martes, 12 de febrero de 2013

El guionista con licencia poética


"Hola, no sé si me podrían resolver una duda. A qué se refieren con escribir un guión con "licencia poética", cómo funciona el escribirlo así y si debo aclararlo en la portada del guión. Muchas gracias."
Antes que nada, la pregunta inevitablemente me hace imaginar qué sería literalmente una ‘licencia poética’. Tal vez sería un documento kafkiano que permitiría utilizar figuras literarias en horarios de oficina, o también podría ser un permiso especial para pronunciar versos en frente de la Reina de Corazones en el país de las maravillas.
Para empezar veámoslo desde el mundo particular del guión cinematográfico, donde se trata de una de las viejas discusiones entre profesionales del cine, que consiste en...
 <<...si el guionista debe darse espacio para elaborar su escritura de forma más cercana al lenguaje literario o si debe “ser colaborativo” en el proceso cinematográfico y limpiar toda huella literaria de su escrito>>.
Se suele decir que el guión debe estar narrado a partir de acciones y de descripciones concretas, que permitan al director y al resto del equipo en el rodaje una interpretación sencilla y construir el mundo de la película de una forma cercana a la idea original.
Ser claro expresando las ideas de una historia a través del lenguaje cinematográfico es sumamente importante, pero no es algo que esté en el opuesto de lo poético o de lo literario en general.
Shakespeare es el mejor ejemplo de esto, pues bien sabemos de la belleza de su estilo y de su lenguaje al escribir sus obras dramáticas __que a fin de cuentas también tenían la intención fundamental de ser representadas en un escenario teatral__. Además de eso, creo que si el guión pretende ser tenido en cuenta (con todo el derecho) como un género literario más, es importante que empiece a comportarse como tal, creando obras que por sí mismas sean obras literarias.
Además, curiosamente, la característica industrial del cine podría terminar aportando a esta idea: Tal vez sea importante que un guión seduzca al lector, especialmente si es un productor o un inversionista, y puede que una bien utilizada ‘licencia poética’ termine ayudando para ese fin.
Con respecto a si es necesario que lo aclares en la portada del guión, pues bueno… Obviamente no es necesario, pero podrías empezar dándote alguna licencia y hacerlo… Tal vez sea un pintoresco detalle que te dé un punto a favor…
Pero en el fondo de todo esto, creo que uno debe darse licencia poética en la vida. Más si uno se dedica a un arte como el cine, o si pretende estar haciendo arte, al menos, al escribir un guión. Creo que la poesía vive siempre con uno. Si no la poesía, al menos el sentido poético, y además se siente, y se siente mucho más cuando uno escribe. Es un momento de trance, similar al que uno siente cuando está acostado en medio de la oscuridad, justo antes de dormir, cuando la mente juguetea un poco.
Paul McCartney dice que ‘Yellow submarine se le ocurrió justo en ese instante, y yo le creo. ‘La Poética’, aquella famosa obra de Aristóteles por la que pasamos tod*s los que hemos estudiado la escritura de ficción, (y deberíamos volver a pasar por ella cada cierto tiempo) no tiene ese nombre de forma gratuita: es todo un análisis de las artes imitativas; así que no está lejos de la poesía, porque la poesía también es imitación. De hecho, si se piensa bien, todo es imitación.
Algunos relacionan también a la poesía con la imagen, y bien sabemos de directores más bien conceptuales que fundamentan sus guiones en la imagen poética y no precisamente en las descripciones más racionales, como podría indicarlo algún manual de guión. Bien conocidas son las primeras y últimas películas de Buñuel, o las de Cocteau, o muchas de René Clair, etc. Las vanguardias del cine, incluso las más realistas, como el realismo socialista de los soviéticos, están plagadas de poesía; es decir que el cine parte de la poesía. De hecho, ‘La llegada del tren’, de los Lumiere, o ‘El viaje a la luna’, de Méliès, tienen un importantísimo contenido poético, ¿quién puede asegurar que no es así?
De hecho, y con mucha razón, Tarkovsky decía que “la realidad no se percibe como en las películas que se hacen llamar realistas”. El ser humano por naturaleza sueña, imagina, recuerda y vive el presente de forma bastante poética. La percepción está influida por un montón de procesos internos que nos hacen sentir todo de una forma particular. De hecho, nuestros sueños, recuerdos, imaginaciones y experiencias están llenos de poesía. Recordamos cosas como la textura de la piel de una mujer, la risa de nuestra madre, el olor de la ropa de nuestro padre y algún momento de euforia o de terror.
La sensación exacta de cómo era nuestro presente no la recordamos nunca más, y sólo a veces nos visita cuando vemos a personas que marcaron alguna época después de no haberlas visto en mucho tiempo, o cuando visitamos lugares que frecuentamos en una época en particular. Inclusive podríamos decir que nuestra existencia es más poética que real, en términos precisos. Sin embargo, ya sabemos que la realidad y la poesía no están tan lejanas...

Escrito por Juan Sebastián Muñoz Sánchez, con licencia poética número 396790304 .

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