El pasado 22 de febrero, la guionista Paz Alicia Garciadiego recibió el reconocimiento de Escritores Cinematográficos en el marco
de la 35ª Feria del Libro del Palacio de Minería. En una sala medianamente
llena, la guionista recibió su galardón: una suma monetaria de la que
desconocemos cifra, un diploma y una nunca molesta, pluma...
Agradecida
nos compartió a los presentes una reseña –no muy breve-, sobre su descubrimiento
del cine durante la infancia, hasta un día luminoso y en medio del tráfico,
cuando se prometió a si misma convertirse completamente a la escritura.
Acompañada
en el panel por las actrices Martha Aura y Patricia Reyes Spíndola –quienes
protagonizaron una discusión sobre la actuación como acto creador o creativo
sin llegar a ningún punto -, siguieron las palabras de Alberto Cortés, realizador,
Guadalupe Ferrer, directora de la filmoteca de la Unam, Juan José Saravia, fotógrafo,
Lorena Salazar, directora de la SOGEM, José Antonio Elo Lagarde, de
Cinergia/Bibliotaxi, y el director de la Feria: Fernando Macotela. Paz Alicia
resumió su vocación con la frase: “Yo no
elegí ser mujer ni latinoamericana, pero sí elegí ser guionista”.
Luchando
contra el aletargamiento de la solemnidad académica, al finalizar la ceremonia
nos acercamos a la guionista para realizar una breve entrevista; muy amable nos
respondió las siguientes preguntas:
¿Qué hace Paz Alicia Garciadiego para reivindicar la figura del
guionista en la industria cinematográfica?
Nada, lo
que hago lo hago con mi trabajo. En la obra es donde se hace.
¿Dónde inicia el personaje y su complejidad?
En mi caso
están subordinados a la historia. Mi personaje es ficticio y tiene
características porque la historia las necesita, no a la inversa.
¿Cuál es la diferencia principal entre el lenguaje cinematográfico y
el literario?
A estas
horas de la tarde y sin un trago… Entre la novela y la película la importancia
del final varía enormemente, en la novela es extenso y la película es
definitivo. Tan es así que “La Guerra y la Paz”, es la mejor novela escrita en
todos los tiempos, termina narrativamente hablando cuando en Príncipe Andrei y
Natasha se encuentran se abrazan y se casan; son seis tomos, ellos se
encuentran, se abrazan y se deciden que se aman a la mitad del quinto, faltaban
todavía medio y otro tomo entero. Madame Bobary: ella muere cien páginas antes
de que la novela termine. En el cine se termina con ello, es totalmente
distinto. Yo creo que esa es la diferencia central.
¿Cuál es el límite del guionista a la hora de la filmación?
El que pone
la cámara es el director. Te lo voy a decir con un ejemplo: cuando escribí El imperio de la fortuna, me gustaban
mucho los espacios grandes medio vacíos, ¿medio fascista, no? Y pongo un
espacio enorme, cerrado, medio apagado con una mesa con “La caponera” y
“Pinzón” tomándose un trago; y de repente volteo y el cuarto medía dos metros
por dos metros, tenía muchísimos espejos y por supuesto era todo lo contrario,
y total que levanté la mano y dije “No,
no es así porque en mi guión…”. Y Ripstein me dice: “Ésta es mi película y si no entiendes que ésta es mi película allá
está la puerta”. Era el segundo día de filmación y me di cuenta que “sí, era su película”. Si yo no quisiera
que se modificara mi guión podría convertirme en directora, o mejor aún, en
novelista, porque los guionistas tenemos esa fase intermedia.
¿Cuál sería una forma o fórmula para que un guionista pudiera trabajar
con un director satisfactoriamente?
Esa
pregunta no tiene respuesta. La verdad, suerte. Encontrar una mentalidad afín a
la tuya. Porque si no, es imposible. Yo he intentado trabajar con otros
directores y llegaba el momento en el que me decían, “eres muy ripsteniana”... ¿Quién crees que escribe las historias de
Ripstein, pendejo?
Por esa línea es mi siguiente pregunta: En la carrera de Paz Alicia
Garciadiego, ¿el machismo ha tenido algún lugar?
Mira, la
verdad yo sé que me vestiría muchísimo decir que el machismo ha subordinado mi
carrera. Sería falso, sería demagogo, sería manipulador. A mí no me ha cerrado
ninguna puerta. Ahora bien, es cierto que la tarea de escribir, desde las
Brontë –Emily Brontë de “Cumbres borrascosas”- , desde mucho antes lo que las
mujeres escriben… (Piensa)… Pero a mí
no me ha cerrado la puerta. Recuerdo un día que en Estados Unidos, una gringa
me decía “pues tú tienes más chance de conseguir
aquí una cátedra porque eres mujer y latina”. Porque eres minoría… Ripstein
es judío que parece aquí como si fuera gringo, ¿no? Ese tipo de percepciones, o
sea, crear una minoría es crear tu
propia discriminación. En el momento en el que yo empiece a decir que he
sido relegada por ser mujer y por lo tanto que hay que darles más oportunidades
a las mujeres, me estoy poniendo los zapatos. Es igualito que con los apaches,
en el momento que eliges ser una minoría estás prescindiéndote del resto de la
humanidad… Me limitaría por ejemplo, a no escribir papeles de hombre,
escribiría sólo de las mujeres. No, no, no, yo nunca he tenido ningún problema
por ser mujer.
¿Un consejo para los jóvenes guionistas?
Un consejo…
Encomendarse a San Charbel. Sí, encomendarse a San Charbel. Es muy difícil, es una carrera muy difícil.
Luego
vinieron las fotos y a recoger a Paz Alicia para quizá, irse a celebrar.
Creemos que no hace falta decir lo que en las notas de prensa ya se ha señalado
sobre el trabajo de Paz Alicia al lado de Arturo Ripstein, quien recientemente
recibió la Medalla de Bellas Artes. “Lo
que ve, no se pregunta”, diría Juanga, y mucho menos se repite.
Reconocemos
la labor de ambos y cada uno en el cine mexicano, pero aquí nos compete hablar
de la labor guionística tan castigada –aún- pero en lucha, gracias a espacios y
premios como éstos, que aunque aburridos, nos sumamos en la celebración y en el
reconocimiento de la escritura para cine. Felicidades a Paz Alicia Garcíadiego.
Escrito por
Talía Juana
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