Empezaré por la espalda, ese pilar incansable que sostiene nuestras creaciones, fue el primer campo de batalla. Durante mucho tiempo, su queja constante amenazó con eclipsar mi pasión por la escritura. Fue entonces cuando la ergonomía se erigió como la clave maestra. Una silla diseñada para abrazar cada contorno de mi columna, junto con una almohada lumbar estratégicamente colocada, se convirtieron en los héroes silenciosos de esta epopeya física. Eso, y hacer ejercicios posturales en el suelo, tumbando mi lumbago y mi espalda en el suelo, haciendo "la bicicleta" y otros ejercicios para quitar el dolor de espalda.
Más tarde, el cuello, ese sostén del cerebro creativo, doblado por la constante mirar hacia abajo, encontró redención en una acción simple pero revolucionaria: elevar mi monitor a la altura de mis ojos. Esta pequeña modificación en mi estación de trabajo se convirtió en un cambio de juego, transformando mis jornadas en una experiencia mucho más cómoda y saludable. Además, los estiramientos para el cuello, antes ignorados, se convirtieron en un ritual sagrado, una paleta de descanso para mi columna cervical, cada mañana antes de escribir. Hacer eso me ayudó, pero de nuevo, fueron los ejercicios de cuello (arriba-abajo-izquierda-derecha diez veces cada lado) lo que me quitó el dolor. Porque solo corregir tu postura no basta si no quitas tu dolor con ejercicios de estiramientos pasivos de los músculos.
¿Y qué escribir que mis brazos no sepan? Esos incansables en el tecleo, pronto dieron señales de fatiga. La repetición constante amenazaba con convertirlos en víctimas de la monotonía. La llegada de un teclado ergonómico, diseñado para aliviar la tensión en las articulaciones, y una serie de estiramientos específicos para los antebrazos se convirtió en el contraataque necesario. Eso sí, tuve que ve mucho video de fisioterapia en Youtube para aprender mucho trucos que me quitaran al dolor de mis codos, que una vez al borde de la rendición, emergieron como guerreros resilientes, listos para enfrentar la fatiga diaria.
Dentro de la fatiga diaria también incluyo la fatiga visual, esa sombra constante en el mundo de la escritura digital, encontró su antídoto en ajustes simples pero efectivos. Reduje el brillo de mi pantalla y me concedí pausas visuales regulares, permitiendo que mis ojos descansaran y rejuvenecieran entre párrafos. Un pequeño cambio que marcó una gran diferencia en mi bienestar ocular: empecé a mirar por la ventana. Eso me calmó los ojos y reconectó con el mundo real. Pero volviendo a los brazos, no se me deben olvidar los hombros, a menudo ignorados pero testigos de la tensión acumulada, que clamaron por atención después del primer mes de trabajo duro. Ajusté mi silla para aliviar la carga en esta área vital y declaré mi independencia de la tensión en los hombros. Este acto simple, pero consciente, cambió la narrativa de mi comodidad diaria, pero de nuevo, me tuve que levantar y hacer ejercicios de hombros (girarlos en círculo diez veces cada hombro) y de paso también hice ejercicio de brazos que, una vez más, me quitaron el dolor.
Pasar horas sentada, aunque inevitable en la vida de una guionista, también se convirtió en una odisea circulatoria que amenazaba con ser una trama oscura en mi historia física. Fue entonces cuando incorporé una silla ajustable a mi estación de trabajo pero sobre todo, fue cuando empecé a escribir de pie, sentándome solo para descansar. Cualquier mueble o estantería sirvió para que pudiera escribir con las piernas estiradas. Además, introduje la práctica de breves descansos para estirar las piernas, rompiendo el ciclo de sedentarismo y brindándome una renovada conexión con la movilidad. Básicamente salí a dar un paseo cada tres horas de trabajo.
Pasar horas sentada, aunque inevitable en la vida de una guionista, también se convirtió en una odisea circulatoria que amenazaba con ser una trama oscura en mi historia física. Fue entonces cuando incorporé una silla ajustable a mi estación de trabajo pero sobre todo, fue cuando empecé a escribir de pie, sentándome solo para descansar. Cualquier mueble o estantería sirvió para que pudiera escribir con las piernas estiradas. Además, introduje la práctica de breves descansos para estirar las piernas, rompiendo el ciclo de sedentarismo y brindándome una renovada conexión con la movilidad. Básicamente salí a dar un paseo cada tres horas de trabajo.
El estrés y la ansiedad que provoca escribir para una industria como la televisiva, sombras sutilmente tejidas en la trama de la vida creativa, fueron desafiados con herramientas de autocuidado mental. La meditación y la respiración profunda ante cualquier duda, se convirtieron en las luces que disiparon la oscuridad, brindando claridad mental y permitiéndome abordar mi trabajo con una mente más serena y mejor humor.
Pero lo peor de toda mi vida como guionista, ha sido la complicada relación con las calorías, un efecto secundario inevitable de las horas sentadas, que transformé en una comedia del movimiento. Hacer del ejercicio ser convirtió en parte integral de mi rutina diaria y no solo contrarrestó los efectos negativos del sedentarismo, sino que también se convirtió en una fuente de energía y claridad mental. Y me puse más guapa, ahora me gusto todavía más.
Creo que el mensaje está claro, si quieres quitar tus dolores haz ejercicios de estiramientos pasivos que puedes llevar a cabo en cualquier lugar a cualquier hora. Y si quieres prevenir futuros dolores: corrección postural y un poco de ejercicio.
Porque en este viaje que duró años de dolores, ensayos y errores, descubrí que la comodidad y la creatividad no son opuestas, sino complementarias. Tienes que estar cómoda en espacio cerrado y normalmente pequeño, y la comodidad empieza por tu cuerpo. Porque, más que aliadas, tu cuerpo y tu mente se necesitan mutuamente para alcanzar el potencial máximo. En la danza de las palabras y la ergonomía, encontré una sinfonía que me llevó a escribir con mayor alegría y salud.
Guionistas, las invito a explorar esta travesía personal hacia el bienestar físico y mental. Que sus palabras fluyan con libertad, guiadas por la comodidad y la inspiración. Que cada historia que escriban sea un testimonio no solo de su ingenio literario y cinematográfico, sino también de su compromiso con su propio bienestar. ¡Que la pluma sea su guía en este viaje sin fin! 📝✨
Nora Ro.
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