JS me pidió de favor que me leyera su guión, y yo aprovecho para escribir un artículo. Lo siguiente que voy a realizar es un scriptdoctor o análisis de guión.
Nunca debería superar la cuartilla y media. Media página para cada acto. Yo me voy a enrollar más pero con el mismo ánimo: contar la historia para quien no se la haya leído, a la vez que hablo de los problemas o aciertos que leo. Este trabajo que, repito, debería ser de página y media, lo pagaban hace tres años en Televisión Española a trescientos euros por guión, de modo que si te leías unos tres a la semana ganabas más que bien. En México, yo lo he visto pagar a nivel profesional con tarifas que van desde los 1000 dólares, si tienes alguna película filmada, o dos mil quinientos si no eres conocido pero te lo curras más, hasta los 20 mil dólares si eres el guionista más conocido de este país, GA. Pero tengas un caché u otro, scriptdoctors te haces a lo sumo dos al año, caen pocos. Este servicio de análisis lo damos muchos en la industria (o lo que haiga) pero muy pocos vivimos o sacamos mucho de él. El verdadero problema de los fracasos en el cine, proviene de no analizar los guiones antes de invertir un solo peso.
Nunca debería superar la cuartilla y media. Media página para cada acto. Yo me voy a enrollar más pero con el mismo ánimo: contar la historia para quien no se la haya leído, a la vez que hablo de los problemas o aciertos que leo. Este trabajo que, repito, debería ser de página y media, lo pagaban hace tres años en Televisión Española a trescientos euros por guión, de modo que si te leías unos tres a la semana ganabas más que bien. En México, yo lo he visto pagar a nivel profesional con tarifas que van desde los 1000 dólares, si tienes alguna película filmada, o dos mil quinientos si no eres conocido pero te lo curras más, hasta los 20 mil dólares si eres el guionista más conocido de este país, GA. Pero tengas un caché u otro, scriptdoctors te haces a lo sumo dos al año, caen pocos. Este servicio de análisis lo damos muchos en la industria (o lo que haiga) pero muy pocos vivimos o sacamos mucho de él. El verdadero problema de los fracasos en el cine, proviene de no analizar los guiones antes de invertir un solo peso.
Aviso oportuno: lo que voy a hacer contiene un spoiler, o sea, la revelación de la trama de una película o guión.
Empecemos.
Comienzo: un parto. El nacimiento del protagonista que da título al guión: IVO. Primera “curiosidad”, el padre y la madre se llaman como los protagonistas de El Círculo Polar Ártico, de Julio Médem: Ana y Otto, nombres que se leen igual del revés que del derecho. Énfasis en los ojos del bebé, que mira hacia arriba con insistencia, buscando la luz y el cielo. Dos años después: Ivo muestra un gran talento para la pintura. Su padre, cariñosamente, ve en él la fuente de sus futuros ingresos. Ha nacido un genio en un contexto pobre.
Al año siguiente Otto llega con un piano para niños en el que se gastó toda su fortuna y la de su mujer. Ana insiste en devolver el instrumento musical cuando de pronto Ivo toca dos o tres sonidos armónicos. Desde que empezó el guión todas las escenas contienen conflicto, que es lo más importante, pero también historia y emoción: uno quisiera ser cualquiera de los tres personajes.
5. Ivo a los cinco años. En un día donde la amable y supongo que atractiva profesora de primaria da una clase de lenguaje, Ivo no atiende. De un modo tranquilo, el niño declara a la profesora, cuando ésta le invita a atender y a participar de la clase, que sólo está interesado en mirar al cielo. La profesora sigue con su clase. Una secuencia llena de belleza y sencillez. 6. La profesora, reparte las cartillas con las notas de los niños. Ivo, era de esperar, es el peor de la clase. Ahí debería cortar la escena, pero sigue y no aporta nada, sólo drama fácil que el editor cortará sino antes lo hace el director.
