miércoles, 19 de febrero de 2025

La verdad incómoda: sin un buen mentor, tu guion no llegará lejos

Aaron Sorkin aprendió de William Goldman, quien le dijo que un guion debía atrapar desde la primera página. Quentin Tarantino absorbió todo lo que pudo de Roger Avary, con quien escribía y rebotaba ideas antes de que su carrera despegara. Diablo Cody tuvo a Jason Reitman, quien no solo dirigió su primer guion, Juno, sino que la ayudó a entender el negocio. Y en México, Guillermo Arriaga ha contado que trabajó codo a codo con Alejandro González Iñárritu, aprendiendo juntos cómo contar historias que consideraban de gran impacto artístico y emocional.

Si hay algo que las películas, las series y la vida nos han enseñado, es que un buen mentor puede ser la diferencia entre ser un guionista perdido en el desierto de las versiones infinitas y alguien que realmente tiene chances de vender algo. Piensa en Yoda y Luke, Mr. Miyagi y Daniel, o Scorsese y todos los directores a los que ha adoptado como discípulos. Sin esa guía, el camino no solo es más difícil, sino que además se siente eterno.

En el mundo del guionismo, donde todo el mundo tiene una opinión pero pocos saben realmente de qué hablan, tener un mentor es como conseguir un mapa en medio de la selva. No te va a escribir el guion ni te va a garantizar que Spielberg te devuelva la llamada, pero sí te va a ayudar a no caer en los hoyos más comunes de la industria.

En mi caso, tuve la suerte de toparme con personas generosas que me enseñaron a ser rigurosa, a no conformarme con la primera versión de un guion y, sobre todo, a entender que escribir es tanto una cuestión de técnica como de resistencia emocional. Porque si algo aprendí de mis mentores y mentoras es que este oficio no se trata solo de talento, sino de paciencia, terquedad y, a veces, saber esperar el momento justo.

¿Cómo saber si tu mentor es el bueno? Para empezar, un mentor de calidad tiene que saber de qué habla. No basta con que haya leído todos los libros de guion disponibles o que tenga una cuenta de Twitter llena de frases motivacionales. La experiencia en la industria es clave. Un buen mentor ha vendido, desarrollado o, al menos, peleado por proyectos en la vida real.

También tiene que ser alguien que genuinamente quiera ayudarte, no alguien que solo busca validar su ego destrozando tu guion en cada sesión. Y si además tiene contactos, mejor. Un mentor que te presente a la gente correcta puede ahorrarte años de frustraciones.

Pero lo más importante: un buen mentor te empuja a mejorar sin convertirte en un guiñapo emocional. Porque escribir guiones ya es suficientemente difícil como para encima aguantar a alguien que te hace sentir que nunca vas a lograrlo.

El lado bueno de tener un mentor (además de ahorrarte años de tropiezos) es...

Para empezar, te da un feedback que realmente te ayuda a mejorar. No el típico "me gusta" o "no sé, le falta algo", sino observaciones puntuales que te hacen ver lo que no estabas viendo. También te da estructura. Cuando trabajas con alguien que te pone fechas y te obliga a rendir cuentas, la procrastinación se vuelve más difícil (aunque no imposible, porque guionista que no procrastina no es guionista).

Además, te ayuda a entender cómo funciona la industria. Porque escribir bien es solo la mitad de la batalla; la otra mitad es saber moverte sin que te estafen en el camino. Y sí, un buen mentor aumenta tus probabilidades de éxito, aunque no te garantiza nada. Esto no es Disney.

¿Dónde encontrar uno sin venderle tu alma? Lo ideal es que la mentoría llegue de manera orgánica. A veces, un profesor en un taller se convierte en tu guía sin que lo planees. Otras veces, un colega con más experiencia toma ese rol. También están las becas, los concursos, los festivales y las consultorías privadas. Si quieres mentoría personalizada, muchas veces hay que pagarla. La buena noticia es que, si eliges bien, lo que aprendes vale más que lo que gastaste.

Consigue un mentor antes de que te ganen las dudas

Si escribir guiones fuera fácil, todo el mundo lo haría. Pero es difícil, solitario y, en ocasiones, un ejercicio de masoquismo. Tener un mentor no hace que el camino sea menos complicado, pero sí lo hace más claro. Si encuentras a alguien que realmente te ayude a crecer, considérate afortunado. Y si algún día te toca estar del otro lado, devolver el favor. Porque si algo me enseñaron mis mentores es que en esta industria, nadie sobrevive solo.

Después de años en esto, me ha tocado estar del otro lado, guiando a guionistas que comienzan. Y lo más bonito de ser mentora es ver cómo alguien encuentra su voz, cómo se atreve a escribir esa historia que le da miedo contar. No es solo dar consejos o corregir estructura, es estar ahí cuando alguien siente que no puede más y decirle: "Yo también pasé por eso, pero se puede". Es un acto de cariño y de respeto, porque si algo me enseñaron mis mentores es que en este camino nadie avanza solo.

Tener una mentora o un mentor no significa que alguien hará el trabajo por ti, pero sí que tendrás a alguien que te ayude a no perder el rumbo. Alguien que, cuando sientas que no vales como guionista, te recuerde por qué empezaste. Y eso, en un mundo donde la escritura es un camino solitario, vale oro.

En conclusión... ¿Por qué sin un buen mentor, tu guion no llegará lejos? Porque sin un buen mentor, tu guion se queda atrapado en tus propias limitaciones: los errores que no ves, las oportunidades que no sabes aprovechar y los contactos que nunca llegas a hacer. Puedes aprender solo, sí, pero en la industria del cine, el tiempo lo es casi todo, y sin guía, corres el riesgo de desperdiciarlo escribiendo guiones que nunca saldrán del cajón.

No hay comentarios:

Licencia Creative Commons
el inquilino guionista se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.