Tal vez este texto debería empezar con el sonido del silbato de un
árbitro que indica el inicio del partido. Así empezaría si fuera un guión y también
si fuera un partido de fútbol.
El fútbol está por todas partes y nunca
duerme. Creo que si se revisa el calendario futbolístico mundial, no deben ser
más de veinte o treinta los días del año en los que no se juega ningún partido
de fútbol en ningún lugar del mundo. Para muchos es como ver la misma película
una y otra vez, porque no les gusta el fútbol. Para otros (entre los que me
incluyo) es casi como el cine, porque son todas películas, unas buenas, unas
malas, unas aburridas, unas emocionantes. Cada
partido es diferente suelen decir los cronistas deportivos para contraponer
el azar a las estadísticas.
Es todo un misterio para mí pensar en dónde o
en qué reside la particular e inmensa atracción que ejerce el fútbol sobre las
masas. Objetivamente no lo considero mejor que otro deporte. El béisbol o el
tenis me parecen mucho más interesantes como juego. Mucho menos con respecto a
otro espectáculo. Creo que el cine tiene implicaciones oníricas e
introspectivas mucho más profundas, pero ya quisiera el cine (especialmente
como industria) generar en las multitudes lo que genera el futbol. Los hinchas
verdaderamente se entristecen cuando pierde su equipo y se llenan de júbilo
cuando gana. Son logros y fracasos de ellos mismos como personas.
Visto de cierta forma, tocar así a las
personas es la aspiración suprema del cine y de cualquier arte. Pero, ¿qué hace
al fútbol tan especial? ¿La idiotez humana? ¿La posibilidad de encontrar un
refugio para todos aquellos sueños y propósitos que nunca se pudieron cumplir?
¿Tal vez ver al balón traspasar la línea de gol activa alguna sustancia química
en el cerebro? La verdad, yo no tengo la respuesta. ¿O será que el fútbol tiene
guión? ¿Está libreteado? Puede ser.
De hecho cuando un jugador hace uso de su talento individual y resuelve una
situación brillantemente en un partido, se suele decir que “se salió del guión
del partido”.
Tal vez la táctica deportiva del fútbol pueda
ser un camino para hablar del guión dentro del fútbol. La estrategia que hace
parte del deporte como actividad y del cine como oficio, en donde el guión
juega un papel muy importante. De la misma forma, los personajes son
fundamentales para llegar a buen puerto en un partido y en una historia. Pelé
es lesionado, o Zidane es expulsado y cambia el destino de la película, porque
son protagonistas fundamentales. Pero a veces un gol de camerino da al traste
con cualquier intención previa en el fútbol, con cualquier guión. Es el
incidente desencadenante de una nueva película. De hecho, cada gol es un giro
dramático. Muy dramático. Los estados de ánimo de jugadores y seguidores se
afectan de inmediato y suelen empezar nuevos actos en la dramaturgia del fútbol,
que son cerrados nuevamente por otro gol, o por un penalti errado.
Pero, si el fútbol o futbol (depende cómo lo
acentúes) es tan dramático, entonces ¿por qué suelen ser tan poco afortunadas
las películas sobre futbol? Tal vez porque es poco cinematográfico. No resulta
muy atractivo mostrar a veintidós personajes en pantalones cortos, dándole
patadas a una pelota en un potrero de 100 x 60 metros. Si alguien lograra
desentrañar el verdadero drama y mostrarlo tal y como lo sienten los hinchas y
los futbolistas, seguramente entraría en la historia del cine. Y en la del
fútbol, de paso.
Sin embargo, se pueden recordar algunas
películas sobre fútbol, como la del gran John Huston titulada ‘Victory’ en
inglés, y traducida como ‘Escape a la Victoria’ por estos rumbos
latinoamericanos. Es protagonizada nada menos que por Pelé y Silvester
Stallone, además de contar con Michael Caine y toda una constelación de
estrellas de la historia de fútbol mundial, como el inglés Bobby Moore.
Porque eso sí, como en cualquier escenario
mitológico, existen dioses y héroes. En eso el fútbol es muy similar al cine o
al rock and roll. De hecho, Johan Cruyff, el capitán de la selección holandesa
de fútbol, conocida en la historia del deporte como ‘La Naranja Mecánica’, bien
podría compararse con el irreverente Alexander De Large, interpretado
magistralmente por el joven Malcolm McDowell. Podríamos decir lo mismo de Franz
Beckenbauer y Gerd Müller, en relación con Wim Wenders y Werner Herzog, quienes
por la misma época se llevaban toda la atención de gran parte de la población
alemana; todos con sus cabelleras desordenadas. Hasta alguna vez Albert Camus dijo
que “la selección es la patria”. Tanto como el cine nacional, seguramente.
De unas semanas para acá un técnico ha dado de
qué hablar en el medio futbolístico local colombiano porque le hace llegar
papelitos a sus jugadores con indicaciones acerca de la táctica.
No es la primera vez que esto
sucede. En la Copa del Mundo Alemania 2006, la selección anfitriona definió su
clasificación a las semifinales del evento frente a Argentina en la definición
desde el punto penal. El portero alemán, Jens Lehmann, recibió del preparador
de arqueros un papelito en el que se detallaban los hábitos de los futbolistas
argentinos para cobrar las penas máximas, específicamente el lugar del arco al que dirigían sus disparos.
En medio de cada disparo, el
arquero sacaba el papelito y miraba las indicaciones sobre el jugador que iba a
disparar. En la serie de disparos, Lehmann acertó la ubicación de todos los
tiros y atajó dos de ellos, lo que a la postre llevó a Alemania a la semifinal de aquel Mundial…
Tal vez sea un nuevo subgénero
para el guión y por ende una nueva opción laboral para los guionistas: ‘Guión
para fútbol’. ¡Yo me especializaría!
Artículo escrito por el guionista futbolero (como muchos otros
guionistas) y colaborador de El Inquilino Guionista, Juan Sebastián Muñoz Sánchez.
1 comentario:
Me parece muy original la comparación. Enhorabuena
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