Pero sigamos. 7. Secuencia en el despacho del director del colegio. Lo que estaba esperando: una crítica al mundo de la educación, donde se rechaza al diferente y no se considera el talento. Vean este video al respecto. Tres años después Ivo está en el psicólogo, tiene ocho años. Sigue obsesionado con el cielo. Ni la educación ni el psicoanálisis parecen ayudar. Segunda psicóloga, test de Rorscharch, recuerdo al personaje de Alan Moore. E Ivo sigue queriendo ver el cielo, y el padre sigue quejándose por el dinero, todo esto es algo que ya sabemos, necesitamos que suceda algo. Es necesario una ligera curva, un plot, un matiz que haga girar tantito la historia. Algo que nos haga rodar y no estancarnos en las diferentes formas de decir lo mismo. O sea, “se necesita abrir una nueva trama a través de la causa y el efecto, o de la coincidencia”. La información de Wikipedia al respecto es completísima, seguro porque la escribió algún guionista más hacendoso que yo, pero igual de altruista con el gremio.
Te sugiero que en la secuencia 10, cuando tumbados sobre la cama, Otto y Ana hablan de nuevo sobre qué hacer con Ivo, que ya tiene 10 años, escribas en el diálogo algo con más carne, más intriga. Es una sugerencia irrisoria, pero se me ocurrió así a bote pronto. Me gusta el tono de inocencia que tiene el guión, espero que no se pierda. Puedes explotarlo más, sobre todo en este primer cuarto de tiempo.
¡Y de pronto, sucede algo! El concierto de piano de Ivo, organizado, cómo no, por el padre. Me encantó la secuencia: Ivo es un genio y lo demuestra frente a un escaso pero demandante público. Pero, horror, Ivo sólo quiere ver el cielo y no le importa que su madre le suplique que vuelva al escenario a tocar. Aquí empieza la satanización del personaje, si esa es tu intención, que caiga mal, vas por buen camino. Sea como sea, Ivo definitivamente rompe el cordón umbilical a los doce años.
La secuencia 11 es casi genial: años después, cuando Ivo está a punto de cumplir 18, su padre al borde de la quiebra económica se plantea regalar al hijo, deshacerse de él, pues. Digo casi genial, porque los diálogos ameritan ser superiores a lo que ya son. Les falta tantita más sazón, más punch.
Al día siguiente, los padres venden en un mercadillo todos los telescopios que le regalaron a Ivo y que éste nunca usó. Tras una discusión por el precio de uno de ellos con un anciano que resulta ser astrónomo (ojalá le echara un ojo a Ivo), el niño que ya es hombre, desaparece. Y reaparece en la siguiente secuencia. En la ausencia nocturna de los padres en el mercadillo, Ivo conoce a una vendedora, que por primera vez en la vida, le escucha y comparte lo que éste le puede ofrecer: el cielo. Se van juntos a la casa de ella. E Ivo se queda allá unos meses.
Llegamos a la secuencia 14. Por primera vez en la vida del joven, se le pregunta qué es lo que le fascina tanto del cielo, e Ivo se muestra natural: es mejor preguntar al que no le gusta el cielo por qué no le gusta, que al que le gusta por qué le gusta. Aquí necesitaríamos otro plot, el lector se siente insatisfecho con esa respuesta, y como espectador dejaría de interesarme Ivo si la historia no logra volver a atraparme.
Pasa el tiempo, Ivo tiene barba mediana, sigue en la terraza de la vendedora, y no sucede nada. Ahora ella es la que cuestiona a Ivo, la que pregunta, la que representa “a los otros”, al mundo. Y él sólo dice ser pequeño, insignificante. El carácter metafórico del guión, del personaje, se acentúa. Llegamos al punto medio, a la mitad de la historia. Ivo sigue en la terraza, con barba espesa, y la mejor acotación no se desarrolla, hablo del:
Pero sigamos esta trayectoria vital de NO. Del empirismo que exige ser entendido (la pasión de Ivo por ver el cielo y sólo hacer eso en toda su vida) y de la racionalidad que exige ser aplicada (el mundo que le pide hacer, ser, emprender, ganar, etc) Sigamos a este Bartleby juvenil en su primera noche como vagabundo.
