Una buena parte de esta profesión se basa en volver a
empezar. Ser un novato de nuevo. Un principiante. Experimentar que, como en las
películas, después de la tormenta y la pobreza vienen la luz y el trabajo.
Amén pero con acento gringo, para darle más punch jalibudiense, eimén.
La fábrica de ilusiones y cuentos y sueños que es el cine,
empieza en la propia cabeza del guionista. En una inestabilidad vital a veces, en un cómico existencialismo otras, patéticos fracasos más veces de la cuenta; alcohol, clichés, lo que se le quiera añadir, pero sobre todo,
ganas de sacudir la caspa moral y ver que abajo, sigue habiendo algo valioso, algo que brilla, que es ni más ni menos que nuestra propia imaginación o capacidad narrativa puesta a prueba.
Volver a empezar el inquilino, aún sabiendo que ya hay gente
que nos tacha de "ridículo marketing emotivo". Bueno, se podría decir nos dejan a
la altura de los emoticones. Sabiendo que un emoticón es casi cine contemporáneo del más básico en
esta colorida y edulcorada existencia que llevamos, no resulta tan mala comparación. A fin de
cuentas nos encanta el pop. Sólo el cine podría encontrar la violencia de la
vida y convertirla en pop. Por eso el guión, porque
es imaginería de nuestra época, puritito pop, mano. Eso es escribir cine. O
televisión, o teatro, lo que quieras con tal que sea dramatúrgico, tenga
personajes y emocione.
Todo es bueno y el sol brilla para un guionista cuando
vuelve a empezar un trabajo. Parece que la amargura mengua, se mejora el carácter y empieza la partida nuevo al florecer de un nuevo proyecto. Cuando sales del paro en el que
te hallabas y escapas de la quasi nulidad que generosamente te
regala la falta de dinero, volviendo a ser útil en la narrativa de una
historia, uno se siente un poco, aunque sea un poco, realizado.
Después de meses aguantando en equilibrio en el filo del sacrificio; después de oler
las flores de la esperanza creativa y las mieles que da el goce de poder pagar
la renta, comer, ir en pesero o a veces en taxi, ir al cine, (privilegios que
tod*s l*s que los gozan no los valoran suficiente), es algo así como se dice
vulgarmente, reconciliarte con la vida. Habrá que ver cuánto dura la buena
onda, la dicha, o si es un espejismo o si te están tomando el pelo y lo único que quieren
es que trabajes gratis, un día más.
Habrá que seguir el consejo del mesero: “Mesas servidas, comensales llenos, cuentas
pagadas, todos felices.” Puro sentimiento proletario. ¿Será eso lo que les
jode tanto a l*s productores de nosotr*s?
Como ven, hemos vuelto a abrir las puertas del inquilino, es
más, parece no las hemos cerrado nunca. Parece que sólo fue un hecho que ocurrió en
nuestras cabezas depresivas por la falta de potasio.
Debemos comer más plátano para no quedarnos tont*s; fruta de excelencia para borrachos y escritores: no engorda y tiene el preciado mineral que hace que las neuronas se muevan, (el mentado potasio) y además es 100% mexicano.
Como saben, somos gente que usa mucho la cabeza, y lo mejor es que la
usamos para emocionar a cuanta persona ande con ganas de ello.
Todo lo demás es un, inserta la moneda, sigue jugando, tira
línea. Pero siempre resérvate un misterio, ten un As bajo la manga, nunca lo
des todo, no te vendas tan barat* en tu nuevo trabajo.
Consejo de amigo guionista, eimén.
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