7. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana.
“¡Arriba clones de la tierra! ¡En pie, cuadrúpeda legión! Los iracundos gritan guerra, hasta el fin de opresión. ¡Borrad rastros del pasado! ¡Arriba esclavos, todos en pie! El Mundo va a cambiar de base, el Nede de hoy, el Edén ha de ser. Agrupémonos todos en la lucha final. El género tosco es la Disfuncional. Agrupémonos todos, en la lucha final. El género tosco, es la Disfuncional.”
¡Viva la Insurgencia Acinatas! ¡Viva! ¡Viva Radio Acinatas! ¡Viva! ¡Muerte a
Evadán! ¡Muerte! ¡Hoy puede ser un gran día, duro con él!
Coplas,
trovas y tonadillas se amontonan por las esquinas. Los panfletos y octavillas
ondean sobre el Nede-Edén como pájaros que a su paso, dejan el suelo plagado de
un otoño revolucionario.
“Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero. Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero. Lucho en el frente del Edén, primera línea de fuego. Lucho en el frente del Edén, primera línea de fuego.”
El SUCONA –¡Supremo Comandante Natas!- pirata,
corsario y bucanero –se mandó poner un ojo de cristal color del ámbar marino–,
encabeza la lucha antievadánica. Tras boicotear con éxito el nacimiento de
Eva y Adán, agrupó un considerable ejército de mutantes y desechos de
laboratorio que por una extraña causa cósmica, habían empezado a pensar. Y no
precisamente en comer y cagar, sino en matar–(¿se unos a otros?). Una vez limada
la aspereza y tosquedad del nuevo ejército, se procedió a su formación militar,
su adoctrinamiento en las artes de la guerra, o en las malas artes, recurso
válido cuando la tropa es de guerrilla, pequeña e improvisada.
–Si
yo digo, ¡mate!, usted Cacagusano Rodríguez, ¿qué hace? –¿Mamo mi comandante?
(¿Qué
se le puede enseñar a un cacagusano cualquiera como éste? ¡Inepto
sub-evolucionado! ¡Jo! Esto no tiene nada que ver a cómo era en mis tiempos
instruir a un soldado. Antes, si alguien era tonto, era tonto y se iba a
Gobernación, que ahí siempre han sobrado tontos burócratas y hasta son necesarios, como
este cacagusano de mierda.)
–Mire
usted, Cacagusano Rodríguez Palomino.
–¡Pa´ servile a usté! Sí, ése soy
yo... ¡presente!
–Si le digo, ¡mate!, usted ¿qué hace?
–¡Mamo, mi SUCONA, mamo!
–Pues si mama, mame con ganas y reviéntele bien los huevos a ese papanatas
de...¿sabe usted a quién me refiero, cabo Palonimo?
–Pues...
–¡No tiemble,
hombre, que no me lo voy a comer, yo soy serpiente, como cosas más grandes que
usted! A ver, ¿a quién se enfrenta usted, contra quién hace la guerra y no el
amor?
–Contra... el... La Natasha caza ratones.
(¿Lo
mato? Si lo mato es un soldado menos que tendré en las trincheras pero si lo
dejo vivo con lo tonto que es, seguro se cambia al bando enemigo, o peor aún,
se hace político.)
–Ya
lo sé, ya lo sé mi SUCOMA, me lo sopló alguien de atrás. ¡Soy un soldado de las
fuerzas Antievadianas!... Pero lo que no entiendo es quiénes son Eva y Diana y
por qué las tengo que matar.
(Pobrecitos,
si no se hacen pronto al pensamiento, estos brutos sufrirán severos trastornos
bipolares. Por Dios, digo, por mí, si resulta que en el fondo soy un flan... de
huevo y vainilla... con nata, me gusta que los flanes salgan bien.)
–¡Tome
su fusil excremental. Listo para la guerra. Acaba de obtener su licenciatura en
la academia militar Quinta del Manzano, Fuerza Satánica, digo, Acinatas, República del Edén.
–¿Con
qué puntuación mi Comandante?
–¿Puntuación? Un soplamocos en la puta jeta es la
nota que te voy a dar como no me mates aunque sea un sólo cacaseca del ejercito
evadiano. ¡Eva-di-ano!
–Sí, Eva-di-ano! Ano.
–¿Acaso se llama usted Eva, son
tonto? Me lo van a matar más rápido a éste…
Tambores
milicianos marcan el ritmo del descontento. El caos se adueña de la vida, ya
estamos en guerra. Una guerra cruenta, sin tregua ni cuartel. Una hostil beligerancia
entre clanes. Un matarse unos a otros sin sentido que es demasiado. Que si
terrorismo por aquí, que si ocupación armada y mentiras por allá. ¿Y sirve como
excusa a esta atroz desavenencia, decir que las guerras existieron desde
siempre? Antes de la fundación del Nede, antes del Imperio de la Nada, antes
incluso, de la invención del Hombre. Guerra entre estrellas. ¿Sirve de algo
excusarse de ese modo y a lo grande –vacío–? No. Antes, ahora, y en el
porvenir, la guerra y el dolor serán la misma jodienda en desmesura, no cabe
duda de ello.
¡Fiuuuuu!
¡Pugggrrrrr! Se lanzan granadas. La Fundación
Mad Max es pasto de las llamas y como es de paja estucada con mantequilla
de maní, prende con más fuerza. No se puede evitar, el fuego la engulle hasta
convertirla en cenizas. Junto con ella, se carbonizan cuerpos de sujetos pro
evadianos. Normal, no hacen otra cosa que fornicar y comer todo el día ese "pienso inteligente". Hasta
pareciera que se lo merecen porque lo acatan, lo asumen y lo gozan como
viciosos. Míralos, qué bien se lo pasan retorciéndose en sí mismos, fatuos
hasta el fin de sus días.
A los pocos días de iniciar el conflicto bélico, las
vidas que la muerte arrastra hacia sus oscuros sembradíos, se cuentan por
centenares. La población del Nede, famélica y sin pienso multiproteico y
maxivitaminado que engullir, disminuye elevando la cuantía. La Santa Alianza Defensora de la Monarquía Evadiana, la SADME, se sabe
quebrada y extenuada. En lo que respecta al ejército de Natas, nada de nada,
igual que el otro, tres cuartos de lo mismo. Los dos enemigos a la misma altura
táctica, bélica, pero carentes los dos, de la misma empatía hacia el dialogo y
el entendimiento mutuo, hacia la DIEVO, la Diplomacia
Evolutiva. Hasta el más optimista de los analistas militares de la prensa
gubernamental afirma que “las cosas no marchan bien, mi querido diosecito”. O
que “Natas sí, pero de leche.” No hay peor destino que el de los soldados a pie
de trinchera, con la cabeza bien alta, el corazón henchido de hormonas y el
alma en perpetuo tembleque.
–Así
son las cosas –se avisa a Evadán por Radio Acinatas–, aunque no quieras estás
vencido.¡Un Evadán muerto, es un Evadán menos! ¿Te enteras? ¡Contesta cabrón,
di algo, no te hagas el sordo que me sacas de quicio, mamón!
Pese a que en el pensamiento te
confíes al irritado esfínter de tus inseguridades, debes reaccionar. No creas
que el Gran Centro por el Desarrollo
Tecnológico y Bioorgánico te protegerá siempre. ¿Y tus hijos, Evadán?
Piensa en Ellos. Muévete, el doble ataque de Natas los dejó noqueados al
completo y con las curvas de la vida por los suelos. Si lo quieres vivos, toca
madera. Nadie padeció tantas perrerías antes de nacer. La misma noche del
ataque insurgente, tuviste que implantarles una chapa de metacrilato
encefalográfico en el cerebro. Se iban, los perdías. Al finalizar las cirugías,
tu colección de cuchillos, pinzas, tenazas y todo tu cuerpo entero, quedó
licenciado en sangre seca y de los pies a la cabeza –una delicia de estampa–. Te descubrieron los ojos al verte todo manchado de rojo frente al espejo. De nuevo, el color de un amanecer malvarrosa lo iluminó todo. Suerte que todavía eran un par
de nonatos cualesquiera porque de lo contrario no la hubiesen contado. Míralos.
La respiración pesada y ronquigrave les confiere un tierno aspecto de
monstruitos durmientes, ¿no crees? Así acurrucados uno junto al lado del otro,
tumbados sobre catre de adobe y hoja palma, y bajo el amparo de una tela
mosquitera que bordaste para ellos, asemejan un aborto bicéfalo de cibor oxidado. Calma, no te preocupes
porque de seguro hasta una PC, una Persona
Común, sin estar familiarizada con las teorías clónicas de Mc Dueyn y sin
conocer el parentesco genético de los dos hermanos, afirmaría que Eva y Adán
son, si no guapos, sí bastante bien plantados, todavía. Esbeltos, como dos ficus.
Quién sabe, tal vez después de mirar bien e hilar fino con los ojos, dicha PC
tendría el valor de sincerarse contigo y rectificar su opinión asegurando que,
el par de gemelitos “posee un mórbido encanto”. ¿Pero cuándo estuviste tú con
una PC, una Persona Común por última
vez? Ya ni te acuerdas. Sea como sea, se puede jurar sin perjurar que los
futuros monarcas del Nede, son los dos únicos inocentes en esta reyerta
celópata y tonta, que mantiene ensañados a la serpiente y al doctor.
¡Por
Dios! ¿Creéis que es normal este oxígeno rancio y esta atmósfera irrespirable
que flota sobre la laguna del Nede? De tanto tirar cadáveres se ha
convertido el lago en una balsa sacrosanta de muerte y putrefacción. Menudo
arsenal bélico, en eso tampoco se escatiman esfuerzos.
Última tecnología
edénica. Macrometralletas que lanzan puerco-espines con bananas insertadas en
el trasero. Balas cargadas con gas eructal de aborto de mofeta añeja. Granadas
con mierda de lodazal renal comprimida que estallan al contacto con el campo de
visión del enemigo. Pura guerra biológica, bactero-ilógica, podrida y hedionda
por los cuatro costados, hermanos. Y uno de los últimos inventos: ¡Alerta Roja,
Def Con Dos, Peligro Inminente! Ofensiva con increíbles MODES, Monos Desdentados armados con antorchas
recubiertas de brea incandescente. Arrasan con todo lo que encuentran a su
paso. Rugen y braman al asalto.
¿Qué? Ah sí, informa el teniente primero que
este ataque no se utiliza demasiado porque estos monos sufren una extraña tara
mental que los confunde y hace que se prendan fuego unos a otros sin motivo
alguno. ¿Qué? Según informes de Radio Paraíso –que a ratos vuelve a la
frecuencia modular–, noventa y nueve de cada cien monos-fogón, mueren
calcinados antes de entrar al circo de la guerra. Y el que queda no se sabe
por qué, pero resulta que siempre es bombero y a orines y escupitajos intenta
apagar las llamas. Es de suponer que el estratega precavido, evite este tipo de
ofensiva en el ajedrez de la batalla.
Tal y como están las cosas a día de hoy,
asegura Radio Acinatas, el ocaso del Nede como sistema político y social
evadiano, es un hecho innegable. El SUCOMA, el Supremo Comandante Natas,
se halla en aras de instaurar la igualdad para todos, apoyada ésta en la JUDI,
la Justicia Divina. Su Justicia.
Basada única y exclusivamente en su propia persona.
¿No suena esto conocido? Como se suele decir en la
guerra y en el amor, el que tiene más posibilidades de llevarse el pato al
agua, ¿es el que tiene mayor fuelle y golpe de riñón, o el que da la última
estocada con bajo el capote de la humillación? ¿El del agujero más profundo o
el de la vaina más grande? ¿Vagina o escroto? ¿Este pene o aquél? Gana el puto,
gana el tonto.
23. El parte militar expone.
El
edificio inteligente de la era techo-post-pop, más conocido como el
GRACEDETEBIO o Gran Centro por el
Desarrollo Tecnológico y Bioorgánico, a la sazón cuartel general de Evadán
el Impuro, más conocido como el SANINPRI, San
Indeseable Primero, se halla sitiado por sus cuatro costados, o sea, en su
totalidad.
El SEG, el Santo Ejército
Golpista también llamado la GUEAC, la Guerrilla
Acinatas, rodea toda la base de la construcción. Literalmente, la triste
morada del Dictador Evadán asemeja un gigante pepino vertical recubierto de
detritus malolientes. Tal aspecto se debe a una estrategia de lo más efectiva: lanzar cadáveres en avanzado estado de descomposición y a la par, mediante un
sistema de bombeo osmótico que absorbe jugos de la fosa común con una facilidad
prodigiosa, impregnar la base de citado edificio, para el futuro derrumbe de sus
cimientos.
SACA, Santos Cadáveres,
así debiéramos llamarlos puesto que antes de utilizarse como munición de
catapulta fueron soldados caídos en el campo de batalla, que con sumo valor,
defendieron la libertad del pueblo subyugado. Resta decir por lo obvio de la
situación que, la toma de poder por parte de nuestro ejército será una realidad
de un momento a otro. Sabemos que todos los días repetimos lo mismo por
cuestiones de propaganda militar y aliento de tropas, sin embargo, estén
atentos pues en breve llegará el arma definitiva que arrancará de cuajo y
pondrá punto final al episodio más vergonzoso de nuestra historia PIN, Post Imperio de la Nada.
–¡Démosle
duro! ¡Que se enmierde bien enmierdado el puto ése reprimido de Evadán!
–ríe, ríe, ríe Natas–.
¿A
dónde fue a parar el decoro y la rectitud, a dónde el valor, Natas? ¿Eh, a
dónde viejo? ¡Sí te viera tu madre, por Dios! Mírate bien: rancio, cansado y
recubierto de excrementos. ¿Y qué lenguaje es ése? Nadie entiende nada. Tu
viperina es la batuta de un concierto de puras groserías .
