martes, 29 de julio de 2014

El bullying entre guionistas, es amor

Yo no soy de los que ganan concursos. Pertenezco más bien a esa gran mayoría que ha tenido que enfrentarse una y otra vez a los amables, pero siempre amargos, “gracias por participar”.

 No es cierto. En realidad formo parte de ese otro gran grupo en el que están las personas que simplemente nunca concursan. Eso es más triste aún, ¿cierto? No hay peor lucha que la que no se hace, dicen por ahí. También dicen (o me lo estoy inventando, no sé) que no hay peor guionista que el que no busca opiniones externas sobre su guión. Por eso, la dinámica que se genera dentro de un taller suele ser tan gratificante. Siempre se valora cualquier oportunidad de tallerear un texto.

Luego de prometerme a mí mismo que este año en el que me vine a vivir a la Ciudad de México buscaría cualquier oportunidad para sumar a mi sobredosis guionística, un taller de guión con el actual guionista “estrella” mexicano, Gibrán Portela resultaba más que atractivo. Pero obviamente no tenía dinero para pagarlo, además, tampoco parecía contar con el tiempo necesario para sacarle el mayor provecho. El reto, o digamos, la oportunidad de escribir un primer tratamiento de guión en dos meses es aceptable, pero requiere una inversión de tiempo completo.

Por otro lado, he sido fiel lector del estupendo blog de El inquilino guionista desde hace años (prácticamente desde que inició), y cuando se anunció la convocatoria para el 1er.  Concurso de Periodismo Guionístico no dudé en participar. En ese momento lo hice más bien motivado por la idea de publicar un texto mío en www.guionnews.com (quizá el sitio que más visito, sin contar redes sociales) y compartir con sus seguidores un poco de mis ideas sobre la escritura de cine. Entonces no pensaba mucho en el premio: la beca para este prometedor taller con Gibrán. Seguramente no ganaría.

Faltando menos de cinco minutos para la medianoche, el día en que terminaba el concurso, mandé mi texto: “¿De qué va la peli, si el cine son historias?”. Esa misma madrugada fue publicado y me dio gusto notar, poco a poco, que estaba gustando. Unos días después se dio a conocer el resultado y con el veredicto: 
“¡Oigan, creo el último es el más padre, como más conciso (…) así que estoy de acuerdo, el mejor es el último!”...
...de parte de Gibrán, me gané un lugar en su taller. Por fin esta vez fui parte de los que ganan, y no les voy a mentir, ¡se siente muy bien!

Lo que vino después ha sido una de las experiencias más bonitas y enriquecedoras que he vivido hasta ahora. Así, “al chile” (como dicen aquí)… ¡Qué taller, señores! Y lo digo como un “veterano” de los talleres de guión (no me pondré aquí a echar currículum, pero he tenido oportunidadde asistir a varios), siempre aprendes mucho en ellos y te llevas grandes recuerdos, pero lo que ocurrió los pasados ocho sábados en AMTEC es algo fuera de toda proporción, verdaderamente invaluable.

Cuando en un taller de este tipo se conjuntan: un estupendo tallerista, grandes entusiastas del guión en la organización, todo el apoyo de la sede del taller y lo más importante, un muy valioso grupo de “alumnos”, ¡todo lo bueno pasa!

Y tan bueno fue todo lo que pasó que hasta creamos el hashtag (jamás twitteado) #BullyingEsAmor, con el cual alguien quiso convencerme de que el acoso al que fui sometido en el taller desde el primer momento (originado por mi condición de becado) no era más que un acto amoroso. O sea, que me querían y por eso me molestaban. Puro acoso sano, no se me vayan a espantar. El bullying es un tema serio, pero confío en que a estas alturas ha quedado claro que “serio” no es el tono de este texto.

Gibrán Portela dijo que nunca había dado un taller de este tipo. Nos comentó al principio que se tocarían algunos temas teóricos brevemente, con apoyo de algunos ejemplos y sobre el trabajo individual (cosas como formato, estructura, y demás), por lo que era fundamental chambear en nuestros guiones. El compromiso fue escribir y enviar a tiempo nuestros avances semanales por correo electrónico, y además, leer los textos de los demás para comentarlos en las sesiones del sábado. Gracias a la buena disposición (en general) del grupo, se pudo avanzar muy bien y trabajamos en argumentos (en una primera etapa) hasta tener la mejor versión posible, y llegamos hasta las primeras páginas de guión (la mayoría con su primer acto ya bien amarrado), y un par de guionistas alcanzaron sus primeros tratamientos.

