martes, 1 de abril de 2014

La guionista en el Talents del Festival de Guadalajara (y otros demonios)

“Empecemos por el principio” se dice cuando la gente se complica y no se sabe cómo poner orden a una conversación, o como en este caso,  a un texto. Así que mejor declaro de una vez que yo sólo trataré de contar una historia…

Mi relato comienza así: había una vez una guionista que llevaba casi dos semanas exprimiéndose la cabeza para sacar de ella, aunque fuera, unas cuantas gotitas de motivación. Después de semanas de no poder escribir una sola línea la guionista tomó un avión a Guadalajara, México, con la expectativa de encontrar “eso” que le ayudará a salir de las garras del “típico bloqueo creativo”, por el que los grandes escritores –y los mediocres también-  suelen pasar.
  
Algo que la guionista no se esperaba eran las comodidades de las que iba a gozar desde el inicio del viaje; salir de la vida cotidiana para disfrutar de comidas con horario y hotel con alberca ya era una ventaja para ella. Después de conocer a un par de compañeros, un editor y una crítica cinematográfica, revisó su agenda: taller de guión, conferencias magistrales con Sheridan Sheridan (Mi pie Izquierdo, En el nombre del padre) y Denis Côté (Bestiaire, Vic and Flo Saw a Bear) y un par de pláticas que sonaban más morbosas que interesantes, entre ellas la de Amat Escalante.

SHERIDAN
Darse cuenta que la sabiduría se expresa con palabras sencillas fue el primer aliciente para desbloquear la mente. Las frases cortas sin ganas de aleccionar a ninguno de los 70 talents  expresaban el alto contenido de sabiduría de Jim Sheridan.
Según Sheridan lo que le concierne al realizador cinematográfico es hacer visible lo invisible, es decir, que en pantalla se vean los sentimientos, pensamientos y emociones subyacentes en una escena; “dónde poner la cámara al final no es tan importante como tener claro lo qué se quiere decir”. La guionista estuvo de acuerdo y se preguntó qué pensaban los realizadores y fotógrafos al respecto. No lo investigó, pero sin duda varios de los presentes pudieron apreciar que la grandeza de un artista consiste en la autenticidad de su postura como creador.

Lo que sucedió el resto de ese día por salud mental lo olvidó. Las dinámicas para que los talents se conocieran resultaron infructuosas y tediosas.

TALLER
La guionista tenía planeado dedicar los siguientes tres días al taller de guión de Alfonso Suárez y a lo que surgiera de éste. Sin embargo desde el primer momento pudo notar que el taller no era dirigido para guionistas sino para directores que querían escribir “bien” sus guiones. La diferencia entre uno y otro concepto es abismal. Para los escritores presentes no se dijo nada nuevo ni viejo. Para los directores fue un excelente taller que les ayudó a percibir sus fallas como narradores.

También fue un buen momento para darse cuenta de que:
1) Algunos directores por lo general quieren decir mucho en vez de enfocarse en decir una sola cosa bien. 
2) Un guión débil puede ganar apoyos gubernamentales. 
3) Formar escritores cinematográficos de calidad sigue siendo un rubro que tanto organizadores de festivales como autoridades culturales no ven con la seriedad que necesita nuestra supuesta industria.
ENCUENTRO CON EXPERTOS
Sin embargo, el “Encuentro con expertos” que impartió Paula Markovitch fue una luz en la oscuridad. En una hora y media de charla estableció una de las bases más importantes que todo narrador debe ser consciente: tratar a los personajes con dignidad. Lo que quería decir Paula era que ningún personaje puede ser un “típico”, pues describir a tu protagonista, por ejemplo, como “la típica ama de casa de clase media” asume cierta agresividad, sus acciones se verán limitadas a lugares comunes y no habrá historia interesante qué contar. Los verdaderos personajes, dijo, son aquellos que no se definen por estereotipos ni por su pasado, sino por cómo actúan gracias a las características que los hacen únicos.

Al final, la guionista caminaba por los pasillos del FICG con un aire de optimismo. Se decía: “quizá la clave del éxito en México estriba en tener talento, claro, pero sobre todo en tomar cursos intensivos de ego o narcisismo básicos… y aprobarlos con honores.

Compartir experiencias con la gente del Talents Guadalajara fue la mejor forma de ver que a la mayoría nos hace falta mucho camino para afianzarnos como artistas serios y comprometidos con nuestra especialización. La parte positiva es que esa misma mayoría tiene ganas de hacer las cosas con profesionalismo y tiene el criterio para darse cuenta cuando alguien lo está timando con discursos pretenciosos. Así que esperemos que en unos años, algunos de los 70 talents participantes, estén presentes en Guadalajara u otros festivales con películas auténticas y ya no más “típicas películas festivaleras”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también asistí y la mera verdad es que el talents es para estudiantes de dirección de primer semestre. :(

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