"Hola, no sé si me podrían resolver una duda. A qué se refieren con escribir un guión con "licencia poética", cómo funciona el escribirlo así y si debo aclararlo en la portada del guión. Muchas gracias."
Antes
que nada, la pregunta inevitablemente me hace imaginar qué sería literalmente
una ‘licencia poética’. Tal vez
sería un documento kafkiano que permitiría utilizar figuras literarias en
horarios de oficina, o también podría ser un permiso especial para pronunciar
versos en frente de la Reina de Corazones en el país de las maravillas.
Para empezar veámoslo desde el mundo particular del guión
cinematográfico, donde se trata de una de las viejas discusiones entre
profesionales del cine, que consiste en...
<<...si el guionista debe darse espacio para elaborar su escritura de forma más cercana al lenguaje literario o si debe “ser colaborativo” en el proceso cinematográfico y limpiar toda huella literaria de su escrito>>.
Se suele decir que el guión debe estar narrado a partir de
acciones y de descripciones concretas, que permitan al director y al resto del
equipo en el rodaje una interpretación sencilla y construir el mundo de la
película de una forma cercana a la idea original.
Ser claro expresando las ideas de una historia a través del
lenguaje cinematográfico es sumamente importante, pero no es algo que esté en
el opuesto de lo poético o de lo literario en general.
Shakespeare es el mejor ejemplo de esto, pues bien sabemos de
la belleza de su estilo y de su lenguaje al escribir sus obras dramáticas __que
a fin de cuentas también tenían la intención fundamental de ser representadas en
un escenario teatral__. Además de eso, creo que si el guión pretende ser tenido en cuenta (con todo el derecho) como un género literario más, es importante que
empiece a comportarse como tal, creando obras que por sí mismas sean obras
literarias.
Además, curiosamente, la característica industrial del cine
podría terminar aportando a esta idea: Tal vez sea importante que un guión
seduzca al lector, especialmente si es un productor o un inversionista, y puede
que una bien utilizada ‘licencia poética’ termine ayudando para ese fin.
Con respecto a si es necesario que lo aclares en la portada
del guión, pues bueno… Obviamente no es necesario, pero podrías empezar dándote
alguna licencia y hacerlo… Tal vez sea un pintoresco detalle que te dé un punto
a favor…
Pero en el fondo de todo esto, creo que uno debe darse
licencia poética en la vida. Más si uno se dedica a un arte como el cine, o si
pretende estar haciendo arte, al menos, al escribir un guión. Creo que la
poesía vive siempre con uno. Si no la poesía, al menos el sentido poético, y
además se siente, y se siente mucho más cuando uno escribe. Es un momento de
trance, similar al que uno siente cuando está acostado en medio de la
oscuridad, justo antes de dormir, cuando la mente juguetea un poco.
Paul McCartney dice que ‘Yellow submarine’ se le ocurrió justo en ese instante, y yo le creo. ‘La
Poética’, aquella famosa obra de Aristóteles por la que pasamos tod*s los que
hemos estudiado la escritura de ficción, (y deberíamos volver a pasar por ella cada
cierto tiempo) no tiene ese nombre de forma gratuita: es todo un análisis de
las artes imitativas; así que no está lejos de la poesía, porque la poesía también es imitación. De
hecho, si se piensa bien, todo es imitación.
Algunos relacionan también a la poesía con la imagen, y bien
sabemos de directores más bien conceptuales que fundamentan sus guiones en la
imagen poética y no precisamente en las descripciones más racionales, como
podría indicarlo algún manual de guión. Bien conocidas son las primeras y
últimas películas de Buñuel, o las de Cocteau, o muchas de René Clair, etc. Las
vanguardias del cine, incluso las más realistas, como el realismo socialista de
los soviéticos, están plagadas de poesía; es decir que el cine parte de la
poesía. De hecho, ‘La llegada del tren’, de los Lumiere, o ‘El viaje a la
luna’, de Méliès, tienen un importantísimo contenido poético, ¿quién puede
asegurar que no es así?
De hecho, y con mucha razón, Tarkovsky decía que “la realidad
no se percibe como en las películas que se hacen llamar realistas”. El ser
humano por naturaleza sueña, imagina, recuerda y vive el presente de forma
bastante poética. La percepción está influida por un montón de procesos
internos que nos hacen sentir todo de una forma particular. De hecho, nuestros
sueños, recuerdos, imaginaciones y experiencias están llenos de poesía.
Recordamos cosas como la textura de la piel de una mujer, la risa de nuestra
madre, el olor de la ropa de nuestro padre y algún momento de euforia o de
terror.
La sensación exacta de cómo era nuestro presente no la
recordamos nunca más, y sólo a veces nos visita cuando vemos a personas que
marcaron alguna época después de no haberlas visto en mucho tiempo, o cuando
visitamos lugares que frecuentamos en una época en particular. Inclusive
podríamos decir que nuestra existencia es más poética que real, en términos
precisos. Sin embargo, ya sabemos que la realidad y la poesía no están tan
lejanas...
Escrito
por Juan Sebastián Muñoz Sánchez, con licencia poética número 396790304 .
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