Recientemente
nos sorprendió la declaración de la amiga, maestra y guionista Beatriz Novaro, quien aseguró que:
“El guionismo se considera tradicionalmente un trabajo femenino, pues tiene elementos parecidos al rol de la mujer; está en un segundo plano y al momento en que pasa a la pantalla desaparece, como si nunca hubiera existido, tal como pasa con el trabajo doméstico.” (Nota, aquí)
La afirmación
es fuerte, pero más fuerte todavía conociendo la situación de la mujer en
México y por tanto intuyendo cómo estamos de jodidos los guionistas en este
país. De bien necesario a colectivo marginado. A la triple marginación que
sufre una mayoría del género femenino –por ser mujer, por ser pobre y por ser
indígena--, ahora hay que sumarle una cuarta: la marginación por ser guionista.
Parece chiste de mal gusto o ironía
de sobremesa, pero no lo es: a la mujer en estas tierras aztecas se la usa y se la
deshecha como pañuelo de papel; y eso sólo remitiéndonos al alto número de
muertas y desaparecidas, porque si a esa cifra que cuenta
con miles en su haber, le sumamos las mujeres maltratadas física e intelectualmente
a ojos benevolentes de los poderes fácticos, el número asciende a millones…
Nosotr*s como guionistas apenas somos un puñado de centenas en el país, pero
nuestra situación está igual de degradada y provoca similar desesperación.
Por suerte, pese a que hay muchas
mujeres machistas que odian su propio género porque Diosito les puso un par de
tetas en vez de un par de testículos, los guionistas todavía no somos lobos
para otros guionistas. De momento y con alguna que otra excepción, nos respetamos y vamos yendo
si no juntos, sí en rebaño de jodidos e indignados hacia adelante.
Pero volviendo a la norma, no es
baladí admitir que igual que a la mujer, al guionista se le quita de en medio de
una patada, y en el mejor de los casos con ardor y efluvios telenoveleros.
Habla uno de nuestros guionistas colaboradores:
“Esta semana un director me amenazó con su gastritis, sus mentiras y reproches, y sobre todo, con no dirigir mis “benditos textos” si yo no me hacía a un lado, o sea, si no me guardaba para mí cualquier opinión creativa por mucho que él no diera pié con bola en la toma de decisiones artísticas. Y claro, antes de eso usó el ya cliché contra guionistas: “Es que eres un egocéntrico, te crees Dios, todo el mundo en el equipo te odia…” Para acabar con el cínico: “…ahora no hay dinero para pagar guiones, veremos más adelante…” Y eso que un inversionista le acababa de soltar una buena lana. ¡Grrr!
Si nos maltratan y no sabemos cómo
salir de ese círculo vicioso del abuso y el síndrome de Estocolmo, desgraciadamente habrá que
admitir que escribir guiones sí es algo femenino, o mejor dicho, de
femenicidio.
Debe ser que como muchas mujeres,
los guionistas no tenemos ni un minuto libre si quiera para desayunar, que no
nos cuidamos, que no hacemos bien las
cosas... Y luego vendrá la culpa. “Si
es que tienen razón, merezco los golpes del director y el productor, soy un
desastre, soy lo peor…”
Frente a la injusticia de trato, sólo hay dos caminos, el
primero es esperar a que el otro cambie (que mi marido me deje de pegar porque
de la noche a la mañana, un día cualquiera, entre en razón), o el segundo y más
sano, tomar la justicia por nuestra cuenta, defendernos y atacar porque en el
fondo ellos son pocos y cobardes, aunque por estos lares haya tantos…
¿Y sólo es una cuestión de mujeres
escribir guiones por lo maltratados que estamos los guionistas, por las
vejaciones que sufrimos? No. Pero antes de seguir aclarar que es obvio que la escritura dramática no es
sólo de mujeres: es cosa de escritores, sin importar el género ni la opción
sexual. Sin embargo, y siguiendo la afirmación de Beatriz Novaro, cabría
preguntarnos qué elementos tradicionalmente femeninos podríamos encontrar en un
guión. Seguro es un poco sexista y conservadora esta lista que a continuación
ofrecemos, pero puestos a jugar con tópicos y clichés, aventémonos a ella…
Las relaciones humanas, las emociones, lo sentimental y muchas
veces la fina ironía de las historias provienen de mentes femeninas. El cariño a los personajes siendo quiénes sean éstos, siendo siempre como hijos. La
estructura, la mezcla de ingredientes culinarios, el patronaje que corta y pega la tela de las tramas, las costuras,
bordados y detalles, la polifonía que se escucha en los mercados y se copia
para los guiones, el chisme bien armado y bien contado, los celos, sus negros
motivos y sus nefastas consecuencias, las partes más oscuras del alma, todo son
elementos que en la tradición humana han pertenecido a las mujeres; y mejor
parar ahora antes de que corramos el riesgo de afirmar que Eurípides y
Shakespeare, posiblemente fueron mujeres.
Como ven, no sólo hay directoras de
arte, editoras, productoras, maquillistas, peluqueras, y hasta fotógrafas en el
proceso de realización de una película, también hay, por lo de ordenado, sensible
(y sufridor) que tiene la profesión, muchas guionistas en México… Y en el
Mundo. Y si no lo creen, chequen este artículo que lo sentimos mucho, porque
no está en aspañol sino en anglés.
¡Larga vida a las mujeres, larga
vida a los guionistas, muerte al mal gobierno del director y el productor! ¡En 100 años, tod*s show runners!
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