miércoles, 27 de enero de 2016

Por primera vez en la vida, conocimos al Buen Productor

Y es real. No es producto de nuestros deseos manifiestos, o quizás sí, y hacemos bien el trabajo de quejarnos por el constante maltrato y mamoneo de los productores... Quién sabe. Lo que sí sabemos es que lo hemos conocido y hemos trabajado con él, aquí os traemos la experiencia.


Era a principios de diciembre de 2015, vamos, tal cual el pasado mes y año cuando recibimos una llamada. Era él, el productor, pero todavía no era él, pues el conocimiento que de él teníamos no era muy allá... Situémonos pues: hace un par de años conocimos a un nefasto directorcillo de cine que dirigió una serie escrita por El Inquilino Guionista, y pese a que de la serie se filmaron las ¾ partes de la temporada inicial, no se puedo terminar porque el director estafó a todo Dios, incluído a nosotr*s y a este productor que ahora nos llamaba, que era quien ponía el dinero para la mencionada serie... 

Desde entonces no lo habíamos visto, y la verdad es que no lo conocíamos apenas, pero siendo desconfiados como somos, confiamos. Todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad y cualquier ocasión es buena para sacudirse un par de prejuicios de encima. Y más, cuando de trabajo se trata.

La primera junta digamos que ya fue muy positiva: era a la hora del almuerzo y con toda naturalidad él y nosotr*s nos bebimos un par de cervezas cada uno. Sin apologías al alcohol, diremos que un ambiente distendido y tranquilo es el mejor de los comienzos... ¿Qué nos proponía escribir? Un reality show. 

Pero contextualicemos de nuevo: este productor venía del mundo musical, producía bandas. Y no había sido hasta la serie escrita por nosotr*s que había empezado a producir ficción. Al susodicho director arriba mencionado, al ratero, lo había conocido en el mundillo de los videoclips... Y de refilón a El inquilino Guionista, a quien ya una vez, en uno de los casting para la serie, y por lo “bajini”, le había pedido que le mostrara algún proyecto... Al día siguiente, nos habló el director dizque amenazando: “No me roben a mi productor o...”. Está claro que el ladrón siempre piensa que los demás son... pues eso.

Y resulta que ahora, el Buen Productor, tenía una banda de música que pese a haber tenido un par de buenos éxitos situados en el top 10, se encontraba “desagrupada”, desecha literalmente, pues la mitad del grupo había tomado otros rumbos y la otra mitad estaba peleada entre sí... O sea, buscaba un proyecto de reality show para rehacer la banda y darle una segunda oportunidad... 

Pues bien, tras las dos cervezas en esa primera junta, dijimos al aire una más que apetecible cifra de dinero, y él dijo que sí sin regatear, ni mostrarse agarrado ni nada parecido, sin ese tipo de cosas que enturbian la sana relación entre productores y guionistas. Ah, además, le pedimos el 60% de dinero por adelantado, y lo mismo, nos lo puso en bandeja de plata, como reyes, que sí dijo; y nosotr*s (desconfiad*s de nosotr*s, hech*s a palos por esta profesión) no creíamos lo que veían nuestros ojos, pero estábamos en un error...

Para la segunda junta, ya teníamos que acudir con, por lo menos, un par de ideas que pasar por la batidora de la lluvia de ideas. Llegamos, las dimos ante el productor y sus dos asistentes y como que no prendieron, como que no cuajaron... Pero somos guionistas, y como en el teatro, a la hora de la verdad nos crecemos y desarrollamos libremente antenas divinas para una conexión creativa con el Cosmos y... para no hacer el cuento largo, se nos ocurrió ahí mismo una tercera idea y fue la que prendió, la que cuajó, la que íbamos a desarrollar. 

Este punto sirve para hacer incapié en que el productor confió creativamente en nosotr*s como equipo, y eso vale más que el dinero pero no ayuda a pagar facturas ni a llevar comida a la boca. Por suerte, entre la primera y la segunda junta, nuestra cuenta del banco ya contaba con ese 60% de jugoso adelanto. No lo olvidemos: empezaba el Guadalupe-Reyes decembrino (y típicamente mexicano), llegaba el final del año y con él, todos los gastos y deudas atrasadas por pagar. Ustedes nos entienden... 

Si lo pensamos dos veces, hemos de admitir que ahora creemos que toda esta anécdota del “buen productor” fue un pequeño milagro navideño: ¿será porque nos encantan los guiones que suceden durante la navidad? ¡Ojalá algún día nos den la oportunidad de escribir uno!

OTROS PUNTOS DONDE EL BUEN PRODUCTOR SE LA RIFÓ

Nosotr*s marcamos el calendario de trabajo. Le ofrecimos dos juntas más y una revisión de la carpeta desarrollada, y aceptó. Le pedimos cobrar el resto del dinero a una semana de haber terminado el trabajo y lo cumplió. Quisimos compartir entre él y nosotr*s los derechos de autor en el registro de la propiedad intelectual ante Indautor, y así se llevó a cabo. Sólo el contrato está todavía pendiente, y casi podríamos decir que es por una cuestión de NUESTROS tiempos, y no los de él. 

En el fondo todavía nos preguntamos si no habría trampa o cartón en todo este proyecto del reality, pero hemos de recordar que, aunque suene cursi, hace unos años en otra navidad, nos pagaron un dineral por escribir 3 páginas para la democrática y chavista TELESUR... ¡Qué tiempos aquellos!

¿Qué queremos decir con todo esto? No lo sabemos muy bien, porque son tantos años de malas relaciones con productores... Lo que sabemos a ciencia cierta es, que somos guionistas perseverando muchos años ya, peleando, presionando, “desperdiciando” nuestro tiempo no en pro de la creatividad o la fiesta, (jeje), sino en pro de defendernos, de no dejarnos hundir y pisotear por los productores. Y, como el primer día y ofreciendo el trato que nosotr*s pedimos, seguimos exigiendo que se nos trate como merecemos, o sea, bien o muy bien. Pues somos los padres y las madres de las historias que ellos narran, muchas veces de un modo dudoso... y torpe.

Sabiendo que trabajar con un (buen) productor que nos respete y quiera es casi un milagro, para finalizar esta anécdota [que queríamos compartir con tod*s nuestr*s lector*s, --que haberl*s hayl*s (como las brujas)--], sólo tenemos el deseo de agradecer a la profesión y a la Providencia, que algo bueno, al menos una vez en la vida, nos haya sucedido a nosotr*s. 

Así que no desesperen y pidan lo que ustedes crean que es suyo, herman*s guionistas, porque el buen trato laboral es una de esas cosas que hay que demandar si queremos vivir de esto, y bien. ¿Está claro, no? Dignidad ante todo, damas y caballeros, escritores tod*s-.

Y para despedir este primer artículo del año (que llega con retraso), les contaremos un secreto: el Buen Productor nos dijo cómo se hizo rico y empezó a producir. Resulta que de adolescente era un frik, un nerd al que se le daban bien las matemáticas y la lógica, y resulta también que su tío al notarlo, se lo llevó derechito a la Bolsa Mexicana de Valores y le enseñó a “apostar”, a invertir en la bolsa. Resultado: 20 años después puede tratar bien al guionista, que..., no es que sea muy capitalista pero sabe de sobra que sin dinero nunca, pero nunca, nunca, nunca, baila (o escribirá) el perro... :P

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