jueves, 25 de diciembre de 2025

¿Qué es el "retcon" en un guion y cómo se usa? Con ejemplos...

Un retcon, abreviatura de retroactive continuity o continuidad retroactiva, es una técnica narrativa que consiste en introducir nueva información en una historia ya existente para alterar, añadir o reinterpretar hechos o personajes que el espectador daba por cerrados. 

Se usa en cine, series, cómics y literatura, y no implica borrar lo anterior, sino ajustarlo para que encaje con nuevas ideas, corrija errores o mantenga la historia viva. Es lo que ocurre cuando descubrimos que un personaje tenía un pasado secreto o que una relación que parecía anecdótica era, en realidad, fundamental. El pasado no desaparece: cambia su significado.

El retcon funciona de varias maneras. A veces se añade información que no existía previamente, como cuando un personaje aparentemente plano revela una historia previa que explica su conducta. Otras veces se eliminan elementos, no de forma explícita, sino restándoles importancia hasta que entendemos que ese evento que creíamos central en realidad nunca lo fue tanto. También existe la alteración o reinterpretación, que no cambia los hechos sino la manera en que debemos entenderlos, como ocurrió en Star Wars cuando se reveló que Darth Vader era el padre de Luke Skywalker. Los eventos seguían siendo los mismos, pero su carga emocional y narrativa se transformó por completo. En historias largas, el retcon también actúa ajustando el tiempo, comprimiéndolo o expandiéndolo para que los personajes sigan siendo verosímiles y la trama no se fracture.

Uno de los grandes propósitos del retcon es actualizar personajes para que sigan conectando con el público contemporáneo sin necesidad de reiniciarlos desde cero. También sirve para resolver inconsistencias, tapar agujeros de guion o contradicciones que surgen cuando una historia crece más de lo previsto. Y, sobre todo, permite crear nuevas líneas argumentales sin destruir lo que ya se había construido, algo esencial en sagas, series o universos narrativos que no nacieron con vocación de durar tantos años.

Aunque los ejemplos más citados suelen venir del cine estadounidense, el retcon está muy presente en el cine iberoamericano, aunque se use de forma más silenciosa y sofisticada. En El secreto de sus ojos, por ejemplo, los hechos no cambian en ningún momento, pero cuando el espectador comprende la verdadera vida del viudo y su relación con el asesino, todo el pasado se resignifica moralmente. No se reescribe la historia, se reescribe nuestra mirada sobre ella. Ese cambio retroactivo de sentido es un retcon emocional, uno de los más efectivos y menos evidentes.

En el cine español, Los lunes al sol trabaja el retcon desde la sustracción. Al principio, los personajes se definen por su pasado laboral y su identidad como trabajadores, pero conforme avanza la película entendemos que ese pasado ya no existe, aunque ellos sigan aferrados a él. La historia no niega lo ocurrido, pero le quita peso narrativo y obliga al espectador a reinterpretar cada escena anterior desde la pérdida y no desde la nostalgia.

En México, Amores perros ofrece un ejemplo de reinterpretación constante. El accidente es siempre el mismo, pero cada nueva historia obliga a releer las anteriores. Cuando el espectador llega al final, entiende que el pasado no ha cambiado, pero su significado sí. El guion utiliza la estructura para retconear emocionalmente lo que ya hemos visto, demostrando que el retcon no siempre es un giro argumental, sino una estrategia de montaje y punto de vista.

En Colombia, Narcos hace un uso claro del retcon temporal. La serie comprime, reorganiza y solapa eventos históricos para que la narración funcione dramáticamente. Algunos sucesos se adelantan, otros se mezclan, y personajes reales se funden en uno solo. No es un error ni una trampa: es una reinterpretación del tiempo histórico para preservar la coherencia narrativa y emocional, algo que el espectador acepta porque la historia se sostiene internamente.

En España, La casa de papel es un ejemplo claro de retcon serial bien ejecutado. El Profesor no cambia como personaje, pero su pasado se reinterpreta constantemente. Cada nueva revelación no contradice lo que ya sabemos, sino que lo amplía y lo hace más complejo. El espectador siente que todo estaba ahí desde el principio, aunque en realidad el guion haya ido ajustándose sobre la marcha.

Algo parecido ocurre en Relatos salvajes, donde cada historia funciona como un pequeño retcon social. Muchas reacciones parecen exageradas o desmedidas hasta que el contexto previo del personaje sale a la luz. No se modifican los hechos, pero sí el detonante oculto que los vuelve comprensibles. El pasado adquiere un nuevo peso sin necesidad de ser reescrito.

Incluso una película aparentemente contenida como Roma utiliza el retcon de forma sutil. El personaje del padre no cambia, pero su ausencia se carga de nuevos significados a medida que avanza la historia. No se explica más, pero entendemos más. El guion añade sentido, no información, y eso es una de las formas más elegantes de continuidad retroactiva.

El gran error de muchos guionistas noveles es creer que un retcon es simplemente “se me ocurrió algo mejor después”. Eso no es retcon, es improvisación. Un buen retcon da la sensación de haber estado planeado desde el inicio, incluso cuando no lo estuvo. Si el espectador piensa “ahora todo encaja”, funciona. Si piensa “eso no estaba ahí”, la historia se rompe.

Por eso, al usar retcon en un guion, nunca se deben contradecir emociones ya vividas. Se pueden cambiar datos, pero no la experiencia emocional del espectador. Es fundamental dejar rastros previos, aunque sean mínimos: una frase, un gesto, una omisión. Algo que permita que, al mirar atrás, el nuevo significado tenga sentido. Además, un buen retcon complica la historia, no la simplifica. Si sirve para resolverlo todo de forma cómoda, suele ser sospechoso. Y, como casi siempre en guion, menos es más: un solo retcon potente vale más que una cascada de giros forzados.

En esencia, el retcon no es una trampa ni un engaño. Es una forma de cirugía narrativa. Sirve para ajustar historias vivas, no para resucitar historias muertas. Cuando está bien hecho, el espectador no siente que le han cambiado el pasado, sino que, por fin, lo comprende.

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