La mente de un niño se debe tratar con
respeto. Albert Einstein dijo: “I
have no special talent. I am only passionalety curious”;
curiosidad es el ingrediente que lleva a los genios, a resaltar el
conocimiento que para los demás es invisible. Esto es lo que hace un
niño.
Cuando empecé en la onda del guión,
nunca imaginé lo difícil que es escribir para un público infantil.
Mi primer proyecto: Zapping Zone, bajo los estándares de calidad de
Disney Channel, me acercó a niños entre 8 y 12 años “pre-
teens” (término que escuché
por primera vez en el 2000). Para crear el contenido existían varias
reglas: aportar información
novedosa, divertida, e incluyente,
pues llegábamos a países como México, Venezuela, Panamá y
Colombia. Las reglas estaban marcadas, ahora teníamos que pensar qué
temas podrían interesarles a los pre adolescentes latinos y me di
cuenta que cualquier tema
se puede tratar con un público infantil: desde el origen de los
sombreros, hasta el atentado del 11 de septiembre. La
mente de un niño es un bloque de plastilina, que para trabajar con
él, se necesitan horas de investigación para ser muy responsable
con lo que se les va a comunicar.
Aquí mi primera regla para acercarme a un niño: nunca
subestimarlos.
En este primer trabajo, aprendí a
sintetizar conceptos, que los niños permiten y celebran el humor
ácido y que por fortuna ¡no son un público complaciente! Años
después, trabajé para Cartoon Network en coproducción con
Televisa, en una serie de comedia llamada “La CQ”. La idea:
retratar las experiencias de un grupo de adolescentes al llegar a la
secundaria. Pensé que sería difícil exponer temas que ya había
dejado años atrás, pero el secreto estaba en recordar y ser
honesta. Los capítulos, de 30 minutos, empezaron a correr por mis
manos y las de mis compañeros guionistas como mantequilla. Nos
divertíamos al exponer a nuestros personajes a situaciones donde la
torpeza de ser adolescente casi siempre termina en comedia con varias
gotas de tragedia y confusión. Aquí mi segunda regla para acercarme
a un niño (y a cualquier ser humano de la edad que sea): divertirse.
Los adolescentes son una especie aguda,
inconforme y deforme, que al llegar a ser adultos no cambiamos en
nada. Cartoon Network pedía retratar valores como la amistad, el
respeto y la lealtad. Se permitía un personaje bulleador,
con la condición de que al final del capítulo, tuviera su lección
de vida. Para recordar el lenguaje propio de esta edad, hice un
ejercicio que me enseñaron en un taller de escritura. De vez en vez,
salía a caminar por secundarias, parques o espacios llenos de
hormonas móviles; pretendía
escuchar música a través de mis audífonos, pero no había nada más
que las conversaciones de los chicos. Si quería conectar con ellos,
tenía que pensar, hablar, moverme y ver el mundo a través de sus
ojos.
Brinqué a otros públicos durante un
tiempo, pero el año pasado me topé con uno de los retos más
grandes hasta ahora: escribir para niños de tres a seis años. Plaza
Sésamo es referente de aprendizaje ligado con la creatividad y aquí
la cosa se puso buena, cuando llegó a mis manos la primera misión:
explicar la importancia de
saber esperar. No es que los
chavitos sean incapaces de entenderlo, es que hay que regresar a lo
básico, a la esencia, que para mí resultó ser de lo más complejo.
Es inútil escribir diálogos largos, tampoco funcionan las
situaciones elaboradas, hay que pensar en que para alguien como
Cookie Monster, saber esperar significa tener que hacer fila para
llegar al mostrador de una cafetería y ordenar galletas. Pero
también hay que escribir ideas para proponer, que mientras el
impaciente de Cookie aguarda su turno, puede jugar adivinanzas con
quien lo acompañe, o contar los objetos amarillos que existen en la
cafetería, o imaginar cómo se llaman las personas que están en la
fila. Los niños más pequeños empiezan a entender su relación con
el mundo, aprenden a nombrar lo que sienten y lo que está a su
alrededor. Son impacientes y en extremo curiosos, por lo tanto, el
mejor público para poner la cabeza a girar.
Mi última y constante
regla para conectar con los niños es
respetar su inteligencia. En
más de una ocasión me han dado la respuesta a problemas complejos,
con la lógica digna de un genio.
Escrito por Magalli Urquieta
2 comentarios:
Gracias por tomarte el tiempo de compartir.
De nada, es un placer compartir conocimiento. :D
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