–Maldito
pelagatos, date por muerto…
Y
en lo alto del pastel de jano (mierda reseca del brazo de un gitano) y megáfono
en mano, el Savadima, bien jai-mareado
por tanto efluvio necrosanto, alcanza a decir con la voz ronca y feroz, la
misma que se le hizo en los últimos tiempos de tanto berrear…
–¡Natasha
cazarratas! ¡Atrapa ratones! ¡Pedazo de colgajo inservible! –ridiculiza
desgañitándose el doctor–. Cariño, tu fin está próximo. ¡Despídete de este
mundo! ¡Vas a comer más mierda que yo. ¡El que evacua último, evacua mejor!
¡Prrr!
Y
no le falta razón al adefesio de Dios. Y es que gracias a un simple pero eficaz
sistema de defensa, Evadán está cien por ciento seguro de que nunca-nunca,
Natas y su escuadra de mamones, lograrán derribar y mucho menos sepultar su
fortín bajo toneladas de heces y desechos mortuorios.
Más bien al contrario.
Si la guerra continúa a favor de Evadán, el que se ahogará bajo toneladas y
toneladas de caca será el viperino y sus apestosos sicarios. Es un placer para
la vista ver la última creación evadiana. Es sencillamente alucinante. Una
POSGENCRE, una Postrera Genialidad de
Creador de verdad. Se trata ni más ni menos, que del Chorreador de Esperma, conocido comúnmente como el CHE. ¡El Che qué
vara! Puesto que no es otra cosa que una larguísima vara de bambú que une el
pene erecto de Evadán con la ventana más alta del GRACEDETEBIO.
El sistema de
drenaje es bastante básico y su lógico funcionamiento no supone ninguna
dificultad de comprensión por parte de las mentes no familiarizadas con la
ciencia militar. El semen entra por un extremo del canuto y sale por el
opuesto, ése es todo el misterio. Tal vez lo complicado de entender es saber
cómo consigue Evadán tener la verga parada las veinticuatro horas del día. Y lo
que es más sorpresivo ¡en constante y sonante eyaculación! ¿Te lo causa algún
tipo de pastilla mágicak? ¿O unas bolas chinas introducidas por el ano
arremeten contra tu próstata? Si éste es el truco del almendruco, ¡menudo orujo
de leche te debe estar saliendo!
No importa, sea como sea, lo verdaderamente
trascendental es lo que estás a punto de conseguir con este invento padrísimo
del CHE. Pero vayamos por partes, ¿no? Primero, es un hecho científico que la
mierda, la caca, la defecación, –hasta la putrefacción más abyecta–, con el
paso de los días se desagua, se seca y se enjuta como carita de viejo apunto de
diñarla. Segundo, también es conocido por todos que la polución testicular
tiene un carácter algo rebelde, puesto que el aspecto lechoso y gelatinoso que
posee, le resbala entre las manos hasta la más monja entre las monjas. Pues
bien. ¿Cómo explicarlo sin parecer descortés? A ver, el semen, la lefa
evadiana, cae justo por el centro de la caña de bambú que llega hasta la
ventana y cuando el semen sale de ésta, se desliza por el huequito milimétrico
que queda entre la primera capa de popó adherida a la pared del GRACEDETEBIO, y
la pared misma. De modo que, poco a poco, gota a gota, llegará la hora en que
el reboce de excreciones que hay en la superficie de la fortaleza, naturalmente
se desprenda de cuajo. Exactamente como la pústula de una herida después de su
cicatrización. El CHE, no hace otra cosa, pues es una caña, que meter semen de
Evadán entre la pústula y la nueva piel. El despegarse la mierda que produce
poco a poco y sin que nadie lo perciba, al caer de tal altura, producirá la
automática sepultura en vida de Natas y su caterva de alimañas desdentadas.
–¡Qué
hermoso será ver el detritus caer sobre decenas de mutantes piojosos! Es como
si Dios hiciese de vientre después de miles se años de estreñimiento. Natasha,
serás espermatozoide asfixiado en el colon pringado de, ¡de caca!
Ríe
ahora que puedes Todopoderoso Doctor.
Pobre de ti, ni te imaginas que el Supremo
Comandante Natas se huele algo raro. Y con conocimiento de causa.
–Ese
aroma a macho marica me es familiar, ¿de dónde vendrá?
Pensado
y hecho. Esa misma noche al cenit de la luna llena, lo descubres. Mandas a las
tropas a descansar porque...
–Descansen
un instante, repongan fuerzas y de paso me recargan de cadáveres la catapulta.
Y
al bello amparo del manto estelar, incitado todavía sin saberlo por el mohoso
aroma a semen del ambiente, rememoras Natas algo que al principio te cuesta
reconocer, pero que te lleva a otra cosa y ésta a otra cosa y así hasta que
gracias al encadenamiento lógico de ideas, lo ves todo claro, como culo de
bebé. O dicho de otro modo, lo paladeas, incluso lo saboreas, es más, lo
degustas en toda su magnitud, y acto seguido resuena agudo un fino crujir en el
rebozado de heces que hay sobre el búnker de tu enemigo.
Bostezas por la pereza
o el tedio, y en el momento en que más abiertas tienes las fauces, una gota
blanca de coágulo masculino cae directa a tu garganta. Tu lengua, como acto
reflejo, distribuye la sustancia a todo lo largo y ancho del paladar y de ahí,
directo a las papilas gustativas. Y ¡evualá!
Lo sabes, es semen de Evadán, no cabe duda. ¡Qué asco! Sonríes. Ríes. Te
desternillas.
Y
de pronto sucede. A sesenta metros de altura sobre de Natas y a pocos metros de
Evadán que está reseco de tanto darle metralla al Che, sucede. Llegan. Dicen
que las babosas y los gusarapos del desierto son los únicos animales que no
lloran al nacer. Sólo babean y sólo gusarapan, hasta el fin de sus días.
–Su,
su, su...¡blu-blu!
–Eeeeeea, eeeeeea, ¡hip!... ¡Hip!
–A-u, a-u, a-uuuuuuu...
–Ouch. Ouch... Ouch. Ouch.
–Seao.
Se-se-seao. Seao.
–¿Se-seaos-seaos-seaos?
–Sup. –¡Ops!
–Eeeee...va.
–Aaaaa...dan
–¡Ayayayay!
Nooo puede ser. ¡Por la estrella de mis pompas! Sí, sí es, ¡y tanto que es! Los
oigo, no estoy soñando. ¡Mis retoñitos tiernos! ¿Nacen y no estoy a su lado?
¡Qué mal Papimami soy! ¡Ups! ¿Y con el Che en la polla ahora qué hago? ¿Saco la picha y espicho el
agujero o espicho la picha y saco el agujero? ¡Pero el agujero no se puede
sacar! En cambio la picha sí se puede espichar... ¡y meter! ¡Y agujerear! Tantas
dudas me van a matar ¡y ellos naciendo! A tomar por saco. Me voy a mis bebés y
luego decido cuándo, cómo y dónde meto o saco la picha o qué agujero espicho
mientras trincho de amor a mis vecinos, digo a mis niños. ¡La emoción impide
que piense con acierto!
El
sentimiento de paternidad debe ser algo tan inexplicable que si no es vivido en
carne propia, seguro es difícil expresarlo con palabras. Es como quedarse
viuda, y sólo comparable a cuando uno se encariña con su ventosidad o su olor a
sobaco y sabe que lo echará de menos porque las normas de sanidad imperantes en
la sociedad, obligan a ocultarlos con desodorantes y decoro; pero no puede por
menos que dejarla escapar, la ventosidad, no la viuda.
Evadán,
te desenganchas el pene del Chorreador
de Esperma y patiflaco como andas de tanto eyacular, corres derecho al ala
contigua del cubículo que te sirve de TRITE, de Trinchera Testicular.
–¡Uyuyuyuy,
mis pimpollitos! A ver tú, Adanito, di paaa-pá.
–Buuup-bup.
–Bup-bup, no. ¡Paaa-pá! A ver tú
hijita, inténtalo tú que pareces más lista que el zángano de tu hermano, di
¡maaa-má!
–Blaaa-blá–.
–¡Casi-casi!
En unos días tu elocuencia cautivará al mundo, y con tu retórica y mi dirección
¡ganaremos esta guerra! Mua, mua, mua, Papimamuchi Evadán os colma de besos.
¡Chup-chup! ¡Ay, qué pícaro! Adancito, las chupaditas de pececito vendrán
después, no seas impaciente mi niño. Ahora no puedo, ¿no ves que tengo el
pajarito escuálido de tanto eyacular en la caña ésa? Tiempo habrá de pulular en
nuestros cuerpos como mariposas hambrientas del néctar del deseo. ¡Pero ahora
no! Uff!! Sólo de pensar que podré dar rienda suelta a mi libertad sexual me
pongo como un toro en celo.
Pasan
unos segundos, te sosiegas y ay, pobre de ti, lo que ves cuando te fijas mejor.
–Un
momento, qué son estas babas verdes que os cuelgan de la boca y del sexo y...
¡nooo! ¡del culo también! Nooo, no es posible tanta bajeza, no entiendo, ¡mis
niños no son de este mundo! El fracaso me saluda con descaro y su sonrisa me
irrita más que nada en la vida. ¿Debo desfogar mi ira contra el hocico de mis
niños, de mis repugnantes niños?
Espera
un momento, frena tus impulsos primarios que lo que hagas podrá ser utilizado
en tu contra. Respira Evadán, respira, que la idiotez no se quita con
jarabe de palo. Eso es, aparta la mirada de tus clones. Retírate unos pasos y
siéntate en el tronco-trono. Cierra los ojos, aprieta las sienes con los
puños y mira hacia el suelo manchado de esperma: recordar que vas a ganar la
guerra te hace sentir mejor. Respira profundo y escucha atento lo que sigue,
porque seguro que te ayudará a comprender qué pasa a tu alrededor, y cálmate, disfruta de nacimiento tan singular.
24. Informe médico.
Distintas
teorías se hallan en el acervo científico que explican porqué un ser humano
nace con un problema físico o cerebral, destinado a vivir señalado hasta el fin
de sus días como retrasado o retardado o tarado mental. O cuanto menos, como profundo frik.
Una
de estas teorías divinas, expone que cuando se considera defectuosa o
insuficiente la mezcla genética de los progenitores (la consanguinidad sería un
claro ejemplo de ello), se producen una serie de mutaciones en el ADN del
embrión que influyen en el orden natural de la gestación, y alteran el sano
desarrollo del feto.
Con la homosexualidad hay quien formula teorías de índole similar. Documentado, comprobado y
certificado por la comunidad psico-científica, se encuentra el extraño caso de
la familia Androlesbo. Familia española, castiza de pura cepa y una de las
primeras raleas en ser certificadas, comprobadas y documentadas a lo largo de
toda su vida bajo un riguroso sistema de neuro-grabación.
El caso se resume
así: un hombre y una mujer se emparejan, los dos poseen un fuerte nudo
homosexual que reprimen por falta de confianza, prejuicios religiosos y/o
sociales, por mero interés económico de las familias. De ésta unión de frecuente
represión homosexual, nacen tres hijos mellizos. Quico, Quica y Coco, y a ellos
también se les une un perrito york shire, llamado cariñosamente, Juno La Diosa.
Maravillas o extrañezas de la naturaleza, todos y cada uno de ellos, salen con claras tendencias gays. Uno que da, otro que
recibe y la otra, la otra sólo hace tortillas que corta con afiladas tijeretas
vaginales.
La cuestión se formula del siguiente modo ¿es posible que la
tendencia sexual de los tres hermanos se deba a lo homo de los progenitores? Es
posible. Con todo, hay dos hechos que todavía hoy se escapan al raciocinio de
los más destacados analistas. ¿Por qué Coco, Quica y Quico se dedicaron los
tres al SAMUES, al Santo Mundo del
Espectáculo? Y ¿por qué, el mutuo y recíproco odio que se procesaron,
derivó en un mutuo y recíproco homicidio? Quico mató a Coco, que a su vez mató
a Quica, quien a su vez, mató a Quico. Y lo que es más curioso todavía, ¿por
qué una hora antes de su fallecimiento se encontraban los tres fornicando como
conejos? Coco le comía el coño a Quica, quien a su vez le comía la verga a
Quico, quien con ganas y desespero le comía el culo a Coco. ¿No eran sólo
homosexuales, ahora también eran incestuosos?
Y de postre, frente a un reality chou que pasaban por la
televisión local, los tres degustaron una gelatina de sangre, heces y orines
recién sacada de los anos, el par de penes y la asaltada vagina. Y el perrito
faldero, macho de género pero llamado Juno La Diosa, también sarasa el muy perruno, ¿se volvió putito al ser bautizado con un nombre que, al igual que sucede
con el nombre Andrea, que es apelativo de varón y se usa para mujer, el suyo,
Juno, es de mujer y se usa de varón? Fue eso, ¿o se trató de una innata
tendencia perruna hacia los chiles en flor acentuada por el sobrenombre La
Diosa? ¿Y si le gustaban los penes por pura imitación a los hermanos
Androlesbo? Ye ne sé pa, son enigmas
de la psico-ciencia que nadie podrá resolver.
Regresando
al tema de origen, ¿qué pasa cuando el niño o la pareja de niños –Eva y Adán
vienen al caso–, nace con las dos cuestiones aquí tratadas? Nos preguntamos,
¿es natural, dentro del género “malformación genética”, ser sarasa y no carburar bien a la vez? ¿Cómo se come esto? ¿A qué se debe? ¿Alguien escribió sobre tales
vicisitudes del estilo, “cuándo fue la primera vez que salió un perro en el
cine”? Por desgracia Nadie (ese autor tan célebre y más conocido que Anónimo)
escribió sobre ello, no. Nadie resolvió el enigma. Se trata de otro misterio
sin respuesta, un expediente equis perdido entre los anaqueles polvorientos de
una mente psico-científica y fóbica.
