viernes, 29 de abril de 2011

El guionista Rowe


Conocí a Michael Rowe hace casi un año, en una fiesta que a él ya ni le suena. Acababa de ganar la Cámara de Oro en el festival de Cannes por su ópera prima Año Bisiesto, y lo recuerdo como un ente flotando en el éter de la felicidad. Este pasado Viernes Santo, hace pocos días, quedé con él en un bello bar de la colonia Roma, en una ciudad desolada por el fervor vacacional más que religioso, y con motivo del esperado taller que va a impartir en mayo, le entrevisté.  
            Llegó más de media hora tarde, en la que aproveché para comer una de las mejores y más abundantes comidas corridas nice que he probado en estos casi 8 años que llevo en el Distrito Federal, y por tan solo ¡75 pesos mexicanos!, unos cinco eurapios al cambio.
            Al principio hablamos de religión (por aquello de las fechas tan señaladas) y me contó dos cosas que hacen la diferencia entre México y su Australia natal: donde el primer país es religioso a ultranza y básicamente indígena y mestizo, el segundo es casi en su totalidad ateo, y los aborígenes son mínima minoría. Siempre me gustó Australia, sobre todo en la acojonante Mad Max, la primera. Y también el México de Apocalypto. Viva Mel Gibson, aunque sea australiano de adopción y más gringo que la Coca-cola.
            Pasados unos minutos en los que ya no pude más con mi comida por la llenura, nos dirigimos el guionista Rowe y yo a la casa de éste, que se hallaba a una cuadra. Amablemente me explicó que había llegado tarde porque venía del centro de la ciudad, no porque hubiera estado echando la hueva en su cantón. Una vez en su terraza con plantas (la última vez que estuve se las había comido el conejo-mascota de su hija) y con las cervezas bien frías en las manos, charlamos de lo divino y lo mundano, de las mujeres, de México y de Año Bisiesto. Comprendí que había sido más perverso yo como espectador, que él como realizador de su guión.
            Para los que no lo sepan, Año Bisiesto fue comparada con una de las grandes películas de la historia del cine moderno, El último tango en París. Y con muchas otras. Se trata del clásico ejemplo de película admirada públicamente por muchos y vilipendiada en petit comité por otros tantos. Y en mi experiencia he de decir dos cosas: fui al estreno comercial de Año Bisiesto y todo el público se quedó boquiabierto, a la semana siguiente regresé a la misma sala y la misma hora y el público se reía a carcajada limpia, no sé si por sentido humor o por puro nervio. Aquello que sí había en ambos casos, era una sala abarrotada de gente. Año Bisiesto tuvo muchos aciertos y algunos fallos, que no me corresponde a mí comentarlos.
            Tras la segunda cerveza y habiéndome contado su vida, su periplo de Australia a México pasando la frontera estadounidense pero del revés (de arriba abajo), su divorcio, el nacimiento de su hija, sus desavenencias artísticas con algunos de los escritores que pululan por esta ciudad, me lancé a preguntar lo primero que se me vino a la cabeza:
¿Me recitarías uno de tus primeros poemas?
En la noche. Recuérdame. Estoy en una junta.
Muy sutil y metafórico. En tus primeros pasos como escritor, ¿cuál era la imagen en tu imaginación que seguías como un ideal? ¿Cuándo se rompió esa imagen?
Tenía 6 años, y no tenía una imagen de nada en realidad. Más grande me imaginé al escritor como un ser afligido por un imperativo de vida más allá de él mismo, al servicio del cual tendría que entregar su vida como ser humano. Esa imagen me sigue pareciendo certera, y sin embargo, cuando renuncié a la poesía como vocación de vida, a los 22 años, también solté ese tipo de entrega. Después de eso mi acercamiento a la escritura fue menos imperativo. Lo veía más como trabajo, y lo resolvía de oficio más que de pasión o inspiración.
¿Por qué empezaste a escribir guiones, por qué eres guionista, y además siendo australiano escribes en aspañol?
A los 23 años llegué a México con la mochila al hombro y dejé de escribir por completo, porque no hablaba español y me parecía incorrecto escribir en inglés estando en un país de habla española. Aprendí el idioma en la calle. Me tardé en aprender la gramática y no dominaba la conjugación de los verbos. Ya estaba desesperado por volver a escribir, y el guión de cine se escribe en tiempo presente activo. Tenía la posibilidad técnica de hacerlo. También el cine tiene un deje de frustración de poeta, pues el cine en el mundo moderno sí tiene audiencia, y la poesía no.
