miércoles, 8 de junio de 2011

La megalomanía del guionista

Hace muchos años, en una conocida plaza nocturna de Madrid, me acerqué a un escritor cuyos libros yo por aquellos años leía mucho y me presenté. Tras un par de cervezas me confesó: …aunque uno no quiera, todos los escritores acabamos enfermos de megalomanía

                Ego, vanidad, delirios de grandeza, genialidad, control y perfección. ¿Qué tanto hay de verdad en todo esto? ¿Es una coraza como la ven en el mejor de los casos los otros que con cariño nos llaman inseguros? ¿O es que tenemos los huevos y los ovarios muy grandes, tanto que albergamos la totalidad de la existencia misma? Yo sé que todo no lo puedo saber, pero sé que de algún modo todo lo sé: he ahí la semilla.
            Esta semana escribí el muro de mi feisbuq: “Los guionistas tenemos el síndrome del pavo navideño, somos los protagonistas de la noche pero intuimos que algo acabará mal...No me fastidien, y dejen que me vaya por patas y con la cabeza gacha entre las alas desplumadas. Miedo me da cuando sé que me van a clavar el diente los productores, sacar la sangre en la televisión o robarme las ideas los directores con una sonrisa en la boca. Para eso poseo mi ego. A manos temblando, cuando los demás vienen a por mí, me defiendo usando mi ego.
Aunque sude, aunque me lleve el nervio o me cague por las patas pa’bajo, como decía mi abuela, si mi ego no me ayuda en esta profesión poblada de aves de rapiña, nadie lo hará. Pero ojo al dato: el ego no siempre ha de estar por las nubes, sino amaestrado y entrenado, como un león de circo que muerde a quien indica el domador: un ego domado, es un ego que podemos usar como herramienta, no sólo creativa, sino como salvaguarda de nuestra integridad de seres humanos y guionistas.
Pero volviendo al tema de la megalomanía y el guión, ¿qué pasa cuando esa manía o costumbre excesiva que nos hace creer que todo lo hacemos bien, nos convierte en personas conflictivas, o en el mejor de los casos, gente imposible? Ya van tres o cuatro veces que escucho el nombre de un guionista compañero y premiado, refiriéndose a su mal carácter, a lo difícil que es trabajar con él. Y eso me hace sentir mal, yo también era así. Ojalá el guionista en cuestión se viera en el reflejo de los otros, de los demás, y se asumiera como cabrón e incómodo que es, y cambiara de actitud…o no. No hay neurosis ni complejos que valgan, quizás las relaciones laborales dependan de si mudo o no de punto de vista (aquí es donde desmonto Freud), pero a la vez, quién sabe cuál es su camino. Tal vez el camino más difícil sea el camino, y por eso no hallamos en él por muy duro que éste sea.
El otro día me preguntó mi dentista, quien al parecer es psicólogo aficionado: “…¿qué significa gilipollas en Aspaña?” Tonto, farol, y muchas veces mentiroso, le respondí.  “¿Y qué significa dar una hostia?”, volvió a preguntar. Madrear, golpear al alguien, le dije. “Pues bien, quería decirte para que lo entiendas, que eres un gilipollas y te mereces un par hostias por ególatra”. Ups, casi me trago el empaste que me estaba poniendo en la muela: mi dentista mide casi dos metros de altura, procede de la sanguinaria Sinaloa y con una mano podría agarrarme del cuello y hacerme puré de papa a la vez. En estas situaciones mi ego suelta un chiste, se escucha alguna carajada lejana y alguien en mi cabeza aplaude al stand up comediant que es mi yo guionista.
¿Cómo manejarse con los guionistas conflictivos, o en su defecto, con cualquier bicho de los que pueblan esta perrera de egos que es el cine, porque en todos los sectores se cuecen habas? Lo primero que te dirá cualquiera con quien discutas es: así soy yo, así he sido siempre y no cambiaré.
Lo segundo ya, depende de cada caso:
El guionista esquizoide querrá estar solo, que lo dejen en paz, no comunicarse será su modo de operar. Mejor dejar al ermitaño en su cueva y con sus pensamientos, que ganarse la enemistad de un posible futuro sicópata.  
El guionista paranoico pensará que todos están en su contra, que sólo él tiene la verdad y que hay una fuerza malévola detrás de cada sonrisa, mirada o coqueteo. Es sectario segregacionista, aunque la secta sea sólo de uno: él.
El guionista antisocial podría ser político, ladrón o acabar en la cárcel, es un misántropo. Sabe vender, sabe lo que quiere y lo consigue. No distingue entre el bien y el mal. Suele ser encantador e inteligente. Cuidado chicas...
El guionista histriónico, el rey del drama. Vive por y para la atención ajena, conduce el mejor coche, viste a la moda, frecuenta los clubs más chics…No importa que hables mal de él o ella, sólo escribe bien su nombre. 
El guionista obsesivo-compulsivo corrige al director, al acting-coach, al actor, al productor, al editor, y no corrige o regaña al espectador y le dice lo que tiene que pensar porque no puede con todos, que sino… 
El guionista codependiente vale verga, porque su autoestima está por los suelos y pisoteada. Suele ser masoquista y le gusta el dolor físico y mental. Teme los riesgos y aguanta la vara con la que se golpea al asno. 
El guionista borderlain es extremadamente tímido, abre los ojos como platos cuando te diriges a él o ella sin saber muy bien dónde esconderse. Quiere a toda costa evitar cualquier situación de la índole que sea. Se deshace poco a poco.
El guionista pasivo-agresivo es hostil y aprieta donde más duele como pellizco de moja, se pasa de irónico y sonríe cuando el cinismo aflora en sus ocurrencias. Ridiculiza a todo el mundo, bajita la mano y con chisme.
Y ya…
Aclaro que esta clasificación, además de ser subjetiva al 100%, está basada en mi experiencia como coautor o asesor de guiones. Y que, aunque los guionistas no somos panes de diosito santo, solemos ser los más auténticos del crew de una película por lo desacomplejados que estamos de nuestros profundos complejos, que no podemos ocultar, ni evitar.
Y  unos consejos para cuando trates con ególatras, megalómanos y harinas de otros costales: la culpa no cambia los hechos. Controla tus propias emociones. Prepárate para que los defectos y los fracasos del otro o la otra, recaigan sobre ti. Pero nunca seas un mártir, eso déjalo para los fanáticos. Cualquier cosa que hagas o digas con la cabeza caliente (y otras partes), será usado en tu contra. Trata al megalómano como un niño, y sobre todo, protege tu autoestima, sonríe. Pasa de él o ella, dale el avión, para tal menester México es lugar perfecto donde aprender cómo. Y si esto no funciona, sé lo contrario a ese tipo que se cree monarca o emperador, sé: paciente, humilde, bondadoso, tolerante. Y no olvides que nadie es perfecto ni normal todo el tiempo, más bien lo contrario, todos somos imperfectos y raros casi todo el tiempo. La palabra mágica con la que cerrar este artículo es (lo adivinaste) RESPETO. 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