Y
qué mísera estampa en el altillo de la fortaleza evadiana. Pobres Eva, Adán y
Evadán también. Los primeros por salir
babosillos, tirando a verdes, algo malolientes. Y el
Papimami doctor, pobre, porque su SEMI, su Señor
Milagro, ha sido también un sublime guiñapo; una mamarrachada digna del
adjetivo chinipón SUCA, Suprema Cagada.
Lo mismito que le pasó a tu precursor en genética clónica genital, a Mc Dueny,
lo mismito te sucedió a ti.
Mc Dueny fue torpe, mediocre, ciego y ambicioso,
igual que tú. ¿O es que después de tantos soña
en este mundo todavía no lo sabes? El apetito desmesurado por lo que sea, es
como el negro que promete y promete hasta que la mete y después de haberla
metido, nada de lo prometido. Lamentable y penoso es jugar a ser Dios. Y ¿sabes
por qué, Edaván? ¡Porque Dios no existe! ¡Existen millones de dioses, tantos
como vidas nazcan y mueran! Además, ser dios no es sinónimo de grandeza en la
vida, grandeza del alma o del espíritu, o de grandeza en forma de adeptos, ser
dios es sinónimo de grandeza sexual. De buen fuelle. ¡De puro
brío! O al menos eso dice en el reverso de la procreación, que cuanto más la
metas, cuanto más disfrutes, cuantas más preñes, cuantos más culos penetres,
mejor para ti y los de tu especie. Más tarde que temprano te darás cuenta,
querido Evadán. ¿O ya lo sabes?
¿Quieres
motivos que justifiquen un experimento fallido? ¿Cuántos quieres? Hay muchos.
Por ejemplo, humillación vejatoria sufrida en la fase embrionaria. También se
puede afirmar que la carga genética era baja; por eso necesitabas a Natas, para
darle fuerza y vigor a tus hijos... Rencores, sufrimientos, antipatías
heredadas, etc. Añade a esta macabra enumeración el atentado que sufrieron tus
hijos la noche de su presentación. Y qué dices de los eructos, los pedos, las
vomiteras y las borracheras prenatales antes de
que Natas atacara, ¿no son estos motivos suficientes como para generar
malformaciones congénitas? ¿Quieres más? Un consejo, mejor acéptalo.
En estos
casos la diplomacia salta al ruedo para argumentar que fue todo y nada a la
vez, simplemente fue Nada, primo hermano de Nadie. Evadán, vamos, que tú de tan
trágico, eres optimista. No te ofusques porque desaparecerás de este mundo sin
saber a qué se debió la anomalía cognitivo-sexual. No seas tonto, no llores.
Otro consejo, ponles nombres cariñosos, como por ejemplo Eva y Adán, “el Dúo
Babas”, mejor conocidos como “el Babidúo”. ¿No te gusta la idea? No los odies
tanto, porque una cosa está clara y que te sirva de advertencia a partir de
ahora, un puñetazo lanzado desde el pasado te puede partir la boca en cualquier
futuro. Así que nunca subestimes a nadie, por muy babosas o babosos que éstos
sean.
Dejas
de llorar, los miras de nuevo, hambre y amor se topan en un mismo estanco
sentimental.
–Es
cierto, pido perdón por ello. Soy injusto, un poco de baba no le hace mal a
nadie. Las ostras tienen baba, y muchas setas también, y el caviar, y nadie lo
desprecia como manjar. Además, yo no le hago ascos a nada, y aquí todo queda
entre familia, mi familia. Porque soy papá, aunque joven, guapo y macizo de
espíritu, soy papá. ¡Por esto luché toda mi vida! A dar saltos de alegría.
Brindemos por el Papi y por la Mami que soy, porque no queda de otra...
--Qué
putada Dios, qué asco de niños. ¿Y si...? No, eso no, por favor... Es una voz
en mi interior quien me dice: no sentirán nada, Evadán, ¡si están casi muertos,
míralos la pena que dan!… Por favor, cómo puedo pensar así, si yo soy Dios
creador… Y destructor. Saturno también era Dios y devoró a sus... Pero si tal
cosa yo nunca lo hice, sería la primera vez que… Me pongo a cien sólo de
pensarlo. Oportunidades de hacer más niños habrán, no cabe duda de eso, está
más que claro, cristalino. En cuanto gane la guerra me pongo manos a la obra y
en una semanita hago un par de beibis
súper cabrones que me complazcan ¡a todas horas! sin pedirlo siquiera... ¿Lo
hago? ¿No lo hago? La eterna pregunta que está más pasada de moda que
Postjamleto. Que sea lo que la Providencia quiera, ¡lo hago y no se hable
más!... ¿Dónde estará el cuchillo? ¿Dónde coño lo habré puesto? Tiene que ser
ése y no otro ¡porque ése corta la carne de que te cagas por las bragas patas
pá'abajo! (Y pensar que algún día fui vegetariano, qué patético)
Buscas
debajo de la cama, no está. Buscas en la alacena, tampoco. Buscas en cajones,
armarios, cajas olvidadas y no lo encuentras. ¡Será posible! ¿Dónde habrás
puesto el machete costeño con filo de sierra? Está en el baño. La última vez
que te pusiste caliente, lo recubriste con escamas de Natas que encontraste
bajo una alfombra y te sodomizaste con él, o casi.
“¡No lo voy a encontrar y
nadie me va a decir dónde está!” Cálmate hombre. ¿Cómo crees que les vas a
hacer eso a tus hijos? ¿Qué pensará Natas de ti? Si te viera así, tan,
tan... decidido a descuartizar a tus hijos para tener sexo antropófago con
ellos, si te viera Natas.
Natas, ¿dónde está? El Rey de Sodoma por la puerta
asoma. Natas, acabas de saborear la gotita se semen evadiano caída de lo alto
del CHE, y de inmediato descubres el pastel. Se te enciende la bombilla de la
intuición y te avivas. Todo un inteligente contraataque evadiano, has de
admitirlo. La caña de bambú, el olor a leche agria en el ambiente, el crujido
de la capa de mierda que se desprende... Se trata del CHE, el viejo truco del
almendruco en tiempos de prolongada contienda, claro, como en la guerra uno
carga con mucha testosterona que acumula y no dispara, ¡pues a reutilizarla, a
hacer bondad del huevo roto! Ríes a carcajadas porque todo este tiempo estuvo
ahí delante frente a ti y tú ni te habías percatado. Ahora ves todo el proceso
del contraataque de Evadán, qué simple, ¡qué bobo!... Paras de reír, ¿es locura
lo que pasa por tu mente? ¿Lo harás?¿Serás tú la bala del ataque al
contraataque? ¿Volarás de nuevo cómo cuando lo de las cápsulas gemelas? ¿En
serio que lo harás? ¡Eres increíble! Derribarás de una vez por todas el Gran Centro por el Desarrollo Tecnológico y
Bioorgánico. ¿Pero cómo?
25. Apuntes del Santo Diario.
Aquello
en lo que me considero conocedor gracias a mis estudios carni-científicos, es
en el preciso punto de corte humano. Pese a que para muchos sonará inmodesto,
sé cómo aprovechar el máximo de carne desde el primer tajo y desde cualquier
punto de la geometría del cuerpo. Veamos, a cualquier hombre se le puede partir
o quebrar en seis pedazos. Cabeza, tronco, brazos, pelvis, muslos, piernas,
incluyendo manos y pies. Sé que hay personas que separan al muerto (o al vivo,
hay gente que goza con la crueldad) en ocho pedazos, porque les gusta sacar
también las rodillas. Exactamente los meniscos de las rodillas, ya que éstos se
encuentran recubiertos con la única porción de carne roja que posee el ser
humano en el cuerpo. Sin embargo...
Por
Dios, ¡me muero de ganas de tener un pedazo de brazo de mi niña Eva entre los
dientes! ¿Qué me impidió hacerlo antes?
El amor. Antes sentí amor, ahora no siento nada, el deseo de poseerlos
era más inmenso que el de cualquier papá o mamá, yo era Papimami Evadán, ahora…
Todo eso acabó. Quiero jugar con el pene de Adán pero de otro modo, ahora
quiero masticarlo como un chicle de fresa ácida, qué goce, succionarlo y
tragarlo, quiero comerlo en sentido literal. ¿Será buena su carne para el
relleno de los raviolis a la carbonara?
Comerse
a otra persona cuando no se padece hambre, tiene la ventaja moral de un
propósito superior, que se adviene en ascesis junto al Universo. La
antropofagia –y que esto no suene a justificación–, está motivada por el deseo
divino de incorporar las cualidades del bocado a la personalidad del gurmet. Es otro tipo de acto de amor, de
dominación y por tanto, de admiración, por si no todavía no se entiende. Y ¿a
quién admiro? A mí, por supuesto, y a mí obra también, por eso me la como. Y, ¿a
qué cualidades me refiero? A las peores, por supuesto. Babear, oler mal, vomitar
bilis y excrementos antes injeridos... ¡Y es que son tan bonitos y defectuosos
mis niños! Y los amo tanto, tanto, tanto, que me los voy a zampar para que
juntos, alcancemos el boleto divino hacia la inmortalidad.
A
veces siento flotar una voz dentro de mí, o fuera, no sé, a veces creo decir
algo y lo contrario a la vez. Maldito cansancio, Natas me tiene extenuado y el
CHE qué vara más… Lo primero que haré será extraerles los corazoncitos con una
concha pre-hecatómbica que tomé del recuerdo de cuando jugaba con una similar
de pequeño en el cementerio de mi barrio.
Luego eyacularé sobre ellos, si es
que puedo, y los chuparé con gozo y deleite. Mientras se mantengan calientes
conservarán todas sus propiedades naturales intactas. Acto seguido, tumbaré a
mis bebés sobre el CACARRE, Cama y Catre
Real y dejaré que los espasmos de la muerte les ayuden a abandonar esta
vida. que les fue vetada antes de nacer por culpa de esa reptil llamada
Natasha. Después, almacenaré bajo la cama toda la reserva alimenticia que tengo en la alacena, de forma que los líquidos supurados por los cuerpos en
descomposición, goteen sobre la comida hasta empaparla bien. Así tendré vianda
adobada en jugos málvicos para mis frecuentes eucaristías, de aquí hasta que me
canse. No sufriré privación durante las vacas flacas de la guerra; guerra que
estoy a punto de ganar, todo hay que decirlo.
Cuando
mi espíritu se entona con alguna idea apetitosa, todas mis neuronas se conectan
al unísono. Me viene a la mente por ejemplo, que en algún lugar de la estancia
dejé apuntada una receta para hacer que las nalgas humanas quedaran tiernas en
un sabroso estofado. ¡Uhm! Tantas tapitas por hacer y con tan poco tiempo que
debo ponerme manos a la obra ya mismo. ¿Será cierto que los caníbales prefieren
a los que carecen de espina dorsal?
Sinceramente, no lo creo. ¿De dónde habré
heredado yo este don culinario? ¿De mi abuela tetuaní? Recuerdo una receta de
ella, que…Todo el mundo sabe que no hay genio que se me iguale en lo
científico, en lo sexual, en lo inventivo y en lo divino, pero ¿también soy
chef? Nunca lo hubiera dicho. Yo, que soy tan sincero y justo conmigo mismo. Y
es que otra vez por mis ideas y propuestas lo dirán, ¡fue un auténtico genio de
la vanguardia científica y espiritual! Y
ahora, culinaria.
26. Abrupto final.
Si
te sirve de algo, ¡lo siento camarada, todo acabó! Acéptalo, ya eres historia
mi culebra huera.
Recio, tumbado sobre la tabladillo de sábanas amarillentas
del HOSPUTRA, el Hospital Puerta Trasera,
esperas turno para ser juzgado. Por los pasillos, aglomeraciones, colas
dilatadas; todavía hay seres antevadianos que aguardan a que la próxima tanda
de reos, los incluya a ellos. Da mucha impresión verlos de ese modo, hacinados
en las esquinas, amontonados unos sobre otros por las escaleras y los
descansillos húmedos y pegajosos; temerosos de la luz, retorcidos bajo una
lluvia de escupitajos verdes que les profieren los enfermeros del hospital al
pasar, o al apartarlos a patadas de su camino.
Puras almas en pena. Por suerte
tú eres un privilegiado, tú fuiste el penúltimo en morir, y el mérito de haber
escapado a las llamas divinas del Apocalipis parece que tiene su caché en el
otro mundo, así que la fama te precede y todos quieren verte esta noche en
televisión. Tú no ves nada de nada, no te enteras de nada, no sientes nada. Ni
siquiera te ves reflejado en el aparato de televisión que cuelga de la pared
que hay frente a tu cama de enfermo en estado vegetativo, afectado por la
muerte hasta en los párpados, aunque por ser serpiente no tengas.
Se
acerca una enfermera. Te mira de reojo. Para ella, aunque VIP –Viperino Incluso Peor–, eres uno más.
Un número, un código de cabecera en la lista de sistemas purgantes que sostiene
entre las manos, y no le llama la más mínima atención el hecho de que te
encuentres tú, un reptil albino y maltrecho, sobre una cama y no tirado por
cualquier rincón húmedo del hospital.
Ella está acostumbrada a las injusticias,
o la justicia injusta, la divina, que más da. La enfermera sólo llega a suponer
que fuiste alguien importante durante tu periodo en la tierra, a ella no le
interesan los asuntos mundanos, los de la guerra y el odio, ella debe ser la
última que cree en el amor en este apartado rincón del Universo, por eso tanto
sosiego que parece indiferencia.
