Porque sí: en el mundo hispanohablante también hay películas que arrasan en taquilla, aunque los medios las hagan trizas. Y lejos de ser un accidente, hay patrones muy claros.
Un estudio reciente analizó casi 5000 películas internacionales y encontró 186 que duplicaron su presupuesto, incluso con críticas demoledoras. Me puse a revisar cuáles de esos casos tienen eco en nuestra región —y vaya que los hay. México, Argentina, España, Colombia... todos han tenido sus fenómenos de público. Y de ellos se puede aprender mucho como guionista.
Estas películas exitosas —pero mal valoradas por la crítica— suelen caer en cinco categorías. Y todas tienen algo que enseñarnos si queremos escribir historias que no solo gusten… sino que también funcionen.
Películas de género que entregan lo prometido
Cada país tiene su género mimado por el público, aunque los críticos lo vean con desdén. Y si el guion respeta las reglas del juego, cumple su función. Kilómetro 31, por ejemplo, fue un éxito de taquilla en México pese a sus diálogos planos y sustos reciclados. ¿Por qué funcionó? Porque ofrecía justo lo que el espectador de terror quería: leyendas urbanas, atmósfera, y la posibilidad de asustarse en su idioma. Lo mismo pasó con Al final del túnel en Argentina, un thriller sólido que no fue adorado por la prensa pero sí por el público, por su tensión y estructura eficaz. El aprendizaje: cuando escribas género, no trates de reinventar la rueda. Entrega lo que la audiencia espera, pero con honestidad, ritmo y coherencia. El público lo nota.
Marcas, franquicias y famosos: el guion al servicio del show
En el mundo hispano, los fenómenos de taquilla muchas veces vienen ligados a rostros conocidos. Actores de telenovela, influencers, cantantes, futbolistas metidos a actores… o adaptaciones de novelas exitosas. No manches Frida, por ejemplo, fue duramente criticada por su humor básico y su guion predecible. Pero el combo de Omar Chaparro y Martha Higareda arrastró gente al cine como si se tratara de un concierto.
En España, pasa con actores como Dani Rovira o Mario Casas: basta su nombre en el cartel para asegurar mínimo un fin de semana fuerte. Lo mismo aplica para adaptaciones tipo A tres metros sobre el cielo o Palmeras en la nieve.
¿El reto para guionistas? Saber escribir para esos rostros. Darles diálogos que suenen naturales en su voz. Diseñar escenas que aprovechen su presencia. Y entender que, a veces, tu trabajo es el cimiento de una maquinaria más grande… y está bien.
Películas para públicos invisibilizados
Este tipo de películas me tocan una fibra especial... Producciones que conectan con sectores históricamente ignorados por el cine comercial: comunidades indígenas, afrodescendientes, personas LGBTQ+, migrantes, creyentes. Aunque tengan poco presupuesto o calidad técnica discutible, pueden reventar salas gracias al boca a boca entre comunidades que por fin se ven reflejadas.
En Colombia, El abrazo de la serpiente sorprendió en taquilla a pesar de ser una película densa y en lenguas indígenas. En México, Café y Ya no estoy aquí lograron fuerte repercusión por mostrar realidades ignoradas.
Y no olvidemos la fuerza del cine religioso: Dios no está muerto o El cielo sí existe llegaron dobladas a nuestros países… y encontraron su público sin necesidad de premios. ¿Quieres escribir para estos públicos? Habla con ellos, escucha sus historias y no escribas desde el estereotipo. La conexión puede ser más poderosa que cualquier crítica.
Escándalo, polémica y morbo: el guion como bomba
A veces, lo que vende es el riesgo. Guiones y películas que no temen cruzar líneas. Que incomodan. Que provocan conversación. Que polarizan. Como una producción del inquilino guionista hace una docena de años, "La Cama de Piedra".
O lo que callamos las mujeres, versión cine. O Las hijas de Abril, que tocó el incesto sin anestesia. O los thrillers sexuales tipo Lucía y el sexo. No son fáciles de digerir. Pero eso es justo lo que hace que el público —aunque no sea mayoritario— quiera verlas.
Si eliges escribir en esta línea, no basta con ser provocador. Hay que tener un punto de vista claro, saber hasta dónde llegar y sobre todo: no caer en la caricatura. El morbo llama, pero si no está bien sustentado, se te puede volver en contra.
Cine ligero y escapista: reír, amar, olvidar
Las comedias románticas argentinas, las españolas de enredos, las mexicanas tipo Mirreyes contra Godínez… Son películas que los críticos destrozan por “básicas”, pero que llenan salas.
Porque la gente quiere distraerse. Quiere ver algo que no le exija mucho, que le saque una sonrisa o una lagrimita. Y eso también es válido. Escribir este tipo de guiones no es tan fácil como parece. Necesita ritmo, gags bien cronometrados, personajes entrañables. Y sobre todo, conocer al público al que quieres hacer reír.
