Yo
no soy de los que ganan concursos. Pertenezco más bien a esa gran mayoría que
ha tenido que enfrentarse una y otra vez a los amables, pero siempre amargos, “gracias por participar”.
No es cierto. En realidad formo
parte de ese otro gran grupo en el que están las personas que simplemente nunca
concursan. Eso es más triste aún, ¿cierto? No hay peor lucha que la que no se
hace, dicen por ahí. También dicen (o me lo estoy inventando, no sé) que no hay peor guionista que el que no busca
opiniones externas sobre su guión. Por eso, la dinámica que se genera
dentro de un taller suele ser tan gratificante. Siempre se valora cualquier
oportunidad de tallerear un texto.
Luego de prometerme a mí mismo que
este año en el que me vine a vivir a la Ciudad de México buscaría cualquier
oportunidad para sumar a mi sobredosis guionística, un taller de guión con el
actual guionista “estrella” mexicano,
Gibrán Portela resultaba más que atractivo. Pero obviamente no tenía dinero
para pagarlo, además, tampoco parecía contar con el tiempo necesario para
sacarle el mayor provecho. El reto, o digamos, la oportunidad de escribir un
primer tratamiento de guión en dos meses es aceptable, pero requiere una
inversión de tiempo completo.
Por otro lado, he sido fiel lector del
estupendo blog de El inquilino guionista
desde hace años (prácticamente desde que inició), y cuando se anunció la
convocatoria para el 1er. Concurso de Periodismo Guionístico no dudé en participar. En ese momento lo hice más bien
motivado por la idea de publicar un texto mío en www.guionnews.com (quizá el sitio que
más visito, sin contar redes sociales) y compartir con sus seguidores un poco
de mis ideas sobre la escritura de cine. Entonces no pensaba mucho en el
premio: la beca para este prometedor taller con Gibrán. Seguramente no ganaría.
Faltando menos de cinco minutos para
la medianoche, el día en que terminaba el concurso, mandé mi texto: “¿De qué va la peli, si el cine son historias?”. Esa misma madrugada fue publicado y me dio gusto notar, poco a
poco, que estaba gustando. Unos días después se dio a conocer el resultado y
con el veredicto:
“¡Oigan, creo el último es el más padre, como más conciso (…) así que estoy de acuerdo, el mejor es el último!”...
...de parte de Gibrán, me gané un lugar en su taller. Por fin esta
vez fui parte de los que ganan, y no les voy a mentir, ¡se siente muy bien!
Lo que
vino después ha sido una de las experiencias más bonitas y enriquecedoras que
he vivido hasta ahora.
Así, “al chile” (como dicen aquí)… ¡Qué taller, señores! Y lo digo como un “veterano”
de los talleres de guión (no me pondré aquí a echar currículum, pero he tenido
oportunidadde asistir a varios), siempre aprendes mucho en ellos y te llevas grandes
recuerdos, pero lo que
ocurrió los pasados ocho sábados en AMTEC es algo fuera de toda proporción,
verdaderamente invaluable.
Cuando en un taller de este tipo se
conjuntan: un estupendo tallerista, grandes entusiastas del guión en la
organización, todo el apoyo de la sede del taller y lo más importante, un muy
valioso grupo de “alumnos”, ¡todo lo
bueno pasa!
Y tan bueno fue todo lo que pasó que
hasta creamos el hashtag (jamás
twitteado) #BullyingEsAmor, con el
cual alguien quiso convencerme de que el acoso al que fui sometido en el taller
desde el primer momento (originado por mi condición de becado) no era más que
un acto amoroso. O sea, que me querían y por eso me molestaban. Puro acoso sano,
no se me vayan a espantar. El bullying es un tema serio, pero confío en que a
estas alturas ha quedado claro que “serio”
no es el tono de este texto.
Gibrán Portela dijo que nunca había
dado un taller de este tipo. Nos comentó al principio que se tocarían algunos
temas teóricos brevemente, con apoyo de algunos ejemplos y sobre el trabajo
individual (cosas como formato, estructura, y demás), por lo que era
fundamental chambear en nuestros guiones. El compromiso fue escribir y enviar a
tiempo nuestros avances semanales por correo electrónico, y además, leer los
textos de los demás para comentarlos en las sesiones del sábado. Gracias a la
buena disposición (en general) del grupo, se pudo avanzar muy bien y trabajamos
en argumentos (en una primera etapa) hasta tener la mejor versión posible, y
llegamos hasta las primeras páginas de guión (la mayoría con su primer acto ya bien
amarrado), y un par de guionistas alcanzaron sus primeros tratamientos.