De reojo, mientras te arregla la cama piensa,
“tele, jarra de agua y escupidera, menudos lujos tiene éste”. No obstante, se
calla y prosigue. De la mesita de noche, la practicante de turno, la ats del
hospital purgante, toma el control remoto del aparato televisivo y lo prende.
Un programa en diferido al comenzar noche, no le interesa, ansiosa espera el leit chou con el que seguro se echará
unas risas. Vuelve a ti, y con cuidado te envuelve en la sábana amarillenta para que no te
agarre el reuma.
Es toda una profesional, hasta te reincorpora un poco sobre la
almohada disponiéndote a ver la tele, por si llegaras a despertar sin avisar a
nadie. Deposita el control remoto junto a la punta de tu cola sobre la sábana,
y deja el equipo prendido sin esperanza a que pasen a estas horas ya, el
funesto pero encantador capítulo de Abel y Caín en “Pasajes de la Biblia”, su
telenovela preferida, y se va. De pronto, tu cola sobre el colchón da un giro
de pocos grados –es buen signo de vida ése, indica que te recuperarás pronto–,
y el movimiento tira el control al suelo, la tele cambia por sí sola de canal,
un nuevo segmento en un night show
comienza.
(Entrada
musical preparada. Vídeo “Milico, el penúltimo muerto” listo.)
Montaje:
¿Cómo? Pues con mierda, vómitos y eyaculaciones precoces. Con escupitajos y
cadáveres insepultos. La guerra se libraba de un modo encarnizado, detritus,
muerte, poder, a uno le rondan estas palabras cuando está en el frente de
batalla. Con valor, muchacho, con mucho valor…
–Esta
noche, celebradas existencias en ardua expiación, tendremos en el segmento
Guerras Divinas, pura escatología biodegradable puesta al servicio de la causa
guerrillera. Algo prodigioso. Los últimos detalles del enfrentamiento que asoló
los últimos días de la Tierra, contada por uno de sus dos grandes protagonistas.
¡A falta de balas, buenas son cacas! Esta noche, almas penitentes de este
insigne hospital –único en su género–, aprenderemos el arte de la guerra con
una celebridad del mundo militar, desentrañaremos su trazado bélico y nos
confesará qué hace falta para ser un generalísimo por la gracia de Dios.
(Al
aire entrada. ¿Y el público? ¡Preparado!)
Público:
Queremos saber. El cielo entero quiere saber, necesita saber. Incluso arriba en
lo alto, pasando el cielo a mano derecha, justo en el ANODI, en el Antiguo Olimpo de los Dioses, todos
están atentos frente a la tele comiendo chips y tomando cerveza de hígado a la
espera de tu exposición de los hechos.
(Al
aire sintonía del programa. Arriba el telón. Se encienden los focos, el plató
se llena de humo.) (Alma en pena invitada: Comandante Natas, su turno.)
–Es
difícil de explicar…
–¡No sea modesto!
–Perdone, es difícil de explicar cómo lo
hice porque no lo hice.
–Entonces, cuénteme cómo no lo hizo, mi querido
comandante.
–¿A usted? ¿No será usted del Centro
Evadiano de Espionaje?
(¡Risas
enlatadas!)
–¿Yo?
Yo sólo soy un periodista.
(Acércate
al invitado. Déjale claro quién manda a este lado de la vida, pero se lo dices
al oído, con una gran sonrisa dibujada en tu boca, que nadie lo note, que
parezca un gesto de complicidad.)
(–¿Te
crees chistoso, Natas? ¿qué coño haces aquí? Aquí se viene a hablar sobre
guerra santa, ¿entiendes?)
(Sepárate
de él, ahora sonríes al público.)
–¿Un
periodista, dice…?
–Un periodista y su público.
–¿Quienes?
(Levántate.
Al público)
–¡A
nuestros cielovidentes! Por favor, un aplauso para el SUCOMA, ¡el Supremo Comandante Natas! Alias REBA, Rebelde Albino.
(¡Aplausos!
¡Aplausos! Silbidos, alegría)
(Cámara
uno, a Natas)
–Gracias
público, estaba empezando a sudar, estoy más nervioso que en primera línea del
frente.
(El
público aclama “queremos guerra, queremos sangre”)
–Sí
guerra, guerra.
–Hoy en primicia televisiva y de la mano de su protagonista,
“Cómo no logré derribar la guarida del doctor Evadán.”
(Más
aplausos)
–¿Ése
es el trato, no?
(Cámara
dos, al público)
(Cámara
uno, a Natas)
–¿Tenemos
trato? ¿Güi jaf a dil, broders?
(El
público, por la sangre derramada que ansía ver, calienta motores para la
catarsis colectiva)
–Bien,
güi gared! Apaguen las luces y
enciendan el alma.
(Preparen
recreaciones)
(Recreaciones
listas)
–La
jornada empezó con preocupaciones, faltaban muertos para completar el ataque. Y
de Evadán ni rastro, escondido pero cercado en su altillo del GRACEDETEBIO,
allí se creía seguro. Pasado el medio día dejaron de oírse sus insultos, sus
desprecios y las letanías de aprendiz de Dios, ya saben “Natas cazarratas” todo
eso. Llegó una extraña paz al frente de batalla que se transformó en una suerte
de tranquilidad en la que pensé, mejor les doy descanso a los soldados ahora,
ya que el ambiente parece que se apacigua un rato. Una mosca verde metalizada,
de ésas que se posan sobre las sábanas manchadas de semen y excrementos, me
tuvo todo el día zumbando la cabeza. Al principio, dada la naturaleza de
nuestra ofensiva, el insecto no me perturbó demasiado, yo estaba más pendiente
de un aroma mohoso que flotaba en el ambiente. Pero con el moscón detrás de la
oreja, ¿comprenden qué les quiero decir? Qué estaba mosca y no precisamente por
la mosca, sino por la cuestión del aroma que no me podía quitar de la cabeza en
todo el día. ¡Y en la mosca mierdera hallé la clave!
(Al
aire recreaciones)
–¡Tenienta!
¿Dónde diablos está? ¡Se va a topar con un consejo de guerra como no se
presente de inmediato ante mí, Su
Soberana Autoridad!
–Pero si estoy aquí, aquí abajo jefe...
–¡No me
replique gusana o le aplastaré el hocico con el tacón de mi bota!
–Pare su
alteza Natas, pare que me hace daño, no me retuerza así el pezón, por el amor
de dios ¡deténgase! Ahhh...
–¿Tuvo suficiente?
–¿Pero por qué, uchs? ¿Le hice
daño con los dientes? Si a lo sumo me quedan cuatro. ¿No le gusta cómo se la
mamo bajo este coladero de estrellas nocturnas?
–No se haga la poeta, ¡cierre
bien la boca y siga mamando!
–Pero es que...
–Ni es que ni… Mame y escuche si no
quiere quedarse sin cremilla espermática para el desayuno. ¿Estamos?
–Ajámmm...
–¿Sabe? Descubrí algo. Algo grande, enorme, como lo que tiene usted en la
boca.
–Ajámmm...
–Si mi olfato y mis
recuerdos no me fallan, estoy seguro de que el Enemigo recubre de semen la...
–Ajámmm...
–...de semen la, la, la...
–Ajámmm, ajámmm...
–¡Que me llega, que me
corro, que me vengo!
–Ajámmm, ajámmm, ajámmm...
–Siga, siga, ohhh... Trague
así, con ganas, ¡soy su nata y usted mi manga pastelera! Ahhggg...
–Pues no sabe
tan mal como dicen en las otras soldadas de la hueste...
–¡Buena corrida, sí
señor, qué rico es venirse en boca que entiende!
–¿Qué decía? ¿Corremos peligro
de...?
–En este campamento militar lo único que se corre es mi...
–¡Todavía me
estoy limpiando!
–No me corte, ¿o quiere que le retuerza otra vez el pezón?
–Perdón, Alteza.
–¿A usted le gustaría morir sepultada bajo toda esta mierda
que tenemos ahí pegada en el GRACEDETEBIO?
–¡Por Dios! digo, ¡por usted, mi
SUCONA! Claro que no me gustaría.
–¡Lea mis labios! Susurro porque no debemos
hablar alto, descubrí los planes de Evadán y seguro que los espías no tardan en
aparecer.
–¿Espías?
–Sí, en forma de ladillas o algo guarro, ¿que no conoce
usted a quién se enfrenta?
–¿Y qué haremos si la mierda se desprende y nos sepulta
y nos mata?
–¡Cállese! No sea gafa, digo, gafe. Le diré lo que vamos a hacer.
Míreme a los ojos fijamente, así, muy bien, concéntrese. ¿Recibe usted mi
pensamiento?
–Creo que... sí, sí, ¡lo recibo!
–A ver ¿qué pienso?
–Que son
escasas las reservas de cadáveres.
–¡Desacredita usted mi capacidad para la
telepatía!
–¿Pa la telepaqué?
–¡Telepatía!
–Pero, ¿pa qué tía? ¿La suya o la
mía?
–¡Uyuyuy, ya me está usted calentando los colgajos con tanto chiste malo!
–¡Pues se la mamo otra vez!
–Eso, vuelva a mamar y calle, ¡pedazo de atontá!
–A
sus órdenes, pero...
–Pero qué, ¿otra vez molestando, Tenienta?
–Que Ped Azó el
japonés y Aton Ta, la china cochina, hace días que fueros sacrificados para la
SACARE.
–¿Para la qué?
–La Santa Caca
Revolucionaria, mi supremo comandante.
–¡Tome, tome y tome! ¡Patada en las
nalgas, mordisco en la yugular y sodomía de cola entera! ¡Por torpe, por
bocazas y por inepta!
–Sí, sí, pégueme, me gusta que un macho me pegue, pégueme
mucho, ¡mucho!
(Fin
de la recreación: Tres, dos, uno. Volvemos al plató. Aplausos)
–Queridos
telespectadores, mi plan era simple y sencillo, como la vida misma. ¡Volvería a
volar! Volvería a surcar los cielos para consumar mi ataque y ponerle punto
final a esta lucha de Titanes. En vez de cadáveres insepultos, yo mismo sería
la munición. Lanzado y propulsado por la catapulta, volaría en parábola
expansiva y veloz como el rayo de la ira de Dios. Entraría al seno del fortín
en la cúpula del GRACEDETEBIO a través de la ventana más alta y una vez allí,
donde se esconde el Innombrable, como lo hice con sus hijos ahora lo haría con
él. ¡Le reventaría la cabeza! ¡Pum, de golpe! ¡Sus sesos se expandirían por
toda la habitación! Mosaicos de neuronas quebradas, adornarían el firmamento
colmado de victoria, mi victoria. Sería el primero en la historia en abrir y
cerrar una cruzada de mismo modo. Mi ataque aéreo era infalible, un auténtico
NOPUFA, un No Puede Fallar de los de
verdad de la buena. Lo juro por las seis puntas de la estrella y por la cruz y
por la media luna, ya que veo entre el público gentes de todas las religiones
(debe ser que el único lugar donde se entienden los creyentes del Mundo es en
el Purgatorio)
(Rápido,
cámara 4, al conductor del programa)
–¿Y
qué pasó luego, Comandante?
–¿Qué
pasó? ¡Parece usted bobo! Pasó, ¡que mi plan falló! O, ¿acaso si hubiese ido
bien iba a estar yo ahora, una alma en pena de mi calibre, honor y valentía,
ganándome las lentejas en programas y en concursos y viceversa? No me mire
usted así, no sea cínico.
–¿Cómo
le miro?
–Así, con cara de ejecutivo de televisión.
–¿Así?
–¡Así, así!
–Señor Natas, ¿piensa que
cobrará más cuanto más hable?
–¿Qué? ¿Están todos locos en el este lugar de
esquizofrénicos aclamando guerra? La guerra es mala, la guerra mata, no a la
guerra, no a la guerra…
–Será usted estúpido. ¿Sabe qué debe hacer? ¡Contarnos
la puta historia por la que fue contratado! ¿Comprende? Es usted un fracaso
como persona y como invitado, es usted ridículo, y un guarro. Ni siquiera sabe
meter una cuña de publicidad entre sus palabras, recuerde a aquel mítico orador
que fue Mono Machín, el que hachía achín, achín, antes de que usted y su
caterva infecciosa de come mierdas acabaran con su fulgurante carrera llena de
aciertos y enseñanzas para el mundo de la comunicación, para el mundo del
Impero de la Nada. ¡Lo vamos a demandar señor Natas, por inepto y por luser!... Pero qué hace, ¡qué hace!
¡Ayuda! ¡Socorro!
(¡Rápido! Llamen a los de seguridad. Esta
culebra hija de su puta madre, se lanzó al cuello del maestro de ceremonias y le
está quebrando las vértebras una a una, lentamente. ¡Rápido, auxilio, que se
asfixia! Estúpidos, aguanten la vaya que nos protege del público. ¡Paren al
público! No están en la yihad, ni en el entifada, no son israelitas ni
cruzados. ¡Vuelvan todos a sus asientos!)
(¡Cámara 2 al público! No, al público no. Mejor al
suelo. ¡Corten la conexión! ¡Que me asfixian, cuidado que me asfixi...)
27. La VOIN, la Voz Interior.
¿Los
tienes bien limpios, Evadán? Esos no, marrano, ¡los cuchillos! Los escalpelos,
las navajas, las pericas... Soy yo, tu Voz
Interior, tu VOIN personal e intransferible, llevas escuchándome mucho
tiempo ¿recuerdas? Desde que el mundo dejó de ser mundo para convertirse en tu mundo. ¿Qué hay de nuevo, viejo? ¿Cómo estás?, yo bien, muchas
gracias. Por si todavía no te diste cuenta, me presento de repente y con premura
porque vengo a recordarte tus estudios carnicientíficos.
