miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Cómo escribir guiones para público menor de edad?

La mente de un niño se debe tratar con respeto. Albert Einstein dijo: “I have no special talent. I am only passionalety curious”; curiosidad es el ingrediente que lleva a los genios, a resaltar el conocimiento que para los demás es invisible. Esto es lo que hace un niño.

Cuando empecé en la onda del guión, nunca imaginé lo difícil que es escribir para un público infantil. Mi primer proyecto: Zapping Zone, bajo los estándares de calidad de Disney Channel, me acercó a niños entre 8 y 12 años “pre- teens” (término que escuché por primera vez en el 2000). Para crear el contenido existían varias reglas: aportar información novedosa, divertida, e incluyente, pues llegábamos a países como México, Venezuela, Panamá y Colombia. Las reglas estaban marcadas, ahora teníamos que pensar qué temas podrían interesarles a los pre adolescentes latinos y me di cuenta que cualquier tema se puede tratar con un público infantil: desde el origen de los sombreros, hasta el atentado del 11 de septiembre. La mente de un niño es un bloque de plastilina, que para trabajar con él, se necesitan horas de investigación para ser muy responsable con lo que se les va a comunicar. Aquí mi primera regla para acercarme a un niño: nunca subestimarlos.

En este primer trabajo, aprendí a sintetizar conceptos, que los niños permiten y celebran el humor ácido y que por fortuna ¡no son un público complaciente! Años después, trabajé para Cartoon Network en coproducción con Televisa, en una serie de comedia llamada “La CQ”. La idea: retratar las experiencias de un grupo de adolescentes al llegar a la secundaria. Pensé que sería difícil exponer temas que ya había dejado años atrás, pero el secreto estaba en recordar y ser honesta. Los capítulos, de 30 minutos, empezaron a correr por mis manos y las de mis compañeros guionistas como mantequilla. Nos divertíamos al exponer a nuestros personajes a situaciones donde la torpeza de ser adolescente casi siempre termina en comedia con varias gotas de tragedia y confusión. Aquí mi segunda regla para acercarme a un niño (y a cualquier ser humano de la edad que sea): divertirse.

Los adolescentes son una especie aguda, inconforme y deforme, que al llegar a ser adultos no cambiamos en nada. Cartoon Network pedía retratar valores como la amistad, el respeto y la lealtad. Se permitía un personaje bulleador, con la condición de que al final del capítulo, tuviera su lección de vida. Para recordar el lenguaje propio de esta edad, hice un ejercicio que me enseñaron en un taller de escritura. De vez en vez, salía a caminar por secundarias, parques o espacios llenos de hormonas móviles; pretendía escuchar música a través de mis audífonos, pero no había nada más que las conversaciones de los chicos. Si quería conectar con ellos, tenía que pensar, hablar, moverme y ver el mundo a través de sus ojos.

Brinqué a otros públicos durante un tiempo, pero el año pasado me topé con uno de los retos más grandes hasta ahora: escribir para niños de tres a seis años. Plaza Sésamo es referente de aprendizaje ligado con la creatividad y aquí la cosa se puso buena, cuando llegó a mis manos la primera misión: explicar la importancia de saber esperar. No es que los chavitos sean incapaces de entenderlo, es que hay que regresar a lo básico, a la esencia, que para mí resultó ser de lo más complejo. Es inútil escribir diálogos largos, tampoco funcionan las situaciones elaboradas, hay que pensar en que para alguien como Cookie Monster, saber esperar significa tener que hacer fila para llegar al mostrador de una cafetería y ordenar galletas. Pero también hay que escribir ideas para proponer, que mientras el impaciente de Cookie aguarda su turno, puede jugar adivinanzas con quien lo acompañe, o contar los objetos amarillos que existen en la cafetería, o imaginar cómo se llaman las personas que están en la fila. Los niños más pequeños empiezan a entender su relación con el mundo, aprenden a nombrar lo que sienten y lo que está a su alrededor. Son impacientes y en extremo curiosos, por lo tanto, el mejor público para poner la cabeza a girar. 

Mi última y constante regla para conectar con los niños es respetar su inteligencia. En más de una ocasión me han dado la respuesta a problemas complejos, con la lógica digna de un genio. 

Escrito por Magalli Urquieta

2 comentarios:

Rich. dijo...

Gracias por tomarte el tiempo de compartir.

El inquilino dijo...

De nada, es un placer compartir conocimiento. :D

Licencia Creative Commons
el inquilino guionista se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.