Y a los tres meses de dormir en el parque público, llega Eva, una nueva alma caritativa, lacrimógena y a quien dejó su esposo, y le invita a su casa. ¡Por fin! Ivo y Eva (juego de palabras como el de sus progenitores Ana y Otto) se enamoran, se besan, viven juntos, parecen felices. Nunca leí un guión con tantas elipsis temporales como éste. E Ivo, -y tan sólo vamos por la secuencia 19, eso me gusta, que en apariencia no hay secuencias que sobren-, vuelve a pintar. Y escuchamos de boca de Ivo una revelación, “nada para él es importante.” Creo que éste es el primer síntoma de madurez del personaje, ya me siento identificado con él gracias a su reafirmación.
Sé que el guionista está jugando conmigo, pero quizá eso es lo que necesité antes: la ratificación del carácter del personaje, no por los hechos que parecen repetirse, sino por lo que nos define como humanos: la palabra. Y justo después de que Ivo explica por vez primera en todo el guión su punto de vista sobre los demás, el mejor de los plot-points posibles: “estoy embarazada”, dice Eva. Esto es un acierto.
Inicia el acto 2 aunque no me corresponda métricamente pues ya pasamos la mitad de la película. Creo entonces que te falta un actor anterior. Piénsalo.
Y la niña nace, se llama Zoé, e Ivo la mira como cuando mira el cielo. Rueda la historia, no se estanca en la continua presentación del nuevo personaje. Recordemos que en el acto dos es cuando ha de comenzar una nueva historia. Un respiro. Éste sería el momento en el que sí me sentiría cómodo disfrutando del cuento que se me cuenta, pero lo necesitaba antes, no ahora. Tienes un acto1 muy largo, por lo que me temo, tendrás un acto dos muy corto.
A continuación, largos parlamentos de Ivo con la recién nacida Zoé, el tema es la memoria del mundo, el tiempo. Momento poético del guión, sin ser almibarado es dulce. ¿Qué recordamos después de esta secuencia? El leit motive, uno es pequeño, muy pequeño comparado con el cielo, comparado con casi cualquier cosa.
22. Frente a un lago, Ivo ya no mira al cielo porque mira Zoé, que está más cerca, tanto que la consiente en exceso. Ivo comienza a perder su atractivo, genera tristeza en su mujer, y está cerca de convertirse en un idiota. Como supuse, el acto 2 va demasiado rápido, es corto, cuando tendría que ser el doble del primero. No hay que olvidar que este acto es el más difícil de escribir en cualquier historia, por el volumen y el trabajo con varias tramas a la vez. Donde naufragan la mayoría de las películas es en el acto dos, perdona que insista pero es importante esto para un guionista: el acto2.
Suerte que está ella, que el lector se convierte en Eva, si no apagaría y me iría. Pasa el tiempo, Ivo da una información que debió darse mucho antes: siempre recuerda los cumpleaños. Y en un cumpleaños en un restaurante, Ivo sigue su camino hacia su normalidad. Eva se resiente, más de lo mismo, el mismo problema del principio, la repetición, la falta de plots. Y aquí llega uno, aunque poco relevante: 24. Van al cine, Ivo malcría a Eva pensando que la deja hacer lo que ella quiera y como quiera, y Eva, una auténtica mujer con los pies en la tierra, busca el equilibrio que no va a encontrar en su hombre. Otra vez hallo el conflicto entre dos polos, como al principio del guión, eso es bueno, aunque no me aporta nada nuevo, necesito más novedad y llega: 25. Ivo y Zoé quedan solos, Eva se marcha. Los abandona, ya no se siente de esa familia, e Ivo no lo impide. La niña llora la partida de su madre. Llegó el gran conflicto del acto dos, con el que nos acercamos a la recta final: ¿será Ivo capaz de alimentar, de criar sólo a su hija Zoé?
Claro que no. Claro que lo que Ivo enseña a su hija es “a esperar que llegue alguien que les ayude”, la peor lección del mundo. Definitivamente, Ivo es un idiota, y eso es muy difícil de manejar cuando se trata del protagónico. Ivo es la inutilidad personalizada, lo tiene todo y de nada le sirve, como la fábula aquella del tigre que se muere de hambre por esperar a que fuera dios, y no él, quién le diera de comer. Así que en la siguiente secuencia es Zoé la que sale a pedir, acompañado de su padre, quien se lo impide verbalmente (quizá si se lo impidiera con acción sería otra cosa, ¿será que lo que le falta a Ivo es acción?) La miseria se come a la niña y al padre poco a poco. Hasta que llegan las vecinas y descubren el pastel.
