Que una
página de guión vaya a durar un minuto de película es mentira.
El guión
dura lo que quiera el director, los actores y el editor; son ellos los que
marcan el tempo con la dirección, la interpretación y el tipo de corte.
Que las
enseñanzas de cine enseñen a escribir guiones genera una duda justificada:
enseñan teoría dramática, cultura general y cinematográfica. Ésa es la duda.
Si escribir
es un aprendizaje y no un don, es un aprendizaje autodidacta. Y si es un don, se trata como minusvalía.
Que estudiar
en una escuela de cine garantice que se filmen tus guiones es una idea loca.
Nunca nadie
en lugar alguno en la vida de cualquier guionista, le va a garantizar que se le
filme una sola línea.
Detrás de un
guionista supersticioso, se esconde un guionista vicioso.
Aunque
aseguren lo contrario, en un rodaje nadie quiere al guionista cerca, hasta el
último mono gordo y sudoroso lo trata como un estorbo. Y lo peor: no es envidia,
sólo odio.
Lo
importante no es el qué se escribe, sino el cómo se escribe.
Si el
alcohol o las drogas ayudaran a escribir, casi todos los guionistas tendríamos
una inmensa colección de guiones no filmados, cada año.
Escribir y
no pasarlo bien es como salir con los amigos para pelearse.
Decir que un
guión no es una obra literaria es como decir que un político busca servir a sus
votantes: una mentira aceptada.
Seguir un
manual de guión y escribir en aspañol, es el camino más fácil para que tu
historia no tenga ni pies ni cabeza, o sea, para frustrarse.
Si un guión
no tiene mecanismos culturales ocultos que sólo entiendan los participantes de
esa cultura, pierde el tiempo en querer ser película.
Que de un
buen guión siempre salga una buena película es sencillamente otra idea loca.
Gracias a un
mal guión, muchas películas ganan muchos premios en muchos festivales.
Cuando se
dice “escribe de lo que conoces”, se refiere a las emociones, todo lo demás se
puede aprender en Internet.
Escribir guiones
que paga el Estado con ayudas y subvenciones, es la mejor manera de llegar a
ser un cortesano, o lo que es peor: un títere del poder establecido.
Vivir de
escribir guiones es igual de difícil que vivir para escribir guiones.
A la hora de
escribir hay que diversificarse o aceptar la pobreza como voto religioso.
Uno no
escribe ni para el público, ni para el actor, ni para el productor; uno escribe
para sí mismo.
Una película
nunca será tan buena como la cabeza que la escribió.
La mejor
manera de no gustarse es releerse. Y la única de hacer buen trabajo.
Escribir un
guión es destilar, destilar y destilar. Si se acumula se va por mal camino.
Debajo de
todo cliché brota una idea original.
Un perro
llorón y un guionista que no escribe tienen en común que son
capaces morder sin avisar.
Ningún curso
de guión te ofrecerá jamás prácticas laborales, de lo contrario sería el
negocio del siglo.
Cada historia
tiene su forma de llegar a ella, querer implementar el modelo de una a otra, es
una vez más, una idea loca.
Lo más
parecido a ser guionista es ser periodista, sólo que ellos olvidan con más
rapidez.
El dinero
ganado escribiendo un guión no es el dinero más sagrado del mundo, pero lo
parece y cunde mucho más.
Cuando un
guionista se sincera empieza su desmitificación, cuando lo hace un guión sucede
justo lo contrario: el mito se construye.
Lo mejor que
le puede pasar a un guión cuando se filma es desaparecer.
Leer guiones
es el mejor ejercicio para un guionista y el menos practicado.
Un guionista
sin soledad es como un soldado sin fusil. Uno se vuelve beligerante y el otro
pacifista.
El tema de
un guión es aquello que sabemos sin saber definir.
La mejor
estructura no es la de tres actos, es siempre la de cinco actos.
Escribir
excelentes diálogos está a la misma altura que escribir buena poesía, a la altura del betún.
Lo que más
nos gusta de un guión es lo que cambia sin cambiar, y eso sólo lo poseen los
personajes.
Uno no tiene
ni idea de los personajes que ha escrito hasta que los ve en boca y cuerpo de los
actores.
Hasta un mal
actor interpretando un buen personaje nos aporta algo beneficioso para el alma.
Un guión sin
alma, es una hamburguesa de McDonals.
Entre un
guión de Cannes y uno guión de Jalibud, sólo cambia el tipo de persona que se
duerme al leerlo.
La intención
última de todo guionista, es lavar cerebros para uno u otro fin.
A un guionista en silencio lo temen todos, cuando habla, nadie.
Lo más importante de un guionista es su cabeza, qué desgracia que la humanidad no sea guionista.
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