Nuestro querido tallerista, quien
logró generar en este espacio de trabajo el ambiente idóneo para la creatividad
y el compañerismo, nos incitó desde el primer momento a desarrollar nuestras
historias a partir de su “corazón”.
Nunca hubo alguna restricción temática, de género, o de estilo; únicamente dos
restricciones claras: nunca escribir en el guión: “con cara de” o “vemos que”,
y que el becario no opine, “mejor que se
vaya por las chelas”.
Las historias que protagonizaron el
taller resultaron tan diversas y únicas como las personalidades ahí reunidas.
Todas ellas cautivadoras, dignas de ser contadas. La evolución en el tratamiento
de los guiones fue palpable, el taller le estaba haciendo mucho bien a las
películas. Distintas visiones del mundo, distintas intenciones, distintas
ambiciones, distintas voces… pero talento como común denominador. Y como si no
pudiera aplaudirle más a mis compañeros (quienes seguro están sintiéndose fatal
al leerme, luego de haberme “buleado”
tanto), valdría añadir que son también grandes personas. Pero eso es obvio,
¿no? ¡Somos guionistas!
Otro gran, GRAN plus: los invitados
al taller. Gibrán mostró desde el inicio su interés en invitar a algunas
personas dedicadas a distintas tareas del cine para conocer un poco sobre su
relación con el guión. Al final, como él decía, nosotros escribimos para muchas
personas.
Y
así tuvimos la visita de YibranAssaud (editor de películas como “Güeros”,
“Tanta agua” y “Voy a explotar”), Edui Tijerina Chapa (guionista de
“Cantinflas”), Ángel Mario Huerta, excelente guionista que vive y trabaja en
Los Ángeles, Carolina Salinas, guapa guionista que también representa
guionistas, y el grandioso actor Emilio Echevarría. ¡Imagínense, nada más! Si me pusiera a contar con los detalles
necesarios todo lo que estos grandes profesionales (y grandes artistas) le
aportaron al taller, se alargaría aún más este artículo. Un verdadero lujo
tenerlos.
Y qué decir de las experiencias
extra-clase: la oportunidad de ver “Güeros”,
de Alonso Ruizpalacios, después de leer su guión (co-escrito por
GibránPortela), haber conocido un poco sobre corrección de color en CHEMISTRY y
lo mejor, gracias al campeonato mundial de futbol (que trajo una importante
promoción en el bar frente a la sede del taller), haber compartido chelas y disfrutables
charlas al final de las sesiones… ¡Todo bien aquí, amigos! ¿Qué más puedo
decir?
Espero que las películas
desarrolladas lleguen con mucha fortaleza a sus primeros tratamientos. Espero también
que alguna, o algunas, o todas ellas sean filmadas un día (uno no muy lejano).
Si no hubiera ganado esta beca, pensaría
que cada peso invertido en esta experiencia valió la totalmente pena. Ojalá El inquilino guionista siga
promoviendo este tipo de actividades y que los guionistas allá afuera las aprovechen
al máximo. Del taller de Gibrán Portela no puedo expresar más que
satisfacción y gratitud, en todos los aspectos. Es el mejor premio que he ganado y no creo que sea fácil superarlo.
Escrito por Rafael Martínez García, becario.
2 comentarios:
Hola compañero.
Es gratificante leer experiencias tan enriquecedoras como la tuya y darse cuenta de que aún existen talleres valiosos con docentes igual de valiosos y honestos.
Lamentablemente, en provincia abundan los charlatanes y los falsos "mecías". A mí me ha tocado estar en eventos donde voy más a fuerza que de ganas y lejos de esa camaradería que comentas, que te ayuda a crecer con tu historia, sólo hay insultos y señalamientos... y un nulo aprendizaje.
Muchos esperamos tener oportunidades similar a tu experiencia. Y también espero que tu guión pronto sea materializado para disfrutar tu historia, que me dio curiosidad en conocerla.
Gracias. En su momento, Rafa Martínez fue un buen becario y además, se ganó la beca por derecho propio. Ojalá vea tu comentario.
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