Nuestro querido tallerista, quien logró generar en este espacio de trabajo el ambiente idóneo para la creatividad y el compañerismo, nos incitó desde el primer momento a desarrollar nuestras historias a partir de su “corazón”. Nunca hubo alguna restricción temática, de género, o de estilo; únicamente dos restricciones claras: nunca escribir en el guión: “con cara de” o “vemos que”, y que el becario no opine, “mejor que se vaya por las chelas”.

Las historias que protagonizaron el taller resultaron tan diversas y únicas como las personalidades ahí reunidas. Todas ellas cautivadoras, dignas de ser contadas. La evolución en el tratamiento de los guiones fue palpable, el taller le estaba haciendo mucho bien a las películas. Distintas visiones del mundo, distintas intenciones, distintas ambiciones, distintas voces… pero talento como común denominador. Y como si no pudiera aplaudirle más a mis compañeros (quienes seguro están sintiéndose fatal al leerme, luego de haberme “buleado” tanto), valdría añadir que son también grandes personas. Pero eso es obvio, ¿no? ¡Somos guionistas!

Otro gran, GRAN plus: los invitados al taller. Gibrán mostró desde el inicio su interés en invitar a algunas personas dedicadas a distintas tareas del cine para conocer un poco sobre su relación con el guión. Al final, como él decía, nosotros escribimos para muchas personas.

Y así tuvimos la visita de YibranAssaud (editor de películas como “Güeros”, “Tanta agua” y “Voy a explotar”), Edui Tijerina Chapa (guionista de “Cantinflas”), Ángel Mario Huerta, excelente guionista que vive y trabaja en Los Ángeles, Carolina Salinas, guapa guionista que también representa guionistas, y el grandioso actor Emilio Echevarría. ¡Imagínense, nada más! Si me pusiera a contar con los detalles necesarios todo lo que estos grandes profesionales (y grandes artistas) le aportaron al taller, se alargaría aún más este artículo. Un verdadero lujo tenerlos.

Y qué decir de las experiencias extra-clase: la oportunidad de ver “Güeros”, de Alonso Ruizpalacios, después de leer su guión (co-escrito por GibránPortela), haber conocido un poco sobre corrección de color en CHEMISTRY y lo mejor, gracias al campeonato mundial de futbol (que trajo una importante promoción en el bar frente a la sede del taller), haber compartido chelas y disfrutables charlas al final de las sesiones… ¡Todo bien aquí, amigos! ¿Qué más puedo decir?

Espero que las películas desarrolladas lleguen con mucha fortaleza a sus primeros tratamientos. Espero también que alguna, o algunas, o todas ellas sean filmadas un día (uno no muy lejano).

Si no hubiera ganado esta beca, pensaría que cada peso invertido en esta experiencia valió la totalmente pena. Ojalá El inquilino guionista siga promoviendo este tipo de actividades y que los guionistas allá afuera las aprovechen al máximo. Del taller de Gibrán Portela no puedo expresar más que satisfacción y gratitud, en todos los aspectos. Es el mejor premio que he ganado y no creo que sea fácil superarlo.

Ya sólo me preocupa una cosa: ¿cómo serán mis sábados ahora?


Escrito por Rafael Martínez García, becario.

2 comentarios:

Omar dijo...

Hola compañero.

Es gratificante leer experiencias tan enriquecedoras como la tuya y darse cuenta de que aún existen talleres valiosos con docentes igual de valiosos y honestos.

Lamentablemente, en provincia abundan los charlatanes y los falsos "mecías". A mí me ha tocado estar en eventos donde voy más a fuerza que de ganas y lejos de esa camaradería que comentas, que te ayuda a crecer con tu historia, sólo hay insultos y señalamientos... y un nulo aprendizaje.

Muchos esperamos tener oportunidades similar a tu experiencia. Y también espero que tu guión pronto sea materializado para disfrutar tu historia, que me dio curiosidad en conocerla.

El inquilino dijo...

Gracias. En su momento, Rafa Martínez fue un buen becario y además, se ganó la beca por derecho propio. Ojalá vea tu comentario.

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