La niña quiere estar con su mamá, quiere comer, e Ivo, pasivo, mira el cielo. Ivo no es culpable de nada, jamás entenderá el término culpa, como tampoco el término responsabilidad o estabilidad. En este punto de la historia, apenas a diez minutos del final, me pregunto, ¿qué interés tiene un personaje protagónico que va de mal en peor, que a cada que hace o dice uno lo soporta menos? ¿Qué me quiere contar el guionista con esta historia? ¿Cuál es el storyline, y la línea de pensamiento?
Y llegan los que tienen que llegar, los del servicio social y se llevan a la niña, a Zoé. Por fin vemos a Ivo, que no lo impide sino más bien lo propicia, llorar desconsolado. Y tiene un verdadero monólogo de más de dos minutos sobre el sentido de la necesidad, de tener que dejar ir a su hija para que ésta no se muera de hambre. Ivo, que sólo quería ver el cielo sigue sin entender. El arco dramático del personaje empieza y termina igual.
Llegamos al final: Ivo convertido en un vagabundo, enloquecido se suicida. ¿A qué edad? Eso se le olvida al guionista pese a que ha ido marcando la edad del protagonista secuencia por secuencia. Ivo muere y por fin se redime, encuentra el sentido de todo: muere mirando al cielo. Se cierra el círculo.
Al año siguiente Otto llega con un piano para niños en el que se gastó toda su fortuna y la de su mujer. Ana insiste en devolver el instrumento musical cuando de pronto Ivo toca dos o tres sonidos armónicos. Desde que empezó el guión todas las escenas contienen conflicto, que es lo más importante, pero también historia y emoción: uno quisiera ser cualquiera de los tres personajes.
5. Ivo a los cinco años. En un día donde la amable y supongo que atractiva profesora de primaria da una clase de lenguaje, Ivo no atiende. De un modo tranquilo, el niño declara a la profesora, cuando ésta le invita a atender y a participar de la clase, que sólo está interesado en mirar al cielo. La profesora sigue con su clase. Una secuencia llena de belleza y sencillez. 6. La profesora, reparte las cartillas con las notas de los niños. Ivo, era de esperar, es el peor de la clase. Ahí debería cortar la escena, pero sigue y no aporta nada, sólo drama fácil que el editor cortará sino antes lo hace el director.
Pero sigamos. 7. Secuencia en el despacho del director del colegio. Lo que estaba esperando: una crítica al mundo de la educación, donde se rechaza al diferente y no se considera el talento. Vean este video al respecto. Tres años después Ivo está en el psicólogo, tiene ocho años. Sigue obsesionado con el cielo. Ni la educación ni el psicoanálisis parecen ayudar. Segunda psicóloga, test de Rorscharch, recuerdo al personaje de Alan Moore. E Ivo sigue queriendo ver el cielo, y el padre sigue quejándose por el dinero, todo esto es algo que ya sabemos, necesitamos que suceda algo. Es necesario una ligera curva, un plot, un matiz que haga girar tantito la historia. Algo que nos haga rodar y no estancarnos en las diferentes formas de decir lo mismo. O sea, “se necesita abrir una nueva trama a través de la causa y el efecto, o de la coincidencia”. La información de Wikipedia al respecto es completísima, seguro porque la escribió algún guionista más hacendoso que yo, pero igual de altruista con el gremio.
Te sugiero que en la secuencia 10, cuando tumbados sobre la cama, Otto y Ana hablan de nuevo sobre qué hacer con Ivo, que ya tiene 10 años, escribas en el diálogo algo con más carne, más intriga. Es una sugerencia irrisoria, pero se me ocurrió así a bote pronto. Me gusta el tono de inocencia que tiene el guión, espero que no se pierda. Puedes explotarlo más, sobre todo en este primer cuarto de tiempo.
¡Y de pronto, sucede algo! El concierto de piano de Ivo, organizado, cómo no, por el padre. Me encantó la secuencia: Ivo es un genio y lo demuestra frente a un escaso pero demandante público. Pero, horror, Ivo sólo quiere ver el cielo y no le importa que su madre le suplique que vuelva al escenario a tocar. Aquí empieza la satanización del personaje, si esa es tu intención, que caiga mal, vas por buen camino. Sea como sea, Ivo definitivamente rompe el cordón umbilical a los doce años.