mira que me he reído con lo de tu dentista, y la verdad todo es muy cierto todo lo escrito, al final nuestros complejos nos hacen únicos jeje... me gusta el final tan positivo con la palabra respeto :)

rgb78

Itzel Enciso dijo...

jajaja a tu lista añadiría GUIONISTA NARCISISTA que supongo queda perfecto con la idea de magalomanía.
Al Guionista borderline, lo catalogaría como el indeciso, extremista, inestable...

¿Cómo se llamaría el guionista con todos los trastornos de personalidad mencionados?

¿Qué ocurrió después con el dentista? jajaja

Coincido con RGB78, todo está en el RESPETO, un buen final y un buen comienzo

Itzel Enciso

El inquilino dijo...

Lo de guionista narcisista lo dices por mí?? jejejej..
El bordelain es más tímido de lo que parece, la gente ha satanizado el término, pero somos, digo son, pura inseguridad a veces descontrolada, eso es todo..
Con el dentista: luego me hizo tanto daño que aflojé y cooperé. Y sí, me faltó mencionar que lo normal es que un guionista reúna varios de estos "trastornos" de la personalidad megalómana...
Gracias por seguir leyendo. Por cierto, el maestro O.W. decía que un texto ha de empezar bien y acabar mejor.. :-)
Saludos a los 2!!

Anónimo dijo...

-No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
-Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa "crear lazos".
-¿Crear lazos?
-Sí -dijo el zorro-.Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú no me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
"El principito"
Antoine de Saint-Exupéry.

Lo mismo sucede con el ego, hay que domesticarlo.

Anónimo dijo...

Me gusta mucho como describes los tipos de guionista, creo que en verdad si existen de estos en el mundo de la escritura. Ahora los podre identificar.
al final nuestros complejos nos hacen únicos

Anónimo dijo...

Me gustó mucho esto sobre la megalomanía del guionista, es muy cierto lo que escribe sobre los guionistas por ejemplo del ego,vanidad,etc. los guionistas son creativos, originales y depende de cada uno como se caracteriza, describes a diferentes guionistas,el que mas me agrad el guionista histriónico,es como el tipo de persona alivianada que le tiene sin cuidado lo que hablen de el.
Y es divertido sobre lo que habla del dentista sinaloense.

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