Ahora escucha
concentrado. Chuleta, costillas, paleta, pierna, solomillo y lomo, son las
partes que el profesional de la carne debe saber diferenciar al primer golpe de
vista. ¿Las tienes bien localizadas en el cuerpo de tus hijos? Oquei, a qué esperas entonces, vamos
ponte manos a la obra, enchúlate con cuidado los guantes materializadores y
abre las compuertas manganésicas del PROU. Cierra los ojos, ábrelos de nuevo.
¿Los ves? Ya los tienes delante, esos no marrano, los chuchillos, los
escalpelos, las navajas, las pericas.
Vamos que es para hoy. ¡Deja de pensar!
¡Ponte las pilas de una vez, hombre! ¿O quieres que las sierras se
desmaterialicen ante tu mirada pasmada? ¿Quieres que se acabe el
hechizo, me vaya y te quedes más sólo que la una? ¡Rápido! Extrae del Procurador de Hologramas Utilitarios,
la fabulosa colección de cuchillos carniceros y recuerda la regla de oro,
“antes del corte, un buen soporte”. Así que pon a Eva y Adán encima de la mesa
de mármol verde y sobre todo, no te olvides de...
–¡Calla,
estúpida! Yo no sé por qué te escucho, la verdad que parezco bobo.
–¿Pero qué
dije? No me trates como a Natas. Yo soy tú, tú eres yo, es sencillo de
entender. Si te doy instrucciones al respecto es para que no te sientas
culpable ni pierdas el tiempo. La carne humana se pudre muy rápido.
–¿Culpable
yo? ¿Tiempo? Tiempo es lo que me sobra, ¡soy un artista!
–¿Entonces lo vas a
hacer?
–¡Anda ésta, pues claro que lo voy a hacer, ¿que no me ves?, lo estoy
haciendo.
–Deja que te diga que ¡estás muy mal de la azotea!
–Deja que te diga, deja que te diga, ¡que si no te callas de una puta vez, te trocearé
a pedacitos que luego me meteré por el culo!
–¿Sí? ¿Y cómo lo harás si sólo soy
una voz en tu interior?
–Después de comerme a los niños me cortaré poco a poco
y sentiré tu dolor. Me gritarás basta ya, pero yo me cortaré los dedos y me los
meteré en los oídos para no oírte.
–Entiendo.
–Ahora déjame en paz, ¿no ves que
me estoy preparando un sabroso piscolabis?
–Con cuidado, la carne humana se
rebanan con cuidado, trátalas como si fuera mantequilla...
–¿Te callas o te
callo?
–Perdón... ¿se ve muy rico eso, qué es?
–Mejilla al estilo moro tetuaní.
–Uhmm, ¡qué delicia! Tetuaní, como mi abuela,
–¡Como la mía! Ella dice, sazonas
las mejillas y las doras en la cazuela con un poquito de aceite ¿ves el color
que toma el moflete de Adán? El de Eva es un poco más peludo, ¿ves? Mejor, así
tendrá una textura más primitiva. ¿Te gusta lo exótico?
–La queratina y la
grasa son buenas para las uñas.
–Una y una, de macho y hembra, así probaremos
de los dos cachetes. Ahora los sacas, y con el mismo aceite sofríes una cebolla
bien picada y le echas, veamos, media almohadilla del pie derecho de Eva, que
al ser de niña, es más tierna, ¿ves que parece queso brie? Y que no se me
olvide el tomatito rayado. Así. ¿Notas el dulce aroma que desprende la mezcla?
–Lo noto. ¡Qué gozo! Se me hace la boca agua. ¿Y ahora qué?
–Después de que
todo se redujo un poco de tamaño ¿ves?, lo baño con un poco de vino blanco y lo
dejo cociendo un par de segundos, justo el tiempo necesario a que el alcohol se
termine de evaporar.
–¡Qué par de segundos tan largos! ¿Cuánto falta, cuánto
falta? ¿Dónde están los biorelojes?
–Cuando eres Dios como yo, el tiempo no
existe más.
–Es cierto, ¡qué VOIN más tonta soy!
–¿Viste por ahí el picadillo
de almendras, ajo y perejil?
–A tu izquierda.
–Le echo el picadillo y...
–Qué
bueno que dejaste de gritarme, Evadán!
–Si mantienes la boca cerrada todo irá
bien entre nosotros dos.
–En cuanto pruebe bocado me esfumo de tu cabeza.
¡Palabra de Voz Interior!
–Siguiente
paso. Lo diluyes todo con un poco de flujo vaginal de Eva e introduces de nuevo
los pómulos a la cazuela. Le agregamos una hojita de laurel, lo tapamos y lo
dejamos enfriar durante quinceminutos para luego meterlo al horno.
–¿Quince
minutos para un canapé?
–No es un canapé cualquiera, zopenco. ¡Es todo un
bocado sibarítico de las alturas evadianas! Las santas mejillas de mis hijos al
estilo tetuaní de tu abuela, de la mía. ¿De dónde habré sacado yo este don para
la cocina?
–Sí, es que ya tengo gana...
–Tranquilo, mientas hiervo las
zanahorias con azúcar y las alcachofas con sal, verás que el tiempo vuela
(aunque no exista) Ya lo verás... Mientras esperamos me podrías cantar una
canción de tu...
¡Fiuuuuuuuuu!
–¡Por
mi Santa Estampa! ¿Qué carajos fue eso? ¿Un rayo? ¡Pasó volando por la
estancia! Entró por una ventana y salió por otra, ¿Lo viste?
–¡Claro que lo vi!
Si tú lo viste yo también lo vi. Si soy yo tú, tú eres soy....
–¡Calla! ¿Era
Natas?... ¡Shhh! Habla bajito, seguro que se trata de una emboscada... Lo viste
bien, ¿no? Entró por esa ventana y salió por aquella, atravesó toda la
estancia...
–Sí, por la ventana en la que una vez te besó con la viperina a mil
por hora.
–¡Sharap cerebro mentecato!
Era Natas, era Natas, era Natas que se habrá estampado contra el suelo. No veas
cómo me mondo de la risa. ¡Jódete Natas! ¿Quién es el estúpido ahora? Eso te
pasa por hablarme así. ¿Y ahora qué harás, memo? Te reventaste, seguro, me
mondo, me mondo, quisiste tenderme una emboscada entrando por la ventana a toda
velocidad pero no contaste con que saldrías por la cristalera ojival de
GRACEDETEBIO, memo, me mondo, memo..
Evadán,
¿qué te conviene más, dejar el estofado –con riesgo de que se te pase y lo
tengas que botar a la basura– e ir a ver cómo Natas se partió la crisma, o
sencillamente, hacer como que nada –y menos aún una serpiente-, pasó por
delante de tus ojos de ratón peleón, dejar de reír y calmarte y sentarte a la
mesa a degustar el plato? La eterna duda. Te llegó el turno, mi hermano. ¿Es la
primera vez? Por la cara que pones, ¡se nota que es la primera vez en toda tu
vida que no sabes qué hacer! Perdona la risa, pero me divierte cómo deforma la
duda la mirada en el rostro del que nunca dudó. Una duda llena de risa como la
tuya, llena de respuesta e ingenuidad; una duda del tipo seguro de sí mismo que
nuca duda y sólo ríe, ríe, ríe ahora que puedes, eres el hombre evolucionado de
hoy en día, diviértete, saborea la victoria. ¿Te gusta la incertidumbre que
palpita bajo las risas? ¡Ésa es la duda! Esta duda es tuya, cómetela como si
fuera la cosita más sabrosa de tus hijos, paladéala, déjate llevar por las
distintas fases de su rijosa acidez, que su gusto penetre en lo más hondo de tu
cuerpo y desde ahí, te haga soñar y creerte eterno, que te haga ver a Dios.
Hazlo Evadán, no dudes y hazlo, porque será lo último que hagas en esta vida.
Esto que te digo no es un consejo de VOIN, sino de amigo.
–Ahora
sí me tocaste la moral –pum, pam, pum, y te golpeas repetidas veces la cabeza
contra la maltrecha pared en ruinas, y la voz desaparece–.
28. Flashforward
–Usted
es nuevo en el hospital, ¿cierto? Ya verá, la muerte no es tan mala como nos la
pintan... Como le decía hace cinco minutos, recuerdo que pensé, si salgo vivo
de ésta me meto a moja misionera y me olvido del cuartel, las trincheras y los
jabones caídos en la ducha colectiva, esos que siempre pisa uno, se resbala y
se rompe la crisma.
--¿Sabe? Todavía no acabo de asimilar qué es lo que le hice a la humanidad, o sea, qué es lo que no hice. Por lo menos vamos a tener evadanes por el siguiente millón de años, figúrese, la evolución del ser humano partiendo de ese engendro de persona. ¡Horrible! Fracasé en mi deber, fracasé. Lo intenté pero no pude. Evadán se quedó vivito y coleando y partiéndose el rabo de la risa, el muy cabrón. ¡Me pongo de los nervios! Este fracaso me va a costar una eternidad quitármelo de la cabeza, sacarlo de la mente, purgarlo.
--¿Qué será del Mundo a partir de ahora? Una mierda pinchá en un palo, seguro. La vida es un círculo en el que una y otra vez pierden los mismos bobalicones de siempre. ¿Y qué podemos hacer los tontos? Nada. ¡Ay, mejor será no pensar! Mejor será que siga con lo que le estaba contando… Imagínese una catapulta, unos cuantos deformes hijos de Evadán que se pasaron a mi bando y yo al frente decidiendo...
“¡Ineptos mentecatos! ¿A quién se le ocurre dar doscientos setenta grados de inclinación a la catapulta? Sólo a ustedes, mi Ejército Evolutivo. ¡La puta que les parió!”
--Volé y volé ¡ay, que si volé que me partí la crisma del mamporro y de cuajo. ¿No me oyeron? En cuanto se alzó el mástil lanzándome, yo les grité, “¡hijooos de su putaaa madreee! ¡Queeé me hicierooon!” A mí no me la pegan, ustedes se desentendieron por completo de mi vida. ¡Cuánto los odio!…
--¡Va! qué importa ahora si me oyeron o no me oyeron... ¿Disculpe, nuevo compañero de habitación que ha llegado a paliar mi soledad, me intenta decir algo? Perdone por los improperios de antes, caí esclavo de mi mente durante unos segundos y, oiga, ¿que me intenta decir algo?… ¿El bulto? ¿Es el bulto lo que señala con el vaivén del pie? Cuidado, no se mueva que se lastimará usted más de la cuenta, está usted enyesado desde el tobillo a la coronilla, ¿qué le pasó, le partieron en mi pedazos?…
--Yo llevo aquí tres meses, ¡dos en coma, salí ayer gracias! y ¿ve?, todavía ando con la férula en el cuello... Relájese, no se ponga así, se lo diré. ¡Ese bulo son mis testículos! ¿Qué? Sí, normal que le asombre el tamaño; ahora le hablo de eso, descuide, deje antes que le cuente algo raro que vi antes de morir, o cuanto menos es algo incomprensible, se lo aseguro.
--¿Cómo se lo explico? Supongo que sabrá usted que cuando uno muere, se proyecta en la pantalla craneal una película a cámara lenta sobre la vida de uno... Lo disfrutó usted recientemente, ¿a que sí? La cosa es que a mí, eso de “a cámara lenta” me vino unos segundos antes del último aliento. ¿Se lo puede creer? Escuche, la cuestión, el hecho en sí, es que pese a tardar cero coma nueve segundos en atravesar la amplia sala del Tirano Evadán, todo lo que allí “se cocía” lo pude ver a velocidad de coleóptero, ¿entiende? ¡Ralentizado, a sesenta y cuatro fotogramas por segundo! Fascinante, ¿no le parece? ¿Se drogó alguna vez con alucinógenos en su juventud? ¿Se puso del revés? ¿Probó la salvia divinorum? ¿No tuvo sus rollitos con Mescalito? Algo me dice que sí, el uso diario de las drogas era algo común antes de que Dios decidiera implantar el IMNA, el Imperio de la Nada entre nosotros.
--Qué, ¿otra vez con los temblores? Si no se calma voy a tener que llamar a la enfermera de planta. Creo que no la conoce, ¡es un verdadero sargento, se lo aseguro! La de antes que era muy dulce la jubilaron y ésta de ahora menuda es. Las preparan duro en la SANEPUR, ¿oyó hablar de la Santa Escuela Purgatoria? En fin, ya pasó usted por lo peor, hombre. Ahora hágame caso, sereno Mariano que se sufre menos, y escuche con atención lo que le estaba contando, ¿vio usted alguna vez a un caníbal? Sí, yo también pensaba que los caníbales tenían pinta de metaztecas, para que me entienda, chaparros, con ojos inquietos y nerviosos como pirañas, o tenían pinta de alemanes rositas y rollizos come vergas de los suburbios de la UCODED.
Sin embargo parece que andaba yo muy equivocado. Bajando de los cerros de Úbeda le diré que vi a Evadán manchado, qué digo manchado, bañado todo él en sangre de arriba abajo... Pero en paz... Sí, como le digo, en paz... Imagíneselo, flacucho y ennegrecido por la cochambre y con una expresión en la cara de niño ingenuo y angelical, como nunca antes vi en el rostro de un ser humano. Estaba en paz. Equilibrado. Con una gran sonrisa de satisfacción de oreja a oreja. ¿Me entiende? ¿No le parece enigmático? ¡El colmo de la crueldad! ¡La crueldad zen! ¿Sabe quién es Buda? Evadán era como Buda pero negro por lo sucio y con ciento treinta kilos de menos en el cuerpo, debe usted pensar en un Buda de Oro, de restaurante mexicocochinés...