La secuencia 11 es casi genial: años después, cuando Ivo está a punto de cumplir 18, su padre al borde de la quiebra económica se plantea regalar al hijo, deshacerse de él, pues. Digo casi genial, porque los diálogos ameritan ser superiores a lo que ya son. Les falta tantita más sazón, más punch.
Al día siguiente, los padres venden en un mercadillo todos los telescopios que le regalaron a Ivo y que éste nunca usó. Tras una discusión por el precio de uno de ellos con un anciano que resulta ser astrónomo (ojalá le echara un ojo a Ivo), el niño que ya es hombre, desaparece. Y reaparece en la siguiente secuencia. En la ausencia nocturna de los padres en el mercadillo, Ivo conoce a una vendedora, que por primera vez en la vida, le escucha y comparte lo que éste le puede ofrecer: el cielo. Se van juntos a la casa de ella. E Ivo se queda allá unos meses.
Llegamos a la secuencia 14. Por primera vez en la vida del joven, se le pregunta qué es lo que le fascina tanto del cielo, e Ivo se muestra natural: es mejor preguntar al que no le gusta el cielo por qué no le gusta, que al que le gusta por qué le gusta. Aquí necesitaríamos otro plot, el lector se siente insatisfecho con esa respuesta, y como espectador dejaría de interesarme Ivo si la historia no logra volver a atraparme.
Pasa el tiempo, Ivo tiene barba mediana, sigue en la terraza de la vendedora, y no sucede nada. Ahora ella es la que cuestiona a Ivo, la que pregunta, la que representa “a los otros”, al mundo. Y él sólo dice ser pequeño, insignificante. El carácter metafórico del guión, del personaje, se acentúa. Llegamos al punto medio, a la mitad de la historia. Ivo sigue en la terraza, con barba espesa, y la mejor acotación no se desarrolla, hablo del:
el lugar está lleno de cosas suyas establecidas en un orden especial.Esa idea, el orden especial de Ivo, no se debería dejar a la orden del director, el guionista debería usarla a favor de la historia para generar, cuanto menos, curiosidad. La pasividad de Ivo es insuficiente para aguantarlo, para simpatizar con el espectador. Aunque el espectador así en general no existe, claro, pero en particular cualquiera puede serlo, así que mejor pensar en cualquiera en general. Esto parece una estupidez pero no lo es, creo. El punto es que a la mitad del guión, página 40, la vendedora echa a Ivo de su casa, lo cual era de esperar, y el lector, o sea yo, me siento casi huérfano. Ni ella ni él me caen bien. No sé a quién o a dónde acogerme, necesito un acto de voluntad de Ivo, de bondad hacia el prójimo, que de algún modo espero encontrar pronto en la historia sin defraudarme.
Pero sigamos esta trayectoria vital de NO. Del empirismo que exige ser entendido (la pasión de Ivo por ver el cielo y sólo hacer eso en toda su vida) y de la racionalidad que exige ser aplicada (el mundo que le pide hacer, ser, emprender, ganar, etc) Sigamos a este Bartleby juvenil en su primera noche como vagabundo.
Y a los tres meses de dormir en el parque público, llega Eva, una nueva alma caritativa, lacrimógena y a quien dejó su esposo, y le invita a su casa. ¡Por fin! Ivo y Eva (juego de palabras como el de sus progenitores Ana y Otto) se enamoran, se besan, viven juntos, parecen felices. Nunca leí un guión con tantas elipsis temporales como éste. E Ivo, -y tan sólo vamos por la secuencia 19, eso me gusta, que en apariencia no hay secuencias que sobren-, vuelve a pintar. Y escuchamos de boca de Ivo una revelación, “nada para él es importante.” Creo que éste es el primer síntoma de madurez del personaje, ya me siento identificado con él gracias a su reafirmación.