Algo que siempre me intriga de los guionistas que dan el salto a la dirección es, ¿en qué momento dejas de sentirte guionista y empiezas a ser director?  
No puedes ponerte el gorro de dirección sino hasta que ya terminaste el guión. Si no, una cosa merma el poder de la otra. La verdad es que es más el miedo a la figura casi mitificada del director, que lo difícil que es dirigir. Finalmente dirigir es narrar, al igual que escribir. Las bisagras dramáticas son las mismas. Un buen guionista, rodeado de un equipo de técnicos profesionales tiene muy buenas posibilidades de sacar una buena película.
        ¿Qué libro te formó como poeta, qué libro como guionista, y qué libro como director de cine?
Poesía: Prufrock and Other Observations, de TS Eliot.
Guión: The Art of Dramatic Writing, de Lajos Egri y Esculpir en el Tiempo, de Andrei Tarkovsky.
Dirección: Directing Film: Techniques and Aesthetics, de Michael Rabiger.
El tema del amor se halla en Año Bisiesto. ¿De dónde te viene el conocimiento necesario para hablar de él?
De las vivencias y las maneras de procesarlas.
¿Te atreverías a hacer una radiografía dramática de la mujer mexicana?
Nop.
Tú perteneciste a la primera promoción de guión del CCC, ya sé que la duda ofende, pero ¿salen escritores de dicha escuela?
De la escuela que sea salen escritores, si es que escritores entran. El narrar se puede refinar en términos de técnica o de oficio, pero no enseñar. Eso se nace. Dicho eso, el guión es un género muy distinto, y vale la pena tardarse dos años en aprenderlo y absorberlo.
El guión original de Año Bisiesto era de 42 páginas. ¿No es eso reírse de Syd Field?
La extensión de una película en términos de páginas depende del ritmo de la peli que vas a filmar. La fórmula de un minuto por página sirve para un ritmo de pelis comerciales gringas. Recibirlo como dogma es ridículo. En Año Bisiesto se ajustó el formato de las 42 páginas originales para que el guión entrara en las exigencias de los productores e IMCINE, sin agregarle acciones, ni diálogos (con excepción de una escena de 15 segundos)
En el taller que vas a impartir en breve en La Casa del Poeta ¿exploras el género cinematográfico que más te interesa –el arte y ensayo exitoso-, o estás abierto a que cada alumno explore él mismo el tipo de cine que quiere escribir en su guión? ¿Cuál será la dinámica?
El 17 de mayo inicio dos talleres, uno para principiantes, y uno para gente que ya tiene un guión de largometraje hecho y lo quiere perfeccionar en preparación para el rodaje o está por empezar la preproducción. La clase para principiantes consiste en una sesión intensiva de teoría, seguida por siete sesiones de taller en los cuales desarrollarán sus propios guiones. El curso es muy práctico, y los que trabajen terminarán un guión de largometraje entero en dos meses. Los que no tienen tanto tiempo o que encuentren dificultades en el proceso avanzarán mucho los guiones. Estos guiones serán realizables en México, con presupuesto propio de una ópera prima. Se procurará que los guiones que salgan de este taller sean honestos, profundos y que tengan algo que decir sobre la condición humana.
Los avanzados perfeccionarán sus guiones en un ambiente de taller, con asesoría extensiva, minuciosa y personalizada.
En el año que ha transcurrido tras haber ganado la Cámara de Oro en Cannes por Año Bisiesto, ¿has podido escribir o de tanto asistir a fiestas no te has quitado ni el esmoquin? Si has escrito, danos un poco de envidia, ¿nos adelantas de qué trata?
Entre los 15 países que llevo el tiempo ha escaseado, pero ya en los últimos meses ha estado un poco más tranquilo, y he podido avanzar más. Año Bisiesto es la primera de una trilogía de películas que tiene como tema o eje central la soledad. Los protagonistas de las siguientes películas son una niña de 6 años y un hombre de 70.
            Gracias Michael, te deseamos muchos más éxitos, y sobre todo, muchos alumnos y alumnas en tu taller. ¡Suerte!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Michael te queremos! Y a ti tb, Inquilino! :DDDDDD

Anónimo dijo...

cuando vi año bisiesto me encantó, me identifiqué y me sorprendió. Fui un miércoles (2x1) y había tanta reacción de los espectadores que hasta me molestaron,je, pero esos si, me marcó que todos sabemos de soledad y de morbo. Esperaré las otras dos y entre tanto, aquí seguimos de lectores con el inquilino. Buenísima entrevista! Lo prometido no fue deuda ;)

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