---Por mucho que me devane y me devane los sesos, no consigo explicármelo. ¡Son tan raros los humanos!... ¿Qué por qué digo eso? No me malinterprete, los reptiles somos especialistas en comernos a nuestra propia prole, incluso antes de que rompan el cascarón. Nuestra herencia es parte de nosotros y si llega el momento en que aprieta el estómago por hambruna en la comarca, lo que fue parido por nosotros, a nosotros vuelve. Nos comemos a nuestros bebés. Vuelven a su lugar de origen. ¿Entiende nuestra idiosincrasia? Es como comerse lo que fue parte de uno como uñas, heces, cera, mocos...
--Pero Evadán ¿un antropófago consumado? De acuerdo, imaginemos que se puede aceptar un papá caníbal, es cierto, ¿por qué no?, hay gente para todo. Sin embargo, ¿a que usted no sabe lo que había detrás de Evadán? ¿Eh, a que no? ¡Todavía a día de hoy no me lo puedo creer! Por mucho que le dé vueltas y más vueltas, pienso que lo que vi con este ojo sano que tengo, fue un fotograma premortuorio de Evadán, colado o colocado como por arte de magiak, en la película de mi vida. ¡Ahí quiero llegar! Escuche, lo que le cuento es una verdadera historia para no dormir. Si hasta se comenta por los pasillos y todo, me lo dijo la enfermera de planta la otra noche, la sargento. ¡Oiga no se duerma, un respeto! Si quiere lo dejamos para otra ocasión. No me diga que no, que le veo la baba tras la venda de la cara caer por el carrillo. ¿Seguro que le interesa? Mejor lo dejamos para otro día y sanseacabó, ¿le parece? Ahora descanse, que le hace falta. Y bienvenido, señor compañero de habitación al HOSPUTRA, el Hospital Puerta Trasera, seguro que tiene usted mucho que purgar, ¿me equivoco?
--¿Sabe? Todavía no acabo de asimilar qué es lo que le hice a la humanidad, o sea, qué es lo que no hice. Por lo menos vamos a tener evadanes por el siguiente millón de años, figúrese, la evolución del ser humano partiendo de ese engendro de persona. ¡Horrible! Fracasé en mi deber, fracasé. Lo intenté pero no pude. Evadán se quedó vivito y coleando y partiéndose el rabo de la risa, el muy cabrón. ¡Me pongo de los nervios! Este fracaso me va a costar una eternidad quitármelo de la cabeza, sacarlo de la mente, purgarlo.
--¿Qué será del Mundo a partir de ahora? Una mierda pinchá en un palo, seguro. La vida es un círculo en el que una y otra vez pierden los mismos bobalicones de siempre. ¿Y qué podemos hacer los tontos? Nada. ¡Ay, mejor será no pensar! Mejor será que siga con lo que le estaba contando… Imagínese una catapulta, unos cuantos deformes hijos de Evadán que se pasaron a mi bando y yo al frente decidiendo...
“¡Ineptos mentecatos! ¿A quién se le ocurre dar doscientos setenta grados de inclinación a la catapulta? Sólo a ustedes, mi Ejército Evolutivo. ¡La puta que les parió!”
--Volé y volé ¡ay, que si volé que me partí la crisma del mamporro y de cuajo. ¿No me oyeron? En cuanto se alzó el mástil lanzándome, yo les grité, “¡hijooos de su putaaa madreee! ¡Queeé me hicierooon!” A mí no me la pegan, ustedes se desentendieron por completo de mi vida. ¡Cuánto los odio!…
--¡Va! qué importa ahora si me oyeron o no me oyeron... ¿Disculpe, nuevo compañero de habitación que ha llegado a paliar mi soledad, me intenta decir algo? Perdone por los improperios de antes, caí esclavo de mi mente durante unos segundos y, oiga, ¿que me intenta decir algo?… ¿El bulto? ¿Es el bulto lo que señala con el vaivén del pie? Cuidado, no se mueva que se lastimará usted más de la cuenta, está usted enyesado desde el tobillo a la coronilla, ¿qué le pasó, le partieron en mi pedazos?…
--Yo llevo aquí tres meses, ¡dos en coma, salí ayer gracias! y ¿ve?, todavía ando con la férula en el cuello... Relájese, no se ponga así, se lo diré. ¡Ese bulo son mis testículos! ¿Qué? Sí, normal que le asombre el tamaño; ahora le hablo de eso, descuide, deje antes que le cuente algo raro que vi antes de morir, o cuanto menos es algo incomprensible, se lo aseguro.
--¿Cómo se lo explico? Supongo que sabrá usted que cuando uno muere, se proyecta en la pantalla craneal una película a cámara lenta sobre la vida de uno... Lo disfrutó usted recientemente, ¿a que sí? La cosa es que a mí, eso de “a cámara lenta” me vino unos segundos antes del último aliento. ¿Se lo puede creer? Escuche, la cuestión, el hecho en sí, es que pese a tardar cero coma nueve segundos en atravesar la amplia sala del Tirano Evadán, todo lo que allí “se cocía” lo pude ver a velocidad de coleóptero, ¿entiende? ¡Ralentizado, a sesenta y cuatro fotogramas por segundo! Fascinante, ¿no le parece? ¿Se drogó alguna vez con alucinógenos en su juventud? ¿Se puso del revés? ¿Probó la salvia divinorum? ¿No tuvo sus rollitos con Mescalito? Algo me dice que sí, el uso diario de las drogas era algo común antes de que Dios decidiera implantar el IMNA, el Imperio de la Nada entre nosotros.
--Qué, ¿otra vez con los temblores? Si no se calma voy a tener que llamar a la enfermera de planta. Creo que no la conoce, ¡es un verdadero sargento, se lo aseguro! La de antes que era muy dulce la jubilaron y ésta de ahora menuda es. Las preparan duro en la SANEPUR, ¿oyó hablar de la Santa Escuela Purgatoria? En fin, ya pasó usted por lo peor, hombre. Ahora hágame caso, sereno Mariano que se sufre menos, y escuche con atención lo que le estaba contando, ¿vio usted alguna vez a un caníbal? Sí, yo también pensaba que los caníbales tenían pinta de metaztecas, para que me entienda, chaparros, con ojos inquietos y nerviosos como pirañas, o tenían pinta de alemanes rositas y rollizos come vergas de los suburbios de la UCODED.
Sin embargo parece que andaba yo muy equivocado. Bajando de los cerros de Úbeda le diré que vi a Evadán manchado, qué digo manchado, bañado todo él en sangre de arriba abajo... Pero en paz... Sí, como le digo, en paz... Imagíneselo, flacucho y ennegrecido por la cochambre y con una expresión en la cara de niño ingenuo y angelical, como nunca antes vi en el rostro de un ser humano. Estaba en paz. Equilibrado. Con una gran sonrisa de satisfacción de oreja a oreja. ¿Me entiende? ¿No le parece enigmático? ¡El colmo de la crueldad! ¡La crueldad zen! ¿Sabe quién es Buda? Evadán era como Buda pero negro por lo sucio y con ciento treinta kilos de menos en el cuerpo, debe usted pensar en un Buda de Oro, de restaurante mexicocochinés...
---Por mucho que me devane y me devane los sesos, no consigo explicármelo. ¡Son tan raros los humanos!... ¿Qué por qué digo eso? No me malinterprete, los reptiles somos especialistas en comernos a nuestra propia prole, incluso antes de que rompan el cascarón. Nuestra herencia es parte de nosotros y si llega el momento en que aprieta el estómago por hambruna en la comarca, lo que fue parido por nosotros, a nosotros vuelve. Nos comemos a nuestros bebés. Vuelven a su lugar de origen. ¿Entiende nuestra idiosincrasia? Es como comerse lo que fue parte de uno como uñas, heces, cera, mocos...
--Pero Evadán ¿un antropófago consumado? De acuerdo, imaginemos que se puede aceptar un papá caníbal, es cierto, ¿por qué no?, hay gente para todo. Sin embargo, ¿a que usted no sabe lo que había detrás de Evadán? ¿Eh, a que no? ¡Todavía a día de hoy no me lo puedo creer! Por mucho que le dé vueltas y más vueltas, pienso que lo que vi con este ojo sano que tengo, fue un fotograma premortuorio de Evadán, colado o colocado como por arte de magiak, en la película de mi vida. ¡Ahí quiero llegar! Escuche, lo que le cuento es una verdadera historia para no dormir. Si hasta se comenta por los pasillos y todo, me lo dijo la enfermera de planta la otra noche, la sargento. ¡Oiga no se duerma, un respeto! Si quiere lo dejamos para otra ocasión. No me diga que no, que le veo la baba tras la venda de la cara caer por el carrillo. ¿Seguro que le interesa? Mejor lo dejamos para otro día y sanseacabó, ¿le parece? Ahora descanse, que le hace falta. Y bienvenido, señor compañero de habitación al HOSPUTRA, el Hospital Puerta Trasera, seguro que tiene usted mucho que purgar, ¿me equivoco?
29. Flashback del Flashforward.
Luces,
sirenas, luces, sirenas, niii-nooo, niii-nooo, y lo ves todo borroso. Duele,
duele demasiado. Más, cuando la ambulancia hacia el cielo –eso piensas si es
que piensas–, tropieza con alguna borrasca entre las nubes. ¡Cuidado! ¡Oh Santo
Cielo! Por culpa de una turbulencia te golpeas duro la cabeza contra la fuente
de alimentación del GORE, el extraño Goteo
Resucitante color naranja metadona, y la fisura craneoencefálica que te
corona de frente a nuca, aumenta de tamaño.
¡Oigan esos de allá delante! ¿Que
no entienden que el pobre viene todo descosido? Tengan piedad por el amor de
Dios y conduzcan con cuidado. Respeten las normas interestelares señores
pilotos de Aerolíneas Celestiales. Lo que traen allá atrás no es un borrego, es
ni más ni menos que la vida de una persona, de la ULPER, la Última Persona. No jueguen. Háganlo
bien, ustedes son buenos operarios de Dios
Corporación Anónima de Capital Variable –DICOANCAVA– y su experiencia en el
manejo de naves postmorten, vale
millones. Con todo, recuerden que no traen un costal de tierra en la cajuela
sino un alma que hay que componer, arreglar y apuntalar para... ¡para el santo
oficio que sea! Y ustedes dos, ¡los enfermeros! ¿pueden dejar de reír, charlar
y atender al moribundo como se debe, o prefieren que los reporte con el JEJE,
el Jefe de Jefes?
–San
Silverio, escucha, este tío está en las últimas. ¡Míralo, si hasta se le
escurre diarrea mental por la frente!
–No toques eso, wey.
–Eso se lo pongo a
mi Juno pá'cenar y me lo escupe a la cara, qué asco.
–¿Tu Juno?
–Juno la Diva,
el que la chupa de forma masiva. ¿Recuerdas, lo probaste en mi casa?
–¿Quieres yoin?
–Trae pá cá.
–¿Tu mascota dices, wey?
–El sábado pasao en mi casa. ¡De
tanto porro se te va la pinza, tío!
–Chin, no me acordaba wey, neta me la pasé
de poca madre. No mames, esta pinche mota me deja pendejo.
–Toma, apendéjate
más, que te encanta.
–Nos va a llevar la chingada, San Quico, nos va a llegar
la chingada.
–¿Qué dices, por qué?
–Bajémosle, carnal. Dejar la mota, el chupe.
Con esta chamba no podemos reventarnos noche sí y noche también, hermano...
–No
sé qué decirte, tío.
–Pus no digas nada, wey.
–¿Cómo lo ves?
–¿A quién?
–Al
capullo éste, al Evadán, al último superviviente o eso dicen.
–De la fregada.
–¿Sabes qué me dijo San Ilius Taim de Taims Escuer?
–¿Quién?
–El del turno
anterior, que no te enteras, chaval.
–Pus ahorita no caigo mano, no...
–¡El loco ése de pelos largos, canos y
sucios! Que no se sabe bien si existe, existió o existirá.
–¿Qué te dijo ese
malandro?
–Te va a gustar: me dijo que le das un trago al líquido ése, al GORE,
y te pones ciego, totalmente del revés, tío ¡de vuelta y media! Me dijo que es
mejor que el pegamento celestial, que te hace volar.
–¿En serio?
–Te lo juro,
Silverio Bobby, te lo juro. ¡Palabra de angelito!
–¡De Diosito Santo!
–Amén.
–Oye...
–¿Mande?
–¿Lo probamos?
–Pus no sé, ¿y el wey éste, qué? Algo le pasará si le desconectamos la máquina
del GORE así nomás.
–Será sólo durante un par de segundos, hombre. Lo justo pá
probarlo ¡y ponernos bien cegatos!
–Sabes qué, que no sé.
–Gilipollas, rajao de
mierda.
–¡A mí no hables así, pendejo!
–¿O qué, me vas a pegar, marica de
playa?
–¡Chinga tu madre! ¿quieres probar el Goteo Resicitante o no?
–¡Por la vena, plis!
–Antes voltéale la cara a éste de favor, así tantito
nomás.
–¡No jodas Silverio! ¿piensas que
nos puede ver o qué?, si el pobre está hecho papilla.
–¡Toma, toma y toma, por
malinchista jijo de tu puta madre cabrón!
–¿Qué haces tío? ¡Te has vuelto loco!
¡No le pegues más, Silverio, que lo vas a desgraciar para toa la eternidad!
–Madrazo más madrazo menos, ¿qué importa? ¿Nunca te cogiste a un muerto wey?
–Sí, pero no es lo mismo que reventar a hostias a este pobre hombre, eso algo
bien distinto, joer.