Un estudio reciente analizó casi 5000 películas internacionales y encontró 186 que duplicaron su presupuesto, incluso con críticas demoledoras. Me puse a revisar cuáles de esos casos tienen eco en nuestra región —y vaya que los hay. México, Argentina, España, Colombia... todos han tenido sus fenómenos de público. Y de ellos se puede aprender mucho como guionista.
Estas películas exitosas —pero mal valoradas por la crítica— suelen caer en cinco categorías. Y todas tienen algo que enseñarnos si queremos escribir historias que no solo gusten… sino que también funcionen.
Películas de género que entregan lo prometido
- En México: terror.
- En Argentina: policiales.
- En Colombia: narcoficción.
- En España: thrillers.
Marcas, franquicias y famosos: el guion al servicio del show
En el mundo hispano, los fenómenos de taquilla muchas veces vienen ligados a rostros conocidos. Actores de telenovela, influencers, cantantes, futbolistas metidos a actores… o adaptaciones de novelas exitosas. No manches Frida, por ejemplo, fue duramente criticada por su humor básico y su guion predecible. Pero el combo de Omar Chaparro y Martha Higareda arrastró gente al cine como si se tratara de un concierto.
En España, pasa con actores como Dani Rovira o Mario Casas: basta su nombre en el cartel para asegurar mínimo un fin de semana fuerte. Lo mismo aplica para adaptaciones tipo A tres metros sobre el cielo o Palmeras en la nieve.
¿El reto para guionistas? Saber escribir para esos rostros. Darles diálogos que suenen naturales en su voz. Diseñar escenas que aprovechen su presencia. Y entender que, a veces, tu trabajo es el cimiento de una maquinaria más grande… y está bien.
Películas para públicos invisibilizados
Este tipo de películas me tocan una fibra especial... Producciones que conectan con sectores históricamente ignorados por el cine comercial: comunidades indígenas, afrodescendientes, personas LGBTQ+, migrantes, creyentes. Aunque tengan poco presupuesto o calidad técnica discutible, pueden reventar salas gracias al boca a boca entre comunidades que por fin se ven reflejadas.
En Colombia, El abrazo de la serpiente sorprendió en taquilla a pesar de ser una película densa y en lenguas indígenas. En México, Café y Ya no estoy aquí lograron fuerte repercusión por mostrar realidades ignoradas.
Y no olvidemos la fuerza del cine religioso: Dios no está muerto o El cielo sí existe llegaron dobladas a nuestros países… y encontraron su público sin necesidad de premios. ¿Quieres escribir para estos públicos? Habla con ellos, escucha sus historias y no escribas desde el estereotipo. La conexión puede ser más poderosa que cualquier crítica.
Escándalo, polémica y morbo: el guion como bomba
A veces, lo que vende es el riesgo. Guiones y películas que no temen cruzar líneas. Que incomodan. Que provocan conversación. Que polarizan. Como una producción del inquilino guionista hace una docena de años, "La Cama de Piedra".
O lo que callamos las mujeres, versión cine. O Las hijas de Abril, que tocó el incesto sin anestesia. O los thrillers sexuales tipo Lucía y el sexo. No son fáciles de digerir. Pero eso es justo lo que hace que el público —aunque no sea mayoritario— quiera verlas.
Si eliges escribir en esta línea, no basta con ser provocador. Hay que tener un punto de vista claro, saber hasta dónde llegar y sobre todo: no caer en la caricatura. El morbo llama, pero si no está bien sustentado, se te puede volver en contra.
Cine ligero y escapista: reír, amar, olvidar
Las comedias románticas argentinas, las españolas de enredos, las mexicanas tipo Mirreyes contra Godínez… Son películas que los críticos destrozan por “básicas”, pero que llenan salas.
Porque la gente quiere distraerse. Quiere ver algo que no le exija mucho, que le saque una sonrisa o una lagrimita. Y eso también es válido. Escribir este tipo de guiones no es tan fácil como parece. Necesita ritmo, gags bien cronometrados, personajes entrañables. Y sobre todo, conocer al público al que quieres hacer reír.
Yo misma escribí una comedia sobre una pareja que se va a vivir a un pueblo y la vendieron como “El campo contra la ciudad”. No era mi obra maestra, pero funcionó. La gente se vio reflejada. Se rió. Y regresó con sus suegros a verla.
Así que... No todas las películas están hechas para festivales. No todos los guiones tienen que aspirar al Goya o al Ariel. Pero si sabes para quién escribes, si entiendes lo que ese público quiere y si estructuras tu historia con inteligencia, hay espacio para ti en la industria.
A mí me costó entenderlo. Durante años escribí para gustarles a mis maestros. Hoy escribo para conectar. Y curiosamente… cuando conectas, a veces también ganas premios.
Así que... No todas las películas están hechas para festivales. No todos los guiones tienen que aspirar al Goya o al Ariel. Pero si sabes para quién escribes, si entiendes lo que ese público quiere y si estructuras tu historia con inteligencia, hay espacio para ti en la industria.
A mí me costó entenderlo. Durante años escribí para gustarles a mis maestros. Hoy escribo para conectar. Y curiosamente… cuando conectas, a veces también ganas premios.
Por Marta Martínez
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