Sé que el guionista está jugando conmigo, pero quizá eso es lo que necesité antes: la ratificación del carácter del personaje, no por los hechos que parecen repetirse, sino por lo que nos define como humanos: la palabra. Y justo después de que Ivo explica por vez primera en todo el guión su punto de vista sobre los demás, el mejor de los plot-points posibles: “estoy embarazada”, dice Eva. Esto es un acierto.
Inicia el acto 2 aunque no me corresponda métricamente pues ya pasamos la mitad de la película. Creo entonces que te falta un actor anterior. Piénsalo.
Y la niña nace, se llama Zoé, e Ivo la mira como cuando mira el cielo. Rueda la historia, no se estanca en la continua presentación del nuevo personaje. Recordemos que en el acto dos es cuando ha de comenzar una nueva historia. Un respiro. Éste sería el momento en el que sí me sentiría cómodo disfrutando del cuento que se me cuenta, pero lo necesitaba antes, no ahora. Tienes un acto1 muy largo, por lo que me temo, tendrás un acto dos muy corto.
A continuación, largos parlamentos de Ivo con la recién nacida Zoé, el tema es la memoria del mundo, el tiempo. Momento poético del guión, sin ser almibarado es dulce. ¿Qué recordamos después de esta secuencia? El leit motive, uno es pequeño, muy pequeño comparado con el cielo, comparado con casi cualquier cosa.
22. Frente a un lago, Ivo ya no mira al cielo porque mira Zoé, que está más cerca, tanto que la consiente en exceso. Ivo comienza a perder su atractivo, genera tristeza en su mujer, y está cerca de convertirse en un idiota. Como supuse, el acto 2 va demasiado rápido, es corto, cuando tendría que ser el doble del primero. No hay que olvidar que este acto es el más difícil de escribir en cualquier historia, por el volumen y el trabajo con varias tramas a la vez. Donde naufragan la mayoría de las películas es en el acto dos, perdona que insista pero es importante esto para un guionista: el acto2.
Suerte que está ella, que el lector se convierte en Eva, si no apagaría y me iría. Pasa el tiempo, Ivo da una información que debió darse mucho antes: siempre recuerda los cumpleaños. Y en un cumpleaños en un restaurante, Ivo sigue su camino hacia su normalidad. Eva se resiente, más de lo mismo, el mismo problema del principio, la repetición, la falta de plots. Y aquí llega uno, aunque poco relevante: 24. Van al cine, Ivo malcría a Eva pensando que la deja hacer lo que ella quiera y como quiera, y Eva, una auténtica mujer con los pies en la tierra, busca el equilibrio que no va a encontrar en su hombre. Otra vez hallo el conflicto entre dos polos, como al principio del guión, eso es bueno, aunque no me aporta nada nuevo, necesito más novedad y llega: 25. Ivo y Zoé quedan solos, Eva se marcha. Los abandona, ya no se siente de esa familia, e Ivo no lo impide. La niña llora la partida de su madre. Llegó el gran conflicto del acto dos, con el que nos acercamos a la recta final: ¿será Ivo capaz de alimentar, de criar sólo a su hija Zoé?
Claro que no. Claro que lo que Ivo enseña a su hija es “a esperar que llegue alguien que les ayude”, la peor lección del mundo. Definitivamente, Ivo es un idiota, y eso es muy difícil de manejar cuando se trata del protagónico. Ivo es la inutilidad personalizada, lo tiene todo y de nada le sirve, como la fábula aquella del tigre que se muere de hambre por esperar a que fuera dios, y no él, quién le diera de comer. Así que en la siguiente secuencia es Zoé la que sale a pedir, acompañado de su padre, quien se lo impide verbalmente (quizá si se lo impidiera con acción sería otra cosa, ¿será que lo que le falta a Ivo es acción?) La miseria se come a la niña y al padre poco a poco. Hasta que llegan las vecinas y descubren el pastel.
La niña quiere estar con su mamá, quiere comer, e Ivo, pasivo, mira el cielo. Ivo no es culpable de nada, jamás entenderá el término culpa, como tampoco el término responsabilidad o estabilidad. En este punto de la historia, apenas a diez minutos del final, me pregunto, ¿qué interés tiene un personaje protagónico que va de mal en peor, que a cada que hace o dice uno lo soporta menos? ¿Qué me quiere contar el guionista con esta historia? ¿Cuál es el storyline, y la línea de pensamiento?
