sábado, 1 de marzo de 2025

Narrativa Transmedia en 2025: crear historias que los fans no puedan ignorar

Si en 2003 alguien le hubiera dicho a Henry Jenkins que su artículo sobre transmedia storytelling en Technology Review iba a ser el génesis de un concepto que hoy persigue a guionistas y productores como un fantasma omnipresente, probablemente habría sonreído con esa cara de profesor satisfecho que pone en las conferencias. Pero aquí estamos, en 2025, en una industria donde no basta con escribir un buen guion: hay que diseñar un universo, fragmentarlo en mil pedazos y distribuirlo estratégicamente para que el espectador de TikTok, el gamer hardcore y la abuela que sigue viendo la tele encuentren su propio camino en la historia.

Los guionistas de hoy ya no escriben simples relatos, sino que construyen storyworlds, esos universos expansivos que parecen sacados de un delirio colectivo entre narradores, desarrolladores de videojuegos y ejecutivos de marketing. Y claro, si antes teníamos que lidiar con los productores tradicionales, ahora hay que convencer también a los diseñadores de experiencias inmersivas, a los expertos en blockchain y a las inteligencias artificiales que generan diálogos con mejor sintaxis que algunos humanos. Bienvenidos al show.

¿Cómo se construye una historia transmedia sin morir en el intento en este 2025?

Para empezar, hay que tener claro que el espectador ya no se conforma con ver una película o una serie: quiere entrar en la historia, moldearla, incluso poseer una parte de ella (y no, no hablo de comprar figuritas de Star Wars, aunque también). Jeff Gomez, productor transmedia detrás de franquicias como Avatar y Pirates of the Caribbean, lleva años evangelizando sobre la importancia de hacer que el público se sienta parte de la narrativa. Y no se equivoca: en un mundo donde la atención dura lo que un video de 30 segundos, solo sobreviven las historias que atrapan con algo más que una trama interesante.

En Japón, por ejemplo, llevan años expandiendo mangas y animes con estrategias transmedia que harían que Hollywood pareciera principiante. Sword Art Online, por ejemplo, no es solo un anime sobre realidad virtual: es un ecosistema en sí mismo, con videojuegos, novelas, eventos en VR y experiencias en parques temáticos. Mientras tanto, en Latinoamérica, fenómenos como Yo soy Betty, la fea han demostrado que una telenovela puede convertirse en un universo transmedia con spin-offs, novelas, cómics digitales y comunidades de fans que siguen generando contenido décadas después de su estreno. O 31 minutos, donde acabas pagando una fortuna para ser sus marionetas en una exposición.

El truco está en entender que cada plataforma tiene su propio lenguaje y su forma de contar la historia. No basta con recortar escenas de la serie y subirlas a Instagram. Los guionistas transmedia como Robert Pratten, autor de Getting Started in Transmedia Storytelling, han insistido en la importancia de diseñar cada pieza de la historia con un propósito narrativo, asegurando que cada medio aporte algo único. En otras palabras: no hagas que el podcast de tu historia sea solo una repetición de la película; conviértelo en un puente hacia nuevas tramas y personajes.

Las tecnologías que están revolucionando el juego

En 2025, hay dos cosas que un guionista transmedia no puede ignorar: la inteligencia artificial y el metaverso. La primera está transformando la manera en que se escriben historias. Los algoritmos ya no solo generan sinopsis y diálogos, sino que personalizan narrativas en tiempo real. Imagina que entras a ver una serie en Netflix y, según tu historial de visualización, la IA te ofrece una versión alternativa del final. Suena a ciencia ficción, pero plataformas como Charisma.ai ya están explorando estas dinámicas.

El metaverso, por su parte, está llevando la transmedia a niveles que ni el propio Jenkins imaginó. En 2024, Warner Bros. lanzó una experiencia en realidad virtual basada en The Batman, donde los jugadores podían patrullar Gotham en un sandbox interactivo. El truco: todo lo que los usuarios hacían en la VR tenía impacto en una serie de cómics digitales lanzados en paralelo. En otras palabras, el público ya no solo observa: juega, decide y altera la historia en tiempo real.

El dilema existencial del guionista transmedia

Pero claro, todo esto suena muy bonito hasta que un guionista transmedia se sienta frente a su computadora y se pregunta: “¿Cómo demonios estructuro esto?” Porque una cosa es tener una buena historia y otra muy distinta es fragmentarla en múltiples plataformas sin que se convierta en un caos incomprensible.

Aquí es donde entra la escritura modular, una técnica que han perfeccionado creadores como Christy Dena, quien ha trabajado en proyectos transmedia para la BBC y Nokia. La clave es pensar en la historia como un ecosistema flexible, donde cada pieza se sostiene por sí misma, pero también se conecta con el resto. Así que, si un espectador solo ve la película, entenderá la historia, pero si además sigue el videojuego y los cómics, descubrirá capas ocultas que enriquecen la experiencia.

Una revelación laboral en 2025

Y aquí viene la parte personal. Hace unos meses, participé en un proyecto de narrativa transmedia para una marca que quería hacer “la primera historia interactiva basada en blockchain”. Sonaba increíble en el papel: los usuarios podrían comprar NFTs con fragmentos exclusivos de la historia y tomar decisiones que cambiarían el desenlace. Hasta ahí, todo bien.

El problema vino cuando nos dimos cuenta de que nadie tenía idea de cómo contar una historia realmente inmersiva con este sistema. Los desarrolladores querían que los guionistas escribieran diálogos infinitos para cada posible decisión, mientras los ejecutivos de marketing insistían en que “el storytelling era secundario, lo importante era vender los NFTs”. Fue en ese momento cuando comprendí que no basta con tener herramientas innovadoras: si la historia no tiene alma, la tecnología no la salvará.

Así que, después de muchas reuniones y crisis existenciales, logramos equilibrar la ecuación: hicimos que cada NFT desbloqueara una escena adicional de la historia, en lugar de forzar al usuario a comprar para entender lo básico. ¿El resultado? Una narrativa transmedia donde la historia seguía siendo el centro, y no un pretexto para vender tokens digitales.

Moraleja: La transmedia no es solo multiplicar historias en distintos formatos. Es saber contar de manera inteligente, adaptarse a los nuevos tiempos sin perder la esencia. Y sí, tal vez Henry Jenkins ya lo sabía desde 2003.

Pero qué bueno que nos está tomando veinte años darnos cuenta.

Harol Malone

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