–Yo no me los cojo pero practico lucha libre con ellos.
Mira qué llave y qué me dices de esta otra. ¿Qué onda? ¿Vas a soltar la boquita
con los jefes, pinche gachupas?
–Calla Santo, calla y abre el puto GORE de los
cojones que a los chilangos no hay quien os entienda, ¡joder!
Niii-nooo,
niii-nooo. La velocidad de la santa aeronave sobrepasa por mucho a la de la
luz. Su motor es espiritual y posee doce válvulas de escape. ¿Dónde le
trasladan con tanta premura, doctor Evadán?
En
la entrada de urgencias del Hospital
Puerta Trasera, un tumulto de curiosos se aglutina para captarte en
primicia, Evadán. Por si no lo sabes, la noticia se propagó por túneles y
recovecos como una gripe de nueva generación y contagió al todo el mundo. ¡El
último superviviente del Último Tsunami
de Arena! Increíble, todo un suceso en el triste purgatorio. No te
preocupes por él. Natas no sabe nada de nada, todavía le faltan unas horas para
salir del coma y de seguro no lo podrá creer cuando se entere. Con el
sentimiento de culpa que pesa sobre él por no haberte matado y ¡tú aquí!
¡Muertito en primera persona! ¿Pero cómo sucedió, hermano? Tan pancho y
campante como andabas en la cocicaníbal de tu casa y de repente zas, muerto y
con pocas posibilidades de salvar el alma. Pobre de ti, menudo aspecto traes. Y
qué mal te tratan en la ambulancia, los enfermeros que te tocaron en el sistema
de recogida de cadáveres, te están jugando una mala pasada. ¡No veas cómo se
pusieron a tu costa!
–Wey
camawey requetewey churruwey cocawey, pinchewey y olé –grita San Quico el
español, quien no puede abrir los ojos por el subidón de resucitadera que se ha
echado entre pecho y espalda–.
Y
el cholo defeño San Silverio Bobby riéndose de todo, desabrocha su overol de
operario celestial; se baja los calzones decorados con motivos guadalupanos y
rudo, muy rudo, de tan rudo, cursi, acerca su ano que huele a chile chipotle a
tu boca, Evadán. Sus pompas cetrinas se manchan con tu sangre y tu rostro queda
negro-negro, enmierdado debido a la bufa aguada y taquera que se suelta el muy
porcino. No veas cómo se ríe, se monda, se parte.
–Pinche
gachupas, nunca entenderé por qué a los querubines les repugna mi trasero.
–Normal.
–¿Wai?
–Porque tu culo es
horrible, tío. Míralo, si hasta tienes celulitis como las tías. Tienes culo de
negra.
–¿Eso crees?
–Eso creo cara culo, capullo. No veas lo feo que eres, me
parto la polla de la risa, sólo de verte engominándote el pelo y posando como
galán. ¡Payaso!
Son
dos malos malacopas. Se encaran nariz con nariz. Silverio Bobby pone expresión
de mesoamericano a punto de lanzar la flecha y el Quico, arruga los ojos como
astrolopitecus dispuesto a llevarse el pato al agua. Se enzarzan en una sarta
de golpes como para parar un tren. Puñetazo arriba, puñetazo abajo, picada de
ojos, mordiscos en la oreja, patada en el estómago, en los walaquis, wilson,
zancadillas y en eso, por culpa de un requiebro mal llevado de los dos, caen
sobre el envase del líquido color naranja metadona.
El GORE, el Goteo Resucitante, la resucitadera se
hace añicos al instante y toda la nave-ambulancia queda pringada y pegajosa.
Los pilotos, al oír cristales rotos aminoran la marcha, se huelen la situación
–la conocen de sobra, todos los enfermeros son unos yonkis como la copa de un
pino–.
Resultado después del refriega de adictos: te dan por cadáver
insalvable, Evadán. Parece que en el más allá no le importas un comino a nadie.
No es cierto. A gritos, prisas y trompicones te meten en Urgencias. Todos los
presentes –y son muchos– en tropel, desvarían al verte el rostro, las manos,
los brazos y la espalda partida a tajo limpio en dos. Se preguntan cómo pasó,
qué te pudo deshacer y dejar así de mal. No pareces humano sino un pegote de hamburguesa
cruda. Conjeturan, “¿fue un meteorito que cayó del cielo y lo despachurró al
instante?” “¡Válgame Dios y el Santo Niño de Atocha lo qué pasó allí abajo!
Miren los ojos que tiene, –da miedo!– uno es verde y el otro azul, es un
camaleón ¡no una persona.” Parece que algunos deliran. No hagas caso a lo que
oyes si es que oyes. Si supieran, pero no saben, nunca sabrán.
Para ellos eres
alguien importante, mas no cómo a ti te hubiese gustado serlo. Tu mérito
consistió, aseguran, en no morir cuando todos murieron, ¿por qué? Con el tiempo
lograste asimilar que no hay porqués con el Hijo de Dios, la respuesta es que
no hay respuestas. Y eso te salvó y nos salvó, aunque puede que no lo sepas
nunca. ¡Ay, si supieran! ¡Pobres muertitos ignorantes! Nunca tendrán el don de
crear, jamás podrán ser Santo Varón
Divino y Maestro. A todos y cada uno de ellos, la vida les deparó el mismo
WIMEB, el idéntico Wib Mental Blog
programado en serie por la Unión de
Cortes Democráticas de Estado de Derecho, trescientos años antes de nacer
tú. Tres cientos años de bonanza que se fueron al garete la noche en que tú te
salvaste del Último Tsunami de Arena.
Eso piensan muchos de ellos mientras te miran pasar molido sobre camilla
flotante.
Evadán Capitel Lunanuova, acérrimo seguidor de las tesis macdueyanas
de clonación masiva tripartita, tú fuiste el primero en romper el WIMEB de la
UCODED. Tocaste techo, llegaste al último nivel y fuiste Dios. Un dios de
mierda, pero Dios al fin y al cabo. Porque realizaste, porque con gracia divina
creaste y de la nada hiciste un todo. ¿Lo entenderán los pringados éstos que
ahora te ven pasar frente a ellos como inservible mono de feria? No, ¡qué van a
entender! Y que continúen todos en la inopia, porque de seguro te echarás tus
fantasmadas de vez en cuando en la cantina del Purgatorio jugando al mus, mas
nunca contarás nada. ¿Para qué? ¿Margaritas a los cerdos? Caíste en el imperio del ente anodino, el
mismo lugar donde caen todos cuando fallecen, en la vida después de la muerte.
–¿Quiere
que le cuente por qué tengo la entrepierna así de exuberante?... Pero por su
puesto que este volumen no es natural, claro que no. ¿Prostatitis? ¿Me cree
usted tan rancio o añejo? No soy tan viejo. La hinchazón testicular puede estar
causada por múltiples razones, camarada... Oiga, después de darle muchas
vueltas a la mermelada metal, usted se me hace conocido, y hasta aseguraría que
me recuerda a... Pero Natas, él no puede ser, él no está muerto, él es Jehová,
me digo eso y me hace gracia. ¿Sabe? Mientras me hallaba en coma y aunque los
doctores digan lo contrario, pude pensar y pensar y pensar. Y por fin lo
acepté. ¡Evadán es el verdadero hijo de Dios! No hay otra explicación
posible... ¿Me estará haciendo efecto la severa química de la terapia
purgatoria?... Usted me recuerda mucho a él, ¿lo sabía? De usted emana un aroma
a pincho moruno de anteayer por la noche que es idéntica copia genética al de
Evadán. No se sorprenda. Le repito, es imposible que usted sea Él. ¿O a caso va
usted camuflado y resulta que es usted el JUSU, el Juez Supremo? No se me ría de mí, así se hacía llamar Evadán en los últimos tiempos que yo anduve por
allá.
--Además, con el sólo hecho de que esté usted aquí y ahora junto a mi cama,
codo con codo como se suele decir, queda demostrado que usted no es Él. Él no
está muerto, y además, no serían tan cínicos en la dirección del hospital como
para ponernos juntos ¡Qué ganas tengo de que le quiten el yeso de la cara y
podamos conocernos, camarada!...¿Qué? No le entiendo.¿Los huevos? Ah, sí los
huevos, qué obsesión la suya con el tamaño de los huevos, se lo cuento porque
se ve usted muy mal, y yo soy muy sensible.
--¿Recuerda que le estaba contando
cómo acabé con mi vida en el ataque sorpresa al GRACEDETEBIO, la guarida de
Evadán? Le cuento, cuando salí por la ventana, caí y caí, a la mitad del
descenso, el mástil de la bandera evadiana que sobresale del inmenso ventanal
me podó los genitales de lleno, siempre tuve la mala costumbre de golpearme sin
pretenderlo, debe ser que mi niño interior es un poco torpe. ¡Como cuando era
pequeño y jugábamos a palo! ¿Nunca jugó usted a palo? Entre varios te agarran y
te golpean la entrepierna con un poste de cancha de fútbol. Aunque conmigo
siempre lo tuvieron más difícil pues visto está que soy serpiente.
--Sí, ríase
usted que le ayudará a sanar. ¡Qué dolor, madre mía! Y eso no fue todo. Del
mástil, reboté y me elevé de nuevo y me estampé la mollera contra el dintel de
la ventana en la que le besé a usted digo, a Evadán, por primera vez.
Resultado, me partí los piños de reciente implante. Fíjese usted el golpetazo
que me di, que hasta se me salió el ojo de cristal y todo. Y luego... Luego ya
no recuerdo, ¿se lo puede creer? Supongo yo que me caí, me espachurré contra el
suelo y sanseacabó... Consiéntame, guardemos un minuto de silencio por los
caídos en el frente, ¿le parece? Gracias. ¡Por el Teniente Hurón, alias Buga
Espartano! ¡Por la Sub Comandante Iguana, llamada la Lesbiana! ¡Por Cocodrilo Submarino, capitán de la
Fuerza Anal! ¡Icen las banderas, condecoren las estrellas, muestren sus
respetos a las familias! Presenten
armas, ¡arr! Apunten. ¡Fuego! ¡Pum, pom, bang!
Al
fin tuvieron su entierro digno en la fosa de tu mente, purgado Natas.
30. La muerte.
Que
una mano cercana como es la mano de tu hijo, te asesine a sangre fría y por la
espalda no es un error, es por lo irónico del asunto, justicia divina. Tú bien
conoces el significado de esas palabras, ¿cierto? Justicia Divina. JUDI. Tus técnicas en el sadismo llegaron a su
cota más alta y quien a yerro mata, a yerro termina. ¡Pero qué de puta madre te
lo pasaste en vida! Existencias como la tuya, sólo la presente, que ya es
pasado.
Es irremediable Evadán, llegó la hora de que suceda. Por mucho que te
lo saltes, por mucho que retrocedas o te adelantes en el tiempo, por mucho que
cambies el foco del asunto pensando que cambias la atención del punto clave de
la narración, por mucho que lo asimiles antes de hora y vuele veloz la
ambulancia y compartas cuchitril con tu alma gemela, cada suceso tiene su
tiempo y ahora le llegó el turno a tu muerte.
Dicen que Dios inventó el tiempo
para que las cosas no sucedieran todas a la vez. Fuiste el último habitante del
viejo mundo, ahí pasaste tu tiempo, y sabes que el tiempo no negocia, exige que
se respeten los plazos acordados, la sentencia es irrevocable. Tal cual fueron
las cosas y tal cual sucedieron, sufrirás lo menos posible. Es lo único que se
puede hacer por ti.
A ver, el suceso ocurre así: Natas se estampa contra el
suelo y muere reventado en el acto. El golpe produce una ligera vibración en la
tierra y ésta, un breve movimiento sísmico. Producto del temblor y como era de
esperar, el condón cadavérico que recubre el GRACEDETEBIO, mugriento, negro y
hediondo se desprende como una pústula de setenta metros de altura. Y al caer,
acaba de sopetón con la vida del demacrado ejército pro Natas. Al final, el
¡CHE qué vara! con una pequeña ayudita funcionó a la perfección. Di en de la pelotera guerrera que asoló
al Nede-Edén durante los primeros años de la Nueva Era.
Aquí pasó en esencia y
en tres patadas, lo que pasa con todos los amores que matan. En estos momentos,
la bandera de la autocomplacencia ondea victoriosa a los cuatro vientos de la
Tierra, pero lo mejor viene ahora. El seísmo afecta de una vez por todas y para
siempre, a los cimientos del Gran Centro
por el Desarrollo Tecnológico y Bioorgánico. La Deivit’s honda mata al gigante Goliatdeguolmart.
La pluma hunde al plomo en el oscuro mar, falito rebelde y parado, se afofa
tras el éxtasis y las aguas vuelven a su cauce original. Tan pronto oyes el
crujido del capote de mierda que se desprende, saltas de euforia, ¡ganaste!, de
nuevo eres el mejor, el único.
Con premura te pones manos a la obra. Dejas de
arañarle y cortarle el clítoris a Eva con un cortaúñas y encestas de tres puntos,
las mejillas a la receta tetuaní de tu abuela en la basura. El olor a carne te
abre en canal el apetito y de plano, decides, primero que te comerás a la niña
y que luego al niño. Pero ni empezar el primer bocado puedes. A puntapiés,
pones a Eva a cuatro patas y la amordazas contra una columna de acero. Se la
metes por detrás para darle un gustito extra a la chorra antes de proceder al
tajo. En eso, bajo tus pies notas una ligera vibración. Al principio sonríes
porque te hace coquillas. Aumenta un poquito y sospechas que es la señal de
algo grueso que está por llegar ¡ya!
–¡Por
mi abuela de Tetuán, que este traqueteo del edificio no es para nada normal.
¡Traca-traca,
traca-traca! Cagando leches, sacas el mamey de la guayaba de tu nenita y sales
pitando. De un salto, te zambulles al exterior por la ventana contraria y con
todas las fuerzas que diosito lindo te dio, te agarras cabrón al Chorreador de Esperma y ¡fiuuu! A la
par con el derrumbe del GRACEDETEBIO, te escurres resbalando derechito hacia
abajo. De lejos se diría “parece un chimpancé a punto de romperse la boca
contra el suelo”, pero nada más lejos de la realidad. Sano y salvo apoyas tus
pezuñas sobre tierra firme. ¡Corre Evadán! ¡Corres Evadán!, que en esta
corrida, tu vida aún continúa fuera del burladero. Los escombros caen como
granizo caliente de tres toneladas la pieza. ¿Y los niños?
–¡Los
niños, que los cuide su madre!
Así
habla un macho. Los tienes pero que muy bien puestos, ¿a que sí? Brindo por la
SAMOEN, ¡la Santa Monarquía Espiritual
del Nede! Porque en pocos segundos nada quedará de ella. Todo se desmorona
por el efecto de las ondas sísmicas mientras que tú, corriendo de espaladas
encuentras un lugar seguro donde resguardarte del derribo y los deshechos de
una era de gloria.
Te desplomas burro viejo, sobre la tierra caliente. Del
jadeo al rebufo y de la fatiga al cansancio, molido por completo, duermes. La
vida te hace un penúltimo regalo. Sueñas con un último acto perverso: te ves,
buscas entre la maleza quemada, escarbas en el terreno baldío, encuentras unos
jugosos pedacitos de carne. Son los restos de tus hijos Eva y Adán. ¿Quién les
hizo esto? Menuda infamia. Menudo desperdicio de chicha, no hay derecho. Les
lloras, ¿y ahora qué? ¿Qué harás con ellos? La paz se halla en ti. Deja que salga.
Muy bien, ahí está. Tu semblante se ilumina y una sonrisa brota en tus labios.
Eres feliz. Por fin eres otro, rompiste los lazos que te unían a tu eterno
imposible y te sientes, te sabes libre.
Sin perder el brillo de tus ojos,
miembrito a miembrito recoges los trocitos de carne cruda de tu pareja de
niños. Alzas la mirada al infinito del cielo y con el soplillo de viento
acariciándote la nuca, te los frotas, te los aprietas, te los metes por todo el
cuerpo hasta alcanzar el MADIOR, el Máximus
et Divinus Orgasmus. Gritas, gozas; tus moléculas inhalan y exhalan el
Universo. ¿Lo hueles? Te convertiste, ahora sí que eres Dios. Esto es lo que
sueñas durante quién sabe, –¿días?–.
Se te rompe el sueño, una vez más, se te
desgarra. Un rayo de sol viscoso y caliente, te despierta de mala manera, le
gruñes y con poca gana, alzas la mano a modo de visera. Al principio no sabes
muy bien qué paso y crees por un segundo que todo vuelve a empezar. El Último
Sunami de Arena, El Imperio de la Nada, los primeros milagros. Pero no es así.
¿Eh? Mírala, mírala bien. No la reconoces. Un entramado de legañas oculta tus
ojos de león ratonero y cobarde. Toses. Escupes tierra. Tus neuronas se punzan
entre sí. Menudo merengue de sueño tuviste. La resaca vomita sobre tus oídos, tu
cabeza, tu cuerpo. No te sientes nada bien.
–¿Qué
pasó? ¿Quién eres tú? ¿Eres ilusión, fantasía, espejismo? ¿Ahora sí estoy
muerto de verdad?
Eva,
hecha un fiasco de mujer, inocente, sucia y partida en mil pedazos, te mira
inexpresiva. Algo la aturde un segundo, gira levemente el rostro y aprecias el
mal estado de su mejilla derecha o más bien lo que queda de ella. Retrocede y
vuelves a ser tú el epicentro de su atención. ¿Debes alejarte, debes temerla?
Alarga su brazo hacia tu rostro y por instinto la evitas angustiado. El sudor
te enfría el cogote. Eva alcanza aquello que le llamó la atención y que se
halla tras de ti: una jugosa manzana tipo golden.
La ansiedad se te apacigua. Respiras. Te acerca la manzana en forma de ofrenda,
la rechazas, por unos segundos te observa sin entender tu falta de hambre.
Sonríe y muerde el fruto que se mancha por la sangre reseca de su boca. La
música de unas hojas danza al son de la cálida mañana. Qué ironía. Del estrés
de la huída ni te enteraste que el montículo que te salvó de morir aplastado,
deshecho como un guiñapo, fue el manzano chabolista de tu amado enemigo Natas.
La dicha te invade el alma cuando la niña de tus ojos, pese a que no puede
cerrar bien la boquita y se le sale la mitad de lo que mastica, dice...
–Pa...pá,
pa-pá, papá...
Recuerdas
a De & Tritus Band cantando su crai
beibi crai y un reguero de lágrimas amanece en tus ojos. De la ternura, de
la emoción, las piernillas te tiemblan, parecen serpentinas de una fiesta
infantil. Por primera vez en tu vida te reconoces como parte de un Todo
Superior. Sin principio ni fin, sin alfa ni omega. Lo absoluto que hay en tu
ser, se acepta como duro eslabón de una cadena eterna, con un antes y un
después. El significado que le encuentras a seguir vivo es algo divino que te
colma de júbilo…
Lento, muy lento, sin premura y cortés hasta el detalle, te
levantas dispuesto a abrazar y colmar de besos a Eva, es la carne de tu carne.
Se le ve que de la cordura no anda muy allá la pobrecita, sin embargo su
deforme belleza te envuelve hasta el punto que consigue abrirte las puertas del
amor y la verdad. Y quién lo diría, también el acceso al Cosmos. Allá vas. No
lo consigues. No te da tiempo.
Una vez de pie, extiendes los brazos para
acariciar el rostro de tu hija y un corte en la espalda te resquebraja
partiéndote de cuajo en dos mitades. Adán, a poco más de un metro tras de ti,
tras las hojas del manzano, se te abalanza de nuevo y te clava el afilado
machete costeño mientras grita de una extraña forma gutural. Esta vez te clava
el filo en la nuca. Empuja el arma hacia arriba y te raja hasta la frente.
Gritas. Grita, es el hombre Adán que brama al cielo. Y con un tercer ensarte,
te perfora de riñón a riñón y te desplomas como un costal de huesos y pellejo
fofo, sobre el suelo caliente. Adán sublima así el primer acto moral y
religioso de su vida. Mata al padre. Adiós infancia, hola ser maduro.
Como pasó
con Natas, caes de bruces contra la arena ardiente de lo que una vez fue un
verdadero paraíso. Eva agarra un pedrusco del suelo. Observa tu agonía, alza
los brazos y te revienta los sesos con él. Pero a diferencia de aquél, de
Natas, tú lo agradeces. Lo aceptas, tu sonrisa no se borra y la paz no te la
pueden partir ni en un solo pedazo, tú eres la paz, la unidad. Uno tras otro,
los pedruscos llueven sobre tu cuerpo. No hay odio en tu hija. Solo cascada de
guijarros como sandías. Por primera vez desde el fin del Mundo, Papilla Evadán,
tienes lo que te mereces y puedes al fin descansar. No fue tan doloroso.
31. Final.
De
CONCON, de Condena en Condena, vagan
Adán y Eva por las mieles de la fornicación eterna. Reproducción. Herencia.
Hijos que son facsímiles de sus padres. Legado. Herencia. Eva y Adán se alejan
solitarios bajo el sol que castiga sus espaldas hasta volverlos negros como el
tizne, pintados como el carbón, tras ellos el polvo del pasado que cubre ya el
tiempo antevadiano y las ruinas de la evolución que deja paso a una nueva era
posiblemente trazada al borde de la decadencia, de la mediocridad, pero si así
han de ser las cosas para que todo acabe bien, que así sea.
Para el hambre, los
brazos de Eva y Adán se colmaron de manzanas del pecado y la ciencia, apartaron
como si tal cosa, sin darle importancia, el cadáver insepulto de su padre y se
vieron los dos juntos y por primera vez, reflejados en el brillo de una de las
manzanas más maduras. Adán pensó que eran algo así como el espíritu de dos
cabezas del fruto, ése fue el primer contacto con una realidad trascendente de
su vida.
Eva, sólo pensó en su mal aspecto físico –cara cortada, moratones,
raspaduras, dientes rotos, un fiasco de mujer–, pero tan pronto lo pensaba tan
pronto se aceptaba tal cual era, sin remilgos. Con el gotear de los soña, y el girar imparable y tiránico de
los biorelojes, la falta de sus
mofletes se convirtió en símbolo de la identidad de la tribu, de la casta, y el
rito se hizo presente en forma de ablación facial.
La simpleza de los adanes y
las evas primeros, acabó por acumularse en los modos y las costumbres, a esto
le llamaron sabiduría ancestral. El carácter, el espíritu y el alma de Adán y
Eva se templaron, sino es que ya habían nacido templados (es más, escaldados) y
soportaron resignados envites y desgracias de la vida, y así llegaron a viejos,
llenos de nietos, de prole, orgullosos de no plantearse nunca de dónde venían
ni a dónde iban, sólo estando vivos como la naturaleza que poco a poco volvió a
cubrir de mil tonos de verde el suelo, de amarillo y rojo la tierra, de azul el
cielo, de azul el mar.
Adán, centenario como era, murió recodando en la lejanía
a Evadán, su padre, recordando lo días que se hallaba en la Matriz de Incubación, sintiendo hasta
el tuétano los mortales golpes de Natas, ruborizado por el sexo cuando no tenía
conciencia del sexo, atemorizado por los ruidos de la guerra, henchido de rabia
y satisfecho por su acto de valor a la hora de matar al padre. Tranquilo y
satisfecho por su vida llevada, por su madurez inevitable.
Eva se resigno a la
vida, como su hermano, pero nunca aceptó ser hija de quien era, durante años
sufrió el óxido que en el alma se acumula con el rencor, con el afán de
justicia no acaecida, con el complejo de víctima. Luchó contra todo: contra el
viento, contra el sol, contra las estrellas, contra ella misma, tuvo fe y la
perdió; siempre estuvo buscando algo sin encontrar quién sabe qué y esto derivó
en la locura que del ego, del cinismo, del olvido. Poco a poco su capacidad de
liderazgo devino en un mal chiste, en patetismo, en cambios contiguos de
carácter, ahora mal, ahora muy mal. Sus hijos la ridiculizaban cuando no se
aprovechan de su senilidad, Eva, pobre Eva.
Pero
ahí no acaba la historia, hubo un episodio digno de mención, se trata de un díaen el que un par de hijos de la pareja, Caín y Abel, encontraron jugando
entre los antiguas ruinas del GRACEDETEBIO, unos retratos de Evadán y Natas
juntos, de su primera época, del tiempo
del amor y no la guerra. “¿Qué es esto?” –preguntó Abel. “Eso era Dios”,
–contestó su padre. “¿Y lo blanco? –quiso saber Caín atraído por el resplandor
que emanaba de las escamas de la serpiente. “Lo blanco…” –dudó Adán, en verdad
era la primera vez que veía a Natas tal cual era. Y sin ninguna referencia
anterior, ni buena ni mala dijo lo primero que se le vino a la cabeza. “…Eso
también es Dios”. Los niños se miraron estupefactos, primero entre ellos y
luego dirigieron la mirada a su padre con gesto de no entender, de necesitar
una explicación, algo que pudieran razonar un par de críos de unos diez soña que ya tenían. Su padre evadió la mirada, se rascó la nuca, escupió indeciso sobre
los apelmazados escombros y añadió, “ Dios es un hombre y la serpiente que le
acompaña”. Los niños, con la boca cerrada sonrieron, se miraron de reojo y a la
par, agacharon el gesto y observaron su entrepierna desnuda, soltando los dos
una leve risita al volver la vista a Natas.
–¿Hoy
le quitan el vendaje de la cara, cierto? Estoy orgulloso, camarada. Le juro que
me muero por conocerlo, por ver la forma de su rostro, lo admito... ¿Sabe qué
descubrí recientemente? Que por las noches soy mejor persona –¿le importa que
me llame persona yo que soy serpiente?–... Como le decía, por las noches me
siento más santo porque me siento en paz, como aquel fotograma del fin de
Evadán colado en la peli de mi vida. Creo que los ejercicios de pecata purgatio, funcionan, uno se
libera, se hace aire, se santifica. Pero insisto, parece que el día no esté
hecho para mí, es por las noches cuando más cerca de Dios me siento. Oiga, se
me olvidaba, ¿quiere que le cuente qué vi detrás de Evadán cuando pasé volando
por la azotea caníbal? ¿Sí? ¡Mire qué bien, aquí viene la enfermera para
retirarle las vendas de una vez! Luego le cuento. Respire, relájese y verá qué
gusto para el cutis...
Caen
longas vendas blancas como blanca es tu piel. En espirales se posan unas sobre
otras y sobre ellas mismas se repliegan como rizos escamosos de un
niño-serpiente o de una niña-culebra. Y debido a ellas, debido a decenas de
ellas, la camilla donde se recupera tu compañero de habitación parece inundada
de nata montada, como contigo en el pasado.
–No.
–Sí.
–No mames.
–Sí mamo.
–Tú.
–Sí, yo.
–¿Pero por qué?
–¿Pero por dónde?. ¡Qué
solo me siento! –Nadie Admira Tu Angustiosa Soledad, Natasha.
FIN.
Esta novela fue escrita por el guionista León Hurtado en una noche del invierno del año 2003, en Ciudad de México.
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