Y llegan los que tienen que llegar, los del servicio social y se llevan a la niña, a Zoé. Por fin vemos a Ivo, que no lo impide sino más bien lo propicia, llorar desconsolado. Y tiene un verdadero monólogo de más de dos minutos sobre el sentido de la necesidad, de tener que dejar ir a su hija para que ésta no se muera de hambre. Ivo, que sólo quería ver el cielo sigue sin entender. El arco dramático del personaje empieza y termina igual.
Llegamos al final: Ivo convertido en un vagabundo, enloquecido se suicida. ¿A qué edad? Eso se le olvida al guionista pese a que ha ido marcando la edad del protagonista secuencia por secuencia. Ivo muere y por fin se redime, encuentra el sentido de todo: muere mirando al cielo. Se cierra el círculo.
La carencia más importante según el que escribe es: define tus actos y concéntrate en tu segundo acto. Otra laguna importante es la falta de plots. Una cosa son los hechos de la historia: Ivo en el colegio, Ivo con la vendedora, con Eva, con su hija; y otra los plots, los sucesos (los padres vendiendo los telescopios, las vecinas chismosas) que son los que unen la historia, los que la traman. Los plots componen la trama. Los plot-points, los puntos de giro que tienes (abandonos, nacimiento de Zoé) son bastante buenos, pues no deben ser más de tres o cuatro por historia y así están en tu guión.
Un acierto que se podría potenciar más es el tono de inocencia del guión, que se va perdiendo conforme Ivo es más culpable, más responsable de su situación. La historia debería ser más luminosa al principio y más oscura y sucia al final, que lo es, pero no tanto como para que se note. El cielo cambiante es tu gran metáfora. E Ivo la gran víctima que no logra alcanzarlo ¿será porque él no quiere? Me gustó tu historia.
Un acierto que se podría potenciar más es el tono de inocencia del guión, que se va perdiendo conforme Ivo es más culpable, más responsable de su situación. La historia debería ser más luminosa al principio y más oscura y sucia al final, que lo es, pero no tanto como para que se note. El cielo cambiante es tu gran metáfora. E Ivo la gran víctima que no logra alcanzarlo ¿será porque él no quiere? Me gustó tu historia.
Gracias por confiar en el Inquilino Guionista, espero que mis comentarios hagan mejorar tu guión. Y no olvides que cualquier historia es susceptible de mejora, incluída la Biblia.
6 comentarios:
Bueno, es un poco como la Dra Corazón. Me gusta que eres al que más recientemente le ha llegado este guión y el primero en enviar sus apreciaciones... Estoy de acuerdo con mucho, no estoy de acuerdo con algo, y bueno, así suele pasar con estas cosas del arte, tan subjetivas, aunque sea como de cajón...
Eres muy bueno para desglosar y deshuesar, eso sí, ja... Tomaré en cuenta varias de tus sugerencias, y bueno, veremos cómo se resuelve todo... La cosa es que no tengo demasiado tiempo porque pienso incluirlo en una convocatoria...
Mucha suerte en tu convocatoria, JS! Se me antojó leer el guión, y es que el Inquilono es único, no sólo para deshuesar y hablar de él, jajajaj
Saludos desde tu tierra.
ENHA
Uyyy! cuidado que te saldrán chambas! jaja. A mi también se me antojó leer el guión, se me antojo de hecho verlo... y se me antoja que des un taller inquilino, cada vez me gustan más sus contenidos señor bloGUERO! Saludos cordiales ;p
Ay colombianos del mundo, qué orgullosos y poco agradecidos son! Ni gracias le dices en tu comentario! A veces los colombianos se creen tanto y ofrecen tan poco al mundo.. Excepto la coca, ejejej :P
Bueno, por sugerencia del Señor Anónimo 4, debo decir: GRACIAS, INQUILINO. Espero haberle ofrecido algo al mundo con mi agradecimiento, aunque no me interesa demasiado ofrecerle cosas a un mundo tan malo...
Anónimo 4.
Jódase, no se coja más colombianas en la vida, y dele las gracias a su madre por no haberlo asfixiado al nacer. Seguro que ni en Colombia estuvo nunca .
Publicar un comentario