De
este encuentro de “desarrollo de guión” que se realizó el martes 28 de enero,
destaco primero lo que fue, para mí, lo mejor del día: la charla del guionista Pablo Remón que vino acompañado de dos
actrices para interpretar la que fuera la primera escena de la película Casual Day (2007), que escribió junto a su hermano, Daniel Remón, y dirigió
Max Lemcke.
El trabajo que propuso Remón fue recorrer
el camino desde la inspiración hasta la concreción del guión. La inspiración
arrancó de una percepción que tuvieron con su hermano sobre cómo funcionan los
ejecutivos cuando están en grupo y de cómo hablan entre ellos. A partir de esa
idea, la aplicó a la primera escena donde estaría la novia del protagonista.
Con las actrices hizo la lectura de una primera versión de la conversación de
esta chica con una amiga cuando ni siquiera tenía el formato de guión. En esa
versión buscó encontrar el tono de cómo hablarían ellas y trató de excederse,
de no ponerse límites, de explorar.
Luego de esta lectura, vino otra del
texto organizado como guión “formal”. Esta nueva versión estaba “adaptada”,
acortada y enfocada a la intención que se quería de la escena. Ya el estilo en
que hablaban los personajes no era el objetivo principal, sino cómo ese estilo
permitiría mostrar lo que vendría después, en el resto de la película. Finalmente
mostró la escena en pantalla, tal y como quedó en la película. Pablo Remón
aclaró que entre el guión y lo que finalmente se rodó también hubo una
readaptación del texto. Esa readaptación se debió ante todo a necesidades de
rodaje.
Para cerrar su charla, Remón planteó
que, desde su punto de vista, si el guión iba a ser dirigido por otra
persona lo ideal era no hacer sugerencias de puesta en escena o de acotaciones
que incluyeran los estados de ánimo de los personajes, ya que entre los
actores y el director buscarían la mejor manera de plasmarlo. Que sí en algunos
casos él incluía referencias, pero no con la intención de que se convirtieran
en un plano determinado, y sí que sirvieran para caracterizar o entender mejor
a los personajes.
Toda esta charla fue muy ágil y
dinámica, y la única de contenido eminentemente práctico.
La otra parte del encuentro que tuvo
momentos para aprovechar fue la que se tituló: “En los márgenes: nuevos guiones, nuevas películas”. Los directores
(y productores) Tina Olivares (Esperando septiembre), Luis Moya (Chaika)
y Daniel Castro (Ilusión) hablaron de cómo realizaron sus películas
sin “inversionistas” y les llevó al menos un par de años concretarlas. Cada
caso era diferente.
Olivares trabajó a partir de la
escaleta de su historia, invitó a que los actores crearan los personajes
(historias, psicología, vestuario) y que se acomodaran en función del plan
general que ella había trazado. El caso de Daniel Castro estaba más pautado y
se fue haciendo de fragmentos a los que él luego fue dando coherencia
posterior. Tanto en los casos de
Olivares y Castro, hubo un intenso trabajo de reescritura en el momento del
montaje.
La experiencia de Moya fue más
clásica dentro del desarrollo de una producción, pero con la diferencia de que
salió a realizar su película… en Siberia, con escasos apoyos y casi sin red,
pero siempre siguiendo pautas más “previsibles”. Lo imprevisible, para él sería
el ambiente.
Lo más interesante, en todos los
casos, fue ver cómo cada experiencia era particular y cómo resolvieron sus
problemas de producción para llegar a concretar sus proyectos. Desde guiones
muy flexibles, como en el caso de Tina Olivares, hasta más cerrados como en el
de Luis Moya. Pero en los tres casos las modificaciones fueron necesarias para
ajustarse a las dificultades de rodajes que no tenían resueltas sus carencias
financieras.
Cada una de esas historias tiene una
parte de riesgo y aventura que, para nuevos creadores, siempre pueden funcionar
como aliento e inspiración. Y espero que así hayan funcionado.
En el resto del día las sorpresas
fueron escasas. La charla sobre
transmedia de Eduardo Prádanos plantea más o menos las mismas problemáticas
sobre el tema. Se sugiere que no es obligatorio que cada producción
emprenda una estrategia transmedia (que sería ampliar su narrativa en distintas
plataformas), que muchas no lo necesitan, pero que el transmedia y el branded
content serían una gran alternativa a futuro para encontrar marcas que
inviertan en crear nuevos contenidos. Lo cierto es que estas experiencias se
generan en EEUU en su grandísima mayoría y el resto del mundo tiene poco que
contar al respecto más que intenciones. Las marcas que las han sacado a la luz
son grandes marcas que no suelen invertir donde no estén concentrados grandes
mercados. No digo que ni transmedia ni branded content sean imposibles de
realizar, pero creo que todo está muy verde y hasta que no haya ejemplos
contundentes en España que es donde nos toca trabajar, tienen más tinte de
utopía que de realidad.
El análisis de guión que dio Norma
Fernández, que trabajó junto a Elías Querejeta, no aportó nada que el propio
sentido común no pudiera dictar o que los manuales de guión no pudieran
sugerir. Por eso no ahondo en el caso.
Finalmente, Susana López Rubio y Alberto Macías, guionistas de “El tiempo entre
costuras” y “Alatriste” respectivamente, hablaron
sobre el trabajo de adaptación. Los dos dijeron que fueron fieles a las
novelas de origen y que tanto María Dueñas como Pérez Reverte estuvieron
conformes con lo hecho.
En tanto tema de adaptación, López
Rubio contó que en su caso tuvieron que expandir historias y tramas de “El
tiempo entre costuras” ya que querían que enseguida la historia se llevara a
Tánger y para acelerar ese paso tuvieron que comprimir mucho la narración del
primer episodio, lo que provocó que para los diez restantes les faltara
material. Por lo visto María Dueñas los asesoró para solucionar esta carencia.
Para el caso de Alatriste, Macías
indicó que se usaron solo dos novelas para la los primeros episodios de la
primera temporada y que el resto fueron tramas inventadas. Que el mayor
problema con el que se encontraron fue la diferencia de duración entre un
episodio en Alemania (coproductores de la serie) de 52 minutos, y en España de
70. Así que el acuerdo al que llegaron fue que la versión española tendría una
trama continua que iría en esos 18 minutos y que no se vería en Alemania.
Se le preguntó a Macías por la
posibilidad de que los guionistas pudieran ser showrunners como en EEUU, y él lo que indicó es que ellos trabajan
por encargo de las productoras y que quienes tienen la palabra final siempre son
las cadenas. De cualquier manera y visto lo visto, no estoy muy seguro de cómo
o cuánto se pueden aprovechar encuentros de guionistas que se basan exclusivamente
en charlas. O qué posibilidades existe de sacarles un provecho práctico como
sólo ocurrió con el caso de Pablo Remón.
El Ateneo de Madrid es un lugar muy
intelectual y lujoso, pero le falta dinámica. Y en particular a su salón de
actos, le falta luz. Estos dos puntos: seis horas de charla neta, sumado a una luz
de penumbra, da como resultado un clima muy poco ágil y muy poco inspirador. Al
menos, como lo recibí yo. Y más si tenemos que tener en cuenta que hablamos de
un encuentro que tiene como propósito el de desarrollo de guiones.
Yo
no sé si no habría que sacrificar variedad o cantidad en función de darle un
enfoque más práctico o más de intercambio que diez minutos de preguntas. Pero
eso es sólo una idea mía.
Escrito por